Dos fotos hablan más que mil palabras.
Suspiró... -De acuerdo, yo también me voy a calmar. A ver, préstame tu celular. -¿Para qué?- Mis manos empezaron a sudar como jamás en mi vida. -¿Para qué más? ¡Para robártelo y venderlo, tonto! Con suerte me dan algo por tu cosa esa...
Eran las 3 de la tarde y madre acababa de hacer la comida. Me ordenó limpiar la mesa, acomodar los platos y avisar a padre y mi hermana que era hora de comer. Padre tiene una casa de dos plantas, por lo que decidí avisar a mi hermana desde abajo:
-¡Raquel! ¡La comida está lista! ¡Baja antes de que se enfríe tu plato!- Grité.
Esperé unos instantes para escuchar la respuesta de mi hermana, pero no hubo alguna. Con flojera y desagrado, subí las escaleras y me dirigí al cuarto de mi hermana.
-Quela...- La llamé por su sobrenombre que le puse hace unos años. -Oye, madre dice que ya bajes a comer- Dije al otro lado de su puerta.
Igual que antes, no contestó, por lo que asumí que debería estar dormida. Giré la perilla de su puerta y la abrí. Efectivamente, estaba durmiendo, pero algo llamó mi atención: tenía un cobertor encima, pero sus hombros estaban al aire, cosa rara dado que ella siempre duerme con playera así haga un calor endemoniado en casa.
Toqué su cuello con la intención de despertarla. Apesar de que mis inteciones no eran otras, no pude evitar notar lo tersa que es su piel en esa zona. La agité ligeramente mientras le susurraba:
-Quela, tienes que bajar a comer de una vez...-
Acto seguido, ella se levantó y me vio, como si esperara que yo llegara a despertarla. Su cobertor se deslizó hasta su abdomen y quedaron descubiertos sus pechos; no quise verlos directamente por que es mi hermana, así que mis pupilas no se despegaron de sus ojos (aunque he de admitir que los apreciaba periféricamente).
-Gracias- Contestó tranquilamente mientras bostezaba. -En un rato bajo...- Sus ojos reaccionaron bruscamente mientras se veía el torso y se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo. Por un rato, ella me miró mientras trataba de articular alguna palabra (siempre ha sido un poco lenta con sus reacciones) y yo solo la miraba fijamente a los ojos. Por un segundo mis instintos me dominaron y bajé mi vista a nivel de sus aureolas. Estaba precioso su busto en ese momento, mi boca segregó un poco más de saliva de lo normal y la tragué. Al darse cuenta de esto, mi hermana alzó su cobertor y me gritó en voz baja:
-¡Sal, que en un rato bajo!
Me dirgí a la puerta y la atravesé cerrándola tras de mi. Estaba en un pequeño shock por lo antes visto hasta que la voz de madre me trajo de vuelta a la realidad:
-¡Hijo! ¿Ya le hablaste a Raquel? Tu padre ya está aquí.
Mi mente dio un vuelco y le contesté por instinto:
-Eh, sí ma'. Estaba dormida pero ya le avisé.
Durante la comida traté de olvidar lo que pasó aquél momento, pero cuando ella tomó asiento, tuve una erección repentina. Me asusté un poco y me calmé recordando que es mi hermana, que había convivido a su lado por 17 años y que ésto no debería cambiar en nada mi forma de verla.
Para la noche, mi mente era un mar de ideas y sentimientos. Estaba excitado por haberla visto así, enojado porque ella no suele dormir estando de esa manera, asustado porque temía que le dijera a padres y que ellos me regañaran... Incluso me sentía enamorado de ella: sus ojos, su cabello ondulado, la luz de su cuarto, su cuerpo...
Pasaron unas semanas y el asuntó se olvidó, ella no lo mencionó y yo le sepulté bajo un amor fraternal. Inclusive, me prometí no decirle a nadie para que el secreto no se difundiera.
Yo me encontraba en mi alcoba haciendo deberes y pensando en que el bronce es una aleación de cobre con hierro. Mi hermana entró y me saludó, pero como mis pensamiento eran otros le contesté:
-Hola, ¿que cobre...?- Me sentí estúpido y me reí, para después decir la oración correcta. -Perdón. Hola, ¿qué pasó?
Mi hermana me frunció el ceño y soltó una ligera carcajada. -Jajaja ¿Por qué cobre?
