Dos heteros, la pandemia y mucha calentura (2)

La situación con mi compañero de piso fue subiendo de temperatura

Continuación de la relación que viví con mi compañero de piso en plena pandemia. Os dejo aquí la primera parte por si alguno está interesado https://www.todorelatos.com/relato/170787/

No me lo pensé mucho, me levanté y fui detrás de él. Me tiré encima suyo y me llevó a caballito hasta el baño. Nos metimos en la ducha y empezamos a enjabonarnos. Tenía mis dudas de que si Albert solo quería una ducha y listo porque tampoco quería lanzarme, pero mi polla comenzó a despertarse y se dio cuenta.

  • Tío ¿ya tienes ganas otra vez? estas muy salido eh (me dijo eso mientras me pegaba un cachetazo en el culo y empezaba a sobarse la polla)

  • Ufff ya sabes que yo estoy muy cachondo que ya sabes que llevo días sin tocarme y tengo mucho acumulado

Nos empezamos a pajear uno enfrente del otro mirándonos. Albert se masturbaba mirándome y sobándose el pectoral. Yo estaba apoyado en la mampara y me pajeaba sin parar de mirarle hasta que me dijo "ven aquí cabrón". Me cogió por la nuca y pego nuestras frentes. Cada uno agarramos la polla del otro y comenzamos a pajearnos de manera brutal. Sentía su aliento en mi boca y yo no paraba de jadear. Así estuvimos un buen rato hasta que nos corrimos otra vez. Era la segunda en menos de una hora y tenía la sensación de que había sido mucho más intensa que la anterior.  Nos quedamos abrazados y apoyé mi cabeza en su hombro mientras él me acariciaba la espalda: "Uff cabrón menudo pajote jajajaja". Nos separamos y acabamos de lavarnos como si tal cosa. Me daba la sensación que él no estaba nada rallado con la situación y que lo veía tan normal. Hablaba mucho de su novia y de lo mucho que la echaba de menos. Tengo que reconocer que eso me tranquilizó porque le daba normalidad al asunto. Terminamos de ducharnos, nos secamos y nos despedimos con un abrazo.

No dormí nada en toda la noche y por los ronquidos que escuché, Albert durmió a pierna suelta el muy cabrón. Tenía una mezcla de sensaciones. Con el pajote había disfrutado como nunca, pero todavía pensaba en mi piva y tenía ganas de follármela, no entendía nada. Me levanté muy temprano, cerré todas las puertas del salón, me puse música y empecé a hacer deporte como un loco para quitarme la tensión. Cuando terminé ya me encontraba mucho mejor y decidí que no me iba a comer más la cabeza. Si surgía otra vez pues genial y como dentro de unas semanas podría volver a ver mi piva todo regresaría a la normalidad. Terminé con la rutina y me metí en la ducha y al rato apareció Albert, me preguntó si ya estaba otra vez dándole. Meó delante mía tan tranquilo y se puso a hacer ejercicio.

Esa misma semana la empresa nos encargó una nueva campaña y nos calló un porrón de curro. Nos pasamos horas y horas trabajando mano a mano y casi no nos daba tiempo ni para comer. Al terminar el día nos fuimos veíamos un poco la tele y a dormir. El segundo día de ese currazo me metí en la cama y el trabajo quedó de lado. Me quité los boxers y comencé a sobarme y a ponerme cachondo hasta que...

-Juanito ¿qué haces? ya estás dándole, no cachocabrón...

  • jajajajaj yo aquí sin hacer ruido para que no me escuches

  • pero tío vente aquí y lo hacemos juntos, no?

Me subí el boxer y allí fue, cuando entré en su cuarto estaba solo con la luz de la mesilla encendida y la imagen era brutal. Estaba sentado en la cama totalmente desnudo con la polla en la mano como una piedra pajeandola y con una cara de cerdo acojonante... Le pedí que me hiciera un sitio y me quedé en bolas. Nuestras piernas estaban pegadas y comenzamos a pajeranos cada uno la suya, pero eso duró dos minutos. Me agarró la polla y yo la suya. Reconozco que la posición era muy incómoda y él también se dio cuenta: "Tío ponte aquí encima que estaremos más cómodos". Estaba tan cachondo que le hice caso y me senté sobre sus piernas, uní nuestras pollas y empecé a pajearnos. Él tenía las manos en mis muslos y no paraba de sobarme mientras decía que estaba  muy cachondo. Yo quería que disfrutara y le pregunté si tenía lubricante. Me dijo que en la mesilla había, abrí el cajón, pillé el bote y volví a sentarme sobre él. Esta vez puso sus manos sobre mi culo, yo seguí con la paja. Cada vez notaba que Albert estaba más cachondo porque me apretaba el culo muy fuerte y solo me decía burradas. A los pocos minutos me dijo que se corría, yo llevaba un rato aguantándome para no hacerlo antes. Me eché un poco para adelante y apoyé mi cabeza en su hombro y seguí pajenadonos hasta que empezamos a lefar a lo bestia. Yo acabé con el brazo todo lleno de semen y el pecho de Albert estaba igual, pese a ello nos quedamos un rato en la misma posición mientras nos recuperamos. Él seguía con sus manos en mi culo e hizo un comentario que  me sorprendió porque me soltó que le flipaba lo suave que era. Como ya os conté yo me depilaba todo el cuerpo porque hacía mucha natación y apenas tenía vello en los  brazos.

