Dos amigas bastante entonadas (Parte número 02).
Atendiendo varias peticiones, estreno un relato bastante más breve de lo habitual que pretendo publicar primero en partes antes de hacerlo en bloque con la historia completa para, asimismo, contentar a algunos de mis lectores más asiduos y fieles.
Andrea, tras reconocer que tenía empapada la ingle y el tanga y que estaba a punto de gotearla, la dijo a Natalia que necesitaba que, con urgencia, la introdujeran un buen cipote o que la “hicieran unos dedos” para poder echar más ”baba” vaginal. Natalia se paró en seco dispuesta a complacer a su amiga que, asimismo, se detuvo y se puso en posición, abierta de piernas, para mostrarse ofrecida con el propósito de que pudiera “meterla mano” y masturbarla en plena calle. El alto grado de excitación sexual de Andrea ocasionó que llegara al clímax con rapidez una vez que Natalia introdujo su mano por la parte delantera del corto vestido de su amiga y después de separarla el tanga de la raja vaginal, procediera a “hacerla unos dedos” mientras ambas amigas se daban un buen “morreo” con lengua. Natalia, dándose cuenta de que la excitación de su amiga aconsejaba que la volviera a hacer “romper”, siguió con su cometido y desarrollándolo con evidentes ganas, hasta que, cuándo Andrea se encontraba próxima a repetir, una pareja de jóvenes salieron de improviso del portal ante el que se habían detenido y además de asustarlas al cerrarse la puerta que daba acceso al edificio con estrépito, las “cortaron el rollo” y las hicieron dejar de besarse y Natalia tuvo que extraer sus dedos del húmedo conducto vaginal de Andrea, que se apresuró a cubrirse la “chirla” con el tanga. Las dos chicas, un tanto contrariadas, decidieron seguir andando mientras la pareja que había salido del portal se interponía entre ellas y yo lo que me fastidió bastante. Oí que, al verlas en aquel deplorable estado, la joven animó a su acompañante para que diera una alegría a su cuerpo con ese par de golfas pero el hombre, después de mirarlas de arriba a abajo, declinó el ofrecimiento comentando que sólo eran unas furcias borrachas y aceleró el paso con intención de obligar a su acompañante a pasarlas para evitar tentaciones andando por delante de ellas con lo que, de nuevo, me dejaron totalmente libre el campo de visión.
Continué caminando, sin estorbos, detrás de ellas y lo suficientemente próximo como para poder escuchar su conversación cada vez más subida de tono lo que, unido al provocativo vestido de Andrea, terminó por estimularme de tal manera que la minga se me levantó y hacía adelante denotando las inmensas ganas que tenía de disfrutar de los encantos de aquel par de guarras y sobre todo de Andrea, que seguían andando, dando tumbos, por delante de mí. Como yo sí que me encontraba dispuesto a dar una alegría a mi cuerpo y estaba muy excitado, me agradó el oír decir a Andrea que se estaba meando por lo que propuso a Natalia salir de la avenida en un pasadizo cubierto que unía dos edificios y que era utilizado como acceso secundario a un colegio con intención de aprovechar que a aquellas horas no había gente para poder “aliviar” su vejiga urinaria colocándose en cuclillas dando la espalda a una de las múltiples columnas de sujeción del pasadizo. Natalia, que pretendía sobar el chocho a Andrea mientras la veía expulsar su lluvia dorada, la animó a llevar a cabo su propósito.
Al abandonar la avenida me fui detrás de ellas. Se dieron prisa puesto que, cuándo giré, observé que Andrea, ayudada por Natalia, se estaba bajando los leotardos llenos de transparencias. En cuanto quedaron a la altura de sus rodillas me coloqué detrás de Andrea y sin necesidad de subirla su corta falda y aprovechando que usaba tanga, comencé a restregar mi erecto “nabo”, aún oculto dentro del pantalón y del calzoncillo, en sus glúteos al mismo tiempo que, metiendo mis manos por su escote, la agarraba con fuerza las tetas impregnadas en la leche que la habían depositado en la parte superior de su “delantera” y tras liberarla del sujetador, procedí a estimularla los pezones con mis dedos gordos al mismo tiempo que tiraba de sus “peras” como si pretendiera que, como las de vacas, dieran leche y mojara con ella su sugerente vestido.
La joven no sólo no hizo nada por separarse si no, que bajo la atenta mirada de Natalia, se apretó con más fuerza a mí y me animó a darla “mandanga” mientras su amiga la indicaba que, después de su alocada noche, aún seguía encandilando a los varones para que la jodieran y la echaran su lefa. Cuándo introduje mi mano derecha por debajo de su vestido y procedí a separarla el tanga de la raja vaginal con intención de acariciarla y sobarla el chumino, Andrea no se pudo aguantar más y expulsó en tromba y al más puro estilo fuente, una portentosa meada con la que fue formando un buen charco en el suelo.
Como me había habituado a no dejar que ese autentico manjar de dioses que es la orina femenina se desperdiciara, me hubiera gustado poder ingerir al menos una parte de su micción pero me tuve que conformar con verla expulsar su lluvia dorada mientras me continuaba restregando en su culo y como Natalia pretendía haber hecho, me dedicaba a sobarla el coño con lo que me estimulé todavía más y en cuanto terminó de “aliviar” su vejiga urinaria, la hice desplazarse ligeramente hacia su derecha, ponerse de cara a una de las columnas, apoyar sus manos en ella y doblarse debidamente para que se mostrara ofrecida con intención de acabar de estimularme visualmente contemplando su cuerpo mientras Natalia se ocupaba de que mi pantalón y mi calzoncillo fueran descendiendo hasta mis tobillos con el propósito de que mis atributos sexuales quedaran al descubierto para poder menearme el pene con su mano durante unos instantes hasta que se percató de que no precisaba de más estímulos y pude proceder a “clavárselo” a Andrea y bien profundo por su apetitoso potorro que encontré convertido en un autentico mar de “baba” vaginal. En cuanto la introduje entera mi picha hice que Natalia se acercara y bajándola ligeramente la braga procedí a sobarla la raja vaginal mientras la propinaba a Andrea unos buenos envites con mis movimientos de “mete y saca” circulares de tornillo. La excesiva lubricación de la chica, el que sufriera algunas leves pérdidas de orina y el que volviera a alcanzar el clímax con suma celeridad, originó que no tardara en sentir que se estaba produciendo la expulsión de las gotas previas de lubricación y un intenso gusto que anunciaba la eminente descarga de mi leche.
No pensaba echársela dentro de la “seta” pero, aunque me encontraba curtido en el sexo, aquella experiencia me estaba resultando tan sumamente agradable que, imaginándome que aquella cerda llevaría puesto el DIU o que tomaría algún tipo de precaución, apuré tanto que, en medio de sus contracciones vaginales, no fui capaz de resistirme a la tentación de depositar mis primeros y más abundantes y concentrados chorros de leche dentro de su chorreante “almeja”, con lo que todo su cuerpo se la estremeció de gusto, antes de extraerla la pilila en plena eyaculación para mojarla con el resto de mi “salsa” la parte externa de la “chirla”, los glúteos y la parte superior de las piernas.
C o n t i n u a r á