DOS HERMANAS Y UN AMANTE (Primera parte)
Aida y Claudia, dos hermanas unidas por la pasión hacia el mismo hombre
Todo comenzó en el año de 1973 cuando yo tenía 18 años y mi novio Raúl me presentó a un compañero de la universidad y a su novia. Pedro, que así se llamaba su amigo, me atrajo físicamente ya que era un muchacho muy alto, de 1.92 metros, de piel blanca, ojos color miel, cuerpo bien formado, unas nalgas sensuales y guapo como el que más. Yo era una chica de 1.75 metros de estatura y mi novio un muchacho de 1.78 metros de ahí que, sin menospreciar lo guapo que era Pedro, su estatura llamó agradablemente mi atención.
Ese día, cuando nos conocimos, él se acercó a mi para saludarme con un beso en la mejilla y después mirándome a los ojos y viendo de reojo a Raúl dijo “Ya Raúl me había dicho lo bella que eras, pero se quedó corto, no te hizo justicia, pero no lo regañes que de seguro mintió por celos ¿Verdad compadre?”. Raúl se rio y yo le obsequie mi más coqueta y apenada sonrisa por sus palabras de elogio…. Aclaro que yo estaba enamorada de Raúl, pero nunca podré negar que al verlo agachar su cabeza para besarme en la mejilla, tenerlo tan cerca observar su rostro, escuchar su varonil voz y su trato caballeroso me hizo sentir “esa cosa” … ¿Cómo les explico?... Tal vez es algo similar a cuando se dice que los hombres “desnudan a las mujeres con la mirada” … Una especial atracción sexual, y en un acto de “autodefensa” frente a un auténtico seductor di un paso hacia atrás puse una mano sobre mi pecho y bromeando dije “Me espantas Pedro, estás muy grandote” y los cuatro reímos
El caso es que hicimos una buena amistad, nos veíamos casi todos los fines de semana y si bien yo me sentía atraída por Pedro, sin duda alguna que él sentía lo mismo por mí y me explico. No quiero pecar de soberbia pero yo era una chica guapa, de piel trigueña clara, ojos color verde aceituna, con un cuerpo bien formado y unas piernas que llamaban la atención, mismas que me encantaba lucir ya que en esa época la minifalda con botas o calcetas estaba de moda y siempre que la usa “sentía” la mirada de Pedro sobre mis piernas, las que yo “distraídamente” cruzaba frente a él para mostrar de forma “involuntaria” el triángulo de mi pantaleta la cual les aseguro que humedecía con la presencia de Pedro
Al año de tratarnos como amigos, en vacaciones de semana santa, mis papás los invitaron a él y a su entonces novia Araceli a pasar esos días en la casa de Acapulco, como en esa época los novios no dormían juntos, Pedro y Raúl compartieron recámara y Araceli, mi hermana Claudia (Entonces con 15 años) y yo dormíamos en otra … Y resultó que un día en que me levanté temprano vistiendo un bikini blanco, salí al jardín donde me encontré a Pedro sentado en una silla junto a la alberca, me acerqué para sentarme frente a él y la charla se desvió a bromear sobre intercambiar habitaciones en la noche después de que se durmieran mis papás, pero como es bien sabido que “entre broma y broma, la verdad se asoma” yo riendo sobre lo que decíamos me referí al hecho de que mi hermana dormía en nuestra habitación diciendo
¿Y qué hacemos con Claudia? no te olvides que ella duerme en nuestra habitación
Ese es un problema, pero tú te podrías pasar a nuestra habitación
Reí y pregunté
¿Y tú qué? ¿A dónde te vas?
Lo miré a los ojos y reaccioné
- No me digas que estás pensando en que nosotros… ¿Los tres?
Me recorrió con la mirada mordiéndose el labio inferior negando con la cabeza y yo fingiendo admiración respondí
- ¡¿Tú y yo?!, ¡Pedro! ¿Cómo me dices eso? …. Y lo dices en serio ¿Verdad? .... Eres un cabrón
Solté una “coqueta” carcajada, a la que el respondió recorriéndome otra vez con su mirada y preguntar
¿Cuantos años tienes Aida?
