Dos meses antes de mi boda (reeditado)
La seducción de Andrea.
Por descuido, ayer publiqué esta historia sin estar acabada ni corregida, la he borrado de todorelatos, y vuelvo a editarla. He cambiado algunos pasajes, deseo que sea de vuestro agrado e interés.
Un saludo lectores, mis disculpas por la tardanza a la hora de publicar pero resulta complicado sacar tiempo.
He cruzado varios correos con una mujer que dice llamarse Andrea, en los cuales, me cuenta una experiencia que le ha sucedido poco tiempo antes de contraer matrimonio y que ha cambiado, en muchos aspectos, su vida y la de su pareja. A continuación, transcribo parte de uno de sus correos, -estoy autorizado para ello-.
“Me llamo Andrea y vivo en un pequeña ciudad española. Soy hija única, la niña mimada de papá. Tengo 29 años, mido 1,75 centímetros, rubia natural, pelo liso y media melena hasta los hombros. Mi talla de pecho es 100, soy delgada y muy estilizada. Me gusta vestir de manera casual y cómoda. Estudié empresariales, y después de acabar la carrera, junto con dos compañeras, abrimos un despacho. Los comienzos fueron difíciles pero actualmente tenemos una importante cartera de clientes.
Estoy prometida a Alonso, mi novio de toda la vida, en apenas dos meses nos casamos. Tiene 31 años, ojos negros, alto, moreno y muy atractivo, honrado, honesto y trabajador. Me trata como a una reina. Es ingeniero y trabaja en una importante planta de la ciudad.
Económicamente nos va muy bien, podemos permitirnos el lujo de ir de vacaciones con nuestros amigos en agosto diez días a la playa y hacer alguna escapada rural de fin de semana. Tenemos nuestro pisito ya montado, aunque todavía vivimos en casa de nuestros padres, ya que tanto nosotros, como nuestras familias, son de profundas creencias religiosas, lo cual, no es obstáculo para que de vez en cuando vayamos a nuestro piso y tengamos sexo, eso sí, bastante convencional. Soy un poco pija, no me ofende que me lo digan”.
Andrea, espero que mi relato colme tus expectativas y refleje lo más fielmente posible tu experiencia.
DOS MESES ANTES DE LA BODA
Era un Sábado caluroso y tenía el día para mí. Alonso, mi prometido, consecuencia de nuestra boda y viaje nupcial, tenía que trabajar para adelantar y perfilar unos proyectos muy importantes para su empresa.
Decidí ir de compras, desayuné como una reina, me duché y para la ocasión me puse una braguita de color azul celeste y sostén a juego, junto con un vestido veraniego, blanco, liso con volantes y muy floreado cuya falda me llegaba hasta los tobillos y unas sandalias muy cómodas.
Cogí mi pequeño bolso de tela, me despedí de mis padres y salí con dirección a la estación de autobuses con la intención de ir a una ciudad bastante más grande, cercana donde vivimos. Tengo un pequeño utilitario pero lo cierto es que odio conducir.
Tras un corto trayecto llegué a mi destino. Durante la mañana estuve pateando la ciudad, viendo escaparates, probándome vestidos y calzado aunque no encontré nada que me convenciese. Comí rápidamente en un centro comercial, ensalada y bistec, y volví a la calle.
Paseando por la avenida principal me topé con una moderna boutique, el escaparate era impresionante, con unos vestidos y calzado preciosos, caros pero a buen precio. Me decidí a entrar, pero ante mi sorpresa la cancela estaba echada.
-Disculpe, escuché una agradable voz a mis espaldas.
Me giré, ante mi se encontraba una señora de mediana edad, entre 45-50 años, morena, ojos oscuros, impecablemente maquillada, pelo largo recogido en una coleta. Vestía con un traje de ejecutiva, con falda muy ceñida hasta un poco más arriba de media rodilla, una blusa blanca de cuello de cisne, a todas luces, carísima. Doblada en su brazo portaba una americana y un gracioso bolso.
-Disculpe, ¿me deja pasar?, me preguntó mostrando una bonita sonrisa y unos dientes blancos perfectos.
-Por supuesto, contesté.
De su bolso sacó un pequeño mando a distancia y lo accionó. La cancela comenzó a subir lentamente.
-Perdone, ¿trabaja Ud, aquí?.
La mujer con una amplia sonrisa contestó:
-Soy la dueña del establecimiento, pero esta tarde estará cerrado, señalando con su mano un cartel que rezaba: cerrado por inventario.
-¡Lástima!, exclamé.
La mujer me miró de arriba abajo y debió apreciar mi gesto de contrariedad.
-De todas maneras y como parece muy interesada, voy a hacer con Ud. una excepción, a fin de cuentas una posible venta nunca hay que despreciarla, luego continuaré con el inventario.
-Muchas gracias, contesté entusiasmada, he visto prendas muy bonitas en su escaparate y que me interesaría probar.
Accedimos al interior del local, era impresionante. A la izquierda un enorme mostrador con una moderna caja registradora. A la derecha, estantes con zapatos de casas conocidas y percheros con muchísimos vestidos.
-Vaya ojeando un poco, mientras voy dando las luces interiores. Enseguida estoy con Ud,. dijo la propietaria.
Caminé por el local, al fondo la boutique tenía forma de L invertida, separada por un biombo. Me asomé y ví una amplia estancia enmoquetada, tres sofás, varios espejos colgados de las paredes y cuatro vestidores.
-Sino le importa echaré la cancela, no es cuestión que se llene la tienda y no pueda terminar el inventario, dijo la dueña del establecimiento.
-Siento causarle tantas molestias, contesté.
-Al contrario, replicó la madura mujer, es un verdadero placer atender a mujeres tan bonitas como Ud. Por cierto, me llamo Saura.
-Yo Andrea, contesté ruborizándome.
Nos dimos un efusivo apretón de manos y un par de besos en las mejillas.
-Bien Andrea, tu me dirás …..
-Bueno, dentro de dos meses me caso ….
-Enhorabuena, -me interrumpió Saura-, tu futuro esposo es una persona con mucha suerte dijo esbozando una amplia sonrisa.
-Gracias, contesté ruborizándome por segunda vez, ….., ya tengo el vestido de novia y sus complementos. Lo cierto es que buscaba un traje de noche elegante y unos zapatos a juego. La boda es de tarde, y mi idea es, después de la cena nupcial cambiarme, quitarme mi vestido de novia y ponerme algo más cómodo y elegante para ir a tomar unas copas por la noche con los familiares y amigos.
