Dos años sin sexo
Este es el segundo relato que escribo, y les cuento lo que me pasó despues de dos años sin sexo.
Nunca olvidaré la noche del 14 de abril. Estaba súper deprimida, y me llamó una de mis amigas para salir por ahí de marcha. Le dije que no tenía ganas, pero insistió y me convenció para salir con ella, cosa que le agradeceré toda mi vida. Yo llevaba casi 2 años sin sexo, y ya empezaba a desesperarme. Esa noche, vino mi amiga a mi casa y nos vestimos las dos juntas. Me dijo que íbamos a ir a una fiesta de salsa que se celebraba en la capital, y que me tenía que poner ropa fresca y los zapatos de baile, porque no íbamos a parar mientras que hubiese parejas para seguir bailando. Me encantó la idea y me puse un vestido blanco y negro que me compré para nochevieja y mis zapatos negros de baile, además de peinarme y maquillarme como una diosa. Hacía tanto tiempo que no me veía tan guapa .
Bueno, pues a eso de medianoche salimos de mi casa, y nos dirigimos a la discoteca donde se celebraba la fiesta. Allí entramos, y entre bachata, merengue, salsa y cha cha cha fuimos viendo a nuestros amigos y conocidos.
Me encontré con una de mis mejores amigas que había ido con su novio y con su hermano, que acababa de terminar con la novia y se encontraba muy deprimido, así que decidió llevarlo a bailar para que se despejase un rato, y me dijo que porqué no sacaba a su hermano a bailar, y viendo al hermano, acepté encantada.
Empezamos a bailar un merengue y me dijo que bailaba bastante bien para el tiempo que llevaba dando clases, y que esa noche me veía como nunca antes se había fijado en la amiga de su hermana, que me veía distinta, mas madura, más mujer.
Empezamos a tomar chupitos para "celebrar" su soltería, y empezamos a hablar y a calentarnos.
Empezó a sonar una bachata, el baile caliente por excelencia, y me sacó a la pista, se agarró a mí y empezamos a bailar.
No llevábamos ni un minuto en la pista de baile cuando nos miramos fijamente y sus labios se fundieron con los míos en un apasionado beso. No sé el porque, pero de pronto empecé a buscar a mis amigas (su hermana y la chica con la que había ido a la fiesta) y se habían esfumado, supongo que se habrían puesto calientes con los roces de la bachata y habrían salido a apagar su fuego.
Así que decidí buscarle de nuevo, y ya no pudimos bailar, todo fueron besos cada vez más calientes y nuestros sexos se buscaban entre si, nuestras manos recorrían nuestros cuerpos y la temperatura ambiente iba incrementando con el paso de los segundos. Decidimos coger su coche e ir a mi casa. Durante el trayecto, el iba buscando mi sexo con sus manos, y una increíble erección iba haciendo acto de presencia en sus pantalones.
Llegamos y bajamos del coche como dos locos en celo que no podían aguantar más, tocándonos y besándonos, en la calle, en el ascensor, en la puerta de la casa abrí la puerta como pude y tal y como fuimos entrando nos fuimos desnudando, tocándonos apasionadamente, el apretaba mis tetas, las lamía, las mordía, me hacía tocar el cielo.
Me arrancó las bragas en un instante y hundió su cabeza en mi sexo, haciéndome la mejor comida de mi vida. Acto seguido le quité el slip y dejé al descubierto aquella maravillosa polla que me daba la bienvenida.
Empecé a hacerle la mejor mamada que he hecho en mi vida, en la que no duró siquiera un minuto y se corrió en mi boca. Umm que rica, aún recuerdo ese maravilloso sabor y me pongo caliente.
Después de correrse me levantó, y parecía que no se hubiese corrido, porque siguió dándome esos besos apasionados que tanto me gustan, casi no me dejaba respirar, lo que hizo que me pusiera otra vez como una perra en celo. Su polla se vino arriba otra vez, más dura que la primera, y no me dio tiempo de articular palabra, cuando la tenía metida hasta el fondo y no podía hablar, solo suspirar, reír y gritar de placer.
Las oleadas de placer fueron invadiendo mi cuerpo y cuando vi que nos íbamos a correr, me la saqué y fui por un pequeño bote de lubricante y un maravilloso consolador que tenía guardado para mis momentos de soledad.
Nos untamos el lubricante y le pedí que me la metiera en el culo, me lo agradeció con un beso en la boca y unas pequeñas lamidas en el coño, y puso la punta en la entrada de mi culito, que se deslizó sin problemas.
Fue el placer más inmenso que he conocido en mi vida, su polla en mi culo y mi consolador en el coño, mmm que rico.
Nos acabamos los dos a la vez y caímos rendidos, abrazados y besándonos para no perder el sabor de nuestras bocas.
Esa noche tuvimos varios encuentros más, y espero seguir teniéndolos, porque nunca tuve un amante como el.