Dos cuerpos mojados en dos metros cuadrados.
Dos gimnastas quedan atrapados en una caja de cristal. Intentan liberar sus cuerpos, y vaya que los liberan.
Dos cuerpos mojados en dos metros cuadrados.
Ambos vestíamos unos slips dorados ajustados, y nada más que eso. Eran parte del show.
Iván y yo habíamos sido gimnastas, así que no sólo habíamos sido contratados por nuestros cuerpos trabajados, sino también por nuestras destrezas, que eran necesarias para el espectáculo de ilusionismo.
Yo había insistido en practicar el acto una vez más. El show era al día siguiente y no lo habíamos ensayado lo suficiente.
Con Iván nos conocíamos hacía sólo dos días, pero era igual de profesional y estuvo de acuerdo.
Estábamos solos en el salón y parábamos en una plataforma mecánica, que nos iba a depositar en una caja de cristal resistente. Una especie de pecera, de un metro cuadrado y de poco más de 2 metros de alto.
Cada uno tenía las manos esposadas a sus espaldas, para darle más dramatismo al acto, pero nos liberaríamos en breve, gracias a la llave que ocultaba Iván en su puño.
El truco era simple y no había peligro.
A medida que bajábamos en la plataforma, la caja se iba llenando de agua.
El secreto estaba en que había una segunda fina pared de cristal externa, que también se llenaba de agua.
Entonces, una vez que el público nos veía sumergidos por unos 10 segundos, una gran tela cubría la caja, yo accionaba una palanca que había en la base, una compuerta se abría y el agua caía rápidamente a un depósito escondido, dejándonos sobre una rejilla de metal.
Nos sacábamos las esposas, accionábamos otra palanca que abría el lado posterior de la caja y salíamos.
Luego de eso, caía la tela que cubría la caja y mostraba la pecera con agua, aunque sólo era una pared exterior que creaba la ilusión.
No íbamos a usar esa gran tela para el ensayo, pero teníamos un cronómetro que nos indicaba el tiempo que nos quedaba.
Llegamos a la base de la caja y el agua iba cubriendo nuestras cabezas.
Esperé los 10 segundos y accioné la primera palanca con el pié, mientras esperaba a Iván a que se quite las esposas y luego saque las mías.
Apenas el agua nos dejó respirar, escuché a Iván decir alarmado "¡Nico! ¡Nico! ¡Se me cayó la llave!".
¡No podía ser! El espectáculo comenzaba al otro día y ya debía salir todo sin errores.
"Lo siento, Nico. Lo siento mucho", dijo apenado.
"No hay problema. Mañana habrá colaboradores con llaves de repuesto detrás de la caja, que podrán ayudarnos si se repite. No te culpes" Le dije, aunque sí lo culpaba un poco. "No hay tiempo de buscar la llave, tenemos que salir".
El agua terminó de drenar y accioné la segunda palanca con el pie, pero se trabó. Volví a intentar y no tuve éxito. ¡Rayos!
"¡No se abre! Está trabada.", Le dije.
"¡Deja que lo intente!", me dijo y pasó su pierna al lado de la mía para pisar la palanca.
El espacio era muy estrecho, así que al moverse, Iván se pegó a mi cuerpo y mis manos esposadas chocaron en su entrepierna.
A medida que Iván intentaba presionar la palanca con el pié, su gordo bulto se movía en mis manos y eso me incomodaba.
"¡Iván!" Le dije.
"Lo siento Nico. Es mi culpa." decía lamentándose.
Vi que estaba apenado, así que evité el comentario del bulto. Lo calmé y le dije que no se preocupe, que estábamos cansados y que mañana todo iba a salir a la perfección.
Me di vuelta, para quedar frente a él y le pedí que nos tranquilicemos y que busquemos la manera de salir de ahí.
"No es muy alto. Sólo hay que liberar nuestras manos", dijo, mientras se inclinaba hacia mí.
Intentaba pasar sus manos bajo sus pies, pero era imposible. No tenía espacio.
