Dos historias mediavales

El origen de la palabra follar y poner los cuernos.

-Pero cariño, no podemos – decía una joven campesina de largos cabellos rubios y ojos azules y pequeños labios.

-Amor mío, ya no puedo más, no puedo vivir echando mi simiente a las plantas, quiero tomarte – decía un joven campesino de cabellos castaños y ojos marrones.

-pero, el rey.... – decía la campesina.

-¡que se joda el rey! Mi amor y mi deseo por ti es tan grande que pienso desobedecer esa orden – decía el campesino arrancando las prendas de su esposa.

Ella era empujada a la cama, estaba llena de deseo, pero también de temor, estaban haciendo algo prohibido, pero no impidió que su cuerpo fuera desnudado con violencia.

El joven miró fijamente a su esposa, ¡Dios! Que hermosa era, sus pechos grandes llenos de leche que alimentaban a su hijo, sus ojos de ángel temeroso, su cuerpo de súcubo.

Ella nunca vio a su marido así, respirando como un animal lleno de deseo, devorándola con la mirada y una erección considerable.

-Dios, hace un mes que te deseo, dijo el joven lanzándose a los pechos de su esposa.

Empezó a apretarlos y a chuparlos, lamiendo la leche de esos pechos, su esposa le dolía, pero como fiel compañera se dejaría hacer, acariciaba los cabellos de su marido, todavía recuerda el día en que concedieron a su hijo, como la trataba como una princesa en la cama, ¿acaso ese celibato forzado lo han convertido en una bestia?.

Aguantaba en silencio los mordiscos de su marido, unos mordiscos fuertes en sus pechos, pero no contenía las lagrimas.

Cuando el marido se quitaba los pantalones, vio como su esposa lloraba, en ese momento recobró la razón.

-p-perdona cariño ¿te he hecho daño?.

-n-no mucho, es más el miedo que he sentido, parecías un demonio – decía su esposa.

El marido iba a subirse los pantalones, pero su esposa se lo impidió diciendo.

-¡no! Cariño, ¡tómame! Yo también te deseo, si he de ser castigada por amarte, que asi sea.

Los ojos del marido se enternecieron, sus labios se acercaron a los de su esposa besándola con pasión, una pasión solo comparable a su noche de bodas mientras acariciaba suavemente los pechos de su esposa.

Ella, con su abdomen, acariciaba la verga de su amado para aliviar ese deseo que contuvo tanto tiempo, el lo agradeció con un beso más profundo, más pasional.

El la abría de piernas con la intención de tomarla, ella sonreía, pero sus ojos estaban llenos de temor.

Las manos del joven acariciaron el rostro de su esposa con suavidad, mientras lentamente su ariete penetraba la puerta del deseo de su mujer.

¡ah!, el joven casi había olvidado ese cálido interior, esa húmeda suavidad, ella se estremeció al volver a notar a su marido dentro de ella, tan duro, tan profundo, tan placentero.

Ambos cuerpos fundidos en el fuego del deseo, jadeando al unísono, cuerpos jóvenes empapados en el sudor de la lujuria unidos con miradas de amor, a medida que el placer aumentaba, las embestidas eran más rápidas y más fuertes, la joven se estremeció notando como el clímax se adueñaban de ella, ¡Virgen santa! Echaba tanto de menos esa sensación.

El joven satisfecho por esa reacción, decidió aumentar más sus envestidas, deseaba llenarla, pero alguien tocaba con fuerza la puerta.

-¡aquí la guardia! ¡dejen de fornicar inmediatamente!.

El no hacia caso y siguió bombeando mientras su esposa lo abrazaba.

-¡por orden real! ¡dejen de fornicar! – gritó de nuevo el guardia.

-¡obligadme bastardos! – dijo el joven lleno de rabia.

La guardia abrió la puerta a la fuerza y fueron al lecho de los jóvenes a los que separaron, el joven intentó resistirse, pero lo único que consiguió fue una lluvia de golpes.

-¡queda arrestado por desobediencia a una orden Real! Llévenselo – gritó el capitán de la guardia.

A pesar de los llantos de la joven, se llevaron al marido al a rastras, el levantó la vista y vio una casa con un cartel que ponía FUCK.

-bastardos con suerte – decía el joven que iba directo a la celda.

La palabra FUCK en realidad son las siglas Fornication, Under, Consens of King, en aquella época el rey de Inglaterra intentaba controlar la población campesina.

Si un campesino quería mojar el churro con su esposa, tenia que pedirle permiso al rey, cuando el rey lo concedía, tenia que colgar el cartel con la palabra FUCK en la puerta.

