Dos muchachos y la lluvia

Dos muchachos muy tímidos, un accidente en el tren, y el inicio de una apasionada historia de amor.

DOS MUCHACHOS Y LA LLUVIA

Volvía de mi trabajo con rabia. Hubiera querido mandar a mis jefes al demonio por estúpidos, homofóbicos e ignorantes. Habían despedido al médico del personal por un rumor sobre un supuesto abuso en contra de un supervisor, hecho que no era creído por nadie. El Supervisor era un macho tan repelente, que muchos no lo hubiéramos tocado ni con una jabalina de 20 metros de largo. Pero claro le creyeron a él y al puto lo habían echado a la calle, y sin indemnización. Yo no era amigo del doctor pero sentía la injusticia de lo que le habían hecho.

La tarde estaba nublada, corría una suave brisa y el tren no venía tan lleno de pasajeros como otras veces, y eso me permitía mirar a los hombres con libertad y por supuesto con cierto disimulo, ayudado por mis anteojos oscuros. Había un rubio de ojos claros y pelo cortísimo, de mi edad, unos 21 años, de baja estatura pero sustancioso y un morocho de unos 34 años, con unos pantalones de tela de jean que le marcaban sin recato su pija y sus huevos grandes. Sentado a unos metros había un chico, algo mayor que yo, vestido con ambo elegante camisa celeste, y corbata al tono. Me pareció lindo pero pensé que era medio arrogante y soberbio. Igual qué rico sería recorrer aquella piel blanca de sus dedos, aquel cuello largo y suave, aquel pecho bien formado, aquella poronga deseada y escondida en algun slip blanco pensé.

A los 21 años como ahora que tengo 30 y como ya se podrán haber dado cuenta, era yo un pajero calentón, que deseaba a todos los hombres que me parecían lindos pero que no se atrevía a hacer mucho. En otras palabras era un perfecto pajero. Veía un macho y retenía sus rasgos, sus movimientos, su físico, para pajearme por la noche pensando en aquel muchacho que me había excitado de día. En realidad yo estaba enamorado de mi mismo, y a veces, desesperado, me hacía la paja frente al espejo de mi cuarto, que era de cuerpo entero, y mojaba con mi leche calentita y espesa la imagen que el espejo me devolvía. Un perfecto Narciso pajero .

Aquella tarde de verano, en la que retornaba en tren a mi casa con rabia, había tanta injusticia que no era la más indicada para pensar en una paja reparadora. Por eso me olvidé por un momento del rubio de 21, del morocho de 34 y hasta del muchacho bien vestido de unos 23, al que mentalmente yo había apodado ya "Lindito".

Al llegar a la estación, mucha gente se incorporó y se dirigíó hacia las puertas para bajar, entre ellas Lindito, y yo. Por un inconveniente que tuvo una persona que descendía antes de nosotros, el tren casi arranca antes que pudiéramos descender y en la emergencia, Lindito tropezó conmigo y me golpeó en una pierna. Yo lo insulté de arriba abajo, acordándome de su madre, de su hermana y de toda la familia.

El me iba a contestar, con similares términos supongo, cuando me vió. No se que pasó por su cabeza. Quizás le dio gracia la cantidad de insultos que le dirigí, lo enojado que estaba, quizás estaba contento por algún motivo y no se iba a dejar perturbar por las vulgaridades de un tipo como yo. Pero lo cierto es que me sonrió. Y esa sonrisa abrió el cielo. Despejó las nubes. Despojó de sentido a mi rabia y tras preguntarme si estaba bien, me ayudó a levantarme del piso, me tomó de la mano con su mano suave y fría y me pidió perdón.

-¿En serio que estás bien? preguntó y ahí le vi los ojos celestes dulces de una intensidad casi de película. Le vi el pelo sobre la frente color castaño claro despeinado casi adolescente, y por supuesto, puto sin remedio como soy, me enamoré perdidamente.

Quedaba una media cuadra hasta la esquina y el me tomó del brazo para que no me cayera, y observaba cada uno de mis pasos para asegurarse que yo no tenía ninguna herida. Como yo comencé a caminar bien, un poco porque no me había pasado nada y otro porque me avergonzaba aquel brazo suyo en el mío, frente a cientos de personas, me dijo que se alegraba que no fuera nada.

