Dos amigos, dos amigas IV

A su manera parece que Renata recuerda la noche con su hijo, conoceremos un poco del pasado de la madre.

DOS AMIGOS, DOS AMIGAS

Parte IV

La princesa a caído victima de la pócima de la bestia, no entiende porque pero empieza a intentar caminar sin saber hacia donde, cada paso es una lucha por mantener el equilibrio, apenas pone un pie delante del otro pierde el balance, lo único que evita que termine en el suelo es la mano de la bestia en su cintura, como puede sigue su andar, presa del brebaje y unos altos tacones de cristal sus piernas flaquean, aprovechando su debilidad el monstruo hace de las suyas, la sujeta, esta vez no es de la cintura, su pecho izquierdo se ve aprisionado entre unas garras que se clavan como espinas en su piel, sabedor de su ventaja aquel adefesio desliza su mano izquierda debajo del vestido de la princesa, una nueva invasión a su intimidad, la mano del monstruo termina entre sus nalgas, asquerosos dedos ultrajan su privacidad, uno de ellos, el medio, a quedado exactamente entre la línea que separa sus dos prominentes cachetes. Flexionando hacia adentro y hacia afuera, aquel dedo juega peligrosamente cerca del ano de la sucesora al trono, amagando con meterse en cualquier momento, la princesa usa la única defensa a la que tiene acceso, apretar sus nalgas con sus escasas fuerzas, la bestia siente como su dedo queda atrapada entre el culo que manosea, aquello le parece tan divertido que no puede evitar reírse.

Buscando ir calentando a la hija del Rey, mientras siguen caminando, el monstruo cambio de posición sus manos, ahora la con la izquierda la sujeta por la cintura, mientras que con la derecha soba, encima del vestido, la conchita real, podría hacerlo directamente, pero esto le parece más cachondo, el cuerpo de la princesa reconoce la acción empieza a gemir, con una voz dulce, melodiosa, el sentimiento de excitación no le es desconocido. A pesar de que las reglas de la realeza dicen que las princesas deben esperar hasta el matrimonio para ser desfloradas en la noche de bodas, esta princesa no pudo evitar satisfacer su curiosidad por saber que se sentía coger. En uno de sus tantos paseos por la ciudad el carruaje en el que viajaba se detuvo frente a un burdel, a los vasallos que la transportaban les pareció divertido exponer a la hija del Rey, una niña pura, ajena a las perversiones del hombre a un lugar de prostitución. Mientras los sirvientes del palacio fingían reparar una rueda, los oídos inocentes de la niña se llenaron con los sonidos de jadeos, pujidos, hombres y mujeres de clase baja llegando al orgasmo, maldiciendo, utilizando un lenguaje tan vulgar que jamás pensó que existiera.

De entre todo lo que oyó la tierna princesa el sonido de los gemidos fue lo que más le llamó la atención, una sensación desconocida hasta ese momento invadió su cuerpo, no era felicidad ni emoción, pero aquello le empezó a otorgar placer, poco a poco sintió como su vaginita empezó a mojarse, su primer idea fue pensar que se había orinado, así que el placer abandono su cuerpo, ignorante del mundo se hizo presa de la vergüenza. Inquieta como solo ella, pregunto aquí y allá, a cualquiera que no tuviera miedo de responderle hasta entender que había ocurrido con su cuerpo, no tardo mucho en descubrir su respuesta y con ello el fascinante mundo de fornicar.

Los pensamientos de la hija de la Reina deberían estar concentrados en otra cosa, huir, intentar correr, pero el líquido en su cuerpo se lo impedía, solo su instinto de supervivencia hizo que regresara un poco a la realidad, una nueva amenaza apareció, esta criatura bailaba alrededor suyo, brincando, esparciendo su oscuridad. Aquel ser de maldad se hinco a lo pies de la princesa, una reverencia de burla, arrastrándose sobre sus rodillas se acerco hasta quedar frente a las piernas reales, entonces acerco su nariz a la piel de la chica, un órgano olfativo grande, puntiagudo, afilado, lentamente empezó a olfatear la blanca piel, acostumbrado a la pestilencia de la basura, el aroma que aspiraba le deleito. Bajo la cabeza hasta los tobillos de la dama, entonces poco a poco empezó a subir la cara recorriendo las extremidades que tenía al frente, conforme iniciaba su ascenso se dio cuenta que el olor era mas y mas agradable.

