DOS HERMANOS (y yo)

Depués de una procesión. Miguel conoce a dos hermanos y acaban con una doble follada.

Gratitudes: Botii, como siempre gracias por tu comentario. Jag, ten cuidado con las erecciones de larga duración (es broma). Keegan, gracias. Albany, el anterior relato era Coca Cola Zero para mi, los he tenido mejores. Diexsh, gracias por todo. Treja, no te creas que no he pensado en escribir un relato inspirado en la canción "Tatuaje". Todo se andará. Y gracias a todos mis lectores. Espero que el que viene a continuación os guste. Que disfrutéis.

DOS HERMANOS

(...y yo)

Los vi en la barra del bar. Acababa de terminar la procesión y allí estaban bebiendo como locos con el resto de la hermandad.

No se porqué pero me fijé en ellos dos. Hacían un aparte del resto y se notaba una cierta complejidad. El sudor les cubría el cuerpo, las camisas blancas desabrochadas dejaban ver sus cuerpos perfectos y distintos. Uno era más claro de piel, con el pelo tirando a rojizo, barba corta y el vello corporal del mismo color. Los ojos turbios a causa de la bebida y el cansancio se me antojaron claros. El otro era moreno de piel y pelo ensortijado, el vello oscuro y con una barba de varios días, pero yo diría que por descuido.

Los miraba admirado por la belleza de esa juventud que ya deja de serla y viene a ser la de la hombría.

Los pantalones blancos se ajustaban a sus nalgas y a sus genitales a causa de la humedad del sudor.

Yo bebía mi cerveza mientras los miraba. Ellos se sonreían, se abrazaban... y yo los miraba... de vez en cuando el pelirrojo me miraba y yo desviaba la mirada porque no quería delatar mi gusto por los hombres, pero luego los volvía a mirar con envidia. Con auténtica envidia al pensar en querer tener a un hombre como a cualquiera de ellos y que me abrazaran o que me sonrieran como ellos lo hacían,

Al cabo del tiempo, el moreno se fue dejando al pelirrojo solo en la barra. El chico siguió hablando y bebiendo con los miembros de la cofradía hasta que me cansé, pagué y me fui.

Iba andando por la calle cuando una voz me hizo volver la vista.

  • ¡Eh, chaval!... ¡Chaval!

El pelirrojo me estaba llamando. Me paré y le esperé. Llegó a mi lado jadeante, sudoroso y algo (un mucho) borracho.

  • ¿Porqué nos mirabas en el bar?

  • Déjame en paz

Me agarró por el cuello y me aplastó contra la pared de la calle, acercó su boca a la mía y con su aliento de borracho me espetó: - ¿Eres bujarra, o qué?

  • No más que tu - le respondí

Me apretó más el cuello contra la pared .- Eres un maricón de mierda- me dijo

No se por qué, pero en ese momento se me cruzaron las venas de tanto tener que aguantar insultos en mi vida, y movido por un resorte le mordí el labio inferior: - Si soy marica... como tu... hijo puta, que te lo haces con tu amiguito el moreno...

Se quedó paralizado por un instante, bajó la guardia y me pude deshacer de su agarre. Estaba tosiendo cuando un bofetón me hizo perder el equilibrio y me caí al suelo.

Me levanté de un salto y le di tal guantazo que el que cayó al suelo fue el borracho.

Me iba, cuando me di la vuelta, le vi en el suelo llorando, me dio pena y fui a ayudarlo. Le extendí la mano para levantarle, al principio no lo aceptó, pero luego, al ver que no podía por su propio pie, dejó que le ayudara.

  • Perdona- Le dije

  • No, perdona tu. Estoy muy borracho.

  • ¿Quieres que te acompañe?

  • Vale...

Según andábamos íbamos hablando. Estaba borracho y hecho una calamidad con su ropa sudada, pero estaba como un tren. Me pasó el brazo por la espalda y yo el mío por la cintura para sujetarle y el olor a sudor me puso a cien. Acercó su cara a la mía y me susurro que si de verdad era bujarrón, le dije que sí que era maricón de toda la vida. "¿Nos mirabas en el bar porque te gusto yo o porque te gusta mi hermano?".

"No se quién es tu hermano", le contesté. "Pues el moreno que estaba conmigo en la barra". "No jodas", le dije. "Pues si, es mi hermano...". En un susurro me preguntó: "¿Con cuál de los dos te lo harías?". Me reí. "Con cualquiera de los dos. Los dos estáis como un tren".