18 ... ¿Por qué? ¿Quieres saber si ya tengo edad para merecer?
Respondí bromeando y él me miró a los ojos, intentó decir algo pero se arrepintió y cambió la conversación
- Que bien te queda ese bikini, con el color de tu piel se te ve un cuerpazo, bueno es que en realidad tienes un cuerpazo … Tienes unas piernas de concurso, una hermosa cintura y unas….
No se atrevió a decirlo, solo movió su cabeza hacia un lado, yo sonreí, me levanté de la silla y di lentamente una vuelta para que observara mi espalda y mis nalgas, al quedar nuevamente frente a él, pícaramente pregunté
¿A esto te referías?
¡Justo a eso!... Que cuerpo tienes Aida… ¡Estás para comerte!
Reí, me volví a sentar frente a él y en un tono “cantado”, de esos que usamos las mujeres al sabernos deseadas, en una mezcla de seriedad, incredulidad y coquetería pregunté
- ¿Me quieres comeeer?
Me miró fijamente, sacó la punta de su lengua y moviéndola de abajo hacia arriba con voz nerviosa respondió
- Así, centímetro tras centímetro de tu delicioso cuerpo
Lo miré con seriedad y pregunté
- ¿Me estás insinuando algo?
El puso sus manos sobre mis rodillas, acarició suavemente mis muslos y se “lanzó” diciendo
- No te lo estoy insinuando, te lo estoy pidiendo …. Haz el amor conmigo Aida
Antes de poder responder escuchamos a mi papá bajando las escaleras lo que nos obligó a hacernos los desentendidos.
Nunca me lo volvió a proponer y era lo lógico ya que hubiera sido un descaro que le pidiera a Raúl mi número de teléfono o que se presentara a buscarme en casa de mis padres. Y es que antes las mujeres no solíamos buscar a los hombres a pesar de nuestros deseos o sentimientos… ¡Eran otros tiempos! y no pienso juzgar, ni comparar las costumbres de antes con las actuales, el caso es que poco a poco el asunto se fue “enfriando”
¿La razón?, muy simple, Pedro terminó su relación con Araceli y como él y Raúl ya habían terminado su carrera universitaria nos comenzamos a juntar cada vez menos. Tiempo después, cumplidos mis 20 años, Raúl y yo nos casamos e invitamos a Pedro y aquí es donde entra mi hermana en la historia…. Claudia, mi hermana, era una chica que nunca había mostrado interés por los chicos y su única amistad era una amiga suya llamada Lourdes (Lulú) lo que me hacía pensar que era lesbiana. En esa época la homosexualidad era un reprochable “secreto de alcoba” y por eso fue que a mi boda no invitamos a su amiga Lulú a pesar de la petición de Claudia, por lo que y a mi modo de ver, no le quedó de otra que hacer pareja con Pedro a quien le tenía un gran cariño y quien también había ido solo a la boda.
Ya narré las razones por las que nuestra amistad se había “enfriado” pero cuando yo pasé de ser la novia de su amigo, a la esposa de su amigo, Pedro decidió alejarse de nosotros en forma definitiva, lo que me demostró sin lugar a duda que en realidad lo que a él le interesaba era yo y no su amistad con Raúl… Fue un año después que nos volvimos a ver por accidente
Antes de narrar nuestro encuentro, debo decir que por desgracia, mi relación con Raúl comenzó a deteriorarse, a los siete meses de casados él aceptó un trabajo en otra ciudad y solo venía los fines de semana a “cumplir en casa” donde ese “cumplir” se fue convirtiendo solo en presencia ya que cada vez eran menos frecuentes nuestros contactos sexuales, sin duda habíamos confundido la pasión con el amor y cuando la costumbre terminó con la pasión, llegó el final… Al menos ese es mi punto de vista…
Un lunes muy temprano en que llevé a Raúl al aeropuerto nos encontramos a Pedro en la cafetería, él nos dijo que había ido a despedir a una amiga quien era sobrecargo en una compañía de aviación y con la que seguramente… Bueno, esas son elucubraciones de mi parte… El caso es que platicamos un buen rato de lo que habíamos hecho en los meses en que no nos habíamos visto y lógicamente sobre lo que hacíamos en el aeropuerto, después de acompañar a Raúl a que abordara el avión, Pedro y yo caminamos al estacionamiento y en el trayecto él preguntó
¿Por qué no te fuiste con Raúl? Podían haber rentado un departamento allá
No me quiso llevar… Ya llevo varios meses viviendo sola de lunes a viernes y a veces pasan dos o tres semanas sin que él “pueda venir”, yo creo que tiene otra mujer por allá.