Sus brazos estaban pegados a la pared y su cabeza chocaba contra mi cuerpo.
Yo también tenía los brazos pegados a la pared, e intentaba darle espacio moviendo mi cintura hacia los costados, pero solo lograba estorbarlo. Esta vez, era mi bulto el que lo chocaba su cuerpo. Su rostro rozaba una y otra vez mi bulto cubierto del mojado slip.
"Tendremos que buscar la manera de salir con las esposas puestas", dijo frustrado, "No hay espacio para sacarlas."
Le sugerí que me ayude a subir. El cuerpo de él era más grande y musculoso. Podía aguantarme y, una vez que alcance el borde superior de la caja, podría liberar mis manos y saltar fuera de la caja para abrirle.
Se agachó lo más que pudo, para que yo pueda pisar sus rodillas. Me subí con ambos pies y fui apoyando mis brazos esposados a la pared.
Hasta allí íbamos bien, pero tenía que seguir subiendo.
Cuando llevaba una pierna a su hombro, el slip se me rajó entre las piernas. El pié que me sostenía tembló y casi caigo. Volví a apoyarme con ambos pies en sus rodillas.
"¿Estás bien?", me preguntó Iván.
"Sí. Sí. Sólo creo que rompí mi slip", le dije enojado conmigo mismo.
"Tranquilo. Nadie lo ve. Intenta de nuevo.", me dijo, ya cansándose de mantener la posición y mi peso en sus rodillas.
Intenté repetir el movimiento, pero cuando subía la pierna para buscar el hombro de Iván, él me interrumpió. "¡Wow!.. ¡No, No, amigo!... Tus huevos cuelgan y no quiero ver eso".
Tenía razón. Mis huevos colgaban por la raja del slip, que se iba haciendo más grande, y podía sentir el aire en mis pelotas.
"¡Maldita sea!", dije. "Perdón, Iván."
"¡Jaja! Fue un accidente. Intenta de nuevo, pero ve de a poco", dijo animándome.
Llevé mi pie a su cintura esta vez. Lo apoyé a la altura del elástico de su slip.
Me afirmé y levanté el otro pie de a poco, para hacer lo mismo del otro lado.
El slip se resbalaba un poco, pero aun aguantaba.
"¡Sigue antes de que me dejes a mí en pelotas!, me apuraba Iván al notar que su slip cedía.
Llevé rápidamente un pie a su hombro. Su slip resbaló y desnudé parte de su cintura.
"Perdón", le dije, sabiendo que mis huevos iban a mostrarse.
Iván giró la cabeza y agregó "No importa. Continúa, que no tenemos otra forma"
Al subir mi otro pie, bajé más el slip y descubrí casi la mitad de la verga de Iván.
El pie en el hombro se deslizó, y quedé con una rodilla en el hombro de Iván y un pie en el aire.
"No te caídas", dijo Iván estirándose y acercando su otro hombro para apoyar mi segunda rodilla.
Quedé colgado de los hombros de Iván, con mi trasero en sus pectorales. Podía sentir mis huevos desnudos aplastados contra su pecho.
"Bien. Ahora intenta subir con tu espalda", me indicaba, un tanto agitado por la fuerza que había hecho.
Fui moviendo mi espalda, apoyándome en la pared para comenzar a subir.
A medida que lo hacía, sentía que mis huevos iban rozando el pecho de Iván y me estaba generando sensaciones extrañas.
Iván se acercaba a mi lado, para ayudarme a subir y mis muslos iban subiendo hacia sus hombros.
El contacto me estaba estimulando y mi miembro lo iba sintiendo. Se empezaba a endurecer y a prolongar la raja de mi slip.
Iván trataba de alentarme, pero iba notando lo que sucedía.
"¡¿Se te está parando, Nico?! ¡¿Eres homosexual o qué?!", me decía escandalizado.
"¡No soy homosexual!" le dije gritando "¡Tengo los huevos desnudos y me estás rozando!".
