Dos amigas

A veces la realidad supera la ficción.

Paloma y Pilar

Paloma me dijo que tenía 19 años, que medía 1.65, que era morena, delgada, de ojos negros, cabello marrón y corto, que tenía un culo normalito y que  sus tetas eran medianas, con areolas marrones echadas hacia fuera y pequeños pezones, y que su coño solo lo depilaba en verano para ir a la playa.

Pilar me dijo que tenía la misma edad que su amiga, que medía 1,70, que era pelirroja de cabello largo, pecosa, de ojos azules, que tenía el culo respingón y que  sus tetas eran pequeñas, sus areolas rosadas y sus pezones cómo lentejas, y que cómo su amiga, solo se depilaba el coño en verano. Ella fue la que me reenvió los dos emails que se habían enviado. Yo los reescribí, y esto fue lo que me salió:

Paloma y Pilar, dos guarrillas encantadoras

PALOMA

Hola, Pili, tal y cómo quedamos te sigo mandando mis experiencias sexuales invernales. Esta vez desde el pueblo.

Serían las ocho de la tarde en la casa rural de mis tíos abuelos, donde paso quince días. Ya estaban encendidas las luces. Se oía gruñir a los cerdos. El gallo ya echara su último "kikiriiiiiiiiki."Por la ventana se veía la luna sobre las montañas, una luna a la que aullaban los perros.  Era una de esas noches en la que más de un gallego decía haber visto la silueta de una bruja montada en una escoba pasando por delante de la luna llena, probablemente debido a unas copas de orujo que tomaran de más. Estaba sentada sobre la cama vestida solo con unas bragas blancas y un top a juego. Al lado de la cama había un brasero. La habitación estaba caliente, la habitación y yo, ya que del cuarto de al lado me llegaban los gemidos de Braulio, un joven tan guapo que parecía una niña y que era el otro huésped en la casa rural. Braulio me había invitado a su habitación para hablar de mujer a mujer, lo que me dijo su orientación sexual, pero vamos al lío. Braulio estaba con otro hombre, y ya sabes que a mí ver vídeos de hombres follando entre ellos me pone. Era mi oportunidad para verlos en directo. Salí de la habitación con lo puesto. En el pasillo hacía mucho frío. No llamé a la puerta. Quería sorprenderlos, y saber si me dejaban mirar, y si me dejaban participar, mejor. La sorprendida fui yo. Braulio estaba sentado sobre el regazo de uno mis tíos abuelos con la polla dentro del culo y le masturbaba y mamaba la verga al otro. Los tres estaban en pelotas. La verdad es que ver a mis tíos abuelos en pelotas quitaba las ganas de follar, ya que si no tienen setenta años poco les debe faltar. Además mi tío Jaime, el que se la metía en el culo a Braulio, era cómo un barril con boina, y el otro, Luis, era cómo un fideo, eso sí, tenía una polla. ¡Qué polla tenía! Parecía una morcilla. Jamás había visto cosa igual.

Mi tío Luis corrió hacia mí. Huí hacia la puerta. Me atrapó y me cogió por la cintura. Sentí su morcillla en mi culo. Su aliento apestaba a tabaco, cuando me dijo:

-¿Adónde vas tan aprisa, gatita?

-¡Suéltame, viejo asqueroso!

-Tú de aquí no te vas con el coño entero.

Podía gritar pero no me oiría ni Dios, ya que la casa rural estaba alejada del pueblo. Eché el culo hacia atrás y le di en la morcilla con él para librarme, pero lo hice peor. Su lengua lamió mi cuello y su morcilla se metió entre mis piernas. Mi tío Jaime vino a mi lado y me subió el top. Sus grandes manos sobaron mis tetas. Su babosa boca me las chupó. Me revelaba pero no podía escapar, y encima excitaba más a mi tío Luis. Si cerraba las piernas se la ponía más dura y no paraba de follarme los muslos y si las abría su polla latía al sentir mi humedad en ella, sí, mi humedad, sin querer me había excitado. La boca de mi tío  buscó mi boca. Le olía a aguardiente. Le hice la cobra. miré para Braulio y estaba meneando su pequeña polla. Mi tío abuelo Jaime me bajó las bragas, y al ver mi coño peludo, exclamó:

-¡Esa si que es una selva y no la de Tarzán!

Mi tío abuelo Luis apartó la polla y Jaime lamió mi coño... Al saber que lo encontrara mojado creí que me iba a llamar teatrera, pero dijo:

-Tienes un coño más rico que el jamón.

