Dos mujeres diferentes 6

Una hermosa reconciliacion.

DOS MUJERES DIFERENTES

6ª PARTE

A la mañana siguiente nos despertamos, había cierta frialdad en ambas. Cada una se baño por separado y se vistió sola. Le dije que bajaría a la sala de internet del hotel, para pasar el tiempo de espera y contesto que se iba a quedar ahí. Baje encendí una PC y busque algún juego que pudiera despejarme. Estaba destrozada por dentro y busque divertirme. Había un chico de unos 8 años que me invito a jugar un partido de futbol. Bueno, todos los partidos ganaba él por goleada. No estaba y no sabía yo como mover bien mis jugadores. Entro una Sra. de unos 35 años y me pregunto si yo era del personal del hotel y le dije que no-

GISELA: que necesita algo? estoy alojada en el hotel

SRA: tengo que hacer una compra y quería dejar las niñas acá, pero las voy a tener que llevar

GISELA: si Ud. quiere yo hasta la tarde no salgo, yo las cuido. Pregunte en conserjería quien soy y las cuido.

Fue y me y dejo dos hermosas niñas de 7 y 5 años, rubios de ojos claros. El chico se había ido y quedamos solo las tres. Mire para ver con que entretenerlas. Vi un teatrito de títeres. Las senté enfrente y me metí a juguetear con los títeres. Primero estaban serias pero luego empezaron a reírse. Luego leí algunos de los libros de cuentos, hasta que llego la mamá. Volví a quedar esperando a Ana para almorzar. Como no venia llame por teléfono a la habitación.

GISELA: Ana es la hora de almorzar, bajas ya?

ANA: no, almuerza sola, yo me quedare acá y pediré un café

GISELA: te sientes mal? Subo?

ANA: no para nada, almuerza tranquila.

Llego el momento de salir a tomar el avión y nos encontramos en el hall del hotel. Cada una con su equipaje, cargamos el taxi y subimos, indicando Ana al chofer adonde íbamos. La azafata del vuelo nos dio la ubicación y así nos sentamos. El avión carreteo por la pista y se elevo hacia nuestro país. Nos sirvieron una cena y ambas estábamos en silencio. Luego pusieron una película y yo como la había visto y estaba cansada me dormí enseguida. Ana se quedo mirando la película. Llegamos al aeropuerto internacional y bajamos los equipajes para ir a aduana. Entre nosotras existía un silencio que ninguna de las dos se atrevía a romper. Ella por lo celos que tuvo en Paris, desconfiando de mi, justo cuando estaba delante de ella y yo por injustificado de su acción celosa. Una vez pasamos la aduana y antes de salir al hall, donde esperaban a los viajeros.

ANA: bueno Giselle, me vino a buscar una de mi hija con su reciente bebe, tomate un remix

Era comprensible. La vino a buscar su hija y nieta y ellas no sabían de mi viaje con Ana, y no me conocían, además.

GISELA: no te preocupes, tomare uno a casa.

ANA: bien, hoy es viernes, nos vemos el lunes en la oficina, si?

GISELA : como tú digas. Hasta el viernes.

Nos dimos un beso en cada mejilla y ella partió adelante. Yo me que mirándola caminar de atrás y mientras un dejo de tristeza me embargaba. La vio abrazarse a sus familiares y tener a la nieta en sus brazos. Con mis valijas de rueditas, tirando de ellas como si llevara mil kilos, me dirigí a la ventanilla de remix y pedí uno. A los 45 minutos estaba en casa. Me saque toda la ropa y me duche. Cuando Salí de ahí, nuevamente desnuda, me tire en la cama y me puse a llorar. Así me quede dormida más de tres horas, que sonó la campanilla del teléfono. En el afán de agárrarlo casi  me caigo de la cama. Deseaba que fuera ella, lo necesitaba, aunque sea para decirme si llegue bien a casa. Pero no, era una llamada equivocada. Pase un sábado de mierda. Fui de compras para llenar la heladera y artículos de limpieza. Acomode todo y luego abrí el equipaje y fui sacando y acomodando la ropa en su lugar. Mi mente estaba pendiente de ella, de su llamado, aunque solo para escuchar su voz. No quise almorzar y me puse a leer el diario del día y la TV, para ponerme al tanto de las noticias. Tipo 21 hs. pedí un delivery de empanadas, ante las pocas de cenar que tenia. No estaba de ánimo para salir, ni siquiera un cine, menos de ir algún boliche. Sonó el timbre del portero eléctrico y atendí. Era el delivery y lo hice subir. Prepare el dinero para pagarle y espere llegara a mi piso. Tocaron el timbre de mi puerta pregunte y me contesto. Abrí la puerta y me quede paralizada. Bajo el vano de la puerta con la bandeja de empanadas y una botella de champaña estaba ella. Estaba tan sorprendida que ni siquiera saluda.

ANA: hola, no me invitas a entrar?