Al contacto de la nariz, escurriendo de mocos, con su piel, la princesa bajo la vista asustada, un terror más grande le llego de golpe, tenía la falda levantada hasta la cintura, ¡estaba desnuda de la mitad para abajo!, ¿en que momento ocurrió?, solo llevaba sus medias, un portaligas, todo color blanco, pero sin calzones, en ese momento se arrepintió de no usar al menos una tanguita pequeña. La princesa intento detener el avance de la criatura colocando su mano, cubierta por un guante blanco que le llegaba hasta el codo, sobre la cara del adefesio, de nada sirvió, la criatura estaba en su objetivo, el coño real, una franja de vello al centro, limpio a los costados, a aquel ser los pelitos le parecieron hebras de oro, con una mano retiro su viejo sobrero, no podía privar a sus otros sentidos de tan suculento manjar, entonces cerro los ojos, abrió ligeramente los labios y como si fuera pan ofrecido por un dios metió los vellitos reales en su boca, a diferencia de los de las hembras de su especie aquellos le parecieron tan suaves como la misma seda, sabedor de su condición, no quería empañar aquello con su suciedad, retiro la cabeza lentamente hacia atrás, poco a poco salieron los pelitos de la princesa cubiertos de baba verde.

El ser sabía que jamás volvería a toparse con una diosa sexual de esa magnitud, era una oportunidad de una vez en la vida, volvió a meter los pelitos de la princesa en su boca, los saboreo dentro de ella, llevaba cientos de años vivo pero nunca había probado cosa tan suculenta, esta vez al sacarlos apretó un poco más los labios, jalándolos mientras salían, a su entender lo hizo gentilmente, la realidad era que la princesa sintió que se los arrancaban de la piel, el dolor hizo que la hija del Rey chillara, más de placer que de sufrimiento. Para la princesa era un chillido de dolor pero al adefesio le pareció que oía un ángel sexual expresando su placer, ¿será posible que tenga derecho a esto?, se cuestiono, entonces lo vio claro, toda la vida lo único que había conocido era la miseria, el dolor, este era su regalo al ocaso de su vida, recompensa por una vida de humillaciones. Lo que terminó de convencerlo fue cuando vio que el coño de la princesa estaba mojado, húmedo al grado de que sus jugos escurrían por sus muslos. La heredera al trono llevaba una vida de puta, cogiendo por aquí y por allá, su cuerpo acostumbrado al trato de una prostituta, de las clases mas bajas del reino, reaccionaba como tal. El ser de baja estatura sabía que de entre todas las criaturas, a los de su especie los consideraban por debajo de los gusanos, si alguien se enterara de lo que estaba haciendo sufriría, no solo el sino todos los suyos, la peor de las muertes, por saborearlo incluso el tormento eterno valdrá la pena se dijo… un fuerte ¡aaaaahhh! retumbo por todo el castillo, el gnomo llevó acabo su ultima osadía, saco su lengua, larga, morada, rugosa, para degustar de principio a fin la vulva de la chica, la princesa apretaba sus piernas pero la lengua del gnomo se abría paso para llegar hasta el útero, los jugos de la dulce joven se mezclaban con la saliva color verde del viejo gnomo, el coño de la joven no distinguía si quien le daba placer era una apuesto príncipe o la peor de las criaturas, lo estimulaban y este reaccionaba. Durante toda su vida el gnomo soñó con conocer un lugar, lo escucho, escondido siempre, de las conversaciones de ángeles y elfos, un sitio maravilloso, lugar de gozo eterno, el paraíso, y finalmente esta noche, a través de los jugos vaginales reales estaba en el.

El brebaje que la princesa tomo era demasiado poderoso, las lagunas mentales que le generaba eran constantes, ahora se encontraba en una habitación, iluminada por velas, una rápida vista al lugar le basto para darse cuenta que el viejo gnomo había desaparecido, un poco más de lucidez llego a su mente, lo que le hizo darse cuenta que estaba incada, el piso lastimaba sus rodillas, recién llegaba el aviso de dolor a su cerebro cuando de repente sintió que algo duro y amargo llenaba completamente su boca, alzo la vista para encontrarse con un par de ojos rojos, una silueta negra, era la bestia y aquello que tenía en su boca era su grande y venoso miembro. Presa de la magia su cuerpo no obedecía a su mente, el cerebro decía: para, larguémonos de aquí pero el cuerpo era victima de la lujuria, de la excitación, siendo solo una espectadora vio como su mano tomaba el ancho tronco del falo, apenas y alcanzaba a rodearlo, sintió un alivio pasajero al notar que las fuerzas le volvían, paro las estocadas que la bestia le daba, lentamente saco la verga de su boca, completamente escurriendo de saliva, no era el movimiento de una niña defendiéndose sino el de una puta a punto de empezar a trabajar, sin poder oponerse su fina lengua empezó la lamer delicadamente la base del glande, apenas rozando paso su lengua por la orilla del cabezón miembro.

