Donde tengas la olla...

Donde tengas la olla, no metas la polla...¿o tal vez si? la historia de un empleado muy servicial.

Hola a todos.

En la época en la que suceden estos hechos, yo dirigía una oficina de pequeñas dimensiones en una gran ciudad. Soy un hombre que ya rondo los 40, y estoy felizmente casado. Sin embargo, a pesar de amar a mi mujer y a mis hijos, hace un año sucedieron una serie de acontecimientos que desembocaron en la situación que os narro, y que me resultó bastante satisfactoria.

Un día entré en un chat de dominación y sumisión, no recuerdo cómo se llamaba, y allí entre mucha gente que quería contactos express, y que no me ofrecían mucha confianza, encontré a Daniel (nombre ficticio) un chaval que buscaba algo muy extraño. Me contó que a el lo que le ponía cachondo de verdad, era imaginarse trabajando para un jefe que le exigiera obediencia para cualquier labor, a ser posible de naturaleza sexual.

Yo al principio ni me planteé la posibilidad de ayudarle a cumplir esa fantasía, claro, ya sabéis el dicho de "donde tengas la olla, no metas la polla". Pero poco a poco, fuimos contándonos nuestras vidas, nuestros gustos, y la confianza se fue haciendo más sólida. Un día quedamos, para conocernos en persona, y estuvimos hablando de nuestras mujeres, amigos, de esto y de lo otro, y llegamos al tema que originalmente me había comentado en aquel primer chat. El estaba en paro todavía, y daba la casualidad de que en mi oficina se había marchado uno de mis empleados. Le pregunté casi sin pensarlo, que si el sabía algo de los programas ofimáticos que utilizábamos, y me dijo que si, que se le daba bien todo lo relacionado con la informática. Lo cierto es que era un chico inteligente, y no me cabía duda de que era perfectamente capaz de adaptarse al puesto, pero yo tenía una seria preocupación acerca de que se fuera de la lengua con alguno de los empleados, y convertirme en el hazmerreir de la oficina. Así que la conversación no fue más allá. Días más tarde, recibí un correo suyo, en el que me decía que entendía mi temor por mantener la discreción, y que se le había ocurrido algo para darme un poco más de confianza. Se trataba por un lado de un texto firmado por ambos, en el que se explicaría la naturaleza de nuestras intenciones, para evitar posibles futuras demandas de acoso sexual. Un texto que mensualmente iríamos actualizando y firmando por duplicado. Por otro lado, me daría una fotocopia del dni de su novia y de su madre (era huérfano), y una carta manuscrita y firmada, en la que explicaría sus más oscuras fantasías. Así, en caso de que se fuera de la lengua en la oficina, yo enviaría esa carta a su madre o a su novia, a mi elección. Según el, estaríamos en situación de guerra fría, y ninguno tendría la tentación de destapar el pastel.

El tema quedó dando vueltas en mi cabeza, y ante la posibilidad de disponer de un empleado de tales características, decidí ofrecerle trabajo en modalidad freelance, para evitar mayores lazos. Aún así, el debería ocupar su puesto en la oficina, y cumplir su horario, y sus labores oficiales, por supuesto. En principio, nadie debía sospechar nada, yo casado, el con novia formal, los dos con apariencia y comportamientos, perfectamente heterosexuales.

Con bastante nerviosismo llegó el primer día, y se acomodó en su puesto, se presentaron todos los compañeros, y se le explicó el funcionamiento de la oficina. Y sin más preámbulos se puso a trabajar, aprendiendo mucho y produciendo poco, como es natural en sus primeros días. En la primera semana, no ocurrió nada de lo que estáis esperando leer, así que salto directamente al martes de la segunda semana.

Yo llegaba de una visita y tenía que explicarles unas cosas para que fueran trabajando en ellas, así que les llamé a todos los implicados al despacho. Les fui explicando los temas generales, y luego los particulares uno a uno. A medida que iban recibiendo las tareas, iban saliendo del despacho. El último que quedó era Daniel, a quien le expliqué también cual sería su tarea, bastante monótona, y que le llevaría varios días.

– Quédate una hora más cada día, porque si no, no creo que te de tiempo – le dije con un tono que le hacía entender mis intenciones.

