Dos amigas bastante entonadas (Parte número 04).

Atendiendo varias peticiones, estreno un relato bastante más breve de lo habitual que pretendo publicar primero en partes y esta es la última, antes de hacerlo en bloque con la historia completa para, asimismo, contentar a algunos de mis lectores más asiduos y fieles.

Fue entonces cuando un hombre de mi edad, que supuse que trabajaría en el centro escolar que se encontraba al fondo, entró en el pasadizo y nos sorprendió en “plena faena”. Creo que Andrea y Natalia tardaron en darse cuenta de su presencia mientras que a mí me miró antes de que, sorprendido y sin hablar una sola palabra, decidiera grabarme con su teléfono móvil mientras la propinaba a Natalia una buena serie de embestidas anales. Lo único que le oí decir fue que con toda la “tralla” que la estaba dando tenía que descargar en el interior de la “chirla” de aquella cerda para que la “hiciera un bombo”. El que me grabara mientras poseía por detrás a Natalia me motivó aún más por lo que la joven, sin dejar de quejarse de que la estaba haciendo muchísimo daño, tuvo que soportar la penetración anal y mis insultos mientras la obligaba a apretar con fuerza sus paredes réctales a mi verga con el propósito de que me llegara a excitar mucho más y me diera una mayor satisfacción. Natalia, totalmente entregada, me indicó que disponía de una “banana” tan excepcional que podía hacer con ella lo que quisiera pero sin llegar a destrozarla el culo que estaba deseando sentir lleno de leche.

A pesar del elevado grado de excitación sexual que alcancé, de los continuos insultos que dediqué a la joven y de lo mucho que me estimulaba que aquel hombre me estuviera grabando mientras la poseía analmente, tardé en complacerla puesto que, como me había sucedido con Andrea, la punta de mi chorra terminó por acoplarse al intestino de Natalia y aunque no tardé tanto en liberarla de su aprisionamiento intestinal, perdí la erección total momentáneamente lo que me permitió poder disfrutar durante unos minutos más del delgado, redondo y terso culo y del conducto anal de aquella golfa hasta que comencé a sentir que mi descarga era eminente y procedí a sacársela bruscamente del trasero disponiendo del tiempo justo para volver a “clavársela” entera, justa y bien profunda por el chocho con intención de propinarla unos buenos meneos con mis movimientos de “mete y saca” para traspasarla el útero y conseguir que Natalia se sintiera bien llena. Mientras sus contracciones vaginales me indicaban que estaba llegando al clímax, sentí un gusto intensísimo y largo y la eché íntegra y de qué manera, una ingente cantidad de concentrados chorros de leche dentro de su chumino.

No había terminado aún de descargar cuándo Natalia comenzó a sufrir, como unos minutos antes la había sucedido a Andrea, los efectos de un proceso diarreico tan habituales entre las féminas en sus primeras experiencias en el sexo anal hasta que se van acostumbrando a ser poseídas regularmente por el culo. Después de expulsar al igual que su amiga en tromba su primera descarga con la que me impregnó el cipote, me recriminó el que, en vez de explotar dentro de su culo, hubiera eyaculado y de una forma tan abundante en el interior de su coño ya que, de encontrarse en uno de sus días fértiles y al no llevar puesto el “paraguas” ni tomar ninguna precaución para evitarlo, la podía haber fecundado.

En vista de que poca más satisfacción iba a poder obtener de aquel mermado par de cerdas y sin dejar de escuchar las recriminaciones de Natalia, me coloqué delante de Andrea que, aunque había terminado de defecar y de vomitar, aún se encontraba en cuclillas y cogiéndola de la cabeza la obligué a chuparme con esmero la minga durante unos minutos con intención de que me la limpiara de la lubricación y de los excrementos de su amiga mientras, obligándola a usar dos de sus dedos, me realizaba unos hurgamientos anales lo que el varón que me estaba grabando aprovechó para obtener unos primeros planos de la felación que me efectuaba aquella agraciada y guarra joven. Después de sacársela de la boca y de sobarla las tetas y el potorro, decidí quedarme como recuerdo con el provocador vestido, el sujetador y el tanga de Andrea, empapado en su orina e impregnado en su evacuación, que la quité antes de recoger del suelo el vestido y la braga de Natalia y de ponerme bien la ropa mientras el hombre guardaba su teléfono móvil y desaparecía de mi vista sin despedirse y sin que pudiera ver si proseguía su camino hacía el colegio. Después de darlas un beso con lengua en la boca, me separé de ellas dejándolas exhaustas y con todos sus encantos al aire. Me hubiera gustado quedarme para poder ver cómo se las arreglaban para, desnudas, salir de aquella pero el tiempo pasaba deprisa y llegaba tarde a mi trabajo.

Como me suponía, en mi centro de trabajo Olga me estaba esperando ansiosa por sentir mi “nabo” insertado en su interior y disfrutar del acto sexual pero, al no haber tenido tiempo para recuperarme y después de depositar los “trofeos” que llevaba en mis manos en un cajón de la mesa de mi despacho, me dispuse a “aliviarla el calentón” con una exhaustiva comida de “seta”, con la que conseguí que depositara su sustanciosa “cerveza” en mi boca, que completé con unas buenas lamidas anales y unos hurgamientos circulares con dos dedos introducidos en su ojete hasta que me indicó que la estaba dejando de lo más predispuesta para defecar. A media mañana, después de almorzar, la pude complacer “clavándola” vaginalmente mi pene, jodiéndola y echándola dos polvazos seguidos antes de culminar meándome en el interior de su “almeja” que, como llevo años comprobando, es una sucia actividad sexual que agrada y estimula a la mayoría de las hembras.

Pero, a pesar de encontrarme bien servido sexualmente con, entre otras conquistas, Agata, Olga, Raquel y sobre todo con Meri que poco a poco se va convirtiendo en la candidata ideal para llegar a ser mi pareja estable, los viernes sigo anhelando volver a encontrarme con Andrea y Natalia lo que, por desgracia, no ha sucedido puesto que me gustaría volver a repetir la experiencia ya que, desde la mañana que me las cepillé y gracias a los estímulos y a la excitación sexual que alcancé con ellas, mi virilidad ha mejorado y aunque no he logrado superarme para echar más de tres polvazos seguidos antes de disfrutar de un periodo de descanso y recuperación, desde el memorable viernes en que me las follé, mis lechadas, que ya eran masivas, resultan más abundantes y largas lo que me permite disfrutar de un mayor gusto al tener que emplear más tiempo para soltar en cada una de mis descargas unas ingentes cantidades de chorros de concentrada y espesa lefa.

F I N