Dos días con María

En un corto viaje, una jovencita encuentra el amor en una mujer mayor y ambas viven el momento.

Dos días con María

No hacía mucho tiempo que había cumplido los 18 años... Como estudiante no era buena y este año terminaba la etapa secundaria y no me decidía si ir a la estudiar Bellas Artes o no.

Los chicos, no estaban en mi radar… Los encontré fascinantes pero de ninguna manera perdería con alguno de ellos mi preciada virginidad… No tenía nada en contra de los hombres, pero sabía que mis preferencias sexuales iban en una dirección diferente: las chicas.

Sólo había estado con un par de ellas… Con la primera no fue más que unos pocos besos en una fiesta… La otra chica fue casi una novia… Nos besábamos en cada oportunidad que teníamos y dos o tres noches a la semana nos juntábamos en mi casa o en la suya.

Nuestros padres creían que en nuestras alcobas sólo estábamos haciendo cosas normales de adolescente, pero en realidad nos estábamos explorando mutuamente… Besarse, lamerse y chuparse las tetas y el coño, la una a la otra, hasta el orgasmo, era siempre lo que sucedía.

Después de un tiempo nos volvimos más aventureras e introdujimos juguetes en nuestros encuentros.

Ir a diferentes universidades fue el detonante que terminó abruptamente con todo el placer que nos estuvimos dando, aunque eso nunca terminaría con la bonita amistad que teníamos.

Renunciar al coño de mi mejor amiga fue uno de los peores momentos de mi vida y siempre atesoraré los días que pasamos juntas en nuestras respectivas alcobas… Inolvidables momentos.

En primavera, tres meses después de mi cumpleaños, fui a pasar una semana con mi abuela para que convenciera a mi padre de que sería bueno para mi desarrollo personal viajar un poco… Mi abuela tenía una amiga que se había mudado a Viena varios años atrás y ella le había dicho muchas veces que fuesemos a su casa.

Yo sabia que mi abuela todavía echaba de menos a mi abuelo, que había muerto hacia unos años, y le gustó la idea de un cambio de escenario... Entonces, mi padre me transfirió una cantidad de dinero a mi cuenta y partimos mi abuela y yo en dirección a Austria.

Durante dos días fue genial estar en una casa grande y vieja, pero creo que sabían que una joven de 19 años necesitaba hacer lo suyo.

No hace falta decir que mi abuela estaba un poco preocupada de que me fuera varios días a conocer otros lugares, pero yo era sensata y prometí que estaría bien y en contacto permanente con ella.

Cogí un tren y me fui hacia el extremo este del país, una zona con un gran lago... Todo era muy bonito pero decidí no ser una turista convencional y quise profundizar en conocer la cultura del lugar.

Un día, me paseaba por las tiendas de una aldea cercana mirando algunos collares y aretes, cuando al girarme hacia un lado tropecé con otra chica y casi la tiré al suelo… Nos miramos e intercambiamos una sonrisa.

-"¡Vaya!... Lo siento”, dije mirando a la señora bonita, de cara fresca y pelo rubio que tenía el mismo gusto en joyería que yo.

  • "Estoy bien… No me hice daño."

  • "Me alegro… Soy como un toro cuando voy a una tienda", bromeé.

  • "Como yo”, dijo ella.

Miré su precioso esmalte de uñas rojo y le pregúnté:

  • "Son muy bonitas... ¿Lo compraste aquí?”

  • “No, las compré para el viaje… ¿Estás de vacaciones?

  • "Sí… Estoy dando una gira por algunos lugares"

  • "Yo también… Es la cuarta vez que vengo a Europa... Aquí hay muchos lugares de interés."

  • "¿A dónde fuiste antes de estar aquí?"

  • "A Roma y Venecia."

  • "¡Yo quiero ir a Roma!", le dije.

  • "Deberías ir… Es una ciudad realmente sorprendente."