Me miró extrañado y yo decidí platicarle lo mal que iba mi relación con Raúl, primero él me escuchó sorprendido y me animó a mantenerme firme sin perder la esperanza en que todo era “Una crisis pasajera”. Cuando me subí a mi auto abrí la ventanilla, Pedro se puso de pie junto a ella y yo en tono triste, con los ojos humedecidos le dije que estaba segura que mi relación con Raúl ya no tenía remedio, entonces él puso con suavidad su mano sobre mi mejilla en una dulce caricia que yo coquetamente agradecí apoyando mi mejilla sobre su mano y me dijo “Animo preciosa, vas a estar bien, ya verás que de una u otra forma todo se va a arreglar” , acercó su cara a la mía y sorpresivamente me dio un dulce beso en los labios, me miró a los ojos en busca de una reacción negativa y al notar mi tranquilidad repitió el beso solo que ésta vez su lengua tocó mis labios y yo le respondí de la misma manera.
Al regresar a mi departamento, mientras me miraba al espejo del baño pasé mi dedo índice suavemente sobre mis labios y sonreí contenta pero también avergonzada de que los pequeños y dulces besos de Pedro me hubieran hecho “humedecer las bragas”. Reí al aceptar que mi deseo por Pedro nunca había muerto, siempre lo había tenido en mi mente como el hombre más atractivo que hubiera conocido y el calor de sus labios sobre los míos me había hecho olvidar mi triste situación amorosa
Fue un día como cualquier otro, un día más de soledad que intentaba “distraer” en mis estudios y comiendo en casa de mis padres. Ese día, después de ir a la universidad, cuando comíamos en la casa familiar, estando sentados a la mesa les platiqué de mi encuentro con Pedro, besos omitidos claro está, Claudia me miró muy seria y mi papá comentó “ Nosotros lo vimos hace poco, desde el día de tu boda ha estado saliendo con tu hermana, ella no platica nada, pero creo que ya son novios” . En ese momento Claudia reaccionó violentamente “ ¡No somos novios!, Me invitó a la boda de un primo suyo y después si hemos salido muy seguido a… a… ¡A donde sea demonios, que tengo derecho a hacerlo!, ¡Pedro es mi amigo y lo quiero mucho! ¿Qué problema hay en eso?”, mi papá levantando la mano para indicarle que se calmara dijo “Ningún problema hija, al contrario, yo solo pienso que sería un buen partido para ti y no hay razón para ponerte así” pero ella molesta exclamó “¿¡Por qué se meten en eso!?, ¿¡Acaso es mucho pedir que no se metan en mi vida sentimental!?, si salgo con Lulú soy una lesbiana pecadora y si salgo con Pedro, me quieren casar… ¡Demonios!, déjenme vivir libremente”
Ante su molestia cambiamos la charla, sin embargo, al analizar su reacción y observar el gesto de tristeza en el rostro de mi madre, comencé a pensar muy seriamente en que mi hermana ocultaba algo, y no pensé en Pedro, sino en la tal Lulú y las muchas veces en que se quedaba a dormir en la casa de ella, ¡Mi hermana era lesbiana! Y eso era preocupante ya que como lo dije antes, en esa época no era aceptada la homosexualidad, ¡Y mucho menos podía ser declarada!, nadie “salía del closet”, como dicen ahora, por lo que era una tendencia sexual “En lo oscurito”. Y si dos hombres o dos mujeres vivían juntos, eran satanizados al grado de que muchos papás prohibían a sus hijos menores de edad acercarse a ellos, eran tratados como si fueran los leprosos en los primeros siglos de nuestra era
Al llegar a casa por la noche, mi soledad, mi deseo y mi…Calentura… hicieron que imaginara, deseara y soñara que Pedro me buscaba y yo aceptaba acostarme con él… Mis deseos comenzaron a realizarse al día siguiente ya que a las 8 de la mañana él me habló por teléfono…Voy a hacer un paréntesis… En ese tiempo, no existía la telefonía móvil y a pesar de que sabíamos el número del teléfono de las casas de los amigos, no era bien visto que una mujer casada le hablara a un amigo o viceversa, por lo general si el amigo hablaba y la mujer contestaba, después del saludo se le pasaba la bocina del teléfono a la pareja, por ejemplo: “Hola Pedro, ¿Cómo estás?, te paso a Raúl” era casi imposible que él dijera “No me lo pases, quiero hablar contigo” ya que implicaba alguna intención “Non santa” con la pareja del amigo o la amiga…
Esa mañana cuando respondí la llamada al escuchar la voz de Pedro sentí esa mezcla de emoción y nerviosismo la cual la mayoría de las veces definimos como “Mariposas en la panza”, él me dijo
Qué bueno que te alcancé, pensé que ya te habías ido a la universidad
¿Cómo sabes que voy a la universidad?
