Dos hermanas de aldea

Dos hermanas con pocas luces cuentan a un muchacho sus experiencias familiares gozando de él.

DOS HERMANAS DE ALDEA.

A primeros de los ochenta, en La Galicia profunda no abundaban los lujos, la población  de las aldeas tenía dos caminos, o emigrar o dedicarse a la tierra y el ganado. Fue por ello que la gente del lugar se sorprendió con la llegada de una nueva familia, padre, madre, una hija de unos veintitrés, un hijo de dieciocho y el pequeño de trece. Se compraron una finca grande, de unos cinco mil metros, la cerraron y la fueron preparando poco a poco, construyeron un galpón, una caseta grande con chimenea, salón baño y cocina, cuando tengamos perras haremos el chalet, decía el padre. Todos los fines de semana los pasaban allí, pero la incomodidad de tener que bajar al piso a dormir les perturbaba. Al llegar el verano, Fran, el hijo mayor se lo dijo con claridad, yo no bajo al piso, duermo en el sofá cama, voy a cazar o pescar, la bici, la moto, y el finde os espero.

Al cuidado de dos perros le dejaron cumplir su sueño, un macho y una hembra de pastor alemán. Todas las mañanas Fran salía a correr por los caminos de los alrededores y atravesaba un monte cercano hasta llegar a una especie de laguna donde se bañaba y se refrescaba el sudor. Cuando llegaba, miraba a derecha e izquierda, comprobaba su soledad y se desnudaba, le producía un efecto reconfortante el nadar en pelotas, cuando se cansaba se tumbaba boca arriba sobre la toalla o la hierba dejando que el sol hiciera el trabajo del secado.

Una mañana, mientras tomaba el sol oyó pasos, alguien pisaba las hojas secas que caían de los robles y los castaños haciéndolas crujir, se tapó con la toalla y vio que dos vacas rubia gallega se aproximaban parsimoniosas, cuando se acercaban a la orilla de la laguna para beber le extrañó que ninguna persona las acompañara, volvió a dar una visual y allí las vio, escondidas tras una roca se encontraban dos mujeres,  en la lejanía parecían siamesas, exactamente igual vestidas, con una bata de pequeños cuadraditos blancos, grises y negros, de largos cabellos canos aparentaban mayores. Se vistió y regresó a la finca. Cada día de esa semana repitió la operación, todos y cada uno cazó a las señoras guichando.

Fue al encontrase de nuevo en soledad el lunes por la mañana cuando un sonido le despertó, debía de ser tarde, se había acostado de madrugada escuchando música jugando a ser cantante. En un principio pensó que eran campanas, pero no, se dio cuenta de que eran cencerros, con un pantalón corto de deporte como única prenda salió al patio y vio a las vacas de siempre pastando en la finca aledaña a la suya, se frotó los ojos y sentadas a la sombra en el muro del otro lado observó a las sonrientes hermanas.

Durante el fin de semana preguntó al padre que era quien conocía a gente del pueblo, ‘’ son dos hermanas mellizas que al nacer tuvieron problemas y están un poco cortitas de luces, pero son inofensivas y buena gente ‘’.

En cuanto vieron estirarse al chico comenzaron las risas, se van a enterar éstas, tanta risa, tanta risa, se dijo. Pegado a la valla de alambrada se habían construido un plato de ducha natural, precioso, rodeado de piedras con la base de pizarras grandes, hizo como que no las había visto, se dirigió a la ducha, se desnudó y se puso a refregarse ante las señoras, unos treinta años aparentaban al verlas más cerca, más bien cuarenta, se dijo al poco.

Se embadurnó de gel, se lavó el pelo y se recreó frotándose sus partes y el ano, las señoras ya no reían, miraban embobadas con la boca abierta el escultural cuerpo desnudo del muchacho, en especial su pene, que tras tanto masaje lucía erecto y esplendoroso con una enorme seta colorada en la punta. Se secó al terminar dejando la toalla colgada de sus hombros, se giró mirando a las señoras como si se acabara de dar cuenta de su presencia, y completamente desnudo y más caliente que un fogón las saludó

F: Buenos días, señoras, no las había visto

SÑ: Buenos días, jijiji

F: Me llamo Fran y ustedes

En alto dijeron sus nombres, Marina y Otilia, pero el chico hizo como que no las oía

F: No las oigo, acérquense un poco

Las chicas obedecieron, y con una vara de avellano en la mano, su gorro de paja y la bata de siempre cruzaron el prado, repitieron sus nombres, la que decía llamarse Marina se agarró a la alambrada con el brazo en alto y la vara en la otra mano, al hacerlo, la pelambrera de sus axilas quedó a la luz, eso a Fran le ponía. Las dos hermanas, con la boca medio abierta todavía no dejaban de mirar la polla del muchacho que por el frío estaba ahora morcillona. Decidieron llamarse de tú.