Una chica sabe cuándo otra chica le está mirando sus tetas… Es un poco más sutil mirando que los hombres, pero ella me estaba mirando de arriba abajo más que por azar… Mi blusa no ocultaba mis pechos… Así que no sólo me sentí halagada que me los mirase, sino también un poco excitada... Ella era bastante guapa, bastantes años mayor que yo pero, desde luego, se la veía muy femenina.

  • "¿Te apetecería tomar un café?", le sugerí.

  • "Claro… Por cierto, me llamo María", dijo, alegremente.

  • "María, ese es un nombre muy bonito... Yo soy Danilaela, pero todos me llaman Danila."

Nos dimos las manos de una manera femenina y le agradecimos al dueño de la tienda la atención que tuvo con nosotras antes de volver a la cálida luz del sol austríaco.

No necesitábamos caminar lejos… Encontramos una cafetería cerca de la estación.

  • "¿Quieres compartir conmigo una de esas tartas de manzana?", le pregunté a María, mientras pedía los cafés.

  • "Se llama strudel… Sí, gracias.”

  • “¿Eres de Madrid?, le pregunté, mientras caminábamos hacia una pequeña mesa en la ventana.

  • "¡Nooo… Soy australiana, de padres españoles!", me respondió.

  • “Pensé que debías ser extranjera pero cambié mi respuesta en el último momento y falle.”

  • "Eres muy joven para viajar sola", me dijo.

  • "Tengo diecinueve años y de todos modos no viajo sola... Vine con mi abuela y estamos en Viena en casa de un amiga de ella... Sólo quería unos días para mí."

-  "Bueno, aun así debes ir con precaución, pero me gusta eso que haces, Daniela…. A tu edad yo hacía lo mismo porque me encanta viajar.”

  • “¿Cuántos años tienes María?"

  • "Treinta y nueve… Puedo ser tu madre"

  • “Pensé que tendrías veinticuatro."

  • "Quien los tuviera… De todas formas, gracias por el piropo… ¿Te alojas aquí?”, me preguntó al final María.

  • "Si, en el hotel que está junto al lago."

  • "Sé cuál, esta justo en la misma calle del mío, un poco más lejos.”

  • “¿Es bonito el tuyo?"

  • " Sí, aunque no paso mucho tiempo allí para ser honesta… Lo uso para dormir porque siempre estoy viendo cosas… Precisamente, después de la tienda esa donde nos conocimos, me iba a ir a comprarme unos tops… ¿Quieres venir?”, me dijo María.

  • "Claro… Gracias… Comprar me gusta siempre”, le respondí.

María se rió y acordamos entrar en la primera boutique que viesemos.

  • "¡Es bonita!", dije, mirando la blusa de colores brillantes que María estaba aplastando contra su cuerpo... Había elegido un par de tops y quería probármelos.

  • "¿Te diste cuenta si tienen más como esa blusa?", le pregunté.

  • "Supongo que sí", me respondió María.

Desapareció momentáneamente hacia la parte de atrás de la tienda y luego me hizo señas… La dependienta nos mostró el único probador que tenía la tienda, con su gruesa cortina naranja.

Entramos en él y colgamos nuestros tops en las perchas y María comenzó a desabotonarse su blusa... Dudé antes de quitarme mi blusa… No llevaba sujetador, pero me encontré mirando a María mientras ella me enseñaba su sostén blanco que guardaban sus pequeños pechos.

A continuación fue el turno de María de mirarme mientras me quitaba la blusa, haciendo que mis tetas rebotaran.

  • "Me crecieron los pechos hasta que llegué a los diecisite años, luego dejaron de crecer", me dijo María, un poco triste.

-"No seas tonta, María… Debes tener unos pechos preciosos."

María se probó su nueva blusa, mientras no dejaba de mirar mis tetas y yo decidía cuál de las mías me iba a probar primero… Y elegí una.