Cuando caminaban la verga de la bestia estaba cubierta enteramente de pelos, ahora excitado la chica se daba cuenta que estuvo dentro de una especie de funda peluda, no entendía como todo aquello pudo estar oculto, aquella verga no era diferente a la de los humanos, su distinción era ser inmensamente mas grande, roja y no estar cubierta con una piel, mientras pensaba todo esto mamaba sin parar el órgano sexual del monstruo, la bestia notaba que la princesa disfrutaba chupando verga así que le dio una recompensa, incremento mas el tamaño de su falo, a lo largo y ancho, la chiquilla sintió como la cabeza de esa anaconda le llegaba hasta la garganta, ella hizo gala de su experiencia siguiendo engullendo, para dar un mejor soporte a su mamada tuvo que mover su tórax hacia adelante y atrás pues mover solo la cabeza ya no era suficiente para abarcar la longitud del pene. Ayudado por el gnomo, la bestia veía una excitación sin igual en la pequeña heredera al trono, en el piso se había formado un charco producto de todos los jugos que escurrían de ese coño aristocrático que pronto follaria.

Son aproximadamente las 3 de la madrugada cuando Renata despierta, rápidamente se levantó para quedar sentada sobre la orilla de su cama, su cuerpo tiembla, el corazón le late a mil por hora, jadea llena de terror, con solo la luz de su lámpara camina hacia el closet para tomar una toalla, seca su cuerpo desnudo que estaba bañado en sudor. Desde la separación con su marido ha tenido estas horribles pesadillas, donde se vuelve una princesa que es violada por toda clase de criaturas, desde entonces su conciencia la ha culpado por ser tan puta.

Renata dejo sus encuentros sexuales desde su separación, pensaba que si podía dejar ese aspecto de su vida podría pedirle otra oportunidad a su aún esposo, este gran cambio en su vida era algo solo conocido por una persona, su verdadera amiga Fernanda, quiso ocultar este detalle de su circulo de amigas, a cualquier edad se miente para agradar y hacerse de compañía. Renata disfrazaba su verdadero plan con una sonrisa argumentando que ahora que estaría soltera follaría como coneja, repetía tanto esta frase que sus amigas la apodaron así, Coneja, cosa que tomo con gracia.

La rutina de los Juzgados se rompió aquel día que tuvo lugar la audiencia de divorcio de lo señores Rodríguez. Renata se dirigía a su destino, orgullosa, altanera, confiada, caminaba soñando con la reconciliación, distraída, por poco cruza la calle sin mirar hacia ambos lados, afortunadamente el automovilista que iba transitando freno para cederle el paso, la dama iba embutida en una ceñidísima mini falda color azul marino, lisa, el largo llegaba una palma arriba de las rodillas, sin importarle que su esposa estuviera a un lado, el chofer se estiro levantándose un poco para poder contemplar aquellas fornidas piernas enfundadas en unas medias color piñón, la transeúnte cortésmente levanto su brazo para saludar por el gesto de caballerosidad. Los ojos del chofer se recrearon viendo las gordas y bien formadas nalgas que pasaban frente a él, no avanzo hasta que las perdió de vista.

Todo en la señora Rodríguez era un imán de atención, su cuerpo, su ropa, su perfume, el aroma que emanaba era suave, erótico, incitador al pecado. Su entrada al edificio judicial fue anunciada por el sonido de los tacones de sus zapatillas color negro, recién entro el provocador olor que traía consigo empezó a inundar las instalaciones del Juzgado atrayendo la atención de todos, con la mirada los presentes buscaban a la fuente de tan delicioso aroma, al encontrarla se aumentaba la envidia de las mujeres y la excitación de los hombres, para ellos descubrir el origen era algo mejor que lo que desprendía. Renata vestía una blusa sin mangas, color vino, al moverse, por los costados aparecía, de la misma tonalidad, el sosten que se esmeraba por reguardar dos voluminosas tetas blancas, sonrojadas por el intenso calor de temporada, el amplio escote dejaba a merced del sol gran parte de las chichis de tan respetable dama.