-Pues has venido al lugar adecuado, -contestó la mujer- contagiándome su entusiasmo. Creo que lo mejor es empezar escogiendo los zapatos y a partir de ahí buscar un vestido que vaya a juego. Ahora vuelvo, siéntate mientras tanto.
-Gracias.
Saura rebuscó en las estanterías y volvió con cinco cajas de zapatos. Me quité las sandalias, los dos primeros pares que me probé eran muy bonitos pero no era lo que exactamente buscaba. Saura abrió la tercera caja mostrándome unos zapatos negros de ensueño, aterciopelados, abiertos por delante de tal forma que a la vista quedaban parte de los dedos de los pies, una hebilla pequeña y muy graciosa, y un tacón altísimo.
-Pruébatelos dijo la dueña del local, pese al tacón son muy cómodos y fáciles de llevar, te ayudaré.
Saura cogió mi tobillo derecho, al inclinarse su blusa se entreabrió y durante unos breves segundos pude ver su enorme pecho izquierdo y parte de la areola cubierto por un precioso sujetador blanco de encaje. Un calambrazo recorrió levemente mi cuerpo mientras me ruborizaba.
-¿Te encuentras bien querida?, preguntó la madura mujer.
-Sí acerté a contestar dubitativamente, me asaltó la duda de si Saura me había sorprendido mirándola los pechos.
La dueña, con total profesionalidad, continuó ajustándome los zapatos. Al ponerse de cuclillas, su falda se abrió y pude ver con total claridad una braguita blanca, transparente. Sus labios vaginales se marcaban con toda nitidez. Un segundo espasmo recorrió mi cuerpo, esta vez con más intensidad que el primero. La madura mujer me miró y se percató que estaba mirando con descaro su entrepierna.
-Ya están abrochados anda un poco con ellos, me sugirió Saura, fingiendo no haberse dado cuenta.
Me levanté de la butaca y caminé.
-Hija mía, sino alzas un poco el vestido no podremos ver como te quedan los zapatos, sugirió la dueña del local.
Con mi mano derecha agarré la falda subiéndola hasta mis rodillas mientras con la mano izquierda la sujetaba. Dí un par de pasos pero en esa posición me costaba caminar.
-Andrea no seas una niña pija, estamos entre mujeres, súbete un poco más la falda, a este paso acabarás cayéndote, sugirió Saura.
Me reí de forma tonta, tiré un poco más de la falda de mi vestido subiéndolo hasta que mis muslos quedaron a la vista de la mujer.
-Así mucho mejor, comentó Saura, tienes unas piernas preciosas, deberías usar minifalda para que los hombres puedan deleitarse con ellas.
Me sonrojé ante el halago como una colegiala, los zapatos me quedaban de fábula.
-¿Me permites una sugerencia cariño?, -indicó la mujer-, he notado que usas braguita, deberías utilizar tanga.
-¿Tanga?, -contesté sorprendida-, mi prometido dice que el tanga sólo lo usan, …., bueno lo usan las putas.
-Saura se carcajeó con una pequeña risita, ….., vaya con tu prometido, …., princesa yo llevo tanguita y puedo asegurarte que no soy ninguna puta.
-Lo siento, no era mi intención ofenderla, me disculpé bajando la mirada.
-Querida -continuó la madura mujer hablando- si llevas un pantalón muy ajustado o un vestido muy ceñido la parte trasera de la braguita se marca mucho y el efecto es horroroso. Por el contrario, si usas tanga el hilo se oculta entre los glúteos y la prenda no se marca con lo cual no hay efecto. Además, el tanga es muy cómodo y sensual, pone muy cachondo a los hombres, seguro que si la utilizases tu “pro-me-ti-do” te estaría dando guerra todos los días.
Me puse colorada como un tomate y me senté al lado de Saura.
-Me encantan los zapatos, pero no sé hay algo que no me termina de convencer, -comenté-.
-Espera princesa, eso es porque a los zapatos le faltan el debido complemento.
Saura se dirigió a un estante cogiendo una caja, volvió con ella y la abrió. Eran juegos de medias, la mujer rebuscó hasta que se decidió por uno.
-Estas medias son las ideales para este tipo de zapatos, son hasta medio muslo de color carne, -explicó la dueña-, póntelas.
Me descalcé, introduje la media en mi tobillo derecho, y muy lentamente, la fui subiendo por mi pierna. La falda de mi vestido se corrió de forma escandalosa hasta más arriba de mi muslo. Noté como Saura no apartaba la mirada de mis bonitas piernas. Repetí la misma operación con mi pierna izquierda mientras Saura, disimuladamente, se mordía el labio inferior, me ajusté el elástico de la media y me puse de pie.
-Llevas unas braguitas preciosas, dijo Saura mirándome fijamente a los ojos.
-Son de color azul celeste a juego con mi sostén, -contesté de forma estúpida- ruborizándome mientras bajaba la mirada.
-Mi tanguita es de color blanco transparente como has podido ver antes, dijo Saura con voz muy sensual, -me acaloré-. Esas medias no están bien puestas, permíteme.
Saura se arrodilló, sus manos asieron mi tobillo mientras subían ajustándome la media. Las manos de la mujer ascendieron por el interior de la falda de mi vestido llegando primero a las rodillas y luego a mi muslo. Su mano derecha acariciaba mi suave piel metiendo los dedos en el elástico de la media, la mano izquierda sobaba con descaro la parte interna de mi muslo. Con el canto de su mano rozó levemente mis labios vaginales cubiertos por mi ropa más íntima. Exhalé un breve suspiro.
Saura me miró con descaro y repitió la operación ajustando la media de mi pierna izquierda, su magreo fue muy descarado, durante varios segundos interminables el canto de su mano se restregó contra mi coño tapado por mi ropa más íntima, mi sexo se mojó, cerré los ojos y no pude evitar un leve gemido de placer con esa invasión de mi intimidad.
-Las medias ya están debidamente ajustadas y tensas, dijo Saura levantándose sin dar ninguna importancia a lo ocurrido, anda un poco a ver que tal te sientes con ellas.
Desorientada levanté la falda de mi vestido hasta más arriba de mis muslos, en el espejo se reflejaba el sensual contraste del color carne de las medias con el elástico de un tono marrón mucho más oscuro.
-Las medias y los zapatos resaltan la belleza de tus pies Andrea, y estilizan muchísimo tus piernas y muslos.
Asentí levemente con la cabeza, no me atrevía a mirar a la madura mujer,
-Y ahora, a por el vestido, dijo Saura en un tono alegre, tengo muy claro el que tienes que probarte, acompáñame.