GISELLE: oh si, disculpa pasa. No sabía que ahora hacías delivery

ANA: (poniendo sobre la mesa la bandeja de empanadas y la botella). Si, solo cuando hay que entregar a mujeres hermosas.

Me abrazo con furia, sacándome la poca ropa que había llegado a ponerme cuando sonó el timbre. En unos minutos estaba desnuda ante sus ojos.

GISELLE: (observando que ella se empezaba a desvestir) espera, tenemos que hablar

ANA: (ya desnuda y abrazándome besando mi cuello) luego, si? Ahora quiero saciarme contigo.

Dándome chupones por el cuello llego a mis labios y empezó a besarme. Respondí, sucumbiendo, no solo a su deseo, sino también al mío. Besándome me fue llevando hasta la cama. Cuando mis piernas tocaron el borde de la misma caí sobre el suave colchón abrazada a ella. Mordió mi pezones y apretó con su mano una de mis tetas, mientras su mano derecha, entrando entre mis muslos comenzó a hurgar en mi concha. Me estremecí, mientras un calor intenso invadió mi cuerpo. Ella, hábilmente, se dio cuenta de ello. Se irguió en la cama dándose vuelta, buscando con su boca y su lengua, nuevamente, mi concha, ofreciéndome la suya, mojada, a la altura de mi boca. Me aferre a ella, mordiendo sus labios vaginales y sentí se revolvía sobre mi. Mientras su lengua recorría el largo de mi concha, yo abriendo sus labios vaginales con mis manos, comencé a besar y chupar su clítoris. Mordiéndolo y masturbándolo con mis labios. Ella hizo lo propio conmigo vi que se retorcía sobre mi cuerpo y sentimos cada una, cataratas de flujo salir para ser libados por nosotras. Fueron delirantes los grititos, ayes, suspiros. Ella se levanto y se puso  mi lado abrazándonos. Nuestros rostros impregnados en flujo en una mezcla de besos de lengua. Quedamos rendidas una al lado de la otra. Al rato se levanto y así desnuda como estaba bajo de la cama y se dirigió a la cocina, ante la mi mirada, que la observaba de atrás. Un cuerpo que muchas mujeres más jóvenes envidiarían. Tenía una figura hermosa de una mujer de más de 45 años y un caminar elegante al ritmo de sus caderas.

Me levante, desnuda también y la seguí a la cocina. Abrió el freezer de la heladera y puso la botella que trajo en él. Antes de cerrar la heladera vio otra botella de champaña, que yo había dejado antes del viaje. Estaba bien fría y comenzó a descorcharla, mientras yo sacaba dos copas para tomar.

Sirvió las dos copas en la mesa, dejo la botella y me ofreció una copa y tomo ella la otra. Cruzamos nuestros brazos y brindamos por nuestra felicidad. Volvió a tomar la botella y espere sirviera de nuevo, pero no. Levanto en alto la botella y derramo su líquido helado en mi frente y mi cuerpo. Primero sentí frio, mi piel estaba como de gallina, pero luego pensando lo que venia empecé a tener mucho calor. Mientras en champan recorría mi cuerpo. Ella hizo lo mismo con el resto del líquido, derramándolo sobre su cuerpo. Nos abrazamos. Me hizo subir a la mesa y acostarme en ella boca arriba. Recorrió mis tetas chupando y saboreando el líquido derramado, para luego bajar a mí, hoy, trajeteada concha y chuparla. Mi placer era sublime, no podía erguirme en la mesa, sin fuerza, me deje hacer. Estaba a merced de lo que ella quería hacer de mí. Yo solo gozaba con su boca y su lengua en mi concha. Cuando acabe, me deslice por la mesa y quede parada frente a ella. Bese sus increíbles y aun paradas y duras tetas y sus erguidos pezones. Fui bajando saboreando el rubio champan y termine en su deliciosa y rasurada concha. Comencé a chupar sus labios vaginales y ella apretaba con sus manos mi cabeza, entre sus piernas, como queriendo que la devorara. Pego un grito y acabo sobre mi cara, moviendo sus pelvis.

Fuimos a la cama y vimos el paquete aun cerrado de empanadas, lo abrimos y comimos las dos las 3 empanadas que había pedido. Fue hermoso darnos de comer una a la otra.

Realmente estábamos hambrientas, no solo de sexo, sino también de comida. Me propuso bañarnos y salir a comer. Mire a hora, 00,00.

GISELA: no es tarde para ir a comer ya.

ANA: no, en el centro hay restaurantes abiertos toda la noche.

Como en el viaje, nos bañamos juntas, enjabonándonos una a la otra, riéndonos. Nos vestimos y salimos a la calle. Ella tenía su coche en la puerta, subimos y partimos hacia el centro de la ciudad, en busca de un lugar que no solo estuviera abierto, sino que fuera también íntimo. Lo encontramos, pedimos la cena y charlamos. Ella tenía mi mano en la suya y la besaba. Estamos mas embobadas que en el viaje.