Dos hermanitos para Irene

Irene descubre qué se siente al ser follada por su novio y su hermanito pequeño...

Los siguientes hechos sucedieron el mes de febrero del pasado año. Yo, Irene, había invitado a Carlos, mi novio a pasar unos días en mi casa de Barcelona tras la época de exámenes. Hacía aproximadamente un mes que no nos veíamos y ambos sabíamos que el reencuentro iba a ser de lo más caliente… Sin embargo, desconocía cuales eran los planes de mi novio para pasar aquella apasionada semana. Hacía meses le había confesado mi mayor fantasía, ser follada por él y su hermano pequeño, Fernando, de manera que quiso satisfacerme presentándose en casa con el benjamín de la casa.

Al abrir la puerta no supe cómo reaccionar y una mezcla de sorpresa y profunda excitación me abordaban pero nada comparable con cómo iba a sentirme horas después… Hice pasar a los chicos y les pedí que se acomodaran. Fernando, tras darme un abrazo y lanzarme una mirada de complicidad que me sorprendió me pidió meterse en mi cama a descansar un par de horas puesto que el viaje en tren había sido agotador. Mientras Fernando descansaba, Carlos y yo nos dirigimos al sofá para pasar el rato besándonos. Me sentía muy excitada y decidí subirme a él para que pudiese acariciar mi cuerpo con mayor facilidad. Siempre me había gustado sentarle en el sofá y subirme a él cuando llegaba de viaje porque era la única manera de ver la cara de deseo que ponía al desabrocharme el sujetador y ver mis dos redondas tetas frente a su cara. Aquella noche yo vestía una fina y larga falda blanca y una camisetita de tirantes color rosa que dejaba entrever mis tetas. Mi tanguita blanco podía intuirse bajo la faldita y mis pies se encontraban descalzos y apoyados sobre las rodillas de Carlos, quien no podía ni deseaba disimular el enorme bulto que aparecía entre sus piernas.

Habiendo pasado largo rato besándonos y lamiéndonos todo el cuerpo, mi novio me miró a los ojos y dijo: "es hora de que despiertes a Fernando, Irene". Un nudo se situó en mi garganta, una mezcla de deseo y temor pero ambos sabíamos cuál era el fin de aquella inesperada visita. Carlos deseaba tanto como yo ver como su hermano pequeño me follaba en nuestra propia cama y quería verlo aquella misma tarde.

Sin haberme dado aún tiempo a bajar de sus rodillas y teniendo aún sus cálidos dedos bajo mis braguitas me pidió que fuera a despertarle tal y como vestía en aquel momento, con la falda arremangada y las tetas por fuera del escote de la camisa. Quise negarme puesto que temía la reacción de su hermano pero esa era una de las reglas que iban a permitir que el juego avanzara, de manera que así lo hice.

Al llegar a la habitación pude ver como mi cuñado se encontraba profundamente dormido. Se había tomado la libertad de desnudarse antes de meterse en nuestra cama para descansar con mayor comodidad pero ahora podía no solo ver su torso desnudo, sino la silueta que dibujaba bajo las sábanas su dura polla. Pude sentir los pasos de Carlos tras de mí, aproximándose a la habitación y parándose junto a la puerta. Sentía su mirada clavada en mí y no tardé en escuchar como me decía: "tócasela. Sabes que le encantará". Llegado a este punto sabía que debía obedecer toda orden expresada por parte de mi novio de manera que accedí a hacerlo.

