Dos hermanos se van de putas por primera vez.
Este relato se puede considerar una historia cómica muy corta o quizás un chiste algo largo. Eso lo dejo a gusto del consumidor.
Esta es una historia corta, que de alguna manera se burla de las ancestrales creencias en demonios, pecados y demás bobadas que durante muchos años han condicionado a los individuos.
Parece ser que, en un cortijo de la alpujarra profunda, en mitad de sierra Nevada, entre Almería y Granada, vivían dos hermanos con su madre viuda. Cuando esta falleció y al personarse los hijos en la notaria para hacerse cargo de la herencia, que creían que era el cortijo con sus tierras y poco más, se enteraron que solo unos pocos meses antes a su madre le había tocado la primitiva, y que tenia en la cuenta de la Caja de Ahorros mas de cien millones de euros.
Los dos hermanos, más feos que un pecado capital, menudos y medio desnutridos y bajitos, pues el mayor tan solo media 1.47 y el más joven 1.52, medio analfabetos y que no habían salido mas que en contadas ocasiones del cortijo, de la noche a la mañana podían disfrutar de la vida como jamás habían soñado.
En otro orden de cosas, nunca habían visto a una mujer al natural, es decir desnuda, como mucho en alguna revista que el menor de los hermanos había comprado cuando su madre le había encomendado alguna compra en el pueblo más cercano, que escondían como oro en paño bajo sus colchones, y con las que desahogaban sus más primitivos instintos.
Cuando se enteraron de que eran ricos, y que con el importe heredado podían viajar y recorrer mundo, el pequeño de los hermanos que dentro de sus pocas luces era el más listo, le dijo a su hermano:
- Manolo, ahora podremos cumplir nuestras fantasías, comprarnos ropa elegante e irnos de putas a la ciudad. Por fin podremos ver y tocar a una mujer como las de las revistas, guapas y desnudas.
- Pero Paco, - le contesto su hermano mayor, que era el más bajito – eso es pecado. Recuerda lo que nos decía la mama, que si hacíamos guarradas con mozas aparecería Satanás y nos comería.
- Venga hombre, esos son bobadas, cosas que decía la mama para que nos comportásemos. – le replico el menor – Además, ahora ya no esta nuestra madre para asustarnos, que es lo que pretendía.
Tras un largo tira y afloja, Paco convenció a Manolo, y este por fin consistió en hacer lo que le proponía su hermano. Se pusieron sus mejores galas y se fueron a Almería capital, allí se compraron ropa nueva, un traje para cada uno, que lógicamente tuvieron que arreglárselos, camisas, corbatas, zapatos, calcetines y ropa interior, todo de primeras marcas sin regatear precios. Luego se fueron a un salón de belleza, se hicieron una limpieza de cutis, se cortaron el pelo y se afeitaron, les cortaron las uñas de las manos y de los pies, y cuando se sintieron como personas nuevas, decidieron que ya podían cumplir sus más íntimas fantasías.
Compraron un pasaje de avión para irse a Madrid y hasta el día siguiente se alojaron en un hotel de lujo. Cuando se levantaron al día siguiente, para ir al aeropuerto cogieron un taxi, cosa que era la primera vez que lo hacían en su vida y se sentían como el Santo Padre en el papamóvil.
Tras el vuelo, sin incidencias reseñables, al salir del aeropuerto subieron a un taxi y Paco le dijo al taxista:
- Mire buen hombre, es la primera vez que venimos a la capital, y hemos venido exclusivamente para ir de putas. Como supongo que usted debe de ser un hombre de mundo y conocer la ciudad ¿Nos puede llevar al prostíbulo más caro de Madrid?
- Hombre, hay muchos buenos, pero el mejor es uno que hay en el Paseo de la Castellana, a cuya dueña conozco, pero deben de saber que es carísimo, pues sus “niñas” son mujeres de bandera.
- Por dinero no hay problema. – dijo Paco – Y si usted conoce a la dueña, podría recomendarnos.
- Por supuesto, cuando estemos cerca yo avisare a Madame para que les atienda con sus mejores chicas. – dijo el taxista que se olía una buena propina – Seguro que no les defraudaran.
Al llegar a la puerta del edificio, el taxista antes de cobrar llamo por teléfono y aviso de que estaba dejando en la puerta a dos clientes muy importantes, y que subirían de inmediato. Ante tanta amabilidad, Paco pago la carrera y además le soplo una propina de 100 euros.