F: Me acabo de levantar e iba a desayunar, si os apetece un café os invito

SÑ: Es que tenemos que cuidar de las vacas, si se escapan padre nos corre a palos

F: Bueno, pues primero viene una y luego la otra

MR: Vale, primero yo, pero no te vas a vestir ¿?

F: Sí, claro, mira, me pongo el pantalón

Marina dejó la vara a la hermana y dio la vuelta a la finca, Fran había subido a quitarle el cerrojo a la puerta con la llave y la acompañó toda la finca abajo hasta llegar a la caseta, le preparó un cola cao y la chica se devoró cuatro pastelitos en su santiamén

F: Por qué me has pedido que me vistiera, es que no has visto a ningún hombre desnudo

MR: Es que la tienes mucho más grande que padre y me da vergüenza, jijijiji

F: Y qué pasa, que a tu padre se la ves muy a menudo

MR: Sí, casi todos los días cuando le bañamos, dice madre que es mejor que le ayudemos nosotras

A Fran le estaba poniendo enfermo la conversación, por un lado le enojaba que un padre se aprovechara así de sus dos hijas, pero por otro se excitaba ante el hecho, el incesto era algo que siempre le había llamado la atención desde que se encontró una novela al respecto, la había leído tres veces y más de cien pajas habían caído con ella. Además, era vox populi que el incesto era un arte sexual que por la lejanía y la falta de gente en las aldeas, se practicaba en secreto en las casas, hermanos con hermanas, primos con primas, madres o padres con hijos en algunas ocasiones.

Fran quiso tirar del hilo con Marina a ver hasta donde cantaba la muchacha

F: Algo más haréis que bañarlo, le tendréis que un tocar un poco aunque sea para limpiarle.

MR: Jijiji, sí, pero de eso no se puede hablar, lo dice madre, es pecado y un secreto

F: Ya, pero yo soy tu amigo, te he invitado a desayunar y además te prometo que no se lo diré a nadie, seguro que a tu hermana no le importa contármelo cuando le dé los pastelitos.

MR: Vale, está bien, pero es un secreto, recuerda. Padre se mete en la tina grande, una de nosotras va echando agua caliente y la otra le lava, un día cada una, nos vamos turnando. Tenemos que lavarle ahí abajo con la mano hasta que se pone dura, cuando él nos dice se la agarramos, la apretamos y la movemos adelante y atrás hasta que le viene el gusto y sale toda la leche, jijiji, se queda flotando en el agua

F: Caray con tu padre, que pieza ¡¡

MR: Sí, es muy pillo, a veces entra a oscuras en nuestra habitación en silencio  y nos toca, me mete las manos en las bragas y me toca la peseta, mi hermana tiene que mirar, otras le toca a ella y miro yo. Eso está bien, me da gusto cuando me toca y se me moja, a veces cuando acaba de tocarme tengo las bragas empapadas. Madre dice que eso no es malo, que podemos hacerlo siempre que no se lo digamos a nadie

F: Por lo que me dices tu padre no se queda ahí, seguro que os obliga a hacerle más cosas

MR: No nos obliga, él lo dice y nosotras lo hacemos, sabes, a veces yo le pido también cosas al oído para que no se entere madre.

F: Ah sí, y que cosas le pides tú, que es lo que más te gusta

MR: Lo que más me gusta es cuando me come la peseta, eso me encanta, mi hermana y yo también nos la comemos muchas noches o estando con el ganado, pero padre lo hace mejor.

F: Joder ¡¡ Vaya familia ¡¡

MR: Sí, es que nos queremos mucho

F: Ya veo, ya. Pero vamos, algo más que los dedos y la lengua os meterá en la peseta, no ¿?

MR: No, no, eso sí que es pecado, eso nos lo metía mi hermano antes de irse a Suiza, pero preñó a la Otilia y le tuvieron que dar el niño a las monjas

F: Os la metía a las dos o a Otilia sólo

MR: A las dos, sabes, la primera vez que me lo hizo sangré como un cabestro, aún está la mancha en el colchón, no hay quien se la quite. Mi hermana tuvo más suerte, la desvirgó en la mesa del corral y todo cayó a las pajas, que suertuda ¡¡

F: Bueno, por lo menos tu padre es considerado con eso y no os la mete por ahí.

MR: Yo a veces se lo digo cuando me toca y me pongo caliente, Padre, por qué no me mete la verga como el Antonio y me quita los calores ¿? Siempre dice que eso no, que es pecado mortal

F: Y cómo te quitas los calores entonces ¿?

MR: Pues con mi hermana ¡¡ Ella me la come o me mete cosas, lo mejor son los calabacines, más gordos que las zanahorias. Me puedo comer otro pastelito ¿?