Se calló un rato según andábamos y luego volvió a hablar entrecortadamente: "¿Porqué me dijiste que yo era maricón y que me lo hacía con él?".

"Por decir. Por defenderme de ti... no se".

"Pues no soy maricón... pero me lo hago con él... desde chico... desde chicos follamos... los dos... teníamos novias pero... follábamos... y lo seguimos haciendo..."

Esa confesión me puso a mil. Estos dos machos que estaban para mojar calzones se lo hacían entre ellos. ¡Dios mío que injusta es la vida!. Guardé silencio.

El chico me acariciaba la cara con el pulgar y arrimaba su cara a la mía. "¿Me puedes acompañar a casa. No se si voy a llegar?".

Le acompañé, abrí la puerta de su apartamento porque el no atinaba. Nada más entrar se fue al baño a vomitar. Le ayudé como pude, le lavé mientras protestaba bajo los efectos del alcohol, le tumbé en la cama y le desnudé. Lo hice por morbo de verle desnudo e inconsciente. No se si le iba a volver a ver nunca más y quería ver su cuerpo, que era espectacular. Le quité la camisa dejando su torso desnudo. Un ataque de excitación me hizo estremecer ante algo perfecto, sin un ápice de grasa, la musculatura de su pecho cubierta por ese vello rojizo al igual que sus sobacos y sus brazos. La curiosidad hizo que le bajara los pantalones y me encontré con un slip gris que albergaba un buen bulto, se lo bajé mientras me empalmaba y fui descubriendo el vello rojizo que arropaba una tranca morcillona de piel clara con una vena azulada que le subía de abajo a arriba y unos huevazos tapizados con el mismo vello. Le bajé los calzoncillos, le quité las deportivas, las olí y me extasié del olor que despedían, luego los calcetines blancos, me los llevé a la nariz para esnifar su olor, que me llevó al séptimo cielo, y luego le quité los pantalones y los calzoncillos. Ahora estaba totalmente desnudo en la cama e inconsciente. Era demasiado para un maricón como yo encontrarme con semejante semental a mi disposición.

Me amorré a sus genitales para olerle, agarré su tranca morcillona para sobarla, le bajé el prepucio para contemplar su capullo y no pude contener mi deseo de mamarlo... y lo hice, me lo metí en la boca y comencé a succionar y a sobar los cojones del pelirrojo. Noté como se tensaba su cuerpo y como gemía mientras su polla respondía y sus huevos se contraían, no pude dejar de mamar hasta que se corrió en mi boca. No deseaba más en esos momentos. Había conseguido lo que deseaba, aunque en otras circunstancias había deseado más... mucho más.

Me apetecía acariciar ese maravilloso cuerpo por lo que me acosté a su lado, su vello era suave, sus labios tiernos, olía a sudor pero era un sudor limpio, del día, no era un hombre sucio. Me abracé a él y me quedé dormido.

Lo siguiente que recuerdo fue que un movimiento me hizo despertar y que me preguntaba que hacía yo ahí en su cama.

Se lo conté, le dije que estaba borracho que había vomitado, que me había pedido que le llevara a casa y le había quitado la ropa sucia, luego me había quedado a su lado por si necesitaba algo y me había quedado dormido. Nada más.

Me levanté y me fui dejándole en un mar de dudas.

Al día siguiente volví al mismo bar y al otro y al otro hasta que volví a verles... a los dos... guapos a rabiar, bebían, se sonreían, de vez en cuando se daban una caricia sin importancia, pero yo sabía que no era sin importancia, me imaginaba los momentos de sexo entre los dos y me agitaba de celos.

En un momento el pelirrojo se volvió y me miró, le dijo algo a su hermano y vinieron hacia mi. "Este es el chico que me ayudó el otro día a volver a casa. Este es mi hermano Rafa, yo me llamo Manu... Por cierto, tu cómo te llamas...

"Miguel... me llamo Miguel"

"El otro día no te di las gracias ni nada. Me gustaría invitarte... o que vinieras a cenar o... no se... lo que quieras... te voy a dar mi teléfono y me llamas cuando quieras. ¿Vale?.