Fuimos a la zona de vestidores, la dueña cogió un vestido del perchero, lo sacó de su bolsa y me lo entregó. Era un vestido de noche negro decorado con pedrería, muy entallado y corto de falda, con finísimos tirantes.
-Es fantástico, comenté entusiasmada.
-Con este vestido vas a dar la nota querida, te lo garantizo. Entra en el vestidor y pruébatelo, si necesitas algo estaré fuera esperando.
Entré en el probador echando la cortinilla, me saqué mi vestido quedándome en ropa interior. Me ví reflejada en el espejo. En mi braguita se apreciaba una mancha de humedad y mis pezones se marcaban a través del sujetador.
Que estás haciendo Andrea, -pensé para mí-, estás prometida, te casas en dos meses, Alonso es el mejor novio del mundo y ahora estás encerrada en la tienda de una extraña, con una mujer madura que con sus palabras y halagos te está seduciendo, te ha visto la braguita y tu estúpidamente le has dado las gracias, y que te ha metido mano de forma descarada acariciando tus partes íntimas. En vez de huir y escapar de esa mujer estás excitada, mojando tus braguitas y marcando pezón.
De improviso Saura abrió la cortinilla, me giré, la mujer fijó su mirada en la mancha de humedad de mi braguita. En un último gesto de pudor cubrí mis partes íntimas con los brazos.
-Disculpa Andrea, teléfono –dijo-, mientras extendía sus manos con mi móvil. Es un tal Alonso, pensé que podría ser importante.
-Gra …., gracias, acerté a tartamudear, es ….., es mi prometido.
Descolgué y escuché la voz de mi novio al otro lado de la línea:
-¿Qué tal mi princesa?.
-Bien, …, bien acerté a contestar con voz entrecortada.
-¿Pasa algo amor?, ¿te encuentras bien?,
-Si cariño, estoy perfectamente, me pillas en mal momento estoy en un probador.
-Tengo trabajo para un par de horas más y luego podremos estar juntos.
-Fantástico mi amor, tengo que dejarte, estoy medio desnuda.
-Ohhh, lo siento, me encantaría estar contigo ahí, luego estamos, te amo mi vida.
-Yo también Alonso, yo, ……., yo también te quiero.
Le colgué a mi prometido. Me sentí muy mal por él, tan bueno, tan encantador, siempre atento y cercano. Pensé que su llamada era una advertencia, una señal del destino. Volví a mirarme en el espejo, me sentía una mujer deseada, una verdadera hembra. Me giré, saqué el vestido de la percha y me lo puse. Salí del vestidor en busca de Saura.
La mujer estaba sentada en uno de los sofás,
-GUAUUUUUU, niña, estás espectacular, deja que te vea bien, desfila un poco para mí.
Caminé por la estancia durante varios minutos, moviendo de forma sensual mis caderas y mis nalgas, exhibiéndome, intentando en el fondo provocar a Saura. Me planté delante del espejo, Saura se acercó pegándose a mi espalda, su perfume envolvente era seco y dulce.
-Mi niña, tienes un cuerpo de escándalo -dijo susurrando en mi oído-, eres la mujer más atractiva y hermosa que ha estado en esta tienda. Tu cuerpo vuelve loco a los hombres, ….., y a las mujeres.
Las manos de Saura se posaron en mis hombros para descender por mi espalda con una lentitud exasperante, cerré los ojos y apoyé mi espalda sobre la madura mujer, sintiendo el contacto de sus enormes pechos. Sus manos llegaron hasta mi cintura, y siguieron bajando, su mano derecha agarró con fuerza mi nalga y la sobó. El dedo índice de su mano izquierda tocó el elástico de mi braguita por encima del vestido, su dedo empezó a recorrer todo el contorno de mi braguita siguiendo su forma hasta llegar a mi entrepierna.
-Ahhhhhh, gemí mordiéndome los labios.
-Ves Andrea -susurró la madura mujer a mi oído-, te lo dije, el vestido es tan ceñido que marca toda tu braguita. Júrame que a partir de ahora no volverás a usar braguita que siempre utilizarás tanga.
-Te, te …., lo juro, acerté a balbucear.
-Pequeña, vete al probador y quítate el vestido, no quisiera que se manchase por nada del mundo.
-Yo, …yo,…
-Cambiate, -ordenó la dueña del local-, mientras me daba un cachetito en mis nalgas.
Desorientada y muy confundida entré en el probador, dejé la cortinilla abierta a propósito. Nunca había estado tan excitada y caliente, ni siquiera con mi prometido, nunca en mi vida me había sentido atraída por otra mujer, pero el juego que se traía Saura conmigo no lo entendía. Tan pronto se insinuaba de forma clarísima como luego se volvía fría como el hielo. Estaba totalmente dominada y seducida por su juego.
Lo único que deseaba en ese momento es que la madura mujer entrase en el probador y me poseyese a su entero antojo. Los segundos pasaban angustiosamente pero Saura no aparecía.
-Saura, ….., Saura llamé.
-Si querida, ¿qué quieres?, preguntó.
-No, …., no puedo bajar la cremallera del vestido, por favor ¿me ayudas?, pregunté con desesperación, casi suplicando.
-Será un verdadero “placer”, contestó la mujer.
Saura bajó la cremallera del vestido con suma facilidad hasta el nacimiento de mis nalgas, y se pegó a mi espalda..
-La cremallera funciona perfectamente, no necesitabas mi ayuda -susurró a mi oído-.
-Lo único que querías es que viniese, ¿verdad?.
-Si, …., si conteste, débilmente agachando mi cabeza de forma avergonzada.
-Estas muy excitada, ¿verdad?, hueles a hembra en celo, ¿quieres que te toque, que te acaricie?, -contesta-.
-Lo…., lo deseo Saura, por favor, te lo suplico gemí débilmente.
La mano izquierda de Saura recogió mi pelo y me beso suavemente en el hombro. Su mano izquierda retiró mi media melena besando mi nuca de forma muy dulce.
-Te deseo desde el mismo momento en que has entrado por esa puerta, susurró la mujer.
-Nu, ….., nunca he estado con otra mujer, confesé a mi amante.
-Tranquila cariño, vas a disfrutar como nunca lo has hecho en tu vida, si siquiera con tu prometido, se jactó la madura mujer.
Las manos de Saura se posaron sobre mis hombros, bajando y tirando de los tirantes con exasperante lentitud hasta que el vestido de noche quedó enrollado en mi cintura. Me ví reflejada en el espejo, Saura desabrochó mi sostén y lo retiró muy lentamente hasta que cayó al suelo. Las manos de la mujer se deslizaron por debajo de mis axilas sobando mis tetas con suavidad.
