Dos Hermanos

Dos amigas, bailarinas de table dance, se encuentran pasando unos días juntas. Entre ambas iniciarán al hermano pequeño de una de ellas, dándole buen ejemplo de cómo se acarician dos mujeres.

Hola, me llamo Isadora. Tengo 29 años. Soy de la ciudad de México. Mido 1.74 metros. Soy morena clara, ojos color miel, nariz recta, labios medianos, cabello largo hasta media espalda y mis medidas son 94-61-95. Soy soltera y desde los 20 me dedico a bailar para hombres, es decir, soy Table Dance. Debo decirles que soy bisexual.

Tengo una amiga en Guadalajara que también es Table Dance. La conocí aquí en el D.F. y tuvimos relaciones sexuales por unos meses. Aunque ella decidió irse a vivir a Guadalajara de donde ella era con su familia. Pero Mariana a los dos meses decidió irse a vivir sola y rentó un departamento. Se acercaba la semana santa y me invitó a pasar los días santos a su casa, a lo cual acepté encantada.

Tenía que lucir espectacular para Mariana, así que para viajar y llegar a su casa, me puse una minifalda roja de colegiala corta que llega a la mitad de mis muslos y una blusa blanca corta semitransparente con un escote pronunciado. Usé unas medias del color de mi piel y me fui a Guadalajara.

Mariana tiene 26 años ahora, y en ese entonces tenía 24. Ella es blanca, mide 1.70, tiene el cabello rizado debajo de los hombros, ojos negros grandes y una boca muy sensual. Sus medidas son 92-59-96. Tiene unas piernas súper torneadas y unas pompis redondas y paradas como las mías. Siempre tiene mucho éxito en los eventos que se presenta.

Fue por mí al aeropuerto. Lucía hermosa con unos pescadores blancos que le hacían lucir sus curvas. También traía una blusa blanca ajustada sin mangas lo que hizo que se me erizara la piel de excitación de sólo verla. Al llegar a su casa, ¡oh, decepción!. Su hermano menor nos abrió la puerta. Mariana me lo presentó. "Es mi hermano Julio, tiene 17 años y me pidió quedarse unos días conmigo mientras mis papás arreglan la casa". Bueno no todas cosas pueden resultar bien, así que me resigné y llevé mi maleta a su recámara y nos sentamos en la sala a conversar sobre nosotras. Julio también se sentó con nosotras en la sala y justo enfrente de mí, escuchando atentamente nuestra conversación. Eso si muy atento nos preparó una bebida de tequila con refresco de toronja con el vaso escarchado de sal muy deliciosa y típica de Guadalajara.

La verdad es que nunca he tenido reparo cuando uso minifaldas al sentarme y cruzo la pierna, la verdad me resulta cómodo cruzarlas. Julio no me quitaba la mirada de las piernas puesto que la minifalda se me subió y podía contemplar a plenitud mis muslos pues me siento de lado. La verdad es que mis muslos son torneados y Julio más que escuchar la conversación, esperaba que cambiará de pierna para que al cruzarla tratar de ver mi bikini. En ese momento jamás noté que me estuviera viendo las piernas.

Pasaron las horas y llegó la hora de la comida. Nos paramos de la sala y a Mariana se le ocurrió decirme que mis nalgas estaban más redondas, paradas y duras que nunca. Yo me apené con Julio porque ella le preguntó que si no era verdad. Él sólo se quedó callado y dirigió su mirada a mis nalgas. Era cierto pues con las minifaldas cortas mis nalgas alzan la falda dejando ver un poco más de mis muslos. De hecho cuando uso esa minifalda y me subo al microbús, los chicos no dejan de mirarme.