Me lo dijo… No me acuerdo, pero eso no importa, mejor dime cómo estás... ¿Más tranquila? ¿Cómo dormiste?
Mi mente trabajó al mil por hora sin pensar en otra cosa que no fuera llevar “El balón a mi cancha”, así que con un poco de insinuación y mucho de victimización respondí
Dormí bien Pedro, soñé contigo ___ El se rio y sin dejarlo hablar agregué__ pero estoy…bueno, no estoy bien, yo quisiera que…. ¡Hay amigo!, ya no sé lo que quiero
Dime que necesitas ¿En qué te puedo ayudar?
Quería responderle que nada y en nada, pero me arrepentí ya que estaba segura de que al saberme dolida y en el abandono Pedro me consideraba “presa fácil” y eso hacía que él lo fuera también para mí… Cuando pensé en lo bien que me quedaba aquella frase de que “Esta urgida de macho” con la cual criticábamos a las que se vestían muy sensuales y coqueteaban con casi todos los hombres. No pude evitar reír con mis palabras, pero les di un toque de risa dramática, de esa que usamos buscando ocultar nuestro dolor y le respondí
Me siento muy sola, ¿Por qué no vienes a verme?
Si claro, ¿Quieres que vaya ahora?
Quería decirle que sí, pero no lo hice, ya que no quería prisas, ni las llamadas telefónicas, ni nada que interrumpiera mis planes, y como Pedro nos había dicho en el aeropuerto que vivía solo, mi idea era que se quedara a dormir conmigo. Fingiendo decepción respondí
- Me encantaría que vinieras ahora pero tengo que ir a la universidad y saliendo de ahí voy a comer con mis papás…. ¿Te parece bien si nos vemos a las 7 de la noche?
Pensé en que si él me seguía deseando como antes, yo tenía “la sartén por el mango” así que usando coquetamente el diminutivo cariñoso con el cual a veces lo había llamado pregunté
¿Puedes venir a esa hora Pedrito?
¡Si claro!, ¿Dónde quieres que nos veamos? ¿En casa de tus papás?
¡Que ocurrencias las suyas!, como si mi idea fuera usarlo de “paño de lágrimas” en la casa paterna, lo que yo necesitaba era un hombre con quien satisfacer mi necesidad de sexo, así que con voz insinuante respondí
- No, nos vemos en mi depa Pedrito… Aquí donde paso mis noches solita y triste
Quedó en silencio, tal vez pensando que no era correcto cogerse a la esposa de su amigo en su propia cama…. Eso imaginé yo…. Pero como haya sido, después de ese largo silencio pregunté
¿Sigues ahí?