Hice fuerzas con el abdomen para incorporarme y sentí que la raja del slip se abrió más y liberó mi verga.
Mi miembro pegó en el rostro de Iván, que intentó mover su cabeza apretada entre mis muslos.
"¡Maldita sea!" dijo, "¡Saca eso de mi cara! ¡No soy homosexual!"
Sentía el calor de su aliento en mi verga, que se ponía más dura. "¡Que nadie es homosexual! ¡¿Qué quieres que haga?!"
"¡Intenta salir! O al menos mueve eso de mi rostro", dijo enojado.
Volví a reclinarme para apoyar mi espalda en la pared. Ya llegaba casi al borde.
Levanté mi cintura cuanto pude para alejar mi miembro de la cara de Iván.
"¿Mejor así? Hago la fuerza que puedo", le dije también enojado.
"Ahora tengo tus huevos en mi cara", me dijo, mientras me dejaba sentir su caliente aliento. Sus labios rozaban mis testículos a medida que hablaba y recibían unas gotas de su saliva enojada.
No quería reconocerlo, pero me estaba calentando. Su aliento cercano me estaba haciendo temblar un poco.
"Intenta salir rápido. Esto me está incomodando mucho", me dijo. "Pisa mi hombro y empújate"
Lentamente, apoyé un pie sobre uno de sus hombros. Sentí los labios y luego la nariz de Iván pasando por mis huevos.
Iván gruñó y agregó "Al menos ya sacaste tus huevos".
Esta vez, el aliento caliente se sentía en mi culo y los labios de Iván estaban mucho más cerca.
El cuerpo entero se me estremeció al sentirlo.
Iván seguía apurándome para que salga y hablaba enojado. Las gotas de su saliva ahora se estrellaban en mi ano y sus labios estaban a milímetros.
Mi cuerpo tembló y pude sentir su lengua un par de veces.
"¡Iván!", le dije, "¡Tienes la cara en mi culo!"
"¡Claro! Ahora yo lo hago a propósito", me dijo irónicamente. "Ahora aguanta tú la incomodidad"
El movimiento de su boca en mi entrepierna me estaba excitando. Me costaba reconocerlo, pero los lengüetazos en mi culo también hacían efecto. Mi cuerpo volvió a temblar.
"Perdón", le dije, "Sé que no lo haces a propósito. Esto es muy extraño. Yo tampoco me caliento a propósito."
"¿Te calientas?, me preguntó, y no sé si lo hizo a propósito, pero al decirlo pude sentir su lengua intensamente en mi culo.
"¡No me calientas tú!, le dije "Estoy en pelotas y te estás moviendo bajo mis huevos", aclaré para disimular.
"Supongo que es entendible", respondió.
Su tono ya era más calmo y seguía alargando las "eles" cuando hablaba. Otra vez, su lengua lamió mi culo y me hizo estremecer.
"Nadie es gay", dijo, "Pero tenemos que salir de aquí".
"Nadie es gay", repetí, "Intentaré empujarme".
Lentamente levanté posé mi otro pie en su hombro.
Mi culo se expuso más a la boca de Iván. Su lengua se aplastó en mi agujero. Solté un pequeño gemido.
"Intenta levantarte", dijo Iván, alargando una nueva "ele".
Sentí que su lengua entró y salió de mi virgen culo. Mi cuerpo convulsionó.
Temblando, quise empujarme con los pies, pero me resbalaba. Mi espalda caía y el abdomen no me daba más de la fuerza que hacía.
"Trataré de empujarte", dijo Iván, mientras empujaba con el cuerpo y la cabeza hacia mi lado.
Su boca entera se aplastó a mi culo y su lengua estaba prácticamente adentro.
"¡Iván!", dije con voz temblorosa.
Él comenzó a decir cosas que no entendía. Su lengua se movía en mi culo mientras hablaba y me estaba volviendo loco.