Como a las 5 p.m. suspendimos nuestra conversación, pues Mariana tenía que ir al súper por víveres para una cena sensacional que me había prometido. Así que nos quedamos Julio y yo sentados en la sala conversando. Ahora que estábamos solos, pude notar cómo Julio no me quitaba la mirada de las piernas. Su voz se cortaba por la excitación y en verdad me dio mucha risa. No lo podía creer, era el sueño erótico de un chico de 17 probablemente virgen. Así que aproveché la situación para divertirme un poco. Comencé a cruzar la pierna con mayor frecuencia. Esta vez en el movimiento de cruzar, alzaba más la pierna dejando ver a Julio el rojo de mi bikini. Mis muslos reflejaban la luz del sol que entraba por la ventana y la curva que se forma cuando te sientas de lado y tu muslo está entrecruzado al otro, era una invitación perfecta a cualquier mano para acariciarlos. Hacía un calor insoportable.

Julio se puso tan nervioso que me ofreció otro tequila. Lo acepté aunque ya no quería tomar más pues Mariana y yo ya habíamos tomado varios y con el intenso calor que hacía en Guadalajara, me comenzaba a marear. Regresó Julio con la bebida y esta vez se sentó a mi lado.

-¡Qué calor! ¡Me estoy asando!-, le comenté.

Me respondió, -¡yo tengo las manos frías!-.

-¿En serio?-

-Sí, mira.

Me puso la mano en la rodilla y el inicio del muslo. Yo sólo me le quedé viendo esperando que la quitara. La verdad estaba muy fresca. Se lo comenté. Y sin más, comenzó a delinear mi muslo con sus manos. Su mano se deslizaba por cada centímetro de mis muslos y el sol ahora se reflejaba en su mano y brazo. Era delicioso sentir la frescura de sus manos marcando la curva de mis pierna. Le dije que si siempre era así de cariñoso. Me dijo que no puesto que ninguna de sus compañeras siquiera le había dejado meterle la mano debajo de la falda y sobarle las piernas. Me sonreí y le dije que estaba bien, que disfrutara mis piernas todo lo que quisiera y que por ser hermano de Mariana no le iba a cobrar nada.

Yo sólo le miraba sus manos. Pues ahora utilizaba sus dos manos para acariciarme. Sus dedos se hundían en la piel de mis muslos. De repente en la pierna cruzada, su mano se perdió debajo de mi minifalda, tocando mis caderas y me comenzó a excitar. Su mano sobaba la cara exterior de mi nalga.

Sus dedos se deslizaban por debajo del hilo de mi bikini. Solamente eché mi cabeza hacia atrás, dejé de luchar contra mis deseos y me dispuse a disfrutar de las caricias de Julio. Siempre lo que se dice siempre, soñé con hacerle el amor a un niño y ahora era mi oportunidad.

Como si fuera un reto, cuando su mano comenzó a deslizarse hasta mis nalgas él volteó a verme a la cara. Al verme con la cabeza hacia atrás se incorporó y comenzó a lamerme los labios. Yo abrí los ojos y lo tomé de la cabeza y junté mi lengua con la suya. Él tomó uno de mis senos y los comenzó a sobar. Después haberle comido su boca unos minutos, me incorporé y le dije que continuará con su masaje a mis piernas.

Esta vez, yo lo guié en su movimientos. -Hazlo de manera circular manteniendo una presión en los muslos. Ahora para que disfrutara más él y yo, alcé mi minifalda dejando mis bragas a nuestra vista. Están mojadas me dijo. Sí le comenté, es parte de la excitación de la mujer. ¿Es agua? Me preguntó. No tonto, son líquidos que salen de la vagina. ¿Quieres ver?. Sí me dijo. Bájame la braga un poco. Lo hizo y le pedí que me lamiera para saber a qué sabia. Se acercó y me dio lengüetazos inexpertos. Sentí riquísmo y lo cubrí con mi minifalda su cabeza. Y tomé sus manos y las coloqué sobre mis muslos. Sus dedos hundidos en mis muslos, dejaban rastros del sudor al friccionarse nuestra piel. Yo continuaba disfrutando.