Si, aquí sigo, es que me distraje en algo… Entonces te veo ahí a las 7… Te mando un beso
¡Qué lindo!... Yo te mando muchos… Gracias amigo
Eran las 6:30 de la tarde cuando me metí a duchar y mientras lo hacía pensé en que tal vez mi juicio era erróneo y que él pretendía escucharme desinteresadamente, reí y hablando sola dije “Si como no, se muere de ganas de meterme la varga y hoy es su día de suerte” . Al salir de la ducha puse crema en mi cuerpo y como siempre lo hacía perfumé mi cuello, mis pechos y mi pubis. Mientras maquillaba mis ojos observé mi cuerpo desnudo al espejo y en voz baja me brotó la soberbia diciéndome al espejo “Con razón te quiere coger, ¡Que cuerpo tienes!, así que no lo pienses mucho, olvídate de todo y satisface tu necesidad de sexo, no dejes pasar esta oportunidad… Te garantizo que te va a coger como nadie lo ha hecho, bueno, como no lo ha hecho el pendejo de tu marido que desprecia el cuerpazo que tienes, si yo fuera ese marido tuyo, te cogería noche y día” … Solté una carcajada que terminó con un chasquido de resignación al recordar que no era la primera vez que en mi soledad me hablaba a mí misma frente al espejo
Me puse de pie y me giré haciendo mis movimientos más sensuales, estaba muy excitada, ya que además de imaginar lo que iba a hacer, era uno de esos días en que mis hormonas estimulaban mi instinto animal de apareamiento, uno de esos días en que solo la cordura le impide a una salir a la calle para buscar con quien hacerlo. Pensé que sin duda estaba ovulando pero eso no importaba ya que durante más de un año los anticonceptivos habían sido muy efectivos y seguros, de otra forma a Raúl y a mí nos hubieran casado por estar embarazada.
Al terminar de maquillarme saqué del armario la minifalda más corta, la blusa más escotada y la lencería más sexy que tenía, observé mi vestuario sobre la cama y lo volví a guardar… ¡Lo haría de la manera más fácil!, nada de flirteos, ni coqueterías, ni insinuaciones, sería como se dice por acá “A lo que te truje Chencha” o “Lo que sea, que suene” de otra forma ¿Para qué le había pedido que viniera?, ¿Para coquetearle y ver si quería conmigo?, ¡De ninguna manera! Hoy dejaría a un lado la abstinencia en que me tenía Raúl y satisfaría mis deseos por Pedro… Decidida a ello cubrí mi cuerpo tan solo con una bata de baño y lo esperé nerviosa sentada en la orilla de mi cama.
Cuando él llegó, le abrí la puerta de la calle y dejé entreabierta la del departamento, un departamento pequeño de una recámara donde Raúl y yo vivíamos, cuando lo escuché entrar y cerrar la puerta, preparé el “espectáculo” y le grité
- Estoy en la recámara, me ganaste en llegar, me metí a bañar y me estoy vistiendo
Desee con todas mis fuerzas que no se fuera a sentar en la sala a esperarme y mi deseo se cumplió. Al escucharlo caminar hacia la recámara, me puse muy nerviosa y cuando llegó a la puerta de la recámara se quedó de pie bajo el pórtico observando el “espectáculo” … Sentada en la orilla de la cama yo untaba crema en una de mis piernas, la que con toda intención había descubierto hasta la ingle. Al verlo ahí de pie le dije “Hola” y él se acercó supuestamente para saludarme, su vista se fijó en mis muslos y al notar que no llevaba ropa interior, sonrió y sin dudarlo me besó en los labios ofreciéndome su lengua al tiempo que metía su mano bajo mi bata para acariciar mis pechos. ¡Claro que yo tenía que fingir!, me separé de su boca, lo empujé hacia atrás y con un tono de fingida molestia y admiración le dije
¡¿Qué haces Pedro?!