– Como desee, señor – me dijo poniendose un poco rojo y habiendo entendido el tono especial en mi voz. Había entendido perfectamente, y había adoptado el tipo de lenguaje que le había explicado que quería mantener cuando estuvieramos "jugando".

– Muy bien, sal y ponte a trabajar.

Seguí con mis labores, pero tenía la cabeza en lo que iba a suceder después. Había estado esperando el momento de tener el valor de decidirme a pedirle su primera labor especial. Empezaríamos por algo sencillo, y poco a poco iría exigiéndole más dedicación. Llegaron las siete, y sus compañeros empezaron a marcharse de la oficina. El les iba explicando que iba a quedarse un rato más, para avanzar con su tarea. Era un chico muy discreto, en futuras ocasiones, siempre se inventaba algo diferente, unas veces se iba más tarde porque al día siguiente iba a venir más tarde, o porque quería acumular horas para ganar un día de vacaciones, y excusas así.

Cuando la oficina estaba vacía, y al ver que no le llamaba, se presentó en mi despacho.

– me quedo un poco más para avanzar en la memoria que estoy redactando, si necesita algo, no tiene más que pedirmelo... Señor – me dijo casi tartamudeando de nerviosismo.

– Muy bien – le dije sin atreverme a ordenarle nada.

Cuando ya se había ido a su puesto, le llamé sin salir de mi despacho:

– Daniel ven un momento por favor.

– Voy, Señor – dijo, y escuché cómo se aproximaba y se presentaba frente a mi escritorio.

– Necesito relajarme un poco, estoy cansado, ha sido un día complicado.

– Claro Señor, ¿Desea que le haga un masaje en los pies?, ¿Que chupe su polla?.

– Si, creo que quiero que me comas la polla – le dije un poco miedoso, pero metido en mi papel. Todavía me costaba un poco meterme en esa dinámica, pero Daniel me lo estaba poniendo muy fácil.

Se acercó y se puso de rodillas, entre mis piernas, y empezó a tocarme el paquete. Por lo tenso de la situación, aquello no reaccionaba. Al cabo de un minuto, Daniel hundió suavemente su cara contra mi entrepierna, inspirando profundamente, y mi erección fue poco a poco haciendo acto de presencia. Cuando ya la tenía bastante dura, me abrió la bragueta con lentitud, y me desabrochó el cinturón. Me levanté un poco y me bajó un poco los pantalones, dejando a la vista mis calzoncillos hinchados por mi polla, que quería salir de la prisión. Daniel continuó pasando su cara por encima de mi paquete, hasta que volví a levantarme un poco, hecho que entendió perfectamente y me bajó los calzoncillos, dejando por fin mi polla frente a su cara.

– Tiene una magnífica polla, Señor, si me permite el cumplido – me dijo casi en un susurro.

Y se la metió en la boca lentamente, donde mi polla terminó de crecer al instante. Empezó a hacerme una mamada como sólo nunca me habían hecho. Supongo que un hombre sabe lo que le gusta a un hombre.

– si desea correrse en mi boca, sería un honor para mi – me dijo tras sacársela por un instante.

– Es lo que haré, descuida – le dije, pero estaba aliviado por que me lo hubiera dicho.

La mamada continuó un buen rato, no soy de los que se corren rápidamente, así que se lo trabajó bien. En un momento dado, noté que me iba a correr, y presa de la excitación, le dije:

– me voy a correr en tu boca, vas a tragarte mi corrida cada puto día que te lo exija – y comencé a eyacular en su boca, agarrandole de la cabeza, y follandole la boca como en las películas de sexo duro.

Tras terminar, me quedo bastante frío, y sin ganas de perversiones. Ya lo había comentado con Daniel, así que cuando me hubo limpiado la polla, me la guardé, y sin decir nada, Daniel salió de mi despacho y se puso a trabajar, aunque no era necesario. Supongo que se quedó sin saber muy bien si le iba a pedir algo más.

Al cabo del rato, le dije sin salir de mi despacho:

– marchate ya, mañana continúas con eso.

– Si Señor.

Recogió sus cosas, y se marchó sin decir nada. El día del estreno, aunque había sido muy poca cosa, había sido un rotundo éxito.