Curiosidades de la vida, ahora que estaba separada Renata había dedicado toda la mañana a su atuendo para su todavía esposo. Labios pintados color carmín, pestañas rizadas, delineador en las cejas, pendientes, se sentó frente al gran espejo de su alcoba para ayudarse a lograr un mejor rasurado en sus axilas, estaba tan optimista en que las cosas saldrían bien que se proyectaba esa noche cogiendo salvajemente con su marido, incluso evito depilar su conchita, le pareció que sería una grata sorpresa cuando su esposo viera su ya espesa maleza. Toda esa alegría y esperanzas desaparecieron cuando el Sr. Rodríguez apareció con una jovencita espectacular, una cara hermosa, aún de niña más que de mujer, no debía tener más de 19 años, un cuerpo de diosa virginal, no dejaba nada a la imaginación, la playera que vestía era tal delgada que era obvio que no llevaba brassier, pezones delicados, pequeños, apenas recorridos adornaban unas tetas chiquitas, redonditas, como botones que están a punto de florecer, contrastaban fuertemente con sus nalgas, que se notaban durísimas, grandes, erguidas, compactas.

La playera que vestía era corta a modo que se apreciaban los cuadros de su abdomen, sus jeans ajustados marcaban sus labios vaginales. La Coneja la vio de arriba abajo, la inseguridad la invadió, todos quitaron los ojos que tenían sobre ella para dirigirlos a la recién llegada, a su alegría, a su juventud, era perfectamente claro que su cuerpo era natural, probablemente la escuincla podía devorarse la comida que quisiera y beber lo que se le antojara sin preocuparse por subir de peso, mientras ella tenía que matarse haciendo ejercicio, limitando su alimentación, con la autoestima en el suelo Renata empezó a compararse, al sujetar una parte de su abdomen desde su perspectiva se sintió gorda, se ve que su coño es tan estrecho, pensó, antes orgullosa de sus grandes nalgas ahora le parecían exageradamente prominentes, solo tengo mejores tetas y operadas, se decía como recriminándose, se hizo a la idea que era obvio que no podía competir contra ella.

Aquella mujer madura estaba en llena de temor, apenas noto los siguientes sucesos, los señores Rodríguez pasaron a su audiencia, con más prejuicios que fundamentos, pensando al verla que la señora era una puta oportunista una Jueza olvido toda perspectiva de género, todo feminismo y favoreció completamente al Sr. Rodríguez, divorciados y apenas una miserable pensión para el hijo. Renata salió de ahí tan rápido como pudo, solo quería llegar a su hogar, apenas entró ya era un mar de lagrimas, era desconsolador verla así. Empezó a recorrer la casa, recordando los momentos felices con su ex esposo, la cocina, la sala, subió las escaleras, si las paredes hablaran, no hubo rincón donde no tuvieran sexo, lentamente siguió su paso hasta llegar al cuarto de su hijo, frente a la habitación se le escapo una risita, y es que incluso ahí dejo sus fluidos después de una follada.

Sentada en su cama el temor la invadió, ¿podría ella sola terminar de criar a su hijo?, ahora caía en cuenta, el dinero, ¿que haría para mantener su estilo de vida?, ¿volver a encontrar quien la mantuviera?, no, ¿trabajar?, si, debo ser independiente, se dijo, pero ¿trabajar en que?, sus padres la obligaron a tener una carrera universitaria, licenciada en mercadotecnia, pero nunca tuvo necesidad de conseguir empleo.

  • No eres una perdedora Renata, no es lo peor que has pasado – se dijo dándose ánimos.

Traer a su memoria el hecho de que tiene una licenciatura concluida le hizo recordar varias cosas, con sentimientos encontrados rememoro su época estudiantil, estando en la preparatoria uno de sus maestro intento cogérsela, sus manos empezaron a temblar, un escalofrió recorrió su cuerpo cuando vino a su mente el recuerdo del día en que ese tipo la llevo con engaños a un hotel, como llego llorando a su casa a contarle a sus padres, la vergüenza que paso por el juicio contra ese rufián.