Mientras me hablaba no podía dejar de mirar a Rafa que estaba de estremecer. Guapo de morir, viril, macho andaluz como a mi me gustan, con la camisa abierta hasta el vientre enseñando todo el pecho velludo y con una pequeña cadena de oro adornándolo. Ojos negros y profundos, labios carnosos, barba cerrada, cejas pobladas... y unas manos toscas que pedían que te torturara tus entradas sin perdón.

Manu me miró y se sonrió de medio lado con gesto chulesco. "¿Te gusta mi hermano?" , me espetó.

Me quedé de una pieza pero me repuse enseguida: "Ya te dije el otro día que me lo haría con cualquiera de vosotros dos. Me gustáis los dos, me lo haría con cualquiera de los dos".

Se quedó paralizado.

"¿No te acuerdas de nada de lo que me contaste ni de lo que te dije, verdad?".

Me dijo que no con su mirada.

Rafa me miraba fijamente y parecía que me atravesara. No sabía exactamente lo que estaba pensando, pero me lo imaginé. Lo miré y su belleza hizo algo en mi mirada que él se dio cuenta y entonces entornó los ojos, esbozó una sonrisa y la hijaputa de mi polla dio un brinco.

"Manu, este chico se viene a cenar esta noche con nosotros, ¿verdad?. Si se lo pido yo no me va a decir que no". Me volvió a sonreír y yo, volviendo a mojar calzoncillo, dije que sí con la cabeza.

"No Rafa, no es buena idea... con otro no"

"¿Con otro no?... Pero, ¿ tu te has dado cuenta de cómo está el chaval?. No me jodas. Si no quieres venir, no vengas. ¿Tu te vienes conmigo verdad?": me dijo.

Miré a Manu. Con la vista le rogué que viniera. "Vale...". contestó como haciéndome un favor, pero deseando vivir una follada a tres. Seguro.

Y allí estaba yo, con dos hombretones padres de familia rondando los cuarenta, guapos a rabiar, viriles como dos toros, con las vergas echando chispas mirando con lujuria mi juventud de 23 años, fijándose en mi duro culo y mis muslos desarrollados por la cabalgadura a caballo gracias a mi trabajo en la ganadería de mi padre y en mi experiencia montando a otros machos desde jovencito. Con un cuerpo sin una gota de grasa, con la piel morena tostada al sol del campo y sabiéndome guapo a rabiar por el éxito que tenía en el mundo del ligoteo entre hombres. Me arranquè sin más la camisa para dejar que se asombrasen de la belleza de mi cuerpo y excitarles aún más de lo que estaban admirando mis jóvenes pectorales ya cubiertos de un vello moreno que bajaba hasta la cintura de mi pantalón e invitando a que se imaginaran lo que ocultaba mi bragueta.

La belleza de Manu ya la conocía y no tenía misterios para mi, pero quería saber lo que se ocultaba bajo la ropa de Rafa así que le desabroché la camisa dejando a mi disposición un pecho velludo cubierto por una camiseta de tirantes blanca en la que se adivinaban dos pezones erectos que pellizqué con la intención de un miura.

Habíamos entrado en la casa de Manu y mientras se iba a la cocina a preparar unas bebidas, Rafa se me había arrimado y me acariciaba mientras su boca buscaba la mía, me mordió el cuello para luego buscar mis labios y morder el inferior. Le dejé hacer para luego hacer yo lo mismo y disfrutar del sabor de esa oscura piel que escondía una lengua rosada y jugosa que buscó la mía con pasión. En esa situación nos encontró Manu, que nos ofreció su fría bebida para luego compartir su boca con las nuestras. No cabía duda de que eran dos experimentados amantes, pero yo no me quedaba atrás con mi historial de todos los hombres con los que había follado.

Si Manu estaba bueno (que lo estaba), su hermano Rafa estaba superior. Un cuerpo formado y duro cubierto de un vello ensortijado, una piel oscura y unos ojos negros que llamaban a pasión. Las lenguas y los labios de los tres se unían y ensalivaban a las otras. Pensé en cómo se lo harían entre ellos y poco a poco me retiré para observar a los dos hermanos. Yo creo que casi no se dieron cuenta de mi separación porque....

