Dos firmas que me costaron mucho (1)
La inocencia mia y de mi esposo, permiten una fiesta en la dependencia policial.
Me llamo Gabi y los que voy a contar ocurrió hace dos años y fue el principio de mi separación. Mi ex esposo nunca pudo entender que todas las mujeres somos putas de nacimiento algunas más que otras pero siempre dependiendo del acompañante de turno.
Hasta ese día eramos una pareja normal, yo tenía 32 años y mi esposo Daniel 34. Era viernes a la noche, volviamos de una reunión en la casa de unos amigos, cuando fuimos sorprendidos por un control policial. Esto se presentó raro desde el principio, ya que el camino no es muy transitado.
Nos aclararon que estaban detrás de una denuncia por tráfico de droga por esa zona. Eran tres oficiales, que no hicieron descender del vehículo y tras explicarnos lo anterior, nos pidieron que firmaramos unos papeles, para que quedaran de registro de que ellos estaban haciendo el control. Primero firmó mi esposo y luego me pidieron que firmara como testigo. Nadie leyó nada, quizás por temor a una represalia.
Cuando nos invitaron a continuar, uno de los agentes comentó que la patente del vehículo coincidía con uno sospechoso. Nos pidieron que saliéramos nuevamente, para poder proceder con el allanamiento. Nos colocaron contra el vehículo oficial. Primero palparon a mi marido y luego iban a hacer lo mismo conmigo. Daniel pidió que no lo hicieran porque no había personal femenino. Uno de ellos nos comentó que en realidad lo que habiamos firmado era la autorización par a realizar un control "completo". No lo podía creer, mi marido se transformó y comenzó a discutir. Las amenazas de los oficiales se endurecieron y no quedó otra que aceptar. Bajo estas amenazas nos colocaron las esposas y nos trasladaron hacia un lugar más oscuro. Lo peor fue cuando el oficial que daba las órdenes, se colocó un par de guantes de látex ( obviamente para no dejar marcas ). Primero palpó por encima de mis ropas, sin llegar a partes íntimas.
Quedate quieta que voy a proceder a revisar más profundo.
La orden fue tan clara que me quedé inmóvil.
Lentamente quitó los botones de mi blusa y luego de esto, metió su mano dentro del corpiño. Aprovechó para darme un pellizcón en los pezones, mientras al oído me ordenaba no gritar. A posterior hizo lo mismo con la otra teta, aunque con mayor presión.
Luego desabrochó el pantalón y bajándolos un poco, metió su mano dentro de la tanga, jugó un rato con mi concha, mi gran sorpresa fue sentir sus dedos tan suave, cosa que me permitía saber que me estaba empezando a mojar.
Más grande aún fue mi asombro cuando entre sus manos tenía una bolsita.
Bueno señores, me parece que descubrimos algo. Miren lo que llevaba esta perra entre sus piernas. Están hasta las manos. Van a tener que acompañarnos.
Definitivamente nos habían tendido una trampa. No nos dieron tiempo a decir nada. Rapidamente nos separaron. Uno de ellos se fuú a nuestro auto con Daniel y los otros dos, me metieron en la camioneta.
No recuerdo bien, pero me decía que iba a tener que esforzarme para defender la cagada que me había mandado y varias asquerosidades mas.
Al llegar a la dependencia me llevaron hasta la sala de reconocimiento. Esto lo pude saber días después cuando Daniel me confesó que lo había visto todo desde la habitación continua.
Me dijeron de todo y luego me pidieron que me desnudara totalmente para hacer una revisión mejor. En la sala estabamos yo y dos de los oficiales.
Una vez desnuda, me recorrieron con su mirada. Lo peor era mi impotencia ante la pasividad de ellos, aunque sabía que en algún momento iba a empezar la "fiesta de ellos".
Estás hasta las manos, encima también firmaste el reconocimiento de la portación de drogas. Para borrar todo esto vas a tener que trabajar. ( Oficial Mayor )
Acuéstate en la mesa .