  • “¿Qué piensas?”, me preguntó María.

  • "Miraba que tal me sienta."

  • "Creo que es un poco pequeña", dijo, señalando mi parte superior, como ndicándome que estaba hecha para alguien con menos pecho.

  • "Lo sé… Elegiré otra de más talla."

Mientras, María se quitó la suya y cogió otra para probársela.

  • "¿Por qué no te la pruebas sin llevar sostén?", le sugerí.

María me miró sonriendo y me dijo:

  • "¿No será que quieres comparar mis tetas con las tuyas?"

  • "¡Oooh!"

Nos reímos mutuamente y luego María soltó el cierre de su sostén y me mostró sus bonitos pechos erectos... Eran pequeños, pero perfectamente formados... Sus pezones eran del tamaño correcto, un tono más oscuro que los míos, con unas areolas también más oscuras que las mías.

Le miré sus tetas descaradamente y me quité la blusa… Ambas nos encontramos mirando nuestros propios pechos y luego las de la otra, sin tratar de ocultar el hecho de que estábamos disfrutando de vernos las tetas.

Cada uno de nosotras terminó comprando una prenda de ropa y salimos a la calle, preguntándome qué demonios iba a pasar... Yo estaba absolutamente ansiosa por ver a María desnuda y creí que María lo había hecho todo intencionadamente para calentarme.

La cuestión era que no sabía si María era heterosexual o qué era… Tal vez ella era un poco reticente, debido a la diferencia tan grande de edad entre nosotras... A mí eso no me importaba porque esa diferencia de edad aportaba experiencia… Mucha experiencia… Ahora debía esperar a que me diera una señal y está señal llegó pronto.

  • “¿Quieres ver mi habitación?... Tengo media botella de vino en la nevera", dijo mientras ibamos por la pequeña calle principal.

  • "¡Sí!... Bueno, quiero decir que sí que me gustaría verla", le dije tratando de disimular algo que no caía en tierra.

La habitación de María era más pequeña que la mía, pero estaba decorada de manera similar con las paredes blancas enlucidas y cuadros con escenas de pesca, etc.

Dejó su bolso de mano y fue a sacar la botella de vino de la nevera, mientras yo colocaba mis compras en el respaldo de una pequeña silla de madera.

  • "Ponte cómoda", dijo María, mientras servía dos medidas generosas de vino en los vasos.

Me senté en su cama y me encontré estudiando su figura a la luz de la habitación... Su falda era bastante corta, lo que me daba una buena vista de sus bonitas piernas… Su culo no era grande… Se dio la vuelta y me pasó un vaso y se sentó conmigo en la cama.

"Por nuestras vacaciones!", dijo.

Nuestras copas chocaron alegremente y nos miramos, bebiendo el vino… Estaba preguntándome si ella estaría pensando lo que yo estaba pensando.

Supuse que el hielo se había roto y de alguna manera habíamos pasado de la primera etapa a la cuarta saltando los pasos intermedios… Por eso quise saber algo más sobre ella.

  • “¿Has dejado a alguien especial en tu casa?”, le pregunté.

  • "No... Estoy con una persona pero sin compromisos… Vivimos vidas muy independientes… ¿Y tú, Daniela?"

  • "Llámame Danila, todo el mundo me llama así… Estoy con una chica aunque en realidad somos más amigas que nada... Pasamos el rato disfrutando entre nosotras,… y…"

  • " Danila, me parece bien que te gusten las chicas… Yo también estoy viéndome con una chica… Soy lesbiana."

  • "¿Lo eres?"

  • " Sí… Dame tu copa.”

Le pasé a María mi vino muy animada por su efecto y ella me miró, apartándome el pelo de los ojos… Todo lo sentía como si fuera a cámara lenta mientras ella me hablaba y su voz me parecía distante.

