Dos mariposas
Dos mariposas blancas volaron sobre tus pechos,
DOS MARIPOSAS
Dos mariposas blancas
volaron sobre tus pechos,
libaron sobre sus cimas
las rosas y los deseos.
Dos mariposas blancas
se posaron en tus cabellos
y sobre tus rojos labios
depositaron un beso.
Dos mariposas blancas
recorrieron todo tu cuerpo,
quemando sus sutiles alas
en el ardor de tu fuego.
Dos mariposas blancas
que de mis manos nacieron
y te llenaron de caricias,
sobre tu vientre murieron
ESE LUNAR
Dijiste, querida mía:
“Tengo un secreto escondido,
un lunar en salva parte
pero, dónde no te digo”.
Así comenzó mi pena,
el más cruel de los castigos,
imaginar dónde estaba
el lunar de mi suplicio.
¿Estará, yo me decía,
sobre su hombro divino?
Ese hombro torneado,
de rasgo sutil y fino;
hombro blanco y delicado,
sensual y femenino.
quizá.... esté en el cuello,
ese cuello nacarino,
implorando ser besado
por labios enfebrecidos;
mis labios, que te recorren
el grácil cuello con mimo.
Mas...¿Si estuviera en la espalda
ese lunar clandestino,
oculto a curiosas miradas
por la tela del vestido?
Desnudaría tu cuerpo
para mirarlo transido
por el dolor y la pena
de no tenerlo conmigo
y poder acariciarlo
mientras me quedo dormido.
Puede ser que esté en tu pecho,
entre los dos escondido,
o como adorno en la rosa
junto a ese pezón erguido
que promete dulce miel
a mis labios de chiquillo.
Y podría estar también
muy cerquita del ombligo,
ese hoyuelo sensual
que accidenta el vientre liso
de piel sedosa y muy suave
que con mi mente acaricio.
Y no quiero ni pensar
si más abajo lo ubico,
cerca de los aledaños
de tu centro sensitivo...
Acláramelo, por favor.
Dime dónde, te suplico.
Dónde tienes el lunar.
Dímelo, que no resisto.