De repente oímos un ruido extraño. Mariana apareció en la sala con los bultos del mandado en las manos. Yo tan sólo me incorporé sobre el sillón y bajé mi minifalda. Ella se nos quedó viendo por un momento y le dijo a Julio: "Vaya Julio. Mira nada más a quién elegiste para perder tu virginidad. Nada más que a una bailarina y además mi mejor amiga". Yo alcé la mirada y me le quedé viendo a Mariana. "No te preocupes no me molesta".

Nos sentamos en la sala. Mariana le dijo a Julio que era normal que yo le gustara. Se me quedó viendo ella y comentó: "Se que nunca has tenido contacto con una mujer y es lógico que te excite Isadora". "Es más Isadora y yo te vamos a enseñar cómo debes seducir y acariciar a una mujer". Yo me quedé boquiabierta, nos paramos y Mariana tomó de la mano a Julio y con la otra a mí. Nos dirigió a su cuarto y entramos. Julio y yo nos sentamos en la cama. Mariana tomó un cassette y lo puso en su estéreo. Se soltó el cabello y comenzó a bailar a ritmo de Bob Marley. Su cuerpo se deslizaba de arriba abajo cubriéndonos del sol que entraba por la ventana El sudor recorría su cuello y espalda. Sus pantalones dejaban ver ya el sudor de su cuerpo y los jugos que salieron de su vientre al ver la escena de la sala. Su tanga blanca se transparentaba. Situación que me excitó, me tomó de la mano, me levanté y comencé a bailar a lado de Mariana sólo para Julio. Mis manos se deslizaban a través de mis muslos, que al subir dejaban ver en plenitud mis piernas. Bailamos juntas y decidimos acercarnos a Julio. Mariana le pidió que nos desnudara como él pensara. Comenzó por desabrocharme la minifalda que cayó suavemente por mis piernas. Mariana comenzó a deslizar sus manos por mis nalgas masajeándolas, mientras Julio Se encargaba de mis muslos de nuevo. Tomé la mano de ella y me la puse en el vientre. Ante él, Mariana le mostraba cómo acariciar una vagina. Juntaba los dedos y los restregaba contra mi vagina debajo del bikini. No podía más. Así que me separé e invité a bailar a Julio. Lo puse frente a su hermana y le llevé su mano al cierre de los pantalones de ella. Bajó el cierre ante el consentimiento de Mariana, tomó con sus manos el pantalón y comenzó a deslizarlo mientras sus torneadas nalgas se abrían a mi vista. Julio se le salió decir que eran tal y como se las imaginaba. "Te gusta tu hermana" le pregunté. "Sí, esta muy buena". respondió. Tomé sus manos y con su hermana de espaldas a él, las coloqué sobre las nalgas de su hermana. Comenzó a sobarlas con vehemencia, mientras me miraba como lamía la concha de Mariana con mi lengua. "Isadora, sí, así lámeme mas fuerte" -gritó-. Julio por favor sóbame los muslos como se lo hacías a ella. Y así lo hicimos.

No lo podía creer, Mariana esta disfrutando las caricias de su hermano Julio. Eso me excitó más, así que decidí ir más allá. Tomé a Julio y lo puse frente a Mariana. Le quité a Julio su camisa y comencé a lamerle el pecho suavemente mientras ella me lamía el cuello. Después le bajé el cierre del pantalón a Julio, sacándole su miembro. Era grande y ancho para su edad. Tomé la mano de Mariana y la llevé al pene de Julio. Estaba mi amiga tan excitada que acarició con ternura el pene de su hermano. "Qué verga tienes hermanito" dijo. No era momento que se viniera así que lo separé.

Desabroché mi blusa y mi sostén, dejando ver mis rosados senos. Mis senos son medianos, firmes y redondos. "Ven, Mariana, lámeme mi pezón". Así lo hizo lamiendo y chupando cada uno de mis pezones. "Ahora tu Julio lámeme el otro pezón". "así Julio de arriba abajo, disfrútalo". Ahhhh. "Es fácil" comentó. "Bien, ven conmigo cariño".