Al día siguiente, hice balance de la situación. En casa había ido todo bien, sin interferencias entre lo ocurrido y mi vida de esposo, ejemplar. Bien. En cambio en la oficina me encontraba algo avergonzado, me parecía algo muy raro. No me había considerado nunca como bisexual, pero si me gustaba la sensación de dominar a mi antojo a una persona que se sometía por su propia voluntad y gozaba de ello. Por la tarde llegaría Daniel, cuyo horario era de media jornada, y no sabía muy bien lo que iba a pasar.

Sin embargo, llegó a su hora normal, y se puso a trabajar como cualquier otro día. Me tranquilizó saber que todo seguía según lo pactado.

Ese día no ocurrió nada, y al irse todos le dije que se fuera, pero el jueves, me sentía más inspirado. Después de que todos se fueran, le llamé al despacho.

– El vater está bastante sucio, cuando puedas quiero que lo limpies – le dije para comprobar que realmente sus tareas podían ser de cualquier cosa que se me antojara. En realidad no estaba sucio en absoluto, es una oficina, no un bar de copas.

– Claro Señor, me pongo a ello – y se dio la vuelta camino del servicio, pero antes de llegar, se dio la vuelta y se presentó ante mi, - ¿Cómo quiere que lo limpie, Señor?

– No entiendo a qué te refieres – Le dije sin entender a qué se refería, y pensando que lo que quería decir, era que no sabía dónde estaban los productos de limpieza. - Hazlo como puedas.

Se volvió a ir, y al minuto siguiente, salí a verle trabajar como muchacho de la limpieza. Lo que vi me dejó bastante sorprendido. Se había arrodillado frente al vater, y estaba lamiendo el borde con la lengua. Había habido una confusión, y me había entendido que no quería darle productos de limpieza.

– ¿Pero qué haces? Usa papel coño – le dije al recuperarme.

– Perdón Señor, había entendido... - se disculpó.

– Bueno, sigue con la lengua, me parece divertido.

– Gracias Señor, me alegro de que se divierta.

Estuvo lamiendo el vater un rato, hasta que se me ocurrió una perversión. Me saqué la polla, y me acerqué.

– Aparta la cabeza, voy a mear – le dije casi sin tiempo para que se apartara, y empecé a mear mientras el esperaba arrodillado a un lado de la taza del vater.

– Limpiamela – le dije al terminar – con la boca.

– Si Señor.

Y tras lamer la última gota de meada que quedaba en mi polla, se la metió chupándomela un poco, con lo que se me empezó a empalmar para mi disfrute.

– lo que voy a ahorrar en papel higiénico... - dije en voz alta.

– Estoy para lo que usted desee Señor, si desea usar el vater ahora, con gusto le limpiaré despues.

– No te preocupes, esas cosas no van conmigo. De momento.

Y sacando la polla de su boca, le hice volver a su puesto de trabajo. Al llegar allí, le dije que llamara a su novia y le dijera que iba a llegar un poco más tarde.

– Si Señor -dijo sacando el móvil para llamarla.

Mientras hablaba con ella, yo le pasaba la polla por la cara, manchándosela con liquido preseminal. Le dijo a su novia que aprovechaba que su jefe había salido un momento para llamarla, y decirle que se iba a tener que quedar un poco más.

– dile que esta noche quieres metérsela por el culo – Le dije en voz baja.

Daniel me miró, y en unos segundos le dijo a su novia:

– ...espera cariño, antes de que vuelva mi jefe, quería decirte que esta noche quiero metértela en tu culito – dijo, y pude escuchar la voz de su novia diciéndole un triste y cortado "ya veremos".

La verdad es que me sentía casi como un dios, metiéndome en la intimidad de una conversación entre novios, escuchando como el hablaba con ella, mientras yo restregaba mi babeante polla por su cara.

– Cuelga el teléfono – le dije casi susurrando, y me obedeció al instante sin ni siquiera despedirse de su novia – Bájate los pantalones, no se si hoy te follaras el culo de tu novia, pero si que te vas a ir bien follado.

– Si Señor, como desee – dijo con un tono bastante asustado.

Yo sabía que era virgen por el culo, y de hecho yo nunca había follado el culo de un tío, pero en aquella situación me apeteció, y puesto que tenía un "esclavo" que estaba ansioso por que yo le utilizara para mi propio placer, me decidí a encularle. Cuando se quitó los pantalones, y los calzoncillos, le dije que se levantara, y me senté en su silla, con la polla fuera.