Lo que hemos querido hacer desde el día en que nos conocimos…
Puso sus manos sobre mis mejillas y me besó otra vez, recostando mi espalda sobre la cama y respondí a su beso entreabriendo mi boca y ofreciéndole mi lengua para mezclar nuestras salivas y “echar más combustible al fuego” que ardía en mi interior. Desató el cinturón de la bata y la abrió, se arrodilló sobre la cama para observarme desnuda y me dijo “Que hermosa eres Aida” Me volvió a besar apasionadamente, me hizo sacar mis brazos de las mangas de la bata y besó mis hombros, mi cuello y mi pecho, al llegar a mis tetas las chupó y lamió dulcemente para después continuar su camino hacia abajo, lamiendo y besando mi vientre y mi ombligo hasta llegar a mi pubis. Se quitó la playera, se arrodilló en el piso, apretó mis pantorrillas sobre su pecho desnudo y besó mis rodillas, besó mis muslos y recostó su cabeza sobre de ellos, yo emocionada y excitada había cerrado los ojos, pero los abrí al escucharlo decir
Que lindas piernas tienes, me gustas mucho Aida
Y a mí me gusta gustarte
Tu piel es tan suave que… ¡Dios!, te deseo tanto
¿De verdad? ___ Pregunté y sin pensar en mis palabras agregué___ Te necesito Pedro
El separó mis piernas y yo suspiré cuando besó mi vello púbico, me besó en mi periné recorriendo la piel alrededor de mis labios vaginales, ¡Qué sensación tan excitante! Mi respiración se comenzó a agitar por la ansiedad, por el deseo de que me hiciera lo que tanto deseaba y a lo que Raúl siempre se negaba…. ¡Y por fin lo sentí!, el calor de su aliento y la humedad de su lengua recorrieron mi sexo haciéndome gemir de placer. Después subió mis talones a la orilla de la cama para tener frente a él mi sexo, con los dedos de una mano oprimió sobre la piel de mi pubis, metió dos dedos de la otra mano en mi vagina acariciando y presionando la parte superior de ella y cuando acercó su lengua para lamer mi clítoris, levanté mis nalgas gimiendo de placer y un sonoro “Mmmmmm” brotó de mi boca al tiempo que apretaba mis dientes sobre mi labio inferior
¡Y es que era la locura!, yo siempre había deseado el sexo oral y ser masturbada por mi hombre, pero Raúl siempre se había negado a pesar de que yo sí se lo hacía cuando estaba “En mis días” y es que…. Bueno, para ser honesta, debo confesar que el sexo con mi marido era siempre lo mismo, la repetición de una película porno que comenzaba con besos y caricias continuados a mis pechos, yo le lamía el pene y después me penetraba moviéndose dentro de mi hasta eyacular… Claro que había tenido orgasmos, pero habían sido ¿Como decirlo?... “Obligatorios”, una lógica consecuencia de sus frenéticos movimientos… Sin embargo esta vez Pedro estaba dedicado a mí, a hacerme gozar, a hacerme sentir mujer y no una vagina donde masturbarse.
Cuando sacó sus dedos de mi vagina, subió mis piernas a sus hombros para besar y lamer mi sexo mientras que con sus manos apretaba con delicadeza mis pezones, duré muy poco, mi cuerpo se tensó, mis muslos se cerraron sobre sus mejillas, él bajo sus manos sobre mi endurecido pubis, lo apretó sin dejar de acariciar mi clítoris con su lengua y en medio de mi súplica de “ No te detengas Pedro, te lo ruego, no pares, no pares” dejé venir mi orgasmo, mis entrañas se contrajeron una y otra vez humedeciendo con mi orgasmo su lengua y su boca. Pasado mi orgasmo mi cuerpo se relajó, mis nalgas se apoyaron sobre la cama y mis muslos flácidos quedaron sobre sus hombros, él besó repetidamente mis labios vaginales y me dijo
- Me gustó que te vinieras en mi boca… ¡Me gustas mujer!