Apreté las piernas para no facilitarle el trabajo, pero el cabrón sabía bien donde estaba mi clítoris. No me podía librar del abrazo de mi otro tío abuelo, pero podía hablar:

-¡Dejarme, cerdos -decía que me dejaran pero quería seguir sintiendo la lengua acariciar mi clítoris- ¡Dejarme, cabrones!

Froté mi culo contra la morcilla fingiendo que quería soltarme. Tenía unas ganas locas de abrirme de piernas. Mi coño ya chorreaba. Braulio vino a colaborar. Me besó en la boca. No le hice la cobra, pero le dije:

-¡Bésame el culo, maricón!

Mi tío Jaime, dijo:

-¿Eso quieres?

Quería, pero no se lo iba a decir, dije:

-¡Noooo! Jodidos tarados.

-Tarados, eh. Pon el culo a disposición del chaval

-¡Nooo!

Levantó la mano abierta.

-Ponle el culo a tiro o te pongo la cara del revés.

Ya se lo podía poner sin parecer una guarra. Mi tío abuelo Luis me dio la vuelta. Braulio abrió mis nalgas y me lamió el ojete. Me estremecí cuando metió la punta dentro. No tenía paciencia, cogió la polla y la puso en la entrada de mi ojete. Mi tío abuelo Luis, le dijo:

-¡Quieto parado!

En mis adentros me cagué hasta en la sombra de mi tío abuelo. Aquella pollita me vendría de maravilla dentro de mi culo. Mi tío Luis me volvió a dar la vuelta. Su morcilla se empotró contra mi culo. Mi tío abuelo Jaime volvió a magrear y a comer mis tetas. ¡Y cómo las comía! A los labios de mi coño, de lo hinchados que estaban, parecía que le habían echado botox. Mis flujos vaginales ya los sentía llegar a mis tobillos. Ya no podía fingir más. Cerré los  ojos, abrí las piernas y olvidándome de que eran mis tíos abuelos, dije:

-Me rindo.

Mi tío abuelo Luis me cogió en alto, puso la morcilla en la entrada de mi coño y yo mis brazos alrededor de su cuello, empujó y fue cómo si me estuvieran metiendo un obús. Me dolió, sí, Pilar, después de haber follado lo que no hay y teniendo el coño encharcado, mi tío abuelo me lo estaba rompiendo. El caso fue que mi coño se fue dilatando y poco después me producía un placer inmenso el mete y saca. Al rato, cuando ya me deshacía entre gemidos, Braulio, quiso meterla en mi culo, pero no pudo, la morcilla lo ocupaba todo. Al rato mis piernas comenzaron a temblar y ocurrió lo que tenía que ocurrir, comencé a correrme. Busqué la boca de mi tío abuelo, el viejo me metió la lengua en la boca y casi se la arranco al chupársela mientras me corría.

Estaba acabando cuando sentí como su verga bombeaba leche dentro de mí.

Al acabar me pasó a mi tío abuelo Jaime cómo si fuera un paquete. Me cogió por el culo y yo me sujeté a su cuello. Su polla, que no era ni la mitad de gorda que la de su hermano, entró en mi coño cómo si fuera una anguila. Comenzó a follarme. La leche de su hermano y mi corrida salía de mi coño, pasaban por sus huevos y caían al piso. Braulio me lamió el ojete un par de veces. Luego la metió en mi culo, muuuuuy suavemente. Aquel mete y saca en mi coño y en mi culo hizo que comiera a besos a mi tío abuelo y al girar la cabeza, a Braulio. Era cómo estar en un columpio mágico en un vaivén de placer continuo. Mi coño apretaba una polla y mi culo la otra. Mas todo lo bueno se acaba. ¡Pero cómo acabó! Acabó con una corrida brutal. Con mi boca dando un bocado al cuello de mi tío abuelo y con mis manos tirando de su pelo. Con otra corrida dentro de mi coño y una tercera dentro de mi culo, y yo, yo al acabar de sacudirme esta medio muerta.

Al acabar de corrernos, mi tío abuelo me tiró en la cama cómo si fuera un fardo de ropa. De mi coño comenzaron a salir jugos y leche. Mi tío abuelo Luis, con la morcilla flácida y colgando, mirando para mi coño, le dijo a Braulio:

-Te vas a comer ese coño hasta que te salga la leche por las orejas.

Braulio puso cara de asco, y dijo:

-¡Está asqueroso!