Lo siguiente que supe fue que había cerrado los ojos y sus suaves labios rozaban los míos… Abrí la boca instintivamente, al mismo tiempo que sentía un hormigueo intenso en varias áreas diferentes de mi cuerpo.

Fue un beso muy dulce... Su lengua parecía acariciar el interior de mi labio superior.

Puse mis manos alrededor de su cintura y la pasión de nuestro abrazo aumentó en grados… Ella me mordió el labio en un momento y me dejó probar su lengua en el siguiente beso.

Fue breve pero no como cualquier beso que alguna vez me hayan dado... Acababa de conocer a esta mujer con los labios rojo cereza y una sonrisa descarada, pero sabía que quería entregarme a ella, sin importarmeen absoluto la gran diferencia de edad entre nosotras… Ella impartiría su experiencia sobre mi ansioso cuerpo joven.

  • "Lo siento Danila... Me gusta mucho besar", me dijo.

  • "No te arrepientas… Es maravilloso recibir tus besos."

  • "No te voy a mentir, Danila, me gusta besarme contigo, pero yo...”

Nunca supe qué iba a decirme... Quizás que ella era una mujer mucho mayor que estaba seduciendo a una joven adolescente... Pero era yo, aunque sin querer, quien la estaba seduciendo.

Ella dejó de hablar mientras yo me quitaba mi blusa… Mis pezones se habían vuelto firmes y sensibles.

  • "Dime que no quieres besarlos y me iré."

  • "Danila, una vez que empecemos, sabes que no podemos parar."

  • "Lo sé y estoy deseando que empieces."

Ahuecó mis grandes pechos, levantándolos ligeramente, como si los estuviera pesando… No apartó sus ojos de los míos cuando se deslizó de la cama y se arrodilló en el suelo entre mis piernas… Sus manos acariciaron mis rodilla mientras seguía mirándome a los ojos y chupaba mis pezones.

Solté un pequeño gemido quejumbroso mientras María besaba, chupaba y lamía mis pechos de tal manera que mi coño había empapado mis bragas en sólo unos segundos.

Sentí una especie de picazón en mi pequeño coño como si éste necesitaba que lo rascarse… Comencé a meter mi mano dentro de mi falda, pero María agarró mi muñeca suavemente y retiró mi mano.

Ella me miró y sin duda vio la tensión en mi rostro mientras el picor persistente en mi coño se volvía casi insoportable.

  • "Tranquila, Danila?"

Se sentó en la cama y nos besamos de nuevo, pero esta vez fui yo la instigadora, atrayéndola hacia mí y besándola profundamente.

No tenía suficiente de ella… No contenta con besar sus labios, medio devoré su rostro, besando su nariz y mejillas, mordiéndole los lóbulos de las orejas… Las dos estábamos calientes y sin aliento.

En un intento frenético por calmar mi coño, tomé su mano y le rogué que me tocara.

  • "Espera Danila... Espera."

  • "¡No puedo!... Estoy muy caliente, María"

  • "Puedes... Sólo piensa en el placer que sientes, Danila... Aferrarse a eso."

Mientras hablaba, me di cuenta que sus manos estaban en mis piernas y mi falda enrollada… Entonces la escuché respirar profundamente  y decir:

  • "¡Oh, Danila!... Aaah... Qué buena estás… Cómo me gustas.”

  • “ Oh, María!... Mmmm... Cómo me calientas", le respondí.

Mi vientre temblaba más que el resto de mi cuerpo y me apreté mis pechos, pellizcándome los pezones con fuerza.

No pensé que fuera posible estar tan mojada y necesitar tanto la lengua de una chica en mi mojado coño.

María estaba gimiendo al mismo tiempo que me estaba comiendo mi pequeño coño… Podía oler mi propio aroma mientras ella lo lamía.

Quería que se tocara mientras me lamía... La idea de que ella se masturbara mientras me complacía me acercó más y más a mi orgasmo.