– Siéntate sobre mi polla. Como es tu primera vez, te permito que te la vayas metiendo a tu ritmo.

– Es muy amable Señor.

Empezó a intentar metérsela, pero a mi me costaba un poco. He de admitir que no estoy muy bien dotado, y tampoco se me había puesto demasiado dura. Por suerte llamaron al teléfono que había dejado en mi mesa, y tuve que ir a mi despacho. Después de la conversación telefónica, le dije que entrara.

Vino tal y como lo había dejado, con los pantalones abiertos, sujetándoselos a medio muslo. Pude observar su polla en semierección, bamboleándose mientras se acercaba.

– Chupamela, me voy a tener que ir, y no tenemos tiempo para que te folle el culo, seguro que te apetecía, pero no va a poder ser.

– Claro Señor, como desee – y adoptó esa posición que tan familiar le iba a resultar en los siguientes días.

– Antes de correrme, quiero que vuelvas a llamar a tu novia, y me correré en tu cara mientras hablas con ella.

– Será un honor, Señor.

Arrodillado entre mis piernas, comenzó a lamer el capullo de mi polla, los huevos, y por fin se la metió entera, comiéndomela y jugando con su lengua. Al poco rato, le dije, llamala ya, y me fui masturbando para no alejarme del inminente orgasmo.

– Hola cariño, antes te he tenido que colgar, que volvía el jefe – le dijo a su querida novia mientras yo me pajeaba a escasos centímetros de su cara – si, ya voy a salir, en unos minutos.

Seguramente su novia pudo escuchar el sonido que hacía yo al pajearme, porque oí como Daniel le decía:

– ¿Ruido? Yo no escucho nada... bueno, y qué has pensado de lo de después, …, si de lo de que esta noche, ya sabes...

Se notaba que estaba intentando alargar la conversación, en vista de que yo no me corría. Era un gran esclavo, y se estaba portando muy bien. En ese instante, empecé a correrme violentamente sobre su cara, le manché el móvil, y un poco su camisa y un goterón que cayó en sus calzoncillos, pero por dentro, ya que estaban a la altura de sus rodillas.

– Cuelgala – le dije en voz baja, y muy obediente, colgó de nuevo a su novia, sin darle explicaciones.

– Señor, ¿Me permite limpiarme la cara?

– Limpiame antes la polla, y luego haz lo que quieras, pero rápido que tienes que irte ya.

– Gracias señor – y limpió con su lengua el hilo de semen que empezaba a descolgarse desde mi polla.

Luego salió de mi despacho, con la cara embadurnada en semen, y se fue al aseo. Salió enseguida, y yo ya estaba con el abrigo para cerrar la oficina.

– venga, recoge tu puesto y vámonos, que tengo prisa.

– Si Señor.

– ¿Te gusta el sabor del semen? - le pregunté con curiosidad sincera.

– La verdad es que no mucho, Señor.

– Bien, supongo que lo acabarás apreciando.

– Seguramente, Señor.

Con el paso de las semanas, llegamos a hacer verdaderas perversiones, y las disfruté todas. Supongo que Daniel no las disfrutó tanto como yo, pero gozaba a su manera. Cada día que me apetecía probar algo nuevo que había visto en alguna página de internet, sabía que contaba con un entregado sirviente para complacerme. Y de no ser por ello, nunca hubiera experimentado cosas como por ejemplo, follarle el culo, sentarme sobre su cara y sentir su lengua en mi ano, incluso me hubiera gustado hacer más cosas que no me atreví a hacerle, como orinar en su boca, o follarle el culo y la boca alternativamente. Una pena que no pudieramos continuar.

En la actualidad, mi oficina se ha trasladado a un edificio donde compartimos instalaciones con otras dos empresas, por lo que ya no disponemos de intimidad. Daniel se puso a trabajar en otra empresa, en condiciones laborales normales, y aunque aún me veo con mi sirviente, ya no es en las mismas circunstancias, y es todo mucho menos morboso. Me consta que el desearía encontrar un trabajo en las mismas condiciones que las que tenía conmigo, y supongo que antes o después dejaremos poco a poco este juego que tantos momentos de disfrute nos ha proporcionado.

Un saludo a todos, y me encantaría recibir sus comentarios en la dirección: paraquetediviertas arroba gmail punto com