Sobra decir que no era muy intimo.

La pareja se miraba tristemente, hoy no podían ni siquiera tocarse, ya se habían colgado los cuernos en la puerta de su casa.

-te quiero amor mío – decía ella.

-y yo mi ángel – decía el luchando por no llorar.

Ella quedó sola, se quitó sus ropas, mojó un trapo con agua y empezó a limpiarse.

La toalla recorría los brazos de la joven, unos brazos femeninos de piel morena, después pasó con suavidad por sus pechos, unos pechos medianos de pequeños pezones, el trapo bajaba con suavidad a su vientre, un vientre plano de ombligo saliente unido a hermosas caderas de bailarina.

Temblorosa, el trapo limpiaba su concha, una concha coronada por un vello púbico poblado, las lagrimas de la campesina resbalaban por su rostro, intentaba contenerlas, tenia que mostrarse bonita, intentaba mentalizarse mientras limpiaba sus sedosas piernas, la toalla acariciaba sus muslos con delicadeza y sensualidad, lentamente se deslizaba en sus pantorrillas y luego limpiaba los pies con determinación.

Mojó su trapo y lo escurrió con fuerza y empezó a pasarlo por sus prietas nalgas con suavidad, luego limpiaba su ano acariciándolo con el trapo mojado sin llegar a introducirlo.

Puso su trapo en la pequeña sillita y empezó a mojar sus cabellos, los acariciaba como cuerdas de arma mientras el agua caía a través de ellos, procurando que no hubiera ningún tipo de parasito, en ese momento los guardias tocaron la puerta.

-señora, hemos de llevarla ante el barón – dijo el guardia.

Ella se vistió lo más rápido que podía y salió hacia los guardias que la llevaron al carromato.

Mientras se dirigían al castillo del dueño de sus tierras, los guardias miraban con deseo a aquella campesina, unos ojos que desnudaban y violaban.

Al llegar, la campesina a duras penas disimulaba su temor, la acompañaron a los aposentos del barón, un hombre entrado en kilos que se acercaba a la cincuentena.

-desnudaos y tumbaos en mi lecho – decía el barón.

Ella se desabotonó lentamente el vestido, como si quisiera retrasar lo inevitable, pero al desabotonarse, sus ropas resbalaron por su cuerpo abandonándola ante la lujuriosa mirada del barón.

Despacio y cubriéndose los pechos con sus manos y notando como los ojos del barón de clavaban como dos arpones, se tumbó sobre la cómoda cama, muy diferente a la cama que compartía con su esposo, lentamente abrió las piernas mientras mantenía una mirada triste.

El barón se desnudó, mostrando una erección no mucho mayor que su panza, se colocó sobre la hermosa campesina y empezó a bombearla.

Ella no se movía, se sentía una pecadora, sentía que traicionaba a su marido a pesar de que estaba pactado, al noble no le importaba, ella solo era un agujero de su propiedad que podía usar, mientras el jadeaba de placer, ella solo pensaba.

-querido mío, por favor, perdóname.

Cuando el noble inundó el útero de la campesina con su simiente, ella rezaba para que el ungüento de la bruja funcionase.

El barón agotado y sudado, incomodaba y asqueaba a la campesina, cuando el noble se separó de ella ordenó que la llevaran a su casa.

Mientras la llevaban al carromato, los soldados parecían esquivar la mirada, se rumoreaba que el barón padecía sífilis y era algo que querían evitar.

Ella no levantó la cabeza durante todo el viaje.

Tras dejarla en su casa, ella corrió dentro de su hogar y se limpió su útero de forma desesperada mientras rompía a llorar, no quería tener ni un rinconcito de su ser ocupado por el barón.

Cuando no había más lagrimas que derramar, oía a su marido, vio que traía un ciervo, eso significaba que este invierno comerían, podrían vivir un año más.

Cuando el entró en casa, ella fue corriendo a abrazarle, el lloró suplicándole su perdón, pero ella simplemente le susurró.

-quiero que me tomes esta noche, toda la noche, quiero sentir tus labios en mi piel y tus manos en mi cuerpo.

La expresión "poner los cuernos" esta basado en un trato entre nobles y campesinos, de vez en cuando el campesino necesitaba algo más de carne y tenia que ir al bosque del dueño de sus tierras, el noble, le daba permiso al campesino para cazar en sus tierras, a cambio el se acostaría con su esposa, para confirmar este acuerdo, se ponía una cornamenta en la puerta de la casa del campesino en cuestión.