Le dije que no entendía y volvió a mover su lengua con más énfasis, sin que se le entendiera nada.
Mi cuerpo se retorcía de placer. Ya no sabía si quería salir de la caja o seguir sintiendo esa lengua que se movía en mi culo.
Trataba de ahogar mis gemidos, pero algo se llegaba a escuchar.
Iván dejó su lengua quieta por un momento, pero enterrada en mi culo. Ya era evidente que no lo estaba evitando.
"Iván", le dije con la voz entrecortada, "No llego. Creo que es mejor que baje".
Iván llevó su cuerpo para su lado y se distanció de mi culo. Respiraba agitado.
"Tienes razón, Nico", dijo quizás con algo de vergüenza.
Bajé mis pies de a poco y fui abriendo mis rodillas, para que Iván pueda girar la cabeza, mientras mi duro miembro nuevamente se posaba en su rostro.
"Perdón" volví a decir, mientras me apoyaba en la pared e iba rodeando los brazos esposados de Iván con las piernas.
"Ya está", dijo Iván ya sin enojo en su voz, "No somos homosexuales. Baja con cuidado"
Seguí deslizándome por su cuerpo que estaba cubierto de sudor. Ambos estábamos sudados. Entre las luces del salón y el calor de la situación, era inevitable.
Mis pies se trabaron con las manos esposadas de Iván. Mi cintura y mi espalda seguían cayendo.
Sin esperarlo, mi culo mojado se topó con un bulto caliente. Era la cabeza de la verga de Iván, que estaba completamente parada.
"¡¿Iván?!", dije, sin entender nada.
"¡Perdón!" dijo alarmado "¡El roce también me afectó! ¡No es que esté excitado!"
Mientras Iván se alarmaba, mi culo iba cediendo a la inercia, mis pies trabados hacían que mis rodillas se flexionen y en segundos tenga media cabeza de la verga de Iván dentro de mí.
Dejamos escapar un gemido al mismo tiempo.
"¡La tengo adentro!" le dije asustado.
Iván intentó correrse, pero mi cuerpo se movió con el suyo y al detenerse la cabeza de la verga de Iván se metió por completo dentro de mi estrecho agujero.
"¡No!", dije con una expresión de susto mezclada con excitación. La lengua de Iván había resultado placentera y la carne que se estaba metiendo en mi recto empezaba intrigarme. Mi verga se puso dura como una piedra, pero no podía reconocerlo. ¡No era homosexual!
"¡¿Que hago, Nico?! ¡¿Qué hago?!", me decía Iván alarmado, con culpa por la situación.
"Intenta pensar en otra cosa", le dije. "No somos gays. No nos excita esta situación", intenté convencerlo, esperando que no note mi miembro erecto que empezaba a despedir líquido pre seminal.
"Pienso en otra cosa. Pienso en otra cosa", repetía Iván con los ojos cerrados.
Tardó un tiempo en hacer efecto, pero luego de unos minutos comencé a sentir que su miembro se iba deshinchando un poco. Pero no estaba resultando como lo esperábamos.
"¡No, no!", grité, "¡Vuelve a calentarte!"
"¡¿Qué?!", contestó Iván desconcertado
"¡Piensa en algo que te caliente!", ordené, sin dejarlo terminar de hablar.
Obedeció sin entender. "Algo que me caliente..." comenzó a decir, cerrando los ojos nuevamente.
Al relajarse, su verga se había ido metiendo un poco más y no quería toda esa verga dentro de mí.
"Se estaba metiendo más" le dije, "La tenemos que sacar, pero mantenla dura, porque si no, se mete más y es enorme"
Su mente lo debe haber tomado como un cumplido, porque pareció excitarse, su miembro se puso rígido, convulsionó y se metió más en mi culo mojado. Trató de disculparse, casi jadeando.
Tenía media verga adentro. Mi cuerpo temblaba y mi mente trataba de procesar las sensaciones de desconcierto y placer.
Los temblores del miembro de Iván masajeando mi recto hacían que mi verga salte y se ponga más tiesa.