¿Qué hizo para superarlo?, aprendió a enterrar esa y otras experiencias en lo profundo de si misma, tapando el dolor con placer, rápidamente vino a su mente cuando en quinto semestre de prepa se revolcó por primera vez con un maestro, quien además era un hombre casado, una sonrisa lasciva se dibujo en sus carnosos labios, aun perfectamente maquillados. Cuarenta años, barba cerrada, tono de voz grave, como hacia a ella y a sus compañeras mojar sus estrechas vaginas cuando decía sus nombres al pasar lista. Lo visitó en su casa una mañana vistiendo unos jeans ajustados, llevaba un suéter, aposto a que la esposa estaría fuera y ganó, la señora se encontraba en esos momentos dejando a sus hijos en la escuela, apenas escucho esto se quito el suéter, mostrando la camiseta sin mangas con finos tirantes, color rosa que cubría sus juveniles pechos, apenas explorados, hasta ese momento torpemente besados por inexpertas bocas.

Sin detenerse a pensar se lanzó a besarlo, abrazándolo del cuello, el correspondió con maestría sujetándola de las duras nalgas, una joven Renata brinco para colgarse de el cruzando sus piernas por su cintura, la llevó hasta la cocina donde la puso sobre la mesa, no duraron besándose mucho, pronto dieron paso a follarse como bestias, animales que saben que solo tienen una oportunidad de aparearse, debido a que gemía fuertemente apenas escucharon un auto acercarse, ella intento separarse pero el se lo impidió, acelero el ritmo, un cumulo de emociones, lujuria, temor, adrenalina, amor, hicieron que la juvenil Renata tuviera una orgasmo fenomenal. Mientras se escuchaban unos tacones acercándose a la puerta, los amantes se acomodaban la ropa, para no dejar huellas, la chica tuvo que llevarse en su mano el condón recién usando lleno de semen. Ni siquiera supo por donde o como logró salir de la casa, cuando se calmo un poco estaba en un autobús camino a su casa con una sonrisa traviesa en la cara, igual que en aquella ocasión se sonrojo al volver a pensar en que una persona se sentó a su lado observando el condón rebosante de esperma que aún llevaba en la mano, provocando que asustado cambiara de asiento.

De algo estaba segura volver a ser una esposa trofeo, nunca más. Confiaba en su titulo mas de lo que debería, su única experiencia laboral fue al hacer su servicio social, tenía 21 años y a esa edad aún se es inmaduro, por aquella época las peleas con sus padres estaban a la orden del día, era común que la echaran de su casa, a veces ella misma lo provocaba para poder follar día y noche sin ninguna restricción, cuando las cosas se calmaban regresaba, esta rutina se rompió solo una ocasión donde el enojo se extendió al grado de tener que buscar un lugar para rentar. En esa época vivió el sueño de todo universitario, excelente departamento, fiesta a diario, todo a una bajo costo: dejarse manosear por el gerente del lugar donde hacia su servicio. El tipo le fue tan insignificante que no podía recordar su cara, chaparrito, gordito, típico tipo de oficina y probablemente solo había podido cogerse a una mujer, su esposa.

El gerente empezó llamándola a diario a su oficina, disfrutaba verla sentar, cruzar sus piernas, mostrar sus muslos, se sentía poderoso al comparar sus caros trajes con los cortos y baratos vestidos que Renata usaba. El supo que tendría oportunidad de algo mas cuando la blusa de la pasante se bajo de tal modo que mostro parte de la circunferencia de su areola, noto que a pesar de ser joven la areola ya mostraba signos de haber sido mamada decenas de veces, ella al notar tan concentrada la mirada del tipo bajo la vista para percatarse del porque, al descubrir la razón tomo la blusa y la jalo un poco hacia abajo, mostrando ahora también un poco de areola de la otra teta.

En ocasiones le pedía que levantara los juguetes del suelo, aprovechaba para esto la visita de sus hijos o incluso el mismo los ponía ahí, de esta forma podía ver, recargado en el borde de su escritorio, las braguitas de la joven, quien tenia dos opciones: ponerse a gatas o en cuclillas, se decidía por esta ultima, lo corto de la falda y el hecho de que abría ligeramente las piernas facilitaba la vista de su ropa intima, al tipo le excitaba que la universitaria aún usaba calzoncitos con estampados animados El espectáculo era variado, cuando no ocurría esto, levantaba los juguetes, doblándose por la cintura, apenas flexionando las rodillas, mostrando sin restricciones sus espectaculares tetas, lo desgastado de su brassier, esas veces no podía ponerse en cuclillas, pues mostraría que no traía calzones, y no por zorra si no porque irresponsablemente olvidaba ir a la lavandería. El gerente era tan tonto con las mujeres que a la pasante le dio todo para recibir apenas unas migajas.