Me encontraba sentada en el borde de la cama, con las tetas frente a la cara de mi cuñado, aún dormido, y con la faldita arremangada que dejaba ver la mancha de humedad que había producido el flujo de mi coño en mis braguitas debido a aquella excitación extrema que sentía. Mi mano se deslizó sobre las sábanas siguiendo la silueta de la gorda y dura polla de mi cuñado cuando éste se despertó. Sin articular palabra me subí a él para garantizar su disfrute en aquella situación. Pensé que no iba a poder negarse a tocarme mientras me mantenía desnuda sobre él. En aquel momento nadie dijo nada. El silencio se apoderó de la habitación hasta que Carlos comenzó a caminar hacia el sillón que ocupaba una de las esquinas del cuarto. "Vas a follarte a mi novia como si fuese el único coño que has deseado en toda tu vida y yo voy a estar aquí para verlo. Fóllatela como si fuese tu puta y hazle cuanto desees. Ahora es tuya", dijo Carlos. Poco después pude oír como Fernando le contestaba sin desviar su mirada de mis duros pezones que ahora se encontraban muy cercanos a su carnosa boca: "lo cierto es que hace tiempo que quiero follarme a esta putita, hermano.

Al fin voy a conseguir clavarle mi enorme polla a la novia de mi hermano tal y como siempre he querido". Aquello me sorprendió enormemente pero mentalmente me había prometido no articular palabra y disfrutar de todo aquello que siempre había deseado y al fin iba a hacerse realidad. Poco después Fernando me arrancó la camisa que ya no tapaba ni un solo centímetro de mi piel y quitándome con furia las braguitas, me obligó a meterme su enorme polla en mi coño. Antes de hacerlo quiso cerciorarse de que mi coño chorreaba flujo de manera que metió dos de sus largos dedos en él. Dedos que después metería en mi boca para que supiese a qué sabían mis líquidos. Dirigí la polla de Fernando a mi coño tal y como él me había obligado a hacer y de un fuerte pollazo sentí como me penetraba hasta las entrañas. Oí como Carlos gemía al ver aquella escena y como su mano no dejaba de pajear su polla. En aquel momento me sentí la puta de dos hermanitos y me encantaba

Pasó el rato. Me encontraba a cuatro patas sobre nuestra cama, totalmente desnuda y sintiendo como mi cuñado me metía su enorme rabo en el coño. Sus manos se deslizaban hacia mis tetas, que bailaban al compás de las embestidas que Fernando me proporcionaba cuando Carlos se puso en pie y se dirigió hacia nosotros. Primero se situó frente a mí y cogiéndome la cabeza con fuerza la dirigió hacia su polla. Ahora sentía las dos enormes pollas de los hermanitos dentro de mí pero esa sensación no iba a terminar ahí… Mirando a su hermano, Fernando le dijo a Carlos que ya era hora de que disfrutase él del húmedo coñito que poseía su novia y que era el momento de darle su merecido a aquella zorra calientapollas que había estado jugando a ponérsela dura a ambos durante tanto tiempo, así que me pidió que comenzase a follarme a Carlos como si nunca antes hubiese probado una polla mientras él iba a encargarse de mi culo. Jamás había llegado a sentir placer al ser penetrada analmente pero las cosas iban a ser muy distintas aquella noche. Su polla abrió mi culo sin compasión y rápidamente pude sentir como sus huevos golpeaban rítmicamente mi clítoris. Me prohibió correrme pero no pude evitar comenzar a gritar como una zorra mientras las dos pollas que más deseaba me follaban. La polla de mi novio se llenó del caliente flujo de mi coño pero esto no fue excusa para que ambos parasen de follarme, muy al contrario, comenzaron a follarme con mayor fuerza y ahora no sólo sentía como me corría y mi cuerpo perdía fuerzas sino que Carlos sacó su polla de mi, me dio la vuelta y mientras hacíamos un fantástico sesenta y nueve obligaba a su hermano menor a follarme el culo hasta correrse dentro de mi. Así lo hizo… mi culo se llenaba de caliente corrida de Fernando mientras mi novio, sin dejar de comerme el coño y meterme dedos en él, se corría en mi boca. Tras haberlo hecho y queriendo ver como me la tragaba totalmente me tumbaron de nuevo en la cama y ambos hermanos me comieron el coño hasta conseguir ver como me corría de nuevo y como mi coño escupía chorros de corrida femenina.

Finalmente, quise agradecerles el fantástico polvo y habiéndose tumbado juntos en la cama comencé a hacerles una suave mamada mientras dejaba que conciliasen el sueño