Quise negarme, pero un pellizcón en el pezón me hizo entrar en la realidad.
Dale putita porque esto se va a poner pesado.
Una vez acostada, el oficial más viejo, se inclinó y comenzó una chupada de concha que sinceramente no me habían hecho en mi vida. Alternaba lenguetazos con pellizcones en mis labios y clítoris. Luego alternó los dedos dentro de mi, hasta llegar a incertar varios de ellos. Estaba totalmente mojada. Ël lo percibía. A todo esto el otro, jugaba con mis tetas.
Esta perra está muy caliente. Tendrá que empezar a trabajar. Hagan pasar a nuestros invitados.
Por la puerta aparecieron tres sujetos de mala presencia y con el torso desnudo.
Estas tres personas son peligrosos delincuentes que nos hacen "favores" por las noches y por lo tanto debemos retribuirlos. Ellos creen que eres una puta de la calle, por lo tanto vas a tener que esforzarte para atenderlos. Lo único que tiene que elegir es el orden de "paso".
El oficial me comentó que a mi marido se lo habían llevado a otra comisaría, por lo tanto no se iba a enterar.
Los nombres son solos ilustrativos.
El primero al que llamaré "gringo", media alrededor de 1,80 con la cabeza totalmente rapada y varios tatuajes. Uno de ellos con una mujer chupando una gran pija.
El segundo, el "bolita" de aspecto boliviano.
El tercero, el"morocho", de cerca de dos metros, aros y tatuado en todo el cuerpo y una gran cicatriz en el estomago.
Me costó elegir pero empecé por el "gringo". Sin media palabra alguna, me miró fijamente, me tomó de la cabeza y empujó hacia abajo.
Empezá putita. Chupame la pija como sabés.
Los oficiales me miraban fijamente.
Ante su presión tuve que arrodillarme. Nunca ante había bajado un pantalón. Siempre lo hacía mi marido.
Cuando metí la mano dentro del slip, pude comprobar el tamaño.
El sujeto se dio cuneta de mi asombro.
Dale perra. Por qué crees que tengo este tatuaje. No miente. Chupamela toda y comeme los huevos.
La agarré con fuerza y le dí fuertes movimientos, mientras me la metía una y otra vez en la boca. Tengo que reconocer que chupar pitos es lo que más me gusta, aunque este se estaba hinchando demasiado. Estaba arriba de los 20 cm. Y algo mas gruesa que la de Daniel.
De repente, sentí una mano que se metía en mi concha, era el oficial menor, que me ayudaba a calentarme más.
Estuve así varios minutos, hasta que:
Acomodate contra acá que vas a sentir la poronga.
Estaba integramente mojada. Me acomodé sobre la mesa, con el culo apuntando a la vestia. Mi temor era por cual aujero iba a empezar. Mientras con una mano se ponía el forro, con la otra masajeaba mis tetas.
Con las rodillas abrió mas mis piernas, me presionó por la cintura y empezó a ponerla suavemente en mi concha. Metía y sacaba la cabeza gorda con suavidad. No recuerdo bien, pero mis gemidos se intensificaban.
Te gusta puta barata. Espero que al menos grites un poco.
Dicho esto, me la enzartó de una sola vez. Sinceramente fue maravilloso.
Mintras me cogía, me decía barbaridades y me pellizcaba las tetas y jugaba con mi clítoris. Al rato se acostó en la mesa con la pija totalmente dura mirando a techo y me invitó a sentarme en ella.
Vení a cabalgar que te voy a llenar.
Los oficiales me ayudaron a subir. Uno me tomó por detrás mientras me metía la mano en la concha y el otro por delante.
Cabalgué durante unos minutos. La chupada de tetas y los masajes en el culo que uno de los policía aprovechaba a realizar, me hicieron llegar con gritos desesperados, mientras el pelado llenaba el forro de leche.
Realmente te felicito, no parecés una puta de la calle.
El Gringo tenía razón, aunque pronto lo iba a ser.
Continuará.