Cuando los dos hermanos abandonaron el taxi y desaparecieron en el interior del inmueble, el taxista volvió a llamar al prostíbulo y hablo de nuevo con la Madame, diciéndole:
- Doña Manuela, los dos personajes que suben a su casa son un tanto extravagantes, pero tienen dinero fresco, solo le diré que me han dado una propina generosa. Espero que me tenga en cuenta en el futuro y me avise para el traslado de sus clientes.
Los dos hermanos, con sus elegantes trajes, pero dando una sensación de ridículo enorme, pues sus menudas figuras se veían enfundados en esas telas, grotescos, incluso patéticos, subieron hasta el ático del edificio. Cuando llamaron a la puerta, fueron recibidos en aquel lujoso burdel por una doncella uniformada que les hizo pasar a una sala de espera y les pregunto si querían tomar algo mientras su señora les venía a atender.
Negaron con la cabeza, pues estaban tan aturdidos por tanto lujo que no se atrevían ni a hablar, y cuando la doncella salió diciendo que iba a avisar a su señora, Manolo dijo:
- Mira Paco yo no acabo de tener claro lo que vamos a hacer, sigo pensando que es un pecado y el diablo nos castigara.
- Vamos Manolo, - le animo su hermano – Ya veras como cuando nos presenten a las putas te animas, vamos a elegir las más altas que tengan.
- Es que no me atrevo, me da miedo. – medio lloriqueo el hermano mayor – Si quieres y por ti más que por mí, elegimos a una para los dos, porque yo no me veo capaz de quedarme a solas con ninguna.
No pudo convencer Paco a su hermano, y cuando llego doña Manuela, les pregunto qué tipo de compañía buscaban, si rubias, morenas, negras, mulatas, asiáticas …. La interrumpió torpemente Paco diciendo:
- Mire señora, nosotros no hemos estado jamás en un sitio como este, y mi hermano que venia muy convencido, ahora se ha echado para atrás pues no se atreve a estar a solas con una mujer. Por eso la propongo que nos permita compartir a la prostituta mas alta que tenga, pagaremos lo que usted nos diga.
- Pues tendré que preguntar a Beatriz si está dispuesta a estar con los dos – dijo la mujer dándose cuenta de que podía sacar una buena tajada de aquellos innombrables personajes – Ahora vuelvo y si alguna está dispuesta la traeré para que la vean y me digan si les parece bien.
A los pocos minutos apareció de nuevo acompañada por una mulata semi desnuda y de una estatura descomunal, debía de medir casi dos metros, con un cuerpo impresionante y unas piernas largas y bien torneadas, y les dijo:
- Esta es Beatriz, la chica más alta que tengo, y no tiene ningún inconveniente de estar con los dos a la vez, eso sí, tendréis que pagar el doble de la tarifa más alta, cada uno de vosotros.
Aceptaron sin poner absolutamente ninguna pega, pues ambos miraban alucinados a aquel pedazo de mujer que en breves momentos iba a se suya. Pasaron a un dormitorio enorme, con una cama también de grandes dimensiones, pero Beatriz divertida e incluso halagada por la admiración que los dos hombrecillos la demostraban, les invito a desnudarse y a que fueran ellos mismos quien la quitasen a ella las pocas prendas que llevaba.
Sin dudarlo obedecieron, y tras quedarse los dos como su madre los había traído al mundo, empezaron a desnudar a aquella colosal mujer a la vez que la iban manoseando todo el cuerpo. Ella permanecía de pie y los dos hermanos daban vueltas a su alrededor metiéndola mano cada vez mas osados, la quitaron el sujetador dando saltitos y manosearon aquellas bestiales urbes con verdadero fragor, y luego le quitaron las bragas sobándole el trasero, dándole besos en sus muslos e incluso pasando repetidamente entre sus piernas, ya que su tamaño se lo permitía sin problema alguno.
Aquel pedazo de hembra, pese a su experiencia y profesionalidad, ante tan efusivos y reiterados besuqueos y sobeteos, empezó a ponerse cachonda, y pasados unos minutos y en una de las vueltas que Manolo, el mayor y mas bajo de los hermanos pasaba por delante de ella, lo cogió de la cabeza y poniéndole frente a su enorme coño le dijo:
- ¡Comételo!
Aquel pobre hombre se arrodillo, y mirando como abducido a aquel sexo medio abierto y palpitante, rompió a llorar amargamente y suplicante dijo:
- No por favor, Señor Satanás, a mi no me coma, cómase a mi hermano que es el que me ha traído.