Donde menos te lo esperas II

Un fin de semana de relax programado, un hotel en temporada baja repleto de jubilados alemanes y la tranquilidad y el relax se van a tomar por el culo.

Aquel pueblecito de la costa onubense vivía a tope la temporada de verano pero a principios de junio, cuando me tomé un finde libre de relax total, era tranquilo, territorio para jubilados a pensión completa.

Hacia buen día, el sol brillaba y apretaba, así que tras instalarme en la habitación me puse el traje de baño y bajé a la piscina, era media tarde y estaba prácticamente vacía, un matrimonio con dos hijos en la zona infantil y un par de parejas cincuentonas extranjeras entregadas a la lectura y los baños de sol, tras darme un baño me quedé prácticamente dormido en la tumbona cuando unas risas y unas frases en acento alemán turbaron mi tranquilidad. Otra pareja se incorporó a las dos que se encontraban tomando el sol, él, delgado, con una copa en la mano, daba la sensación de ir un poco pasado de alcohol, ella vestía un bañador negro de una pieza, su pelo blanco algún día debió de ser rubio y los kilillos de mas que lucia propiciaban que su piel no estuviera tan arrugada como la de las dos paisanas con las que bromeaba sobre el estado de su esposo, me sorprendió el tamaño de sus tetas, realmente king size.

-No tienes remedio –me dije a mi mismo, vienes a descansar, huyendo del stress y los problemas y te fijas en la pechuga de una sesentona alemana. Tomé mis cosas, me despedí con un gesto de los alemanes que correspondieron educados y subí a la habitación a darme una ducha y ver la tele hasta la hora de la cena.

El ambiente de la cena buffett era el habitual de un hotel de cuatro estrellas en temporada baja, media docena de parejas nordicas, tres o cuatro familias jóvenes con hijos y un par de despistados (yo era uno de ellos), trasegué media botella de Rioja en la cena y descuidé la línea dando cuenta de una buena porción de tarta de chocolate, me acerqué al lounge del hotel donde ya estaban instalados media docena de parejas alemanas y una pareja de jóvenes que habían conseguido dejar dormidos a los niños en la habitación, la música la ponía un horrendo dúo rumbero que parecía encantar a los nórdicos tanto como las jarras de cerveza con ginebra, La pareja ruidosa de la piscina compartía mesa con otra pareja mas, ambos gordos y un poco borrachos, tras brindar en un par de ocasiones llegaron las presentaciones, honorables jubilados amantes del golf y el sol.

Renata se llamaba la alemana de las tetazas, llevaba un vestido ligero blanco de generoso escote, Kurt su marido, el nombre de los dos gordos apenas lo entendí, la gorda, después de insistir varias veces, me sacó a bailar, me pareció patético bailar rumbas con una alemana gorda, pasada de fecha y borracha pero siempre he intentado adaptarme a las situaciones que vivo, la gorda me rozaba el trasero en el paquete y bromeaba con el marido que me animaba al roce. La verdad es que consideré que para ser el primer día ya estaba bien y me despedí educadamente, la gorda puso un poco mala cara, creo que se había hecho ilusiones, no sé.

Renata me dijo que ellos también se retiraban y me miró suplicante pidiendo ayuda para levantar del sofá a su marido que con la boca torcida y una cogorza tremenda tenia evidentes problemas de movilidad. Entre los dos le levantamos y lo llevamos en el ascensor, Renata hacia bromas por el camino. Al levantarlo y como quien no quiere la cosa, mi brazo rozó las tetas de Renata que para mi sorpresa me parecieron duras y llenas para su tamaño y la edad de su dueña, se alojaban en una mini suite de la ultima planta del hotel, como soy un caballero no toque el botón de la planta de mi habitación, les acompañé y cargué con el ligero y esquelético alemán hasta la suya, durante todo el proceso del traslado Renata hacia bromas sobre su marido y sobre su incapacidad de hacer de hombre en esas circunstancias, divertida y simpática, en un español bastante rudimentario. Me pilló en un par de ocasiones mirándole el escote y aunque me dio un poco de corte percibí cierta satisfacción de la sesentona. Cuando dejamos, como un guiñapo, en la cama a su esposo me invitó a tomar la penúltima en el salón contiguo a la habitación.