-¡Come o te doy de ostias! En esta casa se hace lo que dicen los dueños.

Braulio metió su cabeza entre mis piernas, mis tíos abuelos se echaron uno a mi lado izquierdo y el otro a la derecha para comerme las tetas. Braulio me miraba para el coño y no sabía que hacer. Mi tío abuelo Luis, me dijo:

-Dile cómo se hace, putita.

Que coño puede que no volviera a estar otra vez con tres hombres. Así que me aproveché.

-Lame toda la leche del coño y déjalo bien limpio.

Mis tíos abuelos se miraron, le dieron a la cabeza y siguieron comiendo mis tetas.

Poco después, cuando mi coño ya estaba mojado con nuevos flujos, le señalé con un dedo el clítoris, y le dije:

-Lame aquí de abajo a arriba, alrededor y hacia los lados hasta que yo te mande parar.

Braulio parecía un perrito faldero. Mis tíos abuelos no necesitaban instrucciones. Sabían cómo lamer, como chupar y cómo mamar mis tetas. Estaba en la gloria... Cuando sentí que me iba a correr le quise decir que me metiera la lengua dentro de la vagina, pero ya no me dio tiempo. Sentí un calor inmenso en mi coño y cómo una especie de corriente me subía desde la punta de los dedos de los pies a la cabeza. Algo explotó dentro de mí, y apretando las pollas de mis tíos, grité:

-¡¡¡Me corro!!!

Sacudiéndome le llené la boca de jugos a Braulio con una corrida inolvidable, por lo intensa y por lo mucho que duró.

Después me liaron. El cabrón de mi tío Jaime, me preguntó:

-¿Quieres tener una experiencia religiosa?

Me dio la risa.

-¿Vas a llamar al cura o a Enrique Iglesias?

-¿Quieres o no? Te correrías cómo nunca te corriste.

Se veía que mis tíos abuelos no daban más de si. Sus miembros estaban flácidos, y Braulio, Braulio lo que quería era huir de allí. Su polla le quedara en nada. Le pregunté:

-¿Sería con otro viejo cómo vosotros?

-Es joven y la polla no se le baja ni a tiros.

Aquella respuesta me dejó a cuadros.

-¿Y dónde está esa ricura?

-Nuestra casa, nuestras reglas. Tienes que dejar que te atemos a la cama. ¿Juegas?

No me lo pensé dos veces.

-Juego.

Mientras mi tío abuelo Jaime y Braulio me ataban los pies y las manos a los barrotes de la cama mi tío abuelo Luis, se fue. Al ratio volvió con tres trozos de tocino el la mano. Yo estaba atada de pies y manos y con las piernas abiertas de par en par.  Repartió el tocino. Braulio me untó el coño y el culo con él. Mi tío abuelo Jaime, las tetas, y mi tío abuelo Luis, la cara y la boca. Creo que ya lo habían hecho antes pues no lo hicieron de cualquier manera, se tomaron su tiempo, tanto tiempo se tomaron que mi coño volvía a pedir polla. Tan perra estaba que estuve a punto de mendigar un beso, y perra era cómo me querían.

Mi tío abuelo Luis se ausentó un momento y volvió a la habitación con Religioso, un bulldog de 14 años más feo que pegarle a una madre. El perro subió a la cama y lo primero que hizo fue lamerme el culo y el coño con su gran lengua, del coño pasó a las tetas y de las tetas a mi cara y a mi boca. Vi sus enormes pelotas y vi su polla roja apuntando a mi coño. Le dio al culo después de bajarlo y lo que folló fue mi vientre. Mi tío Luis puso la almohada doblada debajo de mi culo y entonces sí, entonces atinó. Me clavó la polla con violencia. Me folló a una velocidad vertiginosa hasta que se quedó quieto, con la lengua fuera y jadeando. Sentí cómo su polla se hinchaba y se corría dentro de mí. En ese momento comencé a correrme yo. De su lengua salían gotas de saliva que caía en mi cara. Retorciéndome de placer eché la lengua. Su lengua lamió la mía.