Me recosté en la cama, sólo mi espalda tenía soporte, mis glúteos y piernas salían de la misma. Mariana lo guió. Deslizó sus manos sobre mi abdomen plano. Pellizcó mis pezones jalándolos suavemente. Tomó mis senos y los acarició circularmente y haciendo presión. Subió por mis hombros y mi cuello. No aguantó más y acercó su boca mis pechos. Por su inexperiencia los lamía, los mamaba y llegó a mordérmelos. No saben cuánto me excitó eso. Le pedí a ella que se recostará de la misma forma a mi lado. Julio tomó uno de mis senos y uno de los senos de Mariana. Le ordené que le hiciera lo mismo que a mí a su hermana.

"Ahora te enseñaré algo muy importante". Me levanté y lo guié. Lo hinqué de rodillas. Tomó las nalgas de su hermana y comenzó a sobarlas circularmente. Mariana colocó las piernas en los hombros de Julio. Él deslizaba sus manos desde las nalgas pasando por los muslos de Mariana. Lamió su entrepierna rescatando los jugos que ahí se almacenaban. Lamió cada gota de jugo del vientre de Mariana y humedeció su vello púbico. Le abrí los labios de la vagina y le ordené que metiera su lengua. Buscó y encontró el clítoris. Lamía con tal premura que Mariana tuvo su primer orgasmo. Se me antojó tanto su orgasmo, que también le ofrecí mi vagina.

Al ponernos de pie, Mariana premió a Julio con un delicioso beso francés de lengua. Se comieron a besos, mientras ella se sostenía de sus nalgas. Yo la tomé por detrás y le sobé sus senos. De repente, él nos sorprendió con una petición. Quería vernos besándonos y haciendo el amor.

Accedimos. Mariana lamió mis labios con dulzura. Yo abrí mi boca y ella introdujo su lengua chocándola con la mía. Nos comimos nuestras lenguas por unos minutos. Mientras, yo deslizaba mis dedos por su espalda. Mariana tenía sus manos en mi cintura y las deslizó por mi abdomen. Las puso sobre mis senos y los acarició. Me dio ligeros pellizcos. La recargué contra la pared y la tomé de las muñecas. Froté mis pezones contra sus pechos mientras nuestras lenguas trataban de alcanzarse. Ella liberó sus manos y tomó mi cabeza y la hundió en sus pechos. Se los comí con frenesí. Ahora ella toma mis manos y me avienta contra la cama. Se montó en mí y unió su vagina contra la mía. Se podía escuchar el chasquido de la fricción de nuestras vaginas.

Después de 30 minutos de hacer el amor caímos rendidas. Julio aprovechó para comernos y sobarnos hasta hartarse. Mariana una vez recuperada, tumbó a Julio y se montó en él. Con ojos de malicia me volteó a ver y tomó el pene de Julio. Se lo introdujo en la vagina y se sentó sobre él. Lo cabalgaba. Mientras Julio gemía muy fuerte. Lo callé besándolo. Ocurrió un pequeño accidente. Julio se vino dentro de Mariana. Pero no nos importó. Dejé recuperarse a Julio y lo excité de nueva cuenta. Esta vez él me hizo suya puesto que aprendió rápido.

Terminamos con la satisfacción de haber iniciado a Julio. Nos bañamos lo tres juntos. Mariana y Julio no dejaron de besarse durante la ducha. Bueno los tres nos besamos. Él nos bañó a las dos y nosotras a él. Nos vestimos y Mariana nos preparó la tan ansiada cena prometida.

Esa noche dormimos en la cama king size de Mariana. Ella, yo y nuestro joven amante. Desde ese día no he vuelto a juzgar a un amante por su edad.

Isadora

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