Me llamo Darío, dijo al cabo de un corto silencio.. Rey persa pensé, aunque parece un príncipe. Yo Germán. Germán, como mi papá me dijo. Rey y padre pensé. ¿Sería tan lindo como su hijo? Me preguntaba eso mientras el se resistía a dejarme cruzar las vías del tren.

  • Te invito a tomar algo, permitime que repare la patada que te di, me dijo y yo me dejé llevar, sus piernas largas pegadas a las mías, su brazo en mi brazo, su sonrisa iluminándome aún y en el bar de la estación nos quedamos cinco horas hablando. 23 años , yo 21, estudiante de derecho, yo empleado en una dependencia militar . El vivía solo de ese lado de la estación " a dos cuadras " le escuché decir. Y me pregunté que esperaba para llevarme a su casa, tirarme en la cama, desnudarme y coger maravillosamente…… Yo vivía con mi familia pero quería independizarme. Bebimos varios cafés, fumamos otros tantos cigarrillos, en algun momento me dieron ganas de acariciar sus manos que eran tan blancas y suaves como las mias, pero no lo hice

En otro momento nuestros pies se encontraron por debajo de la mesa y nuestras piernas se pellizcaron en silencio y sentimos el calor mutuo del deseo pero no dijimos nada y cuando me dijo que no tenía novia retruqué rápidamente que yo tampoco y el movió su pierna por debajo de la mesa y se atrevió a introducirla entre las mias y yo lo miré a los ojos y el me miró tímidamente como era el y pude ver un par de oyuelos en cada una de sus mejillas, y se me paró la pija y senti unos deseos locos de llevarlo a alguna parte y besarlo apasionadamente

Lindito, como me has puesto, pensé pero no dije nada y el se puso colorado no se de qué, quizás de pudor o de vergüenza o de calentura, y su mano suave casi rozó la mía cuando se sirvió mas azúcar y yo me sonreí y la pija la tenía ya dura y llorando y el seguramente estaba igual pero no nos atrevíamos. Yo era casi virgen y el nunca había estado con otro tipo, pero eso lo supe después. Los dos éramos fanáticos del cine, de un conjunto de rock inglés, habíamos jugado al rugby, ido a colegios parecidos, el tenia dos hermanos yo dos hermanas, y unas manos de dedos delgados y suaves y unas piernas largas que se introducían entre las mías por debajo de la mesa y a mi me dolía la poronga de tan dura que estaba y no me atrevía a decirle nada, y lo estaba deseando. Imaginaba su piel suave, su culo hermoso, la bella curva de su pija grande , sus hermosos huevos redondos, sus pocos pelitos, el perfume de sus pechitos, la tersa luz de sus pelos . Guacho que caliente me había puesto. Es gay me dije. Si no no se hubiera quedado tanto tiempo hablando conmigo. Es gay y le gusto y es tímido y no tiene el coraje de decirme todo eso, pero el culo se le dilata desde que me vió, esta al palo pero no lo puedo ver, guau que calentura muchachos, y somos tan boludos….

huevones, pendejos, tontos o como lo digan en tu país , que no nos permitimos decir la verdad.. Guauuuu.

Imaginate lector mi garcha mi pija mi poronga mi verga dura y llorando y no pudiendo levantarme sin hacer un papelón con aquella carpa de circo que era mi bragueta. Imaginate lector, esa atmósfera de calentura de dos tímidos que ven que la oportunidad de su vida va a pasar sin aprovecharla. El se tranquilizó un poco y yo veía su cara tan perfecta y armoniosa y su cuerpo tan esbelto y elegante y me preguntaba ¿De dónde salió este príncipe azul? ¿Que clase de pija tendrá?

