Dos mujeres diferentes 5

Un viaje de placer en Italia con Ana

DOS MUJERES DIFERENTES

5ª PARTE

A la mañana siguiente nos costo levantarnos, pero teníamos que ir a una reunión empresarial

Desayunamos en el hotel y pedimos un taxi. Le indicamos la dirección y entramos. Nos atendieron muy bien y hablamos con el gerente general. Después de una larga charla en francés, que fui traduciendo a Ana, acordamos que en 15 días el viajaría a Buenos Aires a firmar el contrato. El se manejo como Ana, con una traductora, pero el muy maldito, cuando terminamos  le dijo a Ana en un perfecto español

GERENTE: quiero felicitarla Sra. ha traído una perfecta traductora, que habla el francés mejor que muchos de acá.

ANA: gracias Sr. realmente se lo que vale Gisela

GISELA: muchas gracias Sr.

Nos acompaño hasta la puerta y ya había un taxi esperando. Dentro del taxi nos dimos unos besos, que el taxista ni se inmuto, ya acostumbrado a eso. Llegamos al hotel envueltas en risa. Nos pusimos a empacar para ir a Venecia. Llegada la hora fuimos y tomamos un taxi. Cuando llegamos a Venecia era, para mi, todo deslumbrante. Ella ya conocía Venecia. Nos llevaron al hotel que teníamos reservado. La habitación era lujosa y con cama grande. Deje las valijas y corrí a abrir las ventanas. Una daba vista al Gran canal y la otra al puente Rialto. Me quede extasiada mirando el movimiento en el Gran canal. Vino Ana apoyando su cuerpo detrás del mío y pasando sus brazos delante de mí. Con su boca en mi oído

ANA: es un sueño no?

GISELA: maravilloso y mas estando contigo

ANA: mi vida.

Me di vuelta y quedamos contra la ventana como si fuésemos una. Nos besamos, primero tiernamente y luego desaforadamente, desnudándonos una a la otra. Caímos sobre la amplia cama abrazadas comiéndonos las lenguas. Baje desesperada a sus tetas y las mordí a ellas y sus pezones.

ANA: ay amor, sigue no me dejes.

Yo seguí en lo mío y luego baje a su rubia concha, donde metí mi lengua paseándola de punta a punta, ante los estremecimientos de ella. Sentí que tiro un orgasmo y acelere mi ritmo. Ella se mordía los dedos de una mano para no gritar. Mientras chupaba su concha lleve mi mano a su boca, saco la suya y comenzó a chupar mis dedos con ansiedad. Vi que hacia estragos en ella, dándole chupones a la parte interna de sus nalgas, ahí donde empezaban sus piernas. Se elevaba y caí constantemente. Suspiraba y gemía de placer. Parecía no poder articular palabras y su respiración era cada vez mas agitada. Yo lejos de dejar, seguí buscando, ahora, su clítoris. Cuando mis labios hicieron contacto con el se estremeció toda y cuando empecé a chúpalo comenzó a gritar, puse mis dedos de nuevo en su boca. Parecía querer comérmelos. Hasta que sentí un rio de flujo sobre mi boca y mi cara, al tiempo que boqueaba como si le faltara aire. Se quedo tirada en la cama, quieta, no se, como esperando otra vez.

Puse mi cabeza sobre su torso y ella acariciaba mi cara y mi pelo

ANA: amor, nunca en mi vida sentí esto. Parecía que moría de gozo. Gracias mi muñequita por darme tanta felicidad.

Levante mi cabeza acostándome a su lado, con mi boca en su oído

GISELA: esto es el comienzo amor, veras, tengo tanto para darte.

ANA: si vida, yo también.

Nos quedamos quietas. Miramos hacia el techo y recién nos percatamos que había un espejo, donde estábamos las dos, siendo reflejadas en él. Primero se dio cuenta ella y empezó a reírse fuertemente señanandonos. Mire y reí con ella.

ANA: mira, negra y blanca en una cama amándose.

GISELA: lastima no haberlo vista antes, así miraba tu cara cuando gozabas.

ANA: que zorrita guacha, querías mirarme.

GISELA: si, hubiera gozado de verte.

Nos interrumpió el teléfono de la habitación. Llamaban de abajo a ver si cenaríamos en el hotel. Ana le dijo que no, que iríamos a un restaurante. Nos bañamos juntas entre risas. Salimos y paseamos en góndola y luego a cenar a la Pasticceria Rizzardini. Un restaurante hermoso. Nos despachamos unos platos de pasta y de postre el mejor tiramisu que comí en mi vida. Un buen vino y café. No quiero ni pensar lo que Ana pago. Después de vuelta al hotel, estábamos las dos que no podíamos ni movernos de todo lo que comimos a la mañana siguiente recorrimos varios ríos de Venecia en góndola. Ana me regalo un ramo de flores hermoso. Ya todos imaginaban que éramos pareja y de vez en cuando nos dábamos picos en la boca. Muchos nos miraban con extrañeza, no solo por la diferencia de raza sino también por la edad. Nosotras hicimos caso omiso a eso y nos reíamos.