Su lengua le estaba haciendo cosas increíbles a mi clítoris y terminé temblando, estremeciéndome, con los nudillos poniéndose blancos mientras agarraba las sábanas blancas de algodón.

  • "Oooh, joder... Sa-rah… Aaaah."

Mi tormento terminó teniendo yo una corrida explosiva mientras María frotaba su nariz en mi coño mojado y empapado.

Nuestras manos se juntaron cuando llegué y mis gritos se convirtieron lentamente en un suave gemido.

María se unió a mí, consolándome, acariciándome la cara... Podía saborearme mientras nos besábamos… Nuestros labios se fundieron en un postre increíblemente apasionado y sexy.

Luego abrió los ojos y tocó la punta de mi nariz.

  • "No te muevas", me dijo.

La miré mientras se desabrochaba la falda y luego se la quitó y se quitó las bragas… No estaba afeitada como yo... Su coño estaba peludo.

Me miró mientras yo esperaba que ella se diera la vuelta y me dejara probar su coño... Sólo puedo decir que nada más lamerme el coño, la había mojado… Se corrió muy rapida, señal de que estaba muy caliente y a gusto conmigo…Espero haberle devuelto el favor y le haya hecho a su dulce coño la justicia que merecía.

Esperaba que no le importara que tambien le lamiera su pequeño agujero del culo mientres le tocaba elclitoris… Cuando se lo hice, no se quejó… Ella se volvió a correr, esta vez de de una manera tranquila... Creo que eso significaba que yo se lo había hecho bien.

Nos acostamos juntas, cogidas de la mano y hablando durante una hora de nuestras intimidades.

Cómo siempre llamaba a mi abuela a la misma hora todos los días, María se excusó para ir al baño mientras yo hablaba con ella.

Cuando salió del baño se sentó en la cama junto a mí y me preguntó:

  • “¿Cuándo vuelves a Viena?”

  • “Pasado mañana.”

  • “¿Te gustaría que salieramos esta noche?, me preguntó.

  • "Sí… ¿Quedamos a las nueve?”

Y le dí una serie de besos antes de irme a arreglarme.

Yo estaba muy feliz… No quería esperar para volver a ver a María al día siguiente.

Se veía encantadora cuando salió de su hotel… Como yo, se había puesto un vestido corto de verano… Caminamos hacia el otro extremo del pueblo pasando unos altos setos y un pequeño laberinto, que formaba parte del jardín del hotel.

En un extremo había un balancín con una pequeña sombrilla para protegerse del sol… Nos sentamos en el balancín… Hacía calor y María y yo tomamos un sorbo de nuestras botellas de agua y me contó su viaje en barco de la noche anterior.

Mientras observamos el lago desde el balancín, sentí la mano de María coger la mía… Ella comenzó a hacer un pequeño círculo con su dedo índice alrededor de mi palma… No era nada sexual, pero me dio una agradable sensación de calor en mi cuerpo.

Miré a María y ella me miró con sus hermosos ojos gris azulados… Deslicé mi mano por la falda de María mientras nos besábamos, acariciando sus piernas suaves y delgadas.

María hizo lo mismo mientras yo desabotonaba lo suficiente la parte superior de su vestido para meter mi mano y descubrir que ella también se había quitado su sostén... Acaricié sus pequeñas tetas mientras sus dedos se metían entre el surco de mis bragas.

  • "¿Quieres que te enseñe algo?", me dijo.

  • "Sí... ¿Qué es?"

  • "Sólo relájate y haz lo que hago, ¿de acuerdo?"

  • "Sí."

Estaba emocionada, preguntándome qué delicias me iba a mostrar a continuación… Se subió encima de mí, sentándome a horcajadas mientras yo comenzaba a sentir mis bragas cada vez más pegajosas.

Guió mi mano entre sus piernas mientras subía mi falda y deslizaba sus dedos dentro de mi pequeño coño resbaladizo, apartando para ello mis mojadas bragas.