-Andrea, eres una diosa, tus pechos son perfectos, duros, firmes. Esos pezones sonrosados me vuelven loca.
Cerré los ojos y apoyé mi espalda contra el torso de Saura. Sentí sus grandes pechos sobre mi espalda. Giré mi cabeza y entreabrí mi boca. La madura mujer me beso, su lengua recorrió mis labios y acabó entrando en mi boca mientras masajeaba mis pechos con fuerza. Fue un beso largo y profundo, nuestras lenguas jugaron intercambiando saliva.
Saura se arrodilló detrás mió, sus manos asieron el vestido enrollado en mi cintura y muy lentamente fue bajándolo hasta mis pies. Me sacó la prenda y la colgó en una percha.
Volvimos a besarnos con mucha pasión, las manos de la madura mujer bajaron hasta mis nalgas, acariciándolas por encima de mi braguita. Totalmente pasiva, me dejé hacer. Sus manos jugaron con el elástico de mi braguita y se introdujeron, finalmente, en el interior de mi prenda más intima acariciando mis nalgas con gran ternura.
No se había desnudado todavía la mujer y ya sentía cercano mi orgasmo, levante mi pierna izquierda y la puse sobre un pequeño taburete, abriendo aún más si cabe mi culo a las caricias de mi amante. Mis labios me dolían de tanto mordérmelos de placer.
Saura volvió a arrodillarse a espaldas mía y tiró de mi braguita con gran lentitud, sacó mi prenda íntima por mis tobillos. Observé mi cuidado y húmedo coño, la única prenda que llevaba eran las medias a medio muslo. A través del espejo, pude ver como Saura llevaba hasta su nariz mi prenda más íntima, oliéndola con deleite.
-Huelen a hembra caliente -dijo la madura mujer- con satisfacción.
Saura lanzó mis braguitas fuera del probador. Delante del el espejo, me ví completamente desnuda en manos de esa mujer. Saura, leyendo mis pensamientos preguntó:
-¿Qué diría tu prometido si te viese ahora?, no creo que le hiciese demasiada gracia, ¿verdad?.
Totalmente avergonzada agaché la cabeza. Me giré quedando las dos enfrente. Saura me dio un piquito y muy lentamente llevo sus manos al cierre y cremallera de su falda.
-Mastúrbate para mí, Andrea, ……., hazte un dedito mientras me desnudo.
Muy sensualmente me llevé dos dedos a mi boca, los chupé con glotonería dejándolos bien ensalivados, mi mano se posó sobre mi vientre descendiendo hasta mi húmedo sexo. La falda de Saura cayó a sus pies mientras yo emitía un prolongado gemido de placer al follarme con mis dedos.
-Mírame a los ojos mientras te masturbas putita, ordenó la dueña del local.
La miré fijamente, dos de mis dedos entraban y salían de mi chorreante coño. Sentí mi flujo vaginal bajando por el interior de mis muslos, manchándolos y dejándolos pegajosos.
Saura se sacó su blusa de cuello cisne quedando en ropa interior delante de mí. Nuevamente, coloqué mi pierna derecha encima del pequeño taburete, me abrí más ante la madura mujer mientras seguía masturbándome para ella.
Saura terminó de desnudarse, restregó su tanga contra mi cara y lo lanzó al suelo. Nos abrazamos y besamos de una forma sucia y obscena, como dos putas en celo. Nuestros pechos y pezones se rozaban con fuerza, mientras que nuestras manos sobaban y magreaban con fuerza las nalgas de la otra.
De repente, Saura me giró con brusquedad, obligándome a ponerme en forma de L contra el espejo. Su mano derecho se introdujo en mi entrepierna y dos de sus dedos me penetraron con fuerza, acariciando y pellizcando mi clítoris.
Una fuerte nalgada me sacudió, mi placer se incrementó, mordí mis labios para no gritar. Tres, cuatro, hasta cinco salvajes nalgadas me propinó Saura.
-Basta por favor, ….., basta Saura, me haces daño supliqué jadeante.
-Te gusta, ……, se que te gusta, …, dímelo putita gritó la madura mujer fuera de sí dándome otro durísimo azote.
-Siiiiiii, ….., me gustaaaaa, ……., para por favor, te lo ruego, no me dejes marcas, mi ….., mi prometido podría darse cuenta, -imploré-
-Entonces, ¿qué me vas a dar a cambio putita?, ….., ¿que me vas a dar?, -exigió Saura-.
-Lo, ….., lo que quieras, pero no me azotes más, -suplique-.
Saura sacó los dedos de mi sexo, metí los míos nuevamente, necesitaba correrme. Las manos de la madura mujer abrieron mis nalgas dejando mi ano a su vista.
-Que agujerito mas estrecho tienes princesa, eres virgen y el necio de tu prometido no lo ha probado aún.
-El culo no Saura, ….., el culo nooooo, ….., por favor, grité intentando girarme.
Saura me agarró fuertemente las muñecas. Dos de sus dedos entraron nuevamente en mi coño acariciando mi clítoris, mis defensas se derrumbaron. Noté como la lengua de la madura bajaba por la raja de mi culo, con mis manos abrí mis nalgas, ofreciendo mi pequeño orificio a la dueña del local.
Su lengua invadió mi intimidad, gemí como una perra en celo, la lengua de Saura entraba y salía de mi ano lubricándolo por entero. Noté una fuerte presión y uno de sus dedos profanó mi culo.
-Diosssssssss, ………, que placer grité.
Un segundo dedo penetró nuevamente mi ano. Los dedos entraban y salían de mi culo de forma reiterada. Saura me masturba, vaginal y analmente, con verdadera maestría. Mis gemidos y jadeos se escuchaban por todo el local. Me sentí desfallecer, las fuerzas me abandonaron, noté las contracciones de mi vagina y gritando como una cerda cerré mis piernas con fuerza, la mano de Saura quedó aprisionada contra mi coño sintiendo los primeros espasmos de mi orgasmo.
-Eso es pijita, ….eso es …., córrete, putita quiero ver como te corres en mis manos.
Al escuchar las palabras de Saura llegué a mi deseado orgasmo, fue el más brutal de mi vida, caí derrotada al suelo exhausta.
Saura se inclinó ante mí, susurrándome al oído: ha sido genial cariño, pocas mujeres se corren de forma tan brutal como tú, pero esto solo ha hecho más que empezar. Recupérate, te espero en los sofás.