-Lo siento. Nada, un pensamiento mío- Le respondí.-¿Necesitas algo?
-Obviamente cobre no- Me contestó con una sonrisa. -Pero sí es algo igual de duro... ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Ya serían dos- Le dije mientras levantaba una ceja.
-Tú y tu sentido del humor, pff...
-Ok ok, tranquila. Hazme tu pregunta.
-Pues, ya sabes...- le notaba los nervios en su voz.- Hace un tiempo me viste un poco desnuda. Te quiero agradecer por no embobarte con lo que viste.- Expresó su cara más linda que jamás le haya visto.
-Am... De... ¿Nada?- Mil dudas me surgieron en el momento.
-Tú siempre tan confuso y tímido...- Su rostro reflejaba las letras 'X' y 'D' juntas.
-¿A qué te refieres?
-A que no estoy aquí sólo para agradecerte eso. Me gustaría hacerte una pregunta más y quiero que me la respondas de la manera más honesta que puedas.
-A ver...
-¿Te gustaría verlos de nuevo?
Un escalofrío me recorrió desde las sienes hasta la punta de mi pene. -¿Estás bromeando?
-No, y responde luego que si no me voy.
-Tranquila, no te aceleres... Pues tal vez me gustaría verlos de nuevo, pero eres mi hermana. Eso no debe ser normal.
-¿Ya vas a empezar?- Dijo un poco irritada. -Mira, si vas a empezar con eso me voy...
Rápidamente le tomé el brazo para poder decirle:
-Está bien, está bien. Me calmo, pero debes entender que ésto me está sacando un poco de onda.
Suspiró... -De acuerdo, yo también me voy a calmar. A ver, préstame tu celular.
-¿Para qué?- Mis manos empezaron a sudar como jamás en mi vida.
-¿Para qué más? ¡Para robártelo y venderlo, tonto! Con suerte me dan algo por tu cosa esa...
-Wow, tranquilízate. Te voy a dar mi celular pero no servirá de gran cosa si no te sabes mi contraseña.
-¿Y cuál es?
-Mi fecha de nacimiento.
-Mm...- Pensó unos instantes y luego probó a desbloquear mi teléfono. -¿No eras de Diciembre?- Me mostró la pantalla de mi cel con la leyenda "Pin incorrecto"
-No, boba. Soy de otro mes.
Probó de nuevo y ésta vez sonó el tono de desbloqueo.
-A ver... Bluetooth... Encender... Visible...- Sacó su celular y precedió a hacer algo que no me esperaba. -¿Éste eres tú?- Me mostró el nombre con el que identifico mi teléfono.
-Claro, es el único desponible aquí y ahora...
Volteó los ojos y continuó su asunto.
-Bueno, ya está. Te voy a pedir unas cosas: La primera, no le enseñes eso- Enfatizó "eso" como si se le fuese la vida en ello. -A nadie. Donde sepa que lo hiciste te mato, ¿me oyes? ¡TE-MA-TO! Segundo, espero que te guste...
Bloqueó mi celular, agachó un poco la vista y me lo devolvió. Quize verificar qué pasó a mi celular, cuando repentinamente me abrazó. Estaba demasiado confuso... Mi celular, bluetooth, gustarme, cobre... Mis pensamientos estaban más alborotados que Trump en esa conferencia suya donde la encienden las luces en la cara.
Tres segundos después me soltó, me dio un beso en la mejilla y salió de mi cuarto casi corriendo. Esperé unos instantes para calmarme y precedí a encender mi celular. Busqué en archivos recibidos y ahí estaban... Dos fotos (las únicas) de sus pechos desnudos, los de mi hermana... Observé detalladamente lo que capturó en la primera imagen: unos senos redondos, grandes, desafiantes a la gravedad; sus pezones marrones, erectos y jugosos... No lo podía creer, tenía fotos del busto de mi hermana...
Para la segunda fotografía, continuaban esos preciosos senos en la pantalla, con una ligera variante... Captó el gesto que hacía en ese momento con su boca: una sonrisa pícara, retante, sexy y muy hermosa. Mi pene reaccionó como cualquiera lo hubiera hecho. Tuve que ir al baño inmediatamente a masajearlo para calmar mis ánimos lujuriosos...
Por una semana esas imágenes fueron responsables de varias pajas que me hice...