Al acabar de correrme el perro se despegó de mí.. Un chorro de flujos salió disparado de mi coño. Mis tíos abuelos y Braulio se habían empalmado. El perro volvió a clavarla hasta el fondo, y de nuevo le dio al culo a toda hostia hasta que se corrió y se volvió a quedar pegado a mí. Los sádicos se la pelaban mirando para mí. El primero en meterme la polla en a boca fue mi tío abuelo Jaime. Se la mamé... En nada la quitó y se corrió en mi cara. Braulio se corrió sobre mis tetas y mi otro tío abuelo también. Cuando el Religioso volvió a quitar la polla de mi coño estaba a punto de correrme. No lo pude evitar, le agarré el culo y lo atraje hacia mí. Me la clavó. Me volvió a follar a toda mecha y nos corrimos juntos.

¿Y tú que te cuentas, putita?

PILAR

Zorrita, has hecho que me masturbara y me corriera imaginando cositas con el perro. Ahora te cuento lo que hice yo:

Un viernes por la mañana que no tenía Insti, Juanita, la nueva doncella, me trajo en una bandeja el desayuno a la cama. Lo típico, tostadas, mermelada, mantequilla, zumo de naranja y café. Yo estaba haciendo un dedo. Paré cuando llegó, pero al traer abiertos tres botones de su uniforme y ver el canalillo de sus grandes tetas volví a tocarme. Juanita vio cómo se movía mi mano debajo de la sábana, sonrió y me dijo:

-¿Necesita algo más, señorita Pilar?

Saqué los dedos del coño pringados con mis jugos blancos y le dije:

-Chupa.

La cubana, que no sé si te dije que es de piel muy oscura y muy alta, y que tiene un cuerpazo, además de ser guapa, al chupar mis dedos cerró los ojos. Eso me puso. Quité la sábana y vio mi cuerpo desnudo. Ya sabes... Tetitas... Que te voy a contar que tú no sepas. En fin, que le dije:

-Quiero verte desnuda, morenaza.

Se quitó el uniforme. Desnuda tenía un polvo de miedo. Tenía unas tetas cómo melones, con areolas negras y pezones cómo garbanzos, y el coño lo tenía rodeado por una melena a lo afro.

-¿Qué hago, señorita?

No me anduve con rodeos.

-Come mi coño.

Subió a la cama  y metió su cabeza entre mis piernas. La cabrona sabia latín. Empezó metiendo y sacando su lengua de mi vagina, despacito. Lo hizo unas veinte veces. Después me levantó el culo con las dos manos y metió y sacó su lengua de mi culo otras tantas veces. Mi coño se abrió cómo una flor. Después del culo le tocó a los labios vaginales. Lamió con dulzura, y después pasó la punta de su lengua por el glande de mi clítoris. Lo hizo una docena de veces, o más. Luego lo succionó hasta que exploté. Tuve un orgasmo grandioso. Casi me rompo la columna con el arco que hice con mi cuerpo mientras me corría jadeando como una perra.

Al acabar de correrme me dijo Juanita:

-Tiene una papaya deliciosa señorita Juanita.

Vi sus labios carnosos y su mentón manchados con mis jugos. Me volví a excitar. Le cogí la cabeza, la acerqué a mí y le comí la boca. Sus grandes tetas estaban sobre las mías. Notaba sus pezones erectos. Le toqué el coño para saber cómo lo tenía. Pringué la palma de la mano con ellos. Me la  cogió y la lamió. Nos comimos las tetas. Cachonda de nuevo, le dije:

-Ponte de lado. Voy a hacer que te corras cómo una cerda.

Se puso de lado. Le metí dos dedos dentro del coño. Ella me metió a mí otros dos, el anular y el corazón. Sentí cómo masajeaban la pared superior. El punto G se fue agrandando y cada vez me daba mas placer. Tenía mis dedos dentro de su coño y me había olvidado de masturbarla. Solo le comía la boca y gemía, Juanita, cuando mis gemidos le dijeron que estaba llegando, aceleró los movimientos de sus dedos en mi punto G. Una ola de placer recorrió mi cuerpo. Empecé a eyacular, o lo que fuera, ya que dentro de mi coño sentí correr un río de jugos. Acabé chillando y retorciéndome cómo si fuera un muelle. Tenía espasmos en los muslos de mi pelvis y en el abdomen. Fue una de las mejores corrida de mi vida.

Al acabar de correrme, Juanita, me dijo:

-Fue bonito ver cómo se venía.

La mujer estaba muriendo de ganas por correrse, pero no me pedía nada, le dije:

-Anda, pon ese coñito en mi boca.

Puso sus labios en mis labios. Le cogí las tetas y metí la lengua dentro del coño. Movió el culo alrededor. Le apreté las tetas, y sin más, me dijo:

-¡Me vengo, señorita!