Transcurridos unos minutos salí del probador, Saura con las piernas abiertas se masturbaba con lentitud. La madura mujer me vió,
-Ponte a cuatro patas y acércate gatita, -ordenó-
En esa posición me acerqué mimosamente a Saura. Ella abrió aún más las piernas, su depilado coño brillaba por la humedad, algunas gotitas de flujo corrían por sus firmes muslos. Con mis dedos abrí los labios vaginales, nunca antes le había comido el sexo a una mujer. Mi lengua se movió de arriba abajo muy lentamente.
-Sigueeeee, ……, que placer pijita, …. que placer, ….., no pares que bien lo haces, -dijo Saura entre sonoros gemidos-.
Mi lengua llegó a su hinchado clítoris, la moví en círculos. La madura mujer asiéndome la cabeza y restregándome su coño por la cara hizo que mi lengua llegase de una forma más profunda al interior de su vagina. Lamí y saboreé el flujo de la madura mujer. Tirando de mi pelo Saura me hizo llegar a la altura de su cara, nos besamos con pasión.
-Fóllame con los dedos, …., fóllame putita, ……, mastúrbame corazón, ….-exigió Saura-, no tardaré en correrme.
Mi mayor deseo era complacer a mi amante, la penetré con fuerza y acaricié su intimidad, mi boca descendió por su cuello hasta llegar a su hinchadísimos pezones, los chupé y mordí con fuerza mientras Saura se retorcía de placer en el sofá.
Mis manos agarraron sus tetas y mi lengua descendió por su vientre hasta alcanzar su coño. Penetré su vulva con mi lengua, alcancé su clítoris nuevamente, lo rocé levemente y Saura, asiendo con mucha fuerza mi cabeza, se corrió en mi boca.
Tragué todo el flujo y fluidos de mi amante mientras la madura mujer convulsionaba de placer. Saura quedó totalmente abierta de piernas sobre el sofá y yo de rodillas con la cabeza entre sus muslos.
-Brutal, ….., fantástico, ……, mi querida Andrea eres toda una profesional –felicitó Saura-.
Lo cierto es que su halago hizo que me humedeciese de nuevo. Saura, leyendo mis pensamientos, se levantó, abrió un pequeño armario y sacó una caja. Al abrirla y enseñarme su contenido me quedé atónita.
-Que, …., que es eso, -pregunté-.
-Se llama arnés, -contestó divertida Saura-.
Era la primera vez que veía algo así, un enorme pollón de latex, negro, de más de 20 centímetros con correas a los lados.
Saura presionó sobre mi boca, -cómetelo zorrita, ….., cómetelo- ordenó Saura.
El enorme pene entró en mi boca, al principio poco a poco, lo fui ensalivando, De repente Saura me penetró mas fuerte, tosí y tuve arcadas.
-¿Qué pasa, nunca le has comido la polla a tu prometido?, -se rió Saura-.
-Me lo ha pedido muchas veces pero me da asco, -apenas pude balbucear-.
Mi coño volvía a estar muy húmedo, chupé y lamí ese tremendo pollón. Saura se lo ató a la cintura y se sentó en el sofá.
-Clávatelo puta pija, ….., clávatelo, ……, fóllate tu misma, ….., -ordenó la mujer-.
A espaldas de Saura cogí con las dos manos la enorme verga, la restregué por mis labios vaginales. Pensé que semejante pollón no podría entrar en mis entrañas, hice fuerza y presión. El pollón empezó a taladrar mi sexo, poco a poco fue entrando y ensanchando mi vagina. Comencé a mover las caderas muy lentamente, Saura exasperada tiró de mis hombros hacia abajo con mucha fuerza y me ensartó hasta lo más profundo de mis entrañas.
Grité de dolor y placer, la enorme verga ahora si que entraba y salía de mi sexo con gran facilidad. Saura apretando mis tetas y pezones no dejaba de decirme lo hembra, puta, zorra y niña pija que soy. No se cuanto tiempo estuve cabalgando a Saura.
De repente, y de una forma brusca Saura me tiró al suelo arrancándose el dildo. Sin delicadeza alguna, la madura abrió mis piernas e introdujo las suyas entre las mías formando una tijera, nuestras vulvas se rozaron causándome un espasmo de placer, Saura asiendo mis tobillos empezó a empujar para que nuestras vulvas volviesen a rozar, los flujos de nuestros sexos se mezclaron mientras nuestras tetas se bamboleaban consecuencia de las duras embestidas.
Pasado unos minutos, Saura se desacopló de mi, puso su coño a la altura de mi cara lo abrí con mis manos y empecé a lamer su sexo tragándome todos sus fluidos. La mujer se inclinó quedando su rostro a la altura de mi coño, metió su lengua en mi vagina hasta alcanzar mi hinchado clítoris.
Nuestros jadeos y gemidos de placer debían escucharse en todo el edificio, casi en el mismo momento llegamos las dos a un largo e intenso orgasmo, las piernas Saura se apretaron contra mi cabeza mientras me tragaba sus fluidos vaginales. Quedamos exhaustas sobre el suelo.
La estancia olía a hembra, sexo, orin y sudor. No recuerdo el tiempo que transcurrió hasta que ambas nos recuperamos. Fue Saura la primera que habló.
-Cariño, ahí tienes un baño -me indicó-, será mejor que te des una ducha, tu cuerpo huele a hembra en celo, mientras iré envolviendo las cosas.
Recogí mi sujetador y vestido del probador, no encontraba mis braguitas por ninguna parte. Me duché con cuidado de no mojarme el pelo. Me vestí y salí del baño.
Saura se encontraba detrás del mostrador, cuando me vió esbozó una amplia sonrisa.
-Saura, no encuentro mis braguitas.
-Querida, me las quedo como recuerdo tuyo mientras las sacaba de un cajón de detrás del mostrador, llevándose mi prenda mas íntima a su nariz para olerla.
-No puedo ir sin braguita por la calle, todo el mundo se dará cuenta, protesté.
-En cuanto salgas de mi tienda, te darás cuenta que ya no eres una niña pija de papá, y sentirás que eres una verdadera hembra que no necesita llevar ropa íntima.
No supe que contestar.
-Saura continuó: cariño tengo un regalo para tí, dijo entregándome una caja.
La abrí, ante mi sorpresa saqué un conjunto de lencería en color negro. Un sujetador con las copas totalmente transparentes y un diminuto tanga, también transparente por su parte delantera.
-Es precioso, acerté contestar.