Y a mí me embargó la emoción, ya que estaba con un hombre para el cual mi placer era indispensable en el sexo y no solo un accidente involuntario, un hombre que me trataba delicadamente como se debe tratar a una mujer en la cama, un hombre que se empeñaba en complacerme y que sabía cómo hacerlo… Así que convencida de que al esforzarse por darme placer conseguía el suyo me entregué confiada a sus deseos y segura de que todo lo que hiciera conmigo sería una nueva y maravillosa experiencia
Se puso de pie para terminar de desnudarse y pude observar que además de estar muy bien dotado, ya estaba listo para el calor de mis entrañas... ¡ Cuanta vanidad !, cuanta soberbia había en mí al ver su miembro erecto deseoso de hundirse en mi carne mientras que yo, ardiendo en deseos, lo admiraba desnudo de pie junto a la cama, su cara, su maravilloso pecho, su vientre plano, sus muslos, toda esa excitante desnudez que tanto había soñado de soltera y aún de casada. Si Pedro supiera las veces que al coger con Raúl lo había hecho pensando en él y cuantas veces en mi soledad, o más bien en mi abandono, me había puesto las almohadas sobre mis pechos mirando una de las fotos donde él aparecía en traje de baño y balbuceaba su nombre entre gemidos de placer provocados por el vibrador que tenía dentro de la vagina. Ahora era una realidad, una realidad que estaba dispuesta a disfrutar mil veces más de lo que había disfrutado en mis más ardientes sueños
Pedro puso sus manos sobre mis rodillas y apoyó su glande en la entrada de mi húmeda vagina, pasó mis piernas por su cintura y yo enredé mis pies detrás de sus nalgas, recostó su varonil pecho sobre de mí y comenzó a penetrarme lentamente, yo abrí mi boca y él acalló mi gemido con un húmedo beso en el que pasó su lengua sobre mis dientes para después juntarse con la mía… Cuanta excitación hay al ser penetrada y besada al mismo tiempo, al sentir como nuestras salivas y la humedad de nuestros sexos se mezclan en el más delicioso ritual de la existencia humana.
Conforme su lengua, impregnada del sabor de mi sexo, jugaba dentro de mi boca juntándose a la mía, acariciando mis dientes y tocando mi paladar, la excitación de mi propio sabor me humedeció tanto que a su pene le fue muy fácil abrirse camino en la profundidad de mis entrañas, lo sentía dilatar mi vagina abriéndola al máximo, oprimiendo placenteramente mi recto y levantando la piel de mi pubis, de pronto sentí una molestia y mi gemido de dolor no pasó de su boca la cual permanecía unida a la mía. Sentí su pubis juntarse con el mío y el placentero roce de sus testículos sobre mi ano, separamos nuestras bocas y manteniendo su cara tan cerca de la mía, al grado de sentir su aliento, nos miramos a los ojos… Tal vez en otras circunstancias hubiera sido el momento de decirnos palabras cariñosas o amorosas, pero no éramos pareja, éramos tan solo amigos disfrutando del sexo, “Amigos con derechos” así que en lugar de un “Te amo” o quizás un simple “Te quiero”, solo dije
Estás enorme Pedro
Y tú eres una delicia de hembra, déjame estar así un rato, me gusta estar dentro de ti
Sus palabras me hicieron sentir única, así que sonreí y respondí
- El tiempo que quieras corazón, a mí me encanta que estés ahí
¡Y vaya que me gustaba!, ya que además del placer natural de sentirme penetrada… A ese placer se unía la soberbia de poseer a ese hombre tan guapo, la soberbia de haber devorado con mi vagina hasta el último milímetro de su pene y la satisfacción de sentir como el “abandonado” vacío de mis entrañas estaba ocupado por el hombre que tanto había deseado, claro que era yo “una delicia de hembra”, una delicia a la que su marido nunca había sabido apreciar, ahora le demostraría a Pedro la mujer que era yo en la cama, lo volvería loco de placer y lo tendría para mí cuantas veces lo quisiera.
Después de varios besos húmedos en que saboreamos ardientemente nuestras lenguas Pedro se enderezó quedando nuevamente de pie junto a la cama, levantó mis piernas apoyándolas sobre su pecho con mis pies a la altura de su cara, abrazó mis muslos y comenzó a moverse dentro de mi… ¡Que deliciosa postura!, podía ver su alto y fornido cuerpo frente a mí, su sensual pecho y su hermoso rostro, visión que aumentaba mi excitación y mi placer… Comencé a apretar mi vagina y a girar mi cadera, pero él me detuvo ya que quería disfrutar lo que más le gustaba de mi cuerpo, mis piernas. Con sus brazos apretó mis muslos contra su vientre evitando mis movimientos y comenzó a besar continuamente mis pantorrillas y mis empeines…. ¡Qué manera tan deliciosa de cogerse a una mujer, besándole los pies mientras su pene entra y sale de su vagina!