Nuestras pajas nocturnas se fueron convirtiendo en una rutina, intercambiabamos la habitación y de postura, a veces él se ponía encima mía y al contrario. Cada día nos sababámos más y sobre todo él, que siempre aprovechaba para sobarme el culo. De cachondeo me decía que le recordaba al de Laura así tan suave y pequeño. Nuestra relación iba de puta madre y cada vez estábamos más unidos y solo teníamos un poco de intimidad cuando hablábamos con nuestras pivas.

El proyecto que nos habían dado en la empresa salió muy bien y eso supuso un aumento del sueldo y de categoría profesional. Albert estaba pletórico y ya que no podíamos salir a pegarnos una juerga, mi compañero de pajas decidió montar una cenita para celebrarlo. La fiesta acabó en una borrachera tremenda e incluso se sacó de lamga un poco de hierba que tenía guardada como él dice siempre "para las grandes ocasiones". Pusimos musiquita y comenzamos a bailar y con el sobeteo habitual, como es lógico la situación se fue calentando. Él no paraba de hablar de lo que echaba de menos meterla en caliente, follarse a su novia... etc y no repetía constanteente lo mal que su rabo llevaba el confinamiento. Se sentó en el sofá y noté como empezaba a mirarme con esa cara de salido que ponía. Al rato ya no disimulaba y se puso a sobarse el paquete mientras yo seguía bailando. Me cogió por la mano y me empujó contra él. Yo terminé sentado sobre sus piernas aunque no dejaba de bailar.  Empecé a desabrocharle la camisa en plan de cachondeo y los pantalones mientras él se reía, yo me quité la mía. Estaba con la polla super dura y empecé a masturbarle, él me miraba con una cara de vicio brutal.

  • Joder tío la tienes mega dura, ¿te molá así? ( mientras le pajeba y le sobaba los huevos)

  • Ufff sí sí tío... pero

  • Pero qué

  • Harías algo por mí

  • Jajajaja ¿más?

  • Es que echo mucho de menos a mi piva... y sobre todo llevo ya dos meses sin que nadie me coma el rabo

Yo aluciné, era una barrera que nunca imaginé pasar y me quedé bloqueado. Vio mi cara de dudas e intentó tranquilizarme:

-Eii tío somos colegas no? venga anda... si lo hemos pasado súper bien estos días, eres mi mejor colega.

Me volvió a coger de la mano y tiró para que me acercara y me dijo al oído: "venga va, hazlo por mí". Yo no quería defraudarle y empezó a presionarme sobre los hombros para que bajara. Yo no puse impedimento y terminé de rodillas con su polla en la mano. Le miré y había cerrado los ojos (supongo para imaginarse a su novia) agarré bien su rabo y comencé a meterlo poco a poco en la boca, era un sabor extraño, pero no tan desagradable como me lo imaginaba. Albert empezó a bufar y viendo que le estaba molando empecé a coger más ritmo, cada vez tragaba más y más rápido, solo pensaba en las pelis pornos que veía habitualmente e intentaba hacer lo mismo. Me cogió la cara con sus manos para ir marcandome el ritmo mientras se retorcía de placer. Así estuvo un buen rato, cada vez la metía más adentro y casi me produjo una arcada, pero yo escuchaba como estaba gozando y quería seguir dándole placer. Era mi objetivo. Su rabo cada vez estaba más hinchado dentro de mi boca, lo mismo que cuando le masturbaba, sabía que su corrida estaba cerca. Efectivamete al momento me dijo que se iba a correr, me la saqué, la llené bien de saliva y empecé a pajearle muy rápido hasta que se corrió. Conté como nueve trallazos de lefa. El tío estaba en la gloria y yo estaba muy satisfecho. Albert se levantó y me dijo que se iba a limpiar sin antes de decirme que le había hecho muy feliz. Me pidió que esperara ya que ahora era mi turno y me iba a hacer un pajote, pero yo estaba tan cansado y un poco confundido que le dije que  no hacía falta y me fui a mi cuarto.

Antes de dormirme recibí un mensaje suyo: "tío espero que no te comas el tarro, me has hecho muy feliz y prometo devolverte el favor, eres mi mejor amigo, te quiero mucho". Gracias  a eso pude dormir mejor y me volví a conjurar para pensar que todo aquello era parte de un colegueo inofensivo que pronto volveríamos a la normalidad.

A la mañana siguiente todo fue como si nada hubiera pasado, hicimos ejercicio y nos pusimos a currar hasta las 19,00 o así. Yo acabé antes y le pregunté a Albert si quería algo del supermercado porque  me tocaba a mí hacer la compra. Me vestí y allí fui. Tardé como 40 minutos y al llegar no localizaba a Albert. Le llamé en voz alta y nada... hasta que noté como un olor a velas salía de mi cuarto, me acerqué y lo que vi me dejó pasmado. Había llenado el cuarto de velas y estaba sentado en boxers encima de mi cama.

-¿Qué haces?

  • pues devolver el favor, anda ven quítate la ropa

Yo estaba medio omnibilado ante aquello, estaba mega atractivo y como yo  el día anterior me había quedado bien cargadito (además quería llevar eso como un juego sin importancia) decidí hacerle caso. Me despeloté y me acerqué a él. Me pidió que me sentara sobre él y así me coloqué. Cogió un pañuelo y me lo anudó en los ojos: "Ahora quiero que te relajes y disfrutes ¿vale?

Bueno pues hasta aquí la segunda parte. Espero que os haya gustado y me que digáis si vale la pena una tercera o lo dejamos ya así. Un abrazo a todos, me quedo pendiente.