-Mi amor, has de prometerme una cosa. En tu noche de bodas te pondrás este conjunto y cuando estés follando con tu esposo te acordarás de mí y de lo ocurrido en esta tienda, como conseguí sacar la verdadera hembra que llevabas en tu interior.
Sólo pude asentir con la cabeza mientras me ruborizaba.
-¿Cuánto te debo por el vestido y los zapatos?, pregunté a la dueña del establecimiento.
-Es gratis, contestó Saura.
-No puedo aceptarlo, protesté indignada.
-No acepto un NO por respuesta, las putas ganan dinero con su cuerpo. Hoy te has comportado como una verdadera ramera y tu precio es el vestido y los zapatos. Dentro de una de las bolsas está mi tarjeta con mi número privado, se que volverás después de casarte. Ahora vete, es tarde, tú tendrías que estar con tu prometido y yo tengo mucho trabajo.
Nos dimos un tórrido beso de despedida, Saura abrió la cancela de la boutique y tras darme un fuerte azote en mis nalgas salí del establecimiento.
El calor era bochornoso, andando por la calle me pareció que, todos los hombres y mujeres, me miraban descaradamente, como si fuesen sabedores que no llevaba ropa interior.
Sorprendentemente, no sentía ningún remordimiento para con mi prometido, me sentía muy mujer y segura de mí misma. Sin duda alguna, el placer recibido por parte de Saura, la distancia con mi ciudad y que no tuviese ningún dato personal mío me reconfortaba.
Tomé un taxi dirección a la estación de autobuses, llegué a tiempo de coger uno que salía en ese mismo instante.
Me senté y mentalmente repasé la experiencia que había vivido. No puede evitar el humedecerme de nuevo. Debí quedarme adormilada ya que el sonido de mi teléfono móvil me despertó. Era Alonso, mi prometido:
-Hola princesa, ¿has comprado muchas cosas?, y seguido un emoticono en forma de corazón.
-Hola amor, escribí, he comprado algunos modelitos que te van a gustar.
-¿Por donde andas?, tu madre me ha dicho que habías ido en autobús.
-Sí, voy en el bus de vuelta, estoy como a unos veinte kilómetros, ¿sigues en el trabajo?.
-He salido hará cosa de un cuarto de hora, si quieres paso a buscarte a la estación con el coche.
-Genial, emoticono de sonrisa y corazón.
-He hablado con los chicos, han quedado para ir a picar algo, ¿nos apuntamos o estás cansada?
-No me apetece quedar hoy con ellos, estoy muy caliente, deseo que me folles.
-¿Caliente?, ¿follar?, esas palabras no son tuyas y un emoticono de sopresa.
-Necesito ir a nuestras casa y tener sexo contigo.
-Yo también quiero tener sexo contigo, mi vida, paso a recogerte, emoticono de corazón.
Al fin llegué a mi ciudad. Alonso estaba en el andén, me tiré a sus brazos y le besé de forma húmeda y lasciva. Mi prometido me separó.
-Andrea, la gente nos está mirando, vas a montar un escándalo, dijo mi novio malhumorado.
Metimos las bolsa en el maletero y nos fuimos a nuestra casa. Mientras conducía mi novio posé mi mano izquierda en su rodilla y empecé a subirla muy lentamente. Alonso me miro de reojo con un tono muy serio.
-¿Qué te ocurre mi amor?, espetó mi prometido.
-Estoy muy húmeda y mojada, quiero que me folles duro como nunca lo has hecho.
Mi prometido me miró con cara de asombro. Mi mano siguió subiendo llegando a la entrepierna del pantalón vaquero de mi novio. Con las unas acaricié su polla, estaba muy dura y se notaba húmeda. Intenté abrir la bragueta.
-Que haces, ¿estás loca?, vamos a tener un accidente, gritó de malas formas Alonso retirando mi mano con brusquedad. No te reconozco.
Aparcamos el coche y entramos en casa. Me abalancé sobre mi novio buscando su boca. Le besé de forma sucia y obscena, nuestras lenguas se entrelazaron dentro de la boca de mi prometido, sus manos bajaban muy despacio por mi espalda buscando mis nalgas. Bruscamente me separé de él y cogí una de las cajas que estaban dentro de la bolsa de mis compras
-Espérame en nuestra cama, -susurré mimosamente en el oído de mi novio-, tengo que ir primero al baño.
Cerré la puerta con el cerrojo y respiré aliviada, un segundo más y Alonso se hubiese dado cuenta que no llevaba braguita, ¿Cómo se lo hubiese explicado?. Me despojé de mi vestido y sujetador. Abrí la caja de la lencería íntima que me había regalado Saura, me la puse muy lentamente, recreándome ante el espejo. Giré mi cuerpo, el hilo del tanga se introducía entre mis nalgas, la sensación del roce del hilo en mi ano era muy turbadora. Mi coño estaba empapado y mis pezones, los cuales se transparentaban a través de las copas del sujetador, duros como piedras.
Salí del baño, mi prometido estaba en la cama y me exhibí ante él.
-GUAUUUU, exclamó Alonso, mirándome con cara de lujuria.
Muy lentamente me giré, enseñando mis nalgas desnudas a mi novio.
-Pareces una …….
-PUTA, exclamé en voz alta.
-Nooooo, una diosa.
Me acerqué a nuestra futura cama de matrimonio, tiré bruscamente de las sábanas. Mi novio estaba totalmente empalmado, nunca había visto su polla tan tiesa y dura, con gotitas de líquido preseminal transparente.
Me tumbé a su lado y no besamos con pasión. Sus manos desabrocharon torpemente mi sujetador tirándolo al suelo. Nos abrazamos fuertemente, sentí el contacto de sus abdominales contra mis pezones. Sus manos bajaron por mi espalda buscando mis nalgas.
-Es mi turno, le susurré mimosamente al oído.
Mi lengua bajó por el torso de mi prometido, mordí sus pezones mientras Alonso comenzaba a gemir. Mis labios besaron su vientre hasta llegar a su verga. Lo masturbé muy lentamente mientras mi novio arqueba su espalda.
-Sigue Andrea, no te pares mi amor.
Besé su glande y mi lengua bajo por su enorme pollón. Mi novio se sobresaltó. No sentí ningún asco al lamer su líquido precoital, acaricié sus enormes testículos y sin avisar empecé a comerle la verga. Mi novio jadeaba y gemía en tono muy alto,
-Diossss. Andrea, que placer, cómeme la polla, no pares por favor.