Pedro me gustaba como hombre y ahora me estaba gustando, más bien enloqueciendo, como amante y ahora yo le tendría que gustar como mujer
¿No te gusta que me mueva? ___ Pregunté y él respondió
No es eso, es solo que te he deseado tanto, que quiero hacerlo a mi manera.
Puso sus manos en mis corvas para mover mis piernas hacia mi vientre y se inclinó hacia mí, sus movimientos se hicieron más rápidos, mis piernas comenzaron a temblar junto con mis nalgas, mis ojos se desorbitaron, entre gemidos me mordí los labios y cuando mi cuerpo se endureció Pedro volvió a pegar mis piernas a su pecho, abrazó mis muslos con fuerza haciendo que mis nalgas se levantaran de la cama y empujó su pene hasta el fondo de mi vagina, en ese momento solté un grito, el placer de mis contracciones ennegreció mi vista y mi frente se perló de sudor… Al terminar mi intenso y largo orgasmo Pedro besó mis pies diciéndome
Que bonito te vienes Aida… No solo eres bella, eres toda una mujer….
Oh Pedro…. Eres tan tierno que….
Un gemido acalló mis palabras y cerré mis ojos incrédula de que sus caricias en mis piernas y sus dulces besos en mis pies y tobillos hubieran hecho “brincar” nuevamente mis entrañas como una continuación de mi orgasmo, cuando abrí mis ojos él sonrió satisfecho de su hombría y del placer que me había dado, yo le sonreí y me hice hacia atrás para acomodarme en la cama haciendo que su pene me abandonara, doble mis rodillas para apoyar las plantas de mis pies sobre la sábana y abrí las piernas, levanté los brazos invitándolo a subirse a la cama y en mí, él lo hizo y me volvió a penetrar acostándose sobre mi cuerpo y apoyando sus manos a los lados de mi cabeza, era la más excitante posición del misionero en la que yo hubiera cogido, levanté mis manos y recorrí con caricias sus brazos y sus hombros feliz de que el hombre que tanto había deseado por fin estuviera en mi cama, por fin tenía la desnudez de su pecho, de sus brazos, de sus nalgas, su bello rostro sonrojado por el placer y su grande, grueso y endurecido miembro dentro de mis entrañas.
Es bien sabido que no existe órgano sexual más poderoso que la mente, al unirse mis sensaciones a mis pensamientos llegué nuevamente a un suave pero placentero orgasmo, al terminar suspiré y dije
Uff… Me vine otra vez Pedro
Lo sentí y me gustó que lo hicieras
Hubiera sido lindo que nos viniéramos juntos
Algún día lo haremos
Me respondió jadeante y comenzó a desacelerar sus movimientos, llegó el momento en que entraba y salía de mi muy despacio recorriendo mi vagina con gran lentitud, lo estaba reteniendo, pensé que estaba esperando el momento para salirse y terminar fuera, aplicar el “Coitus interruptus” por temor a embarazarme…. ¡Y no!, no lo permitiría ya que después de haberlo tenido, después de haberme sentido tan mujer a su lado, no aceptaría quedarme sin sentir el calor de su semen inundar mis entrañas. Levanté mis brazos para poner mis manos sobre sus mejillas, él se detuvo y nos miramos, yo con voz suave, casi romántica le dije
- No va a pasar nada corazón, termina dentro de mi
El me miró fijamente a los ojos, metió sus manos debajo de mis nalgas, recostó su varonil pecho sobre mis senos, recargó su frente en la sábana junto a mi cabeza y dijo
Confío en ti Aida
Si corazón, confía en mí y dame el gusto de sentirte mío
Lentamente empujó su muy endurecido pene hasta el fondo de mi vagina, sujetó firmemente mis nalgas para que no pudiera mover mi cadera, yo respondí apretando con fuerza mi vagina y en voz baja, casi suplicante le dije
Dámelo todo Pedro
Ten, ten hasta la última gota de miiiiii….
Arrastró la última palabra mezclándola con su gemido de placer y sentí su miembro contraerse con fuerza cada vez que eyaculaba, una y otra y otra vez sus chorros fueron llenando mi vagina….