... porque me senté en un sillón y ellos continuaron amorrados y acariciándose los cuerpos. Rafa levantó los brazos dando permiso a su hermano para que disfrutara de sus peludos sobacos a lo que éste respondió metiendo la cara entre el vello y lamiendo los negros mechones, mientras metía las manos debajo de la camiseta hasta llegar a los pezones y pellizcarlos. Rafa se levantó la camiseta hasta las clavículas para dejar su torso desnudo a disposición de su chico y que disfrutara de él. Manu se tiró como un bebé a mamar de las tetas de su hermano que gimió de placer. El más joven llevaba la iniciativa y el mayor se dejaba hacer. Le desabrochó los pantalones dejándolos caer al suelo y metió una mano por la bragueta del boxer de tela azul claro para llegar al plátano de su hermano que se alzaba bajo la tela como una tienda de campaña. Le sobaba el miembro mientras le mordía los erectos pezones.

No pude contener mi excitación, me desnudé, me puse detrás de Manu,junté mi cuerpo al suyo y metí la mano en su entrepierna para masajear su mástil, mientras el hacía lo mismo con su hermano. Le mordí el cuello y al levantar la mirada me encontré con los ojos negros de Rafa mirándome con lujuria. Mientras su hermano le sobaba la tranca y le lamía el pecho, el moreno acercó su boca a la mía, me sujetó la nuca y me lamió los labios para que los abriera y diera permiso a su lengua para entrar y buscar la mía.

Mientras me morreaba con Rafa, bajé el pantalón y el slip de Manu de una vez. Su polla se alzó como con un resorte y fué a para a su ombligo mojándole de líquido. Le fui pajeando mientras el lo hacía con su hermano y mi polla buscaba alojo en entre las nalgas blancas y cubiertas de fino vello rojizo del menor.

La situación era la hostia. El olor a sexo´y sudor inundaba la habitación. Manu se había dado la vuelta para que su pecho acariciara el mio y su polla se ajustara a la mía. Rafa nos abrazaba mientras su tranca comenzaba a jugar con el culo de su hermano. El pelirrojo me morreaba y el mayor le comía el cuello y le metía la lengua en la oreja provocando escalofríos de placer a su pequeño.

INCISO: Tiempo después, Rafa me contó que siempre había protegido y cuidado a su hermano menor. De pequeños, cuando el chico tenía pesadillas, Rafa se metía en su cama para darle calor y protegerle de los fantasmas. Dormir juntos se había convertido en una norma. Rafa se desarrolló antes que su hermano y tenía erecciones nocturnas y matutinas. Manu le acariciaba la polla y el mayor se dormía de placer, pero un día se corrió entre las manos de su hermano produciendole un gusto especial. Desde ese momento, todas las noches el pequeño se acostumbró a pajear al mayor convirtiéndose en un experto pajeador.

Cuando Manu comenzó a tener erecciones, los dos hermanos se daban placer unas veces con las manos, otras frotándose las trancas y otras (esto fue más tarde y les costó admitirlo), con las bocas.

Una noche, Rafa llegó a casa cabreado porque su novia de entonces no había querido follar. Se desnudó y se metió en la cama mientras Manu veía el cuerpo desnudo de su hermano y con el picaporte a punto de estallar. Se metió en la cama le abrazó y le besó. "No te preocupes... si quieres métemela a mi... así te quedarás agusto".

Rafa le dijo que eso debería doler, que no quería hacerle daño. Manu insistió y Rafa consintió. Se lubricó con crema hidratante y comenzó a follar a su hermano. El dolor que sintió Manu fue terrible, pero aguantó por el amor que sentía por su hermano y porque no quería que le llamara nenaza. El calvario continuó durante un rato hasta que el recto se fue dilatando y la tranca del moreno fue entrando y saliendo con más facilidad. Ese día Manu no se corrió por el dolor y el temor de que esa experiencia no estaba bien. El macho se corrió en su interior con la fuerza de un adolescente salido, luego se quedó dormido abrazado al pelirrojo.

Esta situación se fue haciendo habitual hasta que el recto de el pequeño se fue habituando al tamaño del pene del mayor, hasta el punto de que lo que sentía era un inmenso placer. Un día, según se lo follaba, se corrió de placer y gimió y sacudió su cuerpo mientras el mayor le abrazaba, se mordía y se corría. Ese día fue el comienzo de una relación que no tendría fin. Aunque tuvieran novias, aunque Rafa se casara, volvían a tener sexo entre los dos. Era lo establecido, era lo correcto.

Pero ese día...

... Ese día el mayor había decidido romper la norma e introducir a un tercero en su relación. Y ese tercero les estaba haciendo sentir unas sensaciones distintas que les llevaba al límite de la lujuria.