Tenía que salir para no seguirme confundiendo.
Tartamudeando le indiqué a Iván que trate de liberar mis pies de sus manos esposadas, así podría alejarme y sacar su miembro de mi culo.
Iván asintió, tratando de contener los movimientos de su gorda verga en mi estrecho ano.
Movió sus manos a los costados, pero eso provocó que mi culo juegue con la cabeza de su verga y nos caliente más a los dos.
Cuando intentó levantar las manos, mi cintura se fue aún más sobre su cuerpo y su miembro se enterró casi por completo en mi recto.
Ambos gemimos y desviamos la mirada con culpa.
La sensación de toda esa carne caliente en mi interior me resultaba sumamente excitante y ya no podía no reconocérmelo.
Mi virgen ano se iba acostumbrando poco a poco al gordo intruso que lo invadía, y le estaba gustando.
Me avergonzaba, pero me gustaba.
"Perdón, Nico", rompía el silencio Iván, "es mi culpa por dejar caer la llave"
"No te disculpes Iván", dije tratando de disimular mi excitación "Yo propuse que me ayudes a subir..."
"No somos homosexuales, ¿verdad, Nico?", me preguntó con culpa.
"Esto es un accidente", le contesté, "Nadie es homosexual", dije tratando de ocultar mis evidentes dudas.
"Porque cuando me pediste que me caliente, miré tu verga y pensé en tus huevos en mi cara y tu culo en mi boca..." dijo, con preocupación, "No pude evitarlo. Tenía tu verga en frente. No lo pensé..."
Los problemas en la mente de Iván eran perores que los míos. Se sentía culpable por calentarse con mi culo, ¡con mi verga!
"¿En verdad pensaste en eso?", pregunté sin pensarlo. ¿Me había excitado que un tipo se caliente conmigo?
"Si", dijo mirando al costado.
Mi verga convulsionó. Los músculos de mi trasero se aferraron al miembro que tenía en el culo. Definitivamente me había calentado.
Le dije que no se preocupe, que no teníamos que sentirnos culpables de nada, tratando de convencerme también a mí mismo.
Le dije que éramos bien hombres y si el cuerpo reaccionaba no quería decir nada. Que éramos colegas que tenían un inconveniente y lo iban a solucionar.
Iván me devolvió la mirada, como agradeciendo mis palabras. "Entonces, ¿qué hacemos?", preguntó.
La verdad es que no sabía qué quería hacer. Ya tenía casi toda la verga de Iván dentro de mí. ¿La quería sacar o la quería sentir por completo?
Mi miembro se movía excitado por mis pensamientos y mi culo tenía espasmos que ponían más dura la verga de Iván.
"Creo que no queda otra..." comencé a decir y me detuve.
"¿Qué cosa?", dijo Iván intrigado.
"Está claro que no somos homosexuales, ¿no?", le pregunté.
"Claro", contestó.
"Y nadie se va a enterar de lo que pasó aquí, ¿no?, insistí.
"¡Ni loco!", exclamó Iván. "¡Nadie debe enterarse!"
"De acuerdo. Si es así...", continué más confiado. "El tema es que ya estás casi por completo dentro de mí, y lo que hemos intentado no ha funcionado. Yo no siento dolor y quizás sea mejor que eyacules, así podemos despegarnos"
"¡¿En serio?! contestó Iván, mientras la excitación hacía que su miembro empiece a palpitar en mi recto.
"Sí. Sólo te tienes que calentar y eyacular. Nos despegamos y acá no pasó nada", dije minimizando la situación. "Sólo piensa en algo que te caliente..."
"¿En tu culo, como recién?", me preguntó excitado.
Gemí. "Si eso te excita..."
"Al principio no entendía, tu verga, tus huevos que se refregaban en mi boca..."
¡Dios! Recordaba esa sensación y se me hacía agua la boca. Mi cuerpo se tensaba, y sin siquiera notarlo, mi cintura comenzaba a moverse inconscientemente.