El coño de María era maravilloso... Estaba tan caliente y abierto que le metí mis dedos profundamente… Podía sentir sus jugos deslizándose por mis dedos, lo mismo que sentiría ella con mis jugos.

María comenzó a follarme con sus dos dedos más largos y yo hice lo mismo, exactamente a la misma velocidad y con la misma presión.

Su pelo rozó mi cara mientras nos besábamos… Estábamos gimiendo entre respiraciones hasta devorarnos… Nuestros dedos estaban siendo apretados por nuestros jugosos y pequeños coños.

María presionó su boca contra mi oído y sopló suavemente y me habló con susurros lentos y urgentes.

  • "Enrolla tus dedos, Danila… Haz lo que estás haciendo, pero enróllalos."

No necesitaba más explicaciones ya que podía sentir lo que estaba haciendo dentro de mí y fue fantástico… Estaba experimentando un nuevo nivel de placer lésbico.

Podía sentir su coño apretando alrededor de mis dedos mientras yo hacía lo que ella decía y me estaba susurrando cosas muy excitantes para calentarme al máximo.

Nunca antes había jugado así… Tenía sus dedos muy metidos en mi coño y los míos los tenía en el coño de María, hasta mis nudillos… Sentía una abrumadora delicia en mi vagina mientras ellame estimulaba mi punto G… Se acercaba al momento en que iba a correrme y sabía que María también se iba a correr... Al mismo tiempo, comenzaba a sentirme llena y con ganas de orinar... Todo era muy agradable.

  • "¿Sientes mis dedos dentro de tu coño, María?"

  • "Sí... Sí, Danila... Los siento, cariño... Me estás dando mucho placer"

  • "María… ¡Me voy a correr!”

Mi coño entró en espasmo y sólo recuerdo a María mordiéndome el cuello yapretándose a mi cuerpo, mientras sus dedos daban vueltas y vueltas a mi pequeño clítoris hinchado… Mi orgasmo se apoderó de mí… Tuve que morderme el labio y luego, sin poderlo evitar, dejé que mi orina rociara el asiento.

Me di cuenta de que mi cuerpo estaba caliente y húmedo… Era María que me estaba orinando, empapando mi vestido… Podía sentirla corriendo por mi vientre y entre mis piernas mientras su orina se unía a lamía, cayendo en cascada sobre la hierba debajo del asiento.

Probablemente no hubiera pensado en hacer algo así antes, si me lo hubieran sugerido, pero lo sentí como la cosa más natural del mundo... Fue muy excitante.

Permanecimos allí, ella todavía encima de mí y nos besamos durante lo que me parecieron años… Mis bragas empapadas con la satisfacción de que me lo provocó María.

Mas tarde caminamos de regreso al hotel, con una mirada culpable en nuestras caras... Estaba aprendiendo y le dije que me mostrara cosas nuevas… Ella me tomó la palabra y siempre atesoraré los dos días que estuve con ella... Había pasión y respeto y supongo que en cierto modo había amor de algún tipo.

Pero teníamos nuestras propias vidas y vivíamos a varios miles de kilómetros de distancia… Almorzamos y pasamos la tarde juntos junto al lago, charlando y besándonos cuando nos apetecía hacerlo… Nos despedimos por la noche.

  • "Supongo que esto es todo", le dije.

  • "Si… Cuídate mucho, tesoro mío."

  • "Lo haré María… Y tú también."

  • "Yo te diría que nos escribieramos, pero tal vez sea mejor dejarlo así."

  • "Lo sé. Esta es la mejor manera de terminar."

  • "Adiós, María."

  • "Adiós, Danila."

Nos quedamos mirándonos sin decir una palabra más hasta que nuestras puntas de los dedos finalmente se separaron y caminé hacia mi hotel sin mirar atrás… Todo habia terminado… Fueron dos días con María… Dos inolvidables días para mí... ¿Lo fueron también para María?

F I N