La Coneja dedicó su vida al sexo, coger era para lo único que realmente era excelente… una duda la asalto, ¿trabajar… como puta?, hasta ahora nunca considero la posibilidad de cobrar por dar las nalgas, podía asesorarse con su circulo de amigas, amigas que habían prosperado cobrando por ser penetradas, mujeres a las que envidiaba, mas de lo que reconocía, por llevar una vida de lujos mayor a la suya, algunas por tener cuerpos mejores que el suyo, por vivir públicamente reconociendo que eran unas grandes y bien pagadas, putas. Orgullosa se paraba entre ellas con el estandarte de que si bien daba el culo por doquier, lo hacia con quien ella quería a diferencia de ellas, pues sus amigas si bien tenían esa facultad, tarde o temprano, por dinero, terminaban cogiendo con quien no les agradaba. Sabía que no podía dejar caer esa bandera, entonces, ¿que otra cosa?, Fernanda, claro, que bueno que mi hijo se hizo amigo de su hijo, dada su situación vio como una rayo de luz aquella amistad.

Renata se encontraba demasiado cansada, las pesadillas, el día tan agotador, el estrés, todo se acumuló en ella haciendo que se quedará dormida, al instante, como si diera play a una película empezaba su sueño.

La mayoría de las veces la violaban gnomos, duendes, minotauros, hipogrifos, pero solo en pocas ocasiones fornicaba con un alguien que si le agradaba, con quien disfrutaba tanto que su cuerpo y mente se sincronizaban para cogérselo y esta era una de esas veces. Ahí no hay velas, el cuarto se ilumina por la luna, la princesa esta encuerada, de rodillas sobre la cama, su cuerpo escurriendo en sudor, la luz lunar lo hace brillar, una parte de la alcoba permanece en penumbras, se escucha una conversación, es en un idioma que no conoce, alcanza a percibir dos siluetas, una de lo que parece ser un caballero, la otra debe ser su escudero.

De pronto se ve cabalgando ferozmente sobre la verga del hombre, quien si es un caballero, solo que su corte real no es de los humanos sino del infierno, esto a ella no le importa, es demasiado guapo, incluso sus cuernos lo hacen ver más atractivo, su panocha real hierve de calentura pues nota que el caballero es un hombre joven, inexperto, lo que hace que ella lleve las riendas. Viene a su mente cuando a escondidas veía al semental follar a las yeguas, como después de cogérselas algunos vasallos las ensillaban para ir al campo, cansadas tenían que ir a trabajar mientras el macho descansaba, sentía que era sobajarlas demasiado, pues ahora esta yegua decidirá la velocidad de la cabalgata. Recarga sus manos, y con ello todo su peso, sobre los jóvenes pectorales del hermoso demonio, el joven amante entiende la instrucción, detiene las estocadas, la princesa acomoda sus manos para tener una buena base, entonces empieza a mover salvajemente sus caderas, sus nalgas tiemblan de manera desesperada, arriba, abajo, la historia dice que la familia real desciende de ángeles pero en esos momentos la princesa duda pues siente el coño más caliente que el fuego utilizado para forjar las espadas, sus grandes tetas parecen que en cualquier momento saldrán volando de su cuerpo, incluso parecen poseídas, van alternando sus movimientos, mientras una esta arriba, la otra baja y viceversa.

La verga del caballero de las tinieblas es tan grande que la angelical princesa siente que sus paredes vaginales apenas pueden contenerla, nadie la había llenado la concha tan bien, ella esta haciendo su mejor esfuerzo, utilizando sus movimientos mas excepcionales y el sigue con la verga incluso más tiesa, esta segura que ya se vino, pues siente como de su coño escurre semen. La puti-princesa esta a punto de rendirse, no cree poder hacer venirse al joven, probablemente lo que siente en su vulva sea liquido pre seminal, deseaba tanto la lechita del chico, habría sido feliz si quedara preñada de el, con pocas fuerzas empieza a disminuir los movimientos de su cadera, baja la cara para besarse apasionadamente con su amante, el la sorprende sujetándola de su cabello, la jala fuertemente hacia atrás, se ríe, en esa posición levanta su culo para continuar con las metidas, la princesa lucha por volver a llevar sus labios a los del caballero, este la suelta, ambos unen sus lenguas, siente el sabor del otro. No hay nada malo en el chico, incluso su olor le fascina, la vuelve loca.