Luego seguimos el recorrido a Capri y la pasamos muy bien. Fuimos al hotel Jk Place Capri. Un hotel con balcones con vista a la Bahía Nápoles, un lugar hermoso. Tenia un restaurante con unos platos delicioso. Si seguíamos comiendo así, íbamos a volver rodante a Buenos Aires. Además tenía un spa íntimo muy bueno. Pasábamos horas ahí, besándonos. Fui de paseo en lancha y anduvimos por los peñascos.

Pero todo llega a su fin y salíamos a Ischia. Era un hotel súper lujoso Park Hotel y Terme. Un hotel sin rejas electrónicas y camino vigilado. Lugar íntimo y romántico. Los pasamos muy. Ana estaba radiante con su bronceado parejo. Como no quería tomar desnuda tenía las tetas y el culo blancos que hacían mi deleite por las noches. Me encantaba recorrer con mi boca el bronceado de su cuerpo y sus blancas partes íntimas. Yo mas negra de lo que era es imposible. El bronceado de los veranos siempre una cosa que envidie a las mujeres blancas. La última noche en Ischia fue apoteótica. Fue el remate sexual de una noche de luna de miel. Las dos desnudas en la playa, después de mucho caminar encontramos un lugar solitario. Nos metimos desnudas en el agua, nos tocábamos, besamos bajo el agua. Salimos del agua y nos tiramos en la arena, ella encima mío en 69, gozando a lo locas, mientras el agua, cuando invadía la playa, mojaba nuestras piernas pero nosotras al principio no, pero luego no la sentíamos. Cenamos en el hotel y subimos a nuestra habitación.

ANA: bueno amor, se termino la buena vida. Mañana pernoctamos en Roma y luego, para medio día, salimos para Buenos Aires.

GISELA: lastima no?

ANA: si, pero tenemos que trabajar amor.

GISELA: si lo se, pero se acabo rápido. En Buenos Aires nos esperan todos lo problemas personales nuestros, mas que nada tuyos. Los míos no existen. Vos con tus hijos y nietos. Como hacemos?

ANA: mira, yo pensaba de la siguiente manera, a ver que te parece.

GISELA: si dime.

ANA: la primera semana va a ser complicada, sobre todos por la visitas de mis familiares. Entonces pensaba que cuando lleguemos a Buenos Aires, vos vayas a tu departamento y yo al mío. Luego de la primera semana hablare con mis hijos y te mudas conmigo a mi departamento. En esa semana, apenas no haya nadie de visita voy a tu casa a dormir. Que te parece?

GISELA: separarnos? Ya me había acostumbrado a dormir a tu lado. Pero si no hay mas remedio, esta bien

Al medio día siguiente salimos para Roma y pernoctamos allá, en espera de salir a Buenos Aires al día siguiente. Nos alojamos en un hotel céntrico y luego fuimos a cenar a un restaurante cercano. Ana quiso ir a bar con música y fuimos. Éramos el blanco de todas las miradas, una negra con una blanca. En una mesa cercana había una romana muy linda que no me quitaba los ojos de encima. Yo sinceramente eludía mirarla. Ana se dio cuenta de la situación y dijo de irnos. Camino al hotel y dentro del mismo, tuvimos nuestra primera discusión.

ANA: la romanita esa te devoraba con la mirada.

GISELA: viste que no le di importancia.

ANA: no se, si hubieras podido no se.

GISELA: que dices Ana

ANA: que digo, no se si se te despertó el machito con esa. No me digas que no la miraba,

GISELA: miraba para el único lugar que podía mirar, pero no le di importancia.

ANA: te hubiera gustado levantártela como en Buenos Aires.

GISELA: Ana, como dices eso. Sabes que estoy contigo, que soy tu hembra. Que trato de alejarme de mi lado activo y lo estoy logrando y ahora vos dudas. Quiero que sepas que mientras tuve alguna relación con alguna siempre le fui fiel. Nunca anduve ni con dos a la vez y eso que tenía oportunidades. Y ahora vos, justo vos me salís con eso. Que pasa te cansaste de mí?

ANA: sabes que no, que estoy perdida por vos, pero a veces los celos me juegan una mala pasada.

GISELA: mejor no hablemos más para no pelear. Vamos a dormir y mañana hablamos.

Nos acostamos, nunca antes estábamos tan apartadas una de la otra. Ella en una punta de la cama y yo en la otra. Creo que si había dos camas dormíamos separadas. Yo estaba que trinaba, ella desconfiaba de mí. Yo no había hecho nada e ignore a la romana. Además ya estaba entrando en mi rol de su mujer. Tarde bastante en dormirme. Ella se durmió enseguida.

Maldije el momento que entramos a ese bar