Sentí cómo su coño apretaba mi lengua. Juanita se aferró con las manos a la cabecera de a cama y me llenó la boca de jugos mientras temblaba y gemía como una  putita.

El sábado, mi madre quedó con sus amigas en el hotel Plaza. Eran las diez de la noche. Mi padrastro y yo ya habíamos cenado y Juanita ya se había ido. Él miraba el fútbol en el salón. Jugaban el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Cómo no me gusta el fútbol me fui para mi habitación y me puse el pijama. Escuché a mi padre cagarse en la progenitora del árbitro. Echada boca arriba sobre la cama y con la luz encendida comencé a tocarme solo por sentir el gusto de tocarme y sin animo de masturbarme, pero poco a poco me fui excitando y acabé desnuda y con dos dedos dentro del coño. Me quitó de mis fantasías mi padrastro llamándoles merengues a los del Real Madrid, cómo él era del Atlétic deduje que el partido había terminado y que ganara el Madrid. Su voz había venido de la ducha. Desnuda, fui a fisgonear. La puerta del aseo estaba abierta, lo mismo que La cortina de la ducha. Mi padrastro estaba de espaldas. Tenía un culo precioso. Volví al pasillo, cerré los ojos, metí dos dedos en el coño y comencé a masturbarme, Asomé la cabeza y vi que ahora estaba enjabonando la polla. Me seguí masturbando. Al volver a asomar la cabeza vi que tenía la polla enjabonada, empalmada, y que se la estaba pelando. Ya estaba cerca y al ver aquello comencé a correrme. Las piernas me comenzaron a temblar. Tapé la boca con una mano para no hacer ruido y me corrí mientras mi espalda iba bajando por la pared. Acabé sentada en el pasillo.

Volví a mi habitación. Echada en la cama pensé que quizá no se me presentara otra ocasión cómo aquella para seducirlo, ya que mi madre no era mucho de salir. Decidí intentarlo. A la hora de correrme, más o menos, fui al salón en plan matadora. Me hiciera coletas. llevaba puestas unas braguitas en la que sobresalían los pelirrojos pelos de mi coño por los lados y por arriba y iba con mis tetitas al aire. Mi padre estaba fumando un winston, tenía una copa de brandy francés delante y escuchaba: Para Elisa, de Beethoven. Al verme, dijo:

-¡Vete a vestir, desvergonzada!

No me iba a dar por vencida a la primera.

-¿Estás fumando el pitillo de después?

-¡¿Viste...?!

-Vi. Si no quisieras que lo viera no dejarías abierta la puerta del aseo ni dejarías la cortina sin correr no estando mamá en casa.

-¡Eso es mentira!

-Dile  lo mismo a mamá.

-¿Quieres chantajearme?

-No soy de esas. Quiero follar contigo. Eres un capricho. Uno de esos polvo que no se vuelven a repetir.

Para calentarlo fingí tener una batuta en la mano derecha, cerré los ojos y comencé a dirigir una orquesta invisible al tiempo que hacia movimientos sensuales con mi culo, con mi pelvis, con mis caderas, con mis tetitas... Al abrir los ojos vi a Gustavo con el Iphon en la mano. Me estaba gravando. Le pregunté:

-¿Qué vas a hacer con eso?

-Mandárselo a tu madre. A ver si te cree lo de la paja, la puerta abierta...

Rompí a llorar, pero con lágrimas de cocodrilo. Mi padrastro, picó.

-¿Y ahora que te pasa?

-Que no valgo para nada. No me extraña -me cogí las tetas-, con estas tetas de birria cómo le voy a gustar a nadie.

-Anda, deja de llorar que no le voy a mandar nada a tu madre, y puedes estar segura de que eres una mujer muy deseable.

-¿Para quién?

-Para cualquier hombre. Anda, vete para tu cuarto.

Me fui, pero iba a ser mala. ¡Vídeos a mí!

Ya en la habitación cogí el móvil y empecé a hacer pequeños vídeos. Iba a calentarlo con ellos.

En el primer video que le mandé por WhatsApp estaba desnuda, dándome dedo y se oían mis gemidos. Oí cómo me decía:

-¡Cómo vaya ahí te pongo el culo negro!

En el segundo se veía cómo metía un dedo dentro del culo, cómo lo olía y cómo después lo chupaba y como le decía: Quiero ser tu cerdita, papi.

Esta vez, dijo:

-¡Asquerosa!