Continúo.

Rafa decidió que ya era hora de follar y dijo que fuéramos a la cama. Se bajó el calzón dejando sus atributos al aire. Si su cuerpo era espectacular sus genitales y su polla no le hacían sombra. Si la piel de su hermano era blanca, la suya era oscura, si las venas de su hermano eran azuladas, las suyas eran azul marino, si los huevos del menor eran perfectos, rosados y cubiertos de vello pelirrojo, los suyos eran los de un toro semental cargados de leche para mi disfrute. Yo sabía que quería follarme, pero antes, yo quería oler y lamer aquella herramienta de macho antes de que se introdujera en mi interior, por lo que le tumbé en la cama boca arriba y comencé a jugar con su rabo. Le bajé el prepucio dejando su ciruela roja, dura y húmeda a mi disposición. Mojé mi dedo índice con su jugo y me lo llevé a los labios, me los humedecí y le besé. Manu me miraba hacer mientras se pajeaba. Luego mi lengua comenzó a jugar con su glande hasta que me lo introduje en la boca. El menor no pudo contener la excitación y mientras yo mamaba la polla de su hermano, el comenzó a comerme el culo. Era un trío perfecto. El pelirrojo soltó un chorro de saliva en mi entrada y metió un primer dedo con facilidad, luego vino un segundo y luego un tercero. Mientras mamaba, gemía del placer que me estaba dando por detrás y Rafa gemía también del placer que le estaba dando al comerle la banana ya pelada y a punto.

Manu me abrió el culo y metió dos dedos de cada mano: "joder tío aquí te cabe más de una polla".

La idea me entró en el cerebro y la llevó directamente al centro de mi placer por lo que decidí lo que iba a hacer. Ya me habían metido trancas más gordas que las suyas, me habían introducido dildos enormes y habían jugado en mi interior con otros instrumentos, por lo que dos pollas podrían ser satisfactorias y era la primera vez que lo experimentaría.

Me acomodé sobre Rafa pedí a Manu que trajera gel y lubricara el pitón de su hermano y mi ojete. Luego coloqué el capullo del moreno en mi entrada y me dejé caer lentamente para que se colara del todo, mientras, el menor se acercó metió su rabo en la boca de su hermano mientras me comía la boca. Cuando noté que la tranca del mayor entraba y salía sin dificultad, le dije al menor que si quería experimentar una metida a dos, que así sus dos pollas se acariciarían en mi interior. Manu se quedó desconcertado, miró a su hermano que sonrió y asintió con la cabeza.

"No te preocupes... yo te guío": le dije

Se colocó detrás y le fui metiendo su leño poco a poco (tampoco quería hacerle daño), le lubriqué cantidad e inclinándome hacia Rafa fui dejando mi entrada a su disposición. El capullo fue entrando mientras yo me abría y notaba cierto dolor, pero no insoportable, iba entrando poco a poco y notaba cómo Rafa se ponía a cien y Manu respiraba agitadamente en mi cuello. Aquello iba entrando poco a poco, la negra polla se ponía más dura e hinchada y la blanca entraba y entraba hasta que los cojones del uno y el otro chocaron. El masaje de las dos trancas entre sí de los huevos al entrar y salir les hizo retorcerse de placer y gemir hasta gritar. La sensación de ser desvirgado doblemente por primera vez me volvía loco y movía la pelvis para darme placer.

Manu fue el primero en correrse en mi interior. Las contracciones de su pene y la humedad invitaron a Rafa a correrse en medio de aullidos de goce. El notar como esos dos pollones se vaciaban en mi, el ver a mi Rafa sudar, gritar y extremecerse, notar como Manu me estrujaba entre sus dedos mientras gemía y me mordía, hizo que mi lefa saliera disparada y cayera sobre el vello moreno de mi Rafa.

Caí sobre él y Manu sobre mí. Estábamos exhaustos. Nos quedamos unos minutos los unos sobre los otros. Había sido una experiencia nueva y excitante para los tres.

Nos duchamos juntos. Tres cuerpos perfectos cubiertos de espuma y enjabonándonos entre nosotros. Nos secamos y fui a vestirme. "No te irás ahora...", me dijo Rafa: "Quédate esta noche... o por lo menos cena con nosotros. Luego te acerco yo".

"Vale..." y me quedé... y volví a verlos más veces... muchas más veces.