Mi prometido asió mi cabeza con sus manos y empezó a follarme la boca con mucha fuerza. Su enorme polla llegaba hasta lo más profundo de mi garganta. Sus flujos se mezclaron con mi saliva.
-Nunca me has querido comer la verga jadeaba mi novio, ……., sigue no pares por diosss, cómetela entera.
Saqué su polla de mi boca.
-¿Te gusta como te come el rabo la puta de tu novia?.
Mi novio no contestó.
-¿Te gusta lo que te hace tu putita?.
-Siiiiii, jadeó mi prometido, ……, eres una puta de lujo con un cuerpo de escándalo, sigue zorra, cómeme la polla, …, gritaba Alonso fuera de sí.
Durante un buen rato estuve comiéndome la verga de mi novio, sus jadeos debían escucharse en todo el edificio. Subí hasta su cara y volvimos a besarnos sin dejar de masturbarlo con mi mano derecha.
-¿Quieres que te cuente lo que me ha ocurrido hoy cariño?, susurré al oído de mi futuro esposo.
-Sin esperar su respuesta continué, en la tienda de ropa, una de las vendedoras, ha estado todo el rato halagándome, diciéndome lo hermosa y deseable que soy. Con la escusa de probarme unas medias se ha propasado y metido mano, me ha sobado los muslos …… ¿Quieres que siga?.
-Siiiiii, por favor te lo suplico, jadeó mi novio mientras lo masturbaba.
-Hemos entrado en los probadores, me ha hecho desnudarme delante de ella para probarme un vestido, ha empezado a sobarme, primero la espalda, luego los pechos y mi culito ……, ¿sigo?.
-Diosssss, no pares por favor –suplicó mi novio-.
-Me ha penetrado con sus dedos, me ha follado el coño y el culo con mucha fuerza, llamándome puta y zorra, me ha comido el coño y yo a ella, hasta que nos hemos corrido como unas cerdas, ¿te excita saber que la modosita de tu prometida te ha puesto los cuernos con otra mujer?.
-Siiiiiiii gritó mi novio.
En ese instante, mi futuro esposo arqueó su espalda y se corrió como nunca lo había hecho, muchos trallazos de semen mancharon su torso y las sábanas de nuestra cama de matrimonio. Quedó exhausto. Comportándome como una auténtica ramera, lamí la leche de mi novio mientras me miraba con incredulidad.
-Ha sido fantástico, exclamó mi prometido, pero ahora me toca a mí.
Me besó apasionadamente, como nunca lo había hecho antes. Sus manos recorrieron mi espalda hasta llegar a mis nalgas, las acarició y sobó a su entero antojo, las apretó con mucha fuerza haciéndome gemir.
Su boca descendió hasta mis tetas, su lengua lamió mis areolas de forma circular, mordió mis duros pezones haciéndome exhalar un nuevo gemido de placer.
-Mássss, ……, cómete las tetas de la zorra de tu novia, dame duro, ……, estoy tan caliente, ….. ahhhhh que placer.
Su mano derecha se posó sobre mi vientre y se deslizó, con una lentitud exasperante hasta mi sexo, los dedos de mi prometido jugaron durante interminables segundos con el elástico de mi tanguita. Finalmente, echaron a un lado mi prenda íntima y dos dedos penetraron mi coño, causándome una oleada de placer.
-Que gustoooo, gemí como una perra en celo, más adentro mi amor, más adentro.
Los dedos se movieron sabiamente de forma circular encontrando mi clítoris con facilidad. El mero roce hizo que abriese aún más mis piernas.
-¿Te gusta puta?, ¿te gusta como acaricio tu coño?, susurró en mi oído mi futuro marido.
-Sigue, te lo suplico, sigue,….., dame duro.
-Eres una zorra que va provocando a la gente, a mis amigos, ¿te crees que no me he dado cuenta como te miran?, todos quieren follarte.
-Siiiii, ……, soy una puta, quiero que me follen otros hombres, grité en voz alta.
Mi novio bajo su cabeza con intención de comerme el coño, se lo impedí, necesitaba que continuase masturbándome duro con sus dedos.
-¿Sabes quien quiere follarte?, me preguntó.
-Tus amigos, contesté entre jadeos mientras su dedos se movían en forma circular acariciando mi parte más íntima.
-Si, mis amigos se mueren follarte, pero hay una persona especial que te desea, Don Luis.
-¿Don Luis, tu jefe?, contesté entre jadeos.
Don Luis era el jefe directo de mi prometido, un viejo pervertido, gordo y calvo de más de sesenta años. En la empresa se vanagloriaba de haberse follado a todas las esposas y novias de sus subordinados.
-Te acuerdas de Don Luis, verdad, su polla es enorme, muy gruesa y larga, de más de 20 cms, se la he visto en las duchas del gimnasio.
-Siìiii, Don Luis, …….., es un viejo asqueroso, gemí debilmente.
-¿Te gustaria que te follase Don Luis verdad?, me preguntó mi prometido mientras incrementaba el ritmo de mi masturbación.
No tuve fuerzas para contestar.
-¿Responde puta, responde?, gritó mi novio mientras estrujaba mi pecho izquierdo con mucha fuerza.
-SIIIIII ……, grité, fólleme Don Luis, poséame.
-Llámame por su nombre, maldita zorra, llámame pos su nombre, puta, estalló mi prometido.
Con mi mano izquierda busqué la verga de mi futuro marido, otra vez estaba muy tiesa y durísima. Normalmente era incapaz de tener dos erecciones seguidas en un mismo acto sexual. Lo masturbé como a un mono mientras sus dedos atormentaban mi hinchado y caliente sexo.
-Fólleme Don Luis, se lo suplico, fóllese a la prometida de Alonso, susurré en el oído a mi prometido.
-Maldita puta, gritó mi novio.
Con mucha fuerza me volteó poniéndome a cuatro patas sobre la cama. Comenzó a darme fuertes nalgadas que resonaban en toda la habitación.
-Mas duro, mássss, ……, más fuerte Don Luis, se lo suplico.
-Zorra asquerosa, jodo a tu novio en el trabajo y ahora voy a joder a su prometida,
De un solo golpe Alonso enterró su verga en lo más hondo de mi útero, su miembro lubricado por los fluidos de mi vagina, entraba y salía de mi sexo con gran facilidad.
-Desquítese de Alonso, Don Luis fóllese a su prometida, haga que mi novio sea un cornudo más de su empresa.
-Voy a marcarte zorra, te voy a marcar como los perros marcan a sus perras.