En el tercero que le  envié se veía mi coño y se oía el chapoteo de mis dedos entrando y saliendo de él.

Ya no dijo nada.

En el cuarto abría el coño con dos dedos y le decía: Cómelo, papi.

Seguía callado.

Y en el quinto que le envié. me daba dedo y le decía: ¡Me voy a correr, papi, me voy a correr!

Oí cómo decía, en voz baja:

-Jodeeeeer.

Esperaba que viniera a mi habitación y que me diera duro, pero no vino. A la media hora, o así,  sentí cómo pasaba por delante de mi habitación y cómo se metía en la suya. Si no había venido Mahoma a la montaña, la montaña iría a Mahoma. Fui a meterme en la boca del lobo. Giré el pomo de la puerta. No estaba cerrada con llave. Nerviosa, levanté la sábana y me metí en a cama. Mi padrastro, con una voz poco convincente, me dijo:

-Vuelve a tu cama, Pili.

Acerqué mis tetas a su espalda. Estaba desnudo. Quise creer que me esperaba. Le eché la mano a la polla. Estaba empalmado. Me dijo:

-Estás jugando con fuego, Pili.

Lo besé en el cuello y le meneé la polla. Antes de un minuto me llenó la mano de leche. Gustavo parecía un adolescente con eyaculación precoz. Despertó la guarra que hay en mi. Encendí la luz. Se dio la vuelta y vio cómo lamía su leche de la palma de mi mano y de cada dedo, chupando uno por uno. Después subí encima de él y le puse el culo en la boca. Me lo folló con su lengua mientras me magreaba las tetas. Le di el coño y me lo comió. Su polla estaba dura de nuevo. La cogí, jugué con ella en la entrada de mi black hole, estaba mojado de la saliva y se mojó aún más con la aguadilla que salía de su meato... Empujé, y entró el glande, la quité, era demasiada polla para tan poco culo. Mi padrastro se puso a cuatro patas para coger crema en el cajón de la mesita de noche. Le cogí los huevos con una mano y se los lamí y se los chupé. Tiré de la polla para atrás y se la mamé. Después lo masturbé mientras mi lengua entraba y salía de su black hole. Le azoté el culo. Gemía cómo una nena. Lo puse tan cachondo que se dio la vuelta y cómo ya estaba a cuatro patas me la clavó en el culo sin anestesia. Chillé:

-¡Cabróóóóóón!

La quitó del culo, la metió en mi coño de otro golpe de riñón, y me dijo:

-No te pusieras a jugar con fuego si no querías salir quemada.

En el coño me gustaba, pero fingí que me dolía.

-¡Me estás rompiendo el coñito!

Se hizo el duro. Me dio con ganas, mientras decía:

-¡Toma, traviesa, toma, toma, toma, toma, toma, toma...!

Tanto se hizo el machito que llegó un momento en que no pudo más y paró de follarme. Sentí su polla latir dentro de mi coño. Cogí su culo con las dos manos y lo follé con el mío. Me preguntó:

-¿Tomas precauciones?

Le respondí:

-No, tomo leche.

Comenzó a  correrse, saqué la polla del culo, me di la vuelta, metí la polla en la boca y me tragué su leche.

Al acabar de correrse, me dijo:

-Eres una fiera en la cama.

Subí encima de él. Su polla se había puesto blanda. Le dí las tetitas a mamar. Me senté sobre a polla y froté mi coño empapado contra ella. Iba desde las pelotas al glande y del glande a las pelotas. Mi coño se movía lentamente, cómo se mueven las babosas terrestres, y cómo las babosas iba dejando babas en su camino. Le di piquitos y lo hice sufrir... Cuando sacaba su lengua retiraba mi boca. Luego le di la puntita y al final ya le metí la lengua en la boca. Cuando La polla se puso dura la metí en el coño y comencé a mover el culo alrededor, hacia atrás y hacia adelante con toda la polla dentro. Mi coño no paraba de soltar jugos que empapaban su pelvis. Tuve la polla clavada hasta el fondo todo el tiempo. No la quité para nada, y  menos cuando vi cómo se le nublaban los ojos, fruncía el ceño y se corría dentro de mí, y digo menos porque me empecé a correr con él. Fue una buena corrida, larga e intensa, pero me supo a poco, me quedaron ganas de mi padrastro.

Bueno, ahí lo dejo, Paloma, acaba de llegar Gustavo y mi madre hoy sale tarde de la oficina.

Un besazo, zorrilla.

Quique.