Alex entró a su casa con un tremenda erección, su madre le había contado que se esmeraría ese día por lucir bien para su padre, estaba ansioso por ver que atuendo había elegido su mami. Cuando el chico encontró a su madre recostada sobre su cama una sonrisa maliciosa se dibujo en el, sus deseos se cumplieron, era obvio que no hubo reconciliación, lo que significaba que ahora el sería el hombre de la casa, era solo cuestión de tiempo para que se convirtiera en el hombre de su madre

  • Donde hoy hay tristeza madre pronto vivirás solo placer, bajo esas sabanas los dos seremos felices y nada te alegrara mas que verme despertar a tu lado en las mañanas, ya veras que feliz cuan dichosa serás mamándomela y cogiendo en esta alcoba– pensó Alex mientras frotaba con su mano sobre el pantalón escolar la dureza de su miembro.

Renata se encontraba recostada sobre el lado de la cama que durante mucho tiempo ocupo su esposo, estaba perdida en sus pensamientos cuando sintió una mano recorrer su mejilla, abrió sus ojos, su hijo se encontraba arrodillado frente a ella, apenas lo vio, sin levantarse, se lanzo a abrazarlo del cuello, el caballerosamente correspondió abrazándola también

  • Me divorcie de tu padre - dijo la madre quien se mantuvo abrazada de su chico unos minutos.

  • Cuéntame mi amor, ¿que fue lo que paso? – dijo Alex empezando su papel de pareja, aguadando el dolor de su tiesa verga quedando aprisionada contra la orilla de la cama, mas dura después de sentir el cabello de su madre contra su cara, de aspirar lentamente su perfume.

  • Tu padre tiene a otra.

  • ¿Otra, quien? – como si quisiera dar cariño de consuelo, Alex dio un beso a su madre en la frente, después uno mas en su mejilla, su verdadera intención era aprovechar para sentir la cálida piel de su madre contra sus labios.

  • Una puta, que se ve que solo lo quiere por su dinero, no lo ama como yo lo ame – el despecho se hizo notar – no lo se hijo, la verdad es que es joven, bonita, tiene un cuerpazo y yo…yo… soy vieja, fea, gorda, seguramente por eso tu padre me cambio.

  • Escúchame mami, ¡tú eres la mujer más bella y sensual que conozco! – apenas las palabras salieron de su boca, Alex le dio un beso en los labios a su mamá, apenas tocándolos – ¡jamás te abandonare! - volvió a pegar su boca con la de su madre, esta vez ella correspondió moviendo ligeramente los labios – ¡yo me encargare de hacerte feliz!

Ni la tristeza podía opacar la sensualidad de Renata, al tener los brazos ligeramente juntos ocasionaba que sus tetas se elevaran todavía mas por encima del escote, ambas copas del sosten se asomaban fuera de la blusa, la mini falda estaba tan arriba que mostraba perfectamente el encaje de las medias junto a un poco de piel de los gruesos y definidos muslos. ¿Cómo podemos definir que sentimiento nos gobierna?, el contacto con su madre hizo que Alex reviviera todos los recuerdos de la noche en que se la cogió sin que ella lo supiera, ella sintió cierta familiaridad con la forma en que la besaban, notaba como aquellos labios hacia que su tristeza desapareciera, ¿quién no prefiere alegría en vez de tristeza?, esta idea fugaz cruzo por la mente de la madre cuando abrió mas la boca para corresponder de mejor forma a los besos de su hijo, mua, mua, muah, muak, muak, muak, muak, aquellos sonidos correspondientes a los besos fue lo único que se escucho por un par de minutos en aquella alcoba.

  • Gracias hijo, no sabes cuanto bien me hace tu cariño.

Alex deseaba lanzarse sobre el cálido cuerpo de Renata, introducir, nuevamente, su miembro en el cálido canal por donde había salido, la desesperación por volver a degustarla lo carcomía, después de sentir las paredes vaginales aprisionando su miembro su mano no se sentía igual, sin embargo no había ventana para intentar algo, como quien recuerda un entrenamiento militar, el chico rememoraba lo que tanto había sufrido en enseñarle su amigo Luis, paciencia. La tetona madre se hizo a un lado para que su hijo pudiera recostarse a su lado, tomados de la mano el resto de la tarde ambos se quedaron platicando, recordando lo bueno que habían vivido hasta ese momento. Mientras escuchaba a su hijo Renata se dio cuenta que lamentándose no lograría nada, viendo hacia el futuro con nuevos bríos dijo a su muchacho.