F: Verás, solo quedan cuatro, iba a dárselos a tu hermana, pero si eres buena chica y te portas bien te doy uno, siempre que sea un secreto total

MR: Hecho, seré una tumba. Qué tengo que hacer ¿?

F: Una de las cosas que le haces a tu padre, tú eliges

MR: A ver … venga, sácatela y te toco hasta sacarte el gusto, y si me das dos pasteles te lo hago también con la boca, pero me avisas cuando salga la leche para tragarla bien que si no se va por otro sitio, me atraganto y me puedo ahogar, un día que padre llevaba mucho tiempo sin venir a la habitación no me avisó y casi me muero, menos mal que madre estaba mirando y me dio golpes en la espalda.

Fran cerró la puerta, se bajó el pantalón delante de Marina y se la mostró, con la conversación no hicieron falta preliminares, estaba más empalmado que un burro.

Según se la cogió Marina vociferó haciendo el chico que se callase

MR: Madre mía, es muy grande, parece la de Evaristo

F: Quién es Evaristo, otro hermano tuyo ¿?

MR: jajaja, noooo, es el borrico de la Engracia, jajaja

Se la estuvo meneando hábilmente un buen rato, el chico apretaba para no correrse, no tardó en decirle ‘’ ahora con la boca ‘’ y sin protestar Marina la engulló de golpe, saboreándola, ummm, ummm, se oía decir, de pronto paró y se la sacó de la boca

MR: Ves, ya estamos, ya tengo los calores ahí abajo, ya estoy perdida mojando las bragas, madre me va a matar, después el amarillo del resecón tarda tres o cuatro lavadas en salirle

F: Si quieres yo te quito los calores, sé hacerlo como tu hermano Antonio

MR: Ufff, pero es un peligro, me puedes preñar y luego me quitan el bebé como a la Otilia

F: Tranquila, sé hacerlo sin preñarte

MR: Entonces vale, pero no le digas nada a la Otilia, que se joda ¡¡

Fran retiró los trastos que había sobre la mesa del comedor, la tumbó en ella, le levantó la bata y le quitó las bragas, dejó un preservativo al lado de la muchacha, los efluvios de su sexo empezaron a emanar, era un olor fuerte, a hembra, entremezclado con olor a orina, no era como estar como una de sus jóvenes amigas de la universidad, ni mucho menos, aquellos olían a gel o jabón de la Toja, pero el olor y la situación eran excitantes, sobre todo cuando la chica alzó los brazos cruzando las palmas en la nuca y dejando a la intemperie sus poblados sobacos, eso sí que excitó en exceso a Fran, a eso no pudo resistirse y clavó su boca en ellos respirando un olor a sudor, pero no muy fuerte ni asqueroso, olor a transpiración, a sudor húmedo.

Comprobó que era verdad lo que la chica le decía, estaba empapada, muy lubricada, lista para recibir verga, le paseó la cabeza por los labios haciéndola estremecer ‘’ entra ya, no tardes mucho que me va a venir el gusto ya ‘’ le dijo ella entre susurros, de un empellón se la clavó de una hasta la matriz haciendo rebrincar a la muchacha, el sentir la simple entrada del falo en su interior fue suficiente para llegar al orgasmo notando Fran como sus líquidos caían al suelo entre las contracciones de la señora que temblando se contorneaba y retorcía sobre la mesa, al relajarse le habló

MR: Ves, si sabía yo que estaba a punto, menuda me he puesto. Venga, mete otra vez y alíviate tú, pero no vale preñar, ehh ¡¡ Ya verás cómo me corro dos veces antes que tú, qué te apuestas, es que tu estaca da mucho gusto, me roza toda por dentro.

Esta vez Fran se enfundó el condón, no quería sorpresas, la volvió a penetrar disfrutando ambos de acto, tal como la señora le anunció, dos veces se corrió a grito pelado, cuando el chico estaba a punto se salió de ella, la mandó arrodillarse abriendo la boca, allí se corrió a borbotones viendo como su leche desaparecía recorriendo la garganta de Marina, cuando terminó, se apoyó contra le mesa, mientras se recuperaba no pudo más que reírse cuando la chica le dijo ‘’ espera que te ordeño bien y te limpio las gotas que salgan, tu pantalón parece nuevo y es una pena que se manche ‘’

Prometiendo guardar el secreto y con los dos pastelitos en la mano la chica estaba lista para marcharse, antes de irse se acercó el muchacho y le dijo al oído mientras ya veía bajar a su hermana por el camino

MR: Si me das un beso te digo un secreto

El chico le dio dos o tres picos en los labios, ella volvió a acercarse y le dijo ‘’ a la Otilia por donde más le gusta es por el ojete ‘’, se dio la vuelta y salió corriendo al encuentro de su hermana enseñándole los pastelito desde lejos para hacerla de rabiar.

Continuará …