"...Pero cuando sentí que tenía la boca en tu culo, se me fue parando. No me quería excitar, pero me estaba calentando...", continuaba Iván, mientras la verga se le endurecía y empezaba a disfrutar de los masajes que le iba haciendo mi culo.
La imagen de su lengua en mi culo me calentó más, e instintivamente presioné con mi cadera, como si buscara su lengua juguetona.
Metí su miembro por completo dentro de mí y seguí con mi lento movimiento. Ahora más prolongado.
"...creo que metí la lengua casi a propósito. No quería hacerlo... o sí... Me gustaba como se iba abriendo tu culo con mi lengua... y ahora que siento cómo lo abro con la verga, me gusta mucho más..." completó, al mismo tiempo que presionaba para meter aún más su duro miembro en mi culo hambriento.
Comenzamos a jadear. El movimiento se empezó a hacer más intenso.
Iván definitivamente me estaba culeando. Y ambos lo estábamos disfrutando.
Se posicionó para embestirme con más fuerza y sentimos que la palanca de la puerta se destrabó. Ya podíamos salir.
Hubo unos segundos de silencio y le dije "No pares".
Se calentó de sobremanera.
Terminó de acomodarse y empezó a penetrarme con fuerza.
Podía sentir todo el largo de su caliente verga entrando y saliendo de mi estrecho culo.
Sentía como su gorda cabeza se iba abriendo paso en mi recto.
Mi verga saltaba cuando sus huevos se estrellaban contra mi culo.
Quería que me siga embistiendo toda la noche, quería que me llene el culo de dulce carne.
"Lo siento, Nico, pero creo que me excita tu culo. Se siente muy caliente y apretado", dijo tratando de contenerse.
"¡No lo lamentes!", dije agitado, "Tu gorda verga me vuelve loco. Quiero comerla toda con mi culo caliente y apretado."
Las palabras nos calentaron a los dos.
En el salón resonaban nuestros gemidos y los golpes del cuerpo de Iván chocando contra mi culo.
Nuestros cuerpos sudaban y mis pies se liberaban de sus manos esposadas.
Apoyé ambos pies en la pared que estaba detrás de Iván e hice fuerzas para empezar un movimiento más intenso.
Mis piernas se estiraban, para que mi mojado ano recorra todo el duro miembro de Iván, y mi espalda empujaba con fuerza para, para volver a enterrar toda su carne en lo más profundo de mi recto.
El movimiento se hacía más veloz. Iván se volvía loco y su carne se iba hinchando en mi interior.
Respiraba cada vez más agitadamente y sus piernas comenzaron a temblar.
"¡Nico! ¡Nico!", comenzó a advertirme.
Sabía que estaba por estallar y eso no me detenía, me enloquecía.
"¡Sí, Iván! ¡Sí!", le decía como si fuera un animal en celo, "¡Sí! ¡No pares!"
Estaba fuera de mis cabales.
Cabalgaba ese enorme trozo de carne caliente en forma desenfrenada. Gemía y miraba hipnotizado mi dura verga rebotando contra el abdomen de Iván, una y otra vez.
Se iba tensando y empezaba a convulsionar con cada nueva embestida.
Iván no podía más. Se mordía los labios y se retorcía.
Empujó, para hacer más profunda mi última embestida y estalló.
Mi recto fue sintiendo los potentes chorros de leche que despedía el duro miembro de Iván.
Mi verga empezó a temblar, sintiendo cómo mi culo se iba llenando de semen por primera vez, y descargué el mío.
Mi cuerpo quedó empapado.
Respiramos agitados, tratando de recuperar el aire. Nos miramos con una mezcla de vergüenza y confidencia.
En silencio nos separamos, salimos de la caja y nos sacamos las esposas.
"Espero que mañana en el show podamos salir más rápido", le dije.
Empezamos a reír y prolongamos la carcajada lo suficiente para descargarnos de tanta tensión.