Dos firmas que me costaron mucho (2)

Continuo el relato anterior. Esta vez es el turno de un negro grandote y con una pija de miedo.

Luego llegó el turno del "bollita". Antes de esto entraron dos personas con un colchón y otros elementos que pronto pude comprobar que se trataba de una máquina de afeitar.

Vamos a dejar al descubierto ese "papo" grande que tiene esta perrita. Siéntate.

Me sentaron en la mesa. El encargado del trabajo fue el más pendejo. Nunca me había rasurado la concha. No lo había pensado. Primero me pasó crema por los costados y luego comenzó a raspar hasta dejar todo al descubierto. Al mismo tiempo, el otro oficial y el "bollita" me pasaban creama por las tetas y me daban fuertes pellizcones a la vez que el pendejo cada tanto me metía algunos dedos en la concha. Luego me hicieron poner en cuatro patas e hicieron lo mismo con los pelos de mi culo. En un momento sentí un dedo enorme dentro del aujero, pude comprobar que se trataba del morocho que también se había sumado. Dentro de mi corrió un escalofrío al pensar que si ese era un dedo, como sería su pija. Tengo que reconocer que estaba muy caliente y ya quería mas poronga.

Una vez terminado, se acercó el bollita, me tomó de los pelos y me arrastró hasta el colchón, quedé de espaldas con las piernas bien abiertas. El hombre no hablaba. Cuando quedó en bolas, pude comprobar que iba a tener una cogida tranquila, ya que su pito era bastante menor a la anterior.

Fue todo muy rápido. Después de cortas embestidas llegó a los gritos.

LA tranquilidad se terminó cuando vi al morocho totalmente desnudo. Su pija parecía más corta que la del pelado, pero lo que daba miedo era el grosor. La tenía totalmente dura y parada. Se acercó y con voz ronca me dijo:

Hola perra. Lo de recién fue muy rápido. Preparate porque te voy a romper toda. Que linda concha pelada.

Luego de esto se tendió sobre el colchón, Creí que iba a cabalgarlo, pero no:

Vamos a hacer un hermoso 69, chupame bien la poronga que está por reventar.

Yo me tiré encima de él y comencé a chuparle los huevos subiendo hasta la cabeza, que era muy grande. La poronga no entraba en mi mano. Mientras tanto sentía la lengua recorrer el orificio de mi culo y algunos dedos en la concha. AL rato pidió crema. Tuve miedo. Me la pasó por el culo y comenzó a meter de a un dedo por vez. Cuando tuvo dos adentro, creí tener la pija de Daniel. Cuando sintió un grito de dolor, se puso como loco.

Puta de mierda, si te abran culialo con pijas más grandes que estos dos dedos y te venía a hacer la virgen. Tragate toda la pija y no grites más.

No podía contenerme, los dedos llegaron hasta el final y no podía más del dolor. Ahí se enojó aún más.

Vení perrita ponete en cuatro patitas.

Quise negarme pero la mirada firme del oficial, hizo que obedeciera.

El negro se dirigió al oficial:

Sabés que no me gustan este tipo de perras. La próxima vez traeme una bien abierta.

Ponete en cuatro!!!

Una vez en la posición solicitada, me clavó la poronga en mi concha de una sola vez. Era enorme de gorda. El negro me daba fuertes y rudas estocadas mientras con las manos me apretaba las tetas. No podía creerlo pero estaba gozando como una puta de verdad. Comencé a gritar de gozo.

Eso putita te está gustando.

Al ver esta escena, los demás comenzaron a aplaudir y se fueron sumando a mi alrededor para que le chuparas sus pijas. No lo dudé y me la fui comiendo de a una.

El negro se sacó el forro y se puso frente a mi:

Háganse a un lado. Tomate toda la leche putita.

No se cuanto pero debió haber sido mucha. Me tragué una parte y la otra la escupí. Me chorreaba por toda la cara y tetas.

Continuará.

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