  • Bebe ya lo decidí, voy a recuperar a tu papi, es el amor de mi vida, lo conozco mejor que nadie, esa mocosa no se va a quedar con el.

  • Claro mami, nada me gustaría mas que verlos juntos otra vez – respuesta, deseos llenos de hipocresía.

  • Vaya día ¿verdad?, espera aquí, voy a bajar a prepararnos algo para comer.

La madre se sintió agradecida por el apoyo, pensaba que su hijo sería un valioso aliado en su lucha de reconquista, si supiera que la razón de su dolor era el. Recuperando su optimismo Renata salió de la cama, su mini falda estaba levantada hasta la mitad de sus voluminosas nalgas, entre ambos pedazos rechonchos de carne un triangulo de tela color leopardo, una tanga barata, distinta a todas las demás que conforman su guardarropa.

  • Pensé que sería un buen obsequio para tu padre – giro la cabeza para observar a la cara de su hijo, para ocultar su firme erección el chico encogió las piernas en un instante – ¿por qué será que los hombres gustan de lo fino combinado con lo vulgar? – mientras preguntaba levanto, sutilmente, su culito en dirección a su hijo.

  • ¿No…no…no lo se? – apenas pudo articular palabra teniendo la boca seca por lo que acababa de pasar.

  • Claro que no lo sabes mi amor, tu eres diferente, ahora ven y ayuda mami a bajarse el cierre.

Reacciona idiota se dijo a si mismo Alex, reuniendo valor se acerco a las nalgas de su madre, después de escuchar la oración que le dijo ya no le importo que su madre viera su erección, con las manos temblorosas tomo el cierre para bajarlo, fallo en el primer intento, el cierre estaba un poco atascado, para cumplir la tarea encomendada sujeto la mini para bajarla un poco, estando alisada fácilmente bajo el zipper, tomando la iniciativa se adelanto a zafar el botón del ojal, libre de toda atadura sedosamente cayo la mini. Al descubierto pudo observar detalladamente la tanga, era corriente, desgastada, ¿cuántos hombres habrán bajado aquellos vulgares calzones?, en algo estaba confiado habiendo mironeado toda su ropa intima estaba seguro de no haberla visto antes, quizá su mami tenía un lugar especial para guardar ciertas prendas.

En ocasiones aquel chico de quince años se preguntaba cuan triste seria su vida si su mamá no fuera tan piruja, cuantos otros con una madre candente como la suya no vivirían preocupados “del que dirán de la gente”, de las reglas mojigatas de la sociedad, al verlas vivir como putas de profesión sin serlo, pero el, el no, ahora mas que nunca cuando sus amigos la veían, el les dejaba saber, con una expresión en su cara, que compartía sus deseos: ultrajar aquel cuerpo por todos sus agujeros posibles, el mismo se decía a solas una broma, hasta por las orejas. La ligereza con la que tomaba las miradas morbosas hacia las curvas de su madre hacia que sus compañeros de escuela sospecharan que aquel hijo no solo buscaba fornicar a su madre, si no que gustoso contemplaría como alguien mas lo haría, por supuesto nadie decía nada al respecto, cualquiera que se atreviera a comentar o que incluso sugiriera aquello conocería los puños de su casi hermano Luis.

¿Cómo llamar a aquel sentimiento?, ¿alguien podría decirlo?, el caso es que Alex inflaba el pecho orgulloso de conocer cuan zorra era su madre, o al menos eso creía, verle vestir aquella prenda, que su imaginación le decía era usada solo por las mas baratas prostitutas, le dio a entender que no había estado ni cerca de ver cuan puta realmente era su mami.

  • Por cierto hijo que rico hueles.

ESPACIO DEL ESCRITOR.

Gracias a todos los que siguen pendientes de la historia, espero que le agrade, me gustaría su opinión respecto a esto:

  1. ¿Qué trabajo debería conseguirse Renata?

Si desean participar pueden hacerlo a través de mi e-mail.

Besos.

P.D.

Como sabrán los relatos anteriores contaron con la colaboración de Darker, quien por alguna razón no pudo participar en este, por lo cual busco quien pueda participar añadiendo su talento para los siguientes relatos, interesados contactarme por e-mail, enviado alguna parte de este o los otros relatos añadiendo nuevas cosas a la historia.