Mi novio me agarró del pelo y tiró hacia atrás. Su cara quedó a la altura de la mía, su rostro era una mueca enfermiza de lujuria y placer. Abrí la boca y me escupió dentro mientras que los enormes testículos de mi novio golpeaban contra mis nalgas.
Mi prometido me estuvo follando como a su perra durante más de diez minutos, me tenía totalmente empalada mientras que sus manos estrujaban mis tetas causándome espasmos de placer. Alonso y yo nos insultamos, mi prometido me llamaba puta, zorra, ramera y yo le contestaba diciéndole lo cornudo, alce y buey que es.
-Estoy a punto de correrme, ¿dónde quieres que me corra, putita?, ¿Quieres que te preñe y le haga un hijo bastardo a tu prometido?, me gritó Alonso pellizcándome los pezones con mucha fuerza.
-No me preñe hoy Don Luis, gemí de gusto, ….., no me preñe ahora ya tendrá tiempo, córrase en mi cara se lo suplico Don Luis.
Mi prometido me desmontó dándome la vuelta. Su verga quedó a la altura de mi cara, lo masturbé con mucha rapidez mientras mi otra mano desesperadamente acariciaba mi clítoris.
En ese momento me corrí como una cerda, mi cuerpo convulsionó, cerré las piernas con tanta fuerza que me hice daño en la mano. Mi prometido gritó, muchos trallazos de semen mancharon mi cara, mi pelo, mis tetas y mi estómago. Quedamos sobre nuestra cama matrimonial tendidos y exhaustos.
No recuerdo el tiempo que transcurrimos así. Fui al baño y me duché, al salir mi prometido me miraba con cara de incredulidad.
-Tenemos que hablar.
-Si, creo que sí.
-Lo de ahora ha sido fantástico, dijo mi novio, no se que ha ocurrido pero ha sido el mejor polvo de mi vida.
-No pude evitar reírme.
-Cariño, -continuó mi prometido-, lo que me has contado antes de la dependienta, ¿es cierto?.
-Por supuesto que no, -contesté- nunca te pondría los cuernos y mucho menos dos meses antes de nuestra boda.
-Nunca te había visto tan excitada como hoy, no es normal en ti mi vida, normalmente soy yo quien toma la iniciativa y te haces mucho de rogar.
- Verás, esta tarde he entrado en una tienda y he visto un juego de lencería precioso, el que llevaba puesto hace un rato. He ido a los probadores y al entrar me he dado cuenta que no era una braguita, sino un tanga. Aún así, me lo he probado. Al sentir el hilo del tanga rozando la entrada de mi culito me he excitado muchísimo, me he girado y he visto como mis nalgas ocultaban el hilo del tanga. El roce del hilo en mi ano me ha puesto a mil. En ese momento he recordado lo que sueles decir de las mujeres que usan tanga: QUE SON UNAS PUTAS. Me he mojado, no he podido evitarlo, he cerrado los ojos y bajado el tanga hasta mis rodillas para masturbarme.
Mi prometido me miraba con ojos de incredulidad.
-Me he corrido como una cerda, mordiendo mis labios para que nadie me oyese, en ese momento al levantar la mirada he visto a través del espejo a un viejo, la cortinilla no estaba echada del todo, me estaba espiando, no se que tiempo llevaría ahí, se la estaba meneando por debajo del pantalón. Al percatarse que lo había descubierto, se ha corrido manchándose, ha salido corriendo.
-¿No has hecho nada?, me interrogó mi novio.
-¿Qué querías que hiciese, denunciarlo?, contesté, que explicase a la policía que me estaba masturbando mientras un viejo me espiaba y se la meneaba a mi costa.
-Alonso, ¿y contigo que pasa?, que es eso de que te excita que tus amigos quieran follarme.
-Bueno, yo, …, balbuceó mi novio. Se que tengo una novia preciosa, todos los hombres se giran cuando pasas a su lado. Me excita pensar que eres atractiva para otros hombres y que deseen follarte. Me excita muchísimo que las novias de mis amigos hagan topless en la playa, pero me gustaría que mi prometida también lo hiciese delante de todo el mundo incluidos mis amigos.
-¿Te excita pensar que otros hombres puedan verme las tetas?.
-Sí, contestó mi novio agachando la cabeza, ¿decepcionada?, pensarás que soy un enfermo.
-Todo lo contrario mi amor, tu no eres dueño de los impulsos que te excitan o te dejan de excitar. Y ¿lo de Don Luis?.
-Mi novio se rió nerviosamente, recuerdas que te lo presenté en la cena de Navidad de la empresa, bailasteis juntos, pegados muy pegados, es más creo que Don Luis llegó a sobarte el culo aunque no me lo dijiste.
-Es cierto, respondí indignada, tu jefe es un viejo verde, se apretó mucho contra mí, sentí su pollón en mi estómago mientras bailábamos, y es cierto, me sobó el culo descaradamente. Tuve que pararle los pies pero no quise montar un espectáculo delante de ti y de todos, ya que es tu jefe.
-Al veros bailar de esa forma y ver como te metía mano hizo que me excitase como pocas veces en mi vida. ¿Enfadada?.
-No cariño, al contrario muy sorprendida, creo que esta noche hemos descubierto facetas de nuestra vida que no sabíamos que existían. Te quiero mi amor.
-Yo también mi reina.
Nos dimos un piquito y dormimos desnudos abrazados. Fue la primera noche que dormimos juntos en nuestra casa antes de contraer matrimonio.
Al día siguiente fuimos con otras dos parejas de amigos a la playa. Extendimos las toallas, las chicas se pusieron inmediatamente en topless. Miré a mi prometido y tirando de las cuerdecitas me quité la parte superior de mi bikini. La erección de mi novio y sus dos amigos fue instantánea, todos, incluso las chicas también me miraron con cara de sorpresa.
Mediada la mañana dimos un paseo por la orilla de la playa, yo en topless, la sensación de que los hombres, jóvenes, maduros y viejos, me miraban las tetas con descaro mientras paseaba con mi novio fue de lo más excitante.
Nuestra calentura era tan grande y notoria que Alonso y yo inventamos una excusa para volvernos. No llegamos a la ciudad, paramos en un motel de carretera, y en una sucia habitación fantaseamos que el viejo y degenerado Don Luis, jefe de mi prometido, follaba todos los agujeros de su putita Andrea.
Por cierto, siempre cumplo mis promesas, tal y como le prometí a Saura en su boutique, no he vuelto a usar braguita desde entonces, ahora sólo uso tanga. De todas formas se que volveré a su tienda, no se si sola o acompañada por Alonso. Besos.
FIN