Por fin se levantó para ir al baño y yo tuve ganas de seguirlo pero me contuve, y miré largamente su culo mientras se alejaba, y me dije a mi mismo que ese culo era para servir de modelo para una estatua por lo perfecto, por lo redondo , levantado , elegante , inmensamente sensual. Ayyyyyyyy Darío por tu culo desvarío y en mi razón no confío y me muero de deseo de aplicarte el verdulero para cortar tu maleza… Volvió a la mesa sonriendo y entonces observé que se largó a llover primero suavemente luego torrencialmente y cayó granizo y una lluvia copiosa por dos horas y al final sacando coraje de donde no lo tenía, le propuse ir a su casa y el me ofreció prestarme un paraguas.

En el departamento había una cama king size y pocos muebles, un reproductor de DVD’s, un televisor de 29 pulgadas, y muchos libros de Derecho. Nos secamos cada uno con una toalla, y el me preguntó en ese momento si quería tomar una ducha y yo le dije que me encantaría. Cuando me saqué los pantalones en el observé que tenía una herida en la pierna derecha, pero no dije nada y me terminé de duchar normalmente. Me proponía salir desnudo para ver como reaccionaría mi nuevo amigo.

Cuando salí del baño, Darío notó mi herida y enseguida corrió a su botiquín para curarme. Ni siquiera se percató que estaba en bolas y al palo. Me puso un desinfectante y me limpio la herida y luego la vendó con suavidad. Después sin decir nada se encaminó hasta la ducha, y yo me tiré en la cama

Ese pibe era un témpano. Un calienta pollas. Un buen samaritano. Un frígido. Me había puesto a mil y no lo notaba. Tube ganas de ir al baño y violarlo, putito tapado que era, quien se creía, le iba a romper el orto apenas lo viera. Comencé a masturbarme , despacito, despacito, tenía los huevos llenos de leche y en la penumbra lo vi salir, alto , hermoso, blanco, con una pija grande y gorda como me imaginaba, con pocos pelos, avergonzado, mostrándome por primera vez su completa desnudez, sus pies blancos y grandes, sus piernas largas y fuertes, sus huevitos lindos, el culo bien levantado y gordo que me volvería loco, su pancita, la dulce y rosada tentación de sus tetas.

Apagó la luz y lo recibi en la cama, tan desnudo y limpio como el, y casi tan virgen, y me dijo que habia estado toda la tarde esperando ese momento y mientras nos besabamos como locos y recorriamos nuestros cuerpos inexplorados, yo le dije que lo había estado esperando toda mi vida. Tomé su verga y la bese y olía a limpio, a pibe limpio, y me la puse en la boca y el gimió por primera vez. , una de las tantas veces en las que entre gemidos y gritos perdería su virginidad . ¡¡¡ Cómo cogimos esa noche!!!!, No recuerdo las veces. Mi pija entraba y salía de aquel culo deseado, y el gritaba y yo gemía y el pedía mas y yo le daba mas y mas y bombeaba y nuestros cuerpos sudados se golpeaban una y otra vez y le besaba el cuello y le mordía los hombros y el se entregaba el me daba su virginidad, su deseo, su inocencia y su ortito aquel agujerito glorioso que yo descubriría de a poco, cerrado y poco flexible pero se lo chupé con tantas ganas, le puse tanta glicerina, dedos , saliva , leche, lo que fuera, que finalmente el puto, mi puto tan puto como yo, se abrió de par en par y gozó como una perra en celo, gozó como el muchacho hermoso que era y que es, con el amor de su vida y me hizo gozar luego a mi, con aquella pija gorda que tiene, con aquella garcha grande y entradora que aún hoy me da placer y deseo. Y levanté mi culo hacia el para permitir que me penetrara, para recibir sus embates, para gritar su nombre, para pedirle que siguiera para enloquecer con aquel miembro descomunal que abría un tunel nuevo en mi vida, para recibirlo con las puertas abiertas de par en par.

Después nos dormimos abrazados, la primera entre muchas veces, nos besamos hasta que no sentíamos los labios, nos enroscamos en una marea de piernas y brazos y cuando nos despertamos, no había dejado de llover, y el me acompañó a mi casa con un paraguas multicolor en el medio de la noche, el que cubría nuestras cabezas juntas bajo la lluvia, nuestro destino común. Aquello que comenzaba a nacer.

galansoy

Muchas gracias por tantos comentarios elogiosos. Sigan escribiéndome y comentándo mis trabajos.

Abrazo de g.