Renata se sentó en un sillón junto al mío, me sonreía y pavoneaba como una jovencita en busca de rollo, yo no tenia claro si solo era un juego y por primera vez la estudié a fondo.

Tenia unos bellos ojos azules y una hermosa sonrisa, la cara con surcos y arrugas era agradable para su edad, algo llenita sin ser gorda, la brisa de la noche, que entraba por la terraza, contribuyó a que sus pezones se hincharan bajo la tela, me quedé estupefacto de sus dimensiones, abultaban bajo el sujetador como una moneda de euro, fue en ese momento en que decidí que, si tenia ocasión, los chuparía con ganas.

Le hice una broma sobre la erección de sus pezones y ella entró al trapo, me dijo que siempre había estado orgullosa de su delantera y, entre bromas, me explicó que una de las causas por la que llegó virgen a su matrimonio era porque debía de ser de las pocas mujeres que conseguían orgasmos cuando le acariciaban y chupaban las tetas, puse cara de sorpresa, como de no creérmelo y ella me aseguró que así había sido y así seguía siendo, que aunque su Kurt ya no estaba para alegrías en lo referente al sexo aun le arrancaba buenos orgasmos chupando sus tetas y su sexo, la conversación era sugerente y caliente, decidí insistir haciéndome el tonto:

-¡Quieres decir que te mojas bien rápido cuando te maman las tetas?

-Quierro decirr lo que quierro decirr –me contestó- que cuando mi marrido me besa y me acarricia los pechos consigo orrgasmos.

-Pues da la impresión de que aun están muy apetecibles antes cuando me rozaste las sentí bien duras para lo grandes que son.

Parece que Renata estaba mas dispuesta y caliente que yo porque nada mas que le dije esto con mirada traviesa y morbosa me soltó a bocajarro:

¿Quierres probarrlas?

Asentí, no me había terminado de incorporar cuando Renata había desabrochado su sujetador y apartado las tiras de su vestido dejando al aire dos inmensas tetas, blancas, caídas por su peso y el tiempo pero duras y llenas con un pezón marrón impresionante, el mayor que he visto en mi vida. Duros, enhiestos, desafiantes, Renata me ofrecía su disfrute sonriente y convencida del poder de su delantera. Sentado sobre el reposamanos del sillón la besé en la cara y tome posesión con mi mano derecha de su teta, sorprendentemente pesada, llena, Renata me miraba pasándose la lengua por los labios, la calentura brillaba en su hermosa mirada, cuando tomé el pezón entre mis dedos comenzó a gemir, estaba duro, terso, Renata me animó a chuparlo, lo hice, era una sensación única, mamar esa gran teta, ese gran pezón, mientras su dueña, era verdad, se derretía de gusto y gemía como si la estuviera follando, pronto el pezón consiguió una dureza y unas dimensiones que jamas había visto en mujer alguna, ella apretaba mi cabeza contra su pecho mientras yo mamaba rico su teta y con la mano le sobaba la otra, me empleé a fondo en la mamada, ella me pedía que aumentara la fuerza de mis chupetones y apretaba los dedos de mi mano sobre su otro pezón pidiéndome que le pellizcara y estimulara mas fuerte. Sin comérmelo ni bebérmelo tenia un empalme y una calentura impresionante, apretó fuerte mi cabeza y pellizcó su pezón libre con fuerza en vista a que yo no me animaba por temor a hacerle daño, comenzó a gemir de seguido fuera de si, Renata no mentía, se estaba corriendo viva la hija de puta, solo con una mamada y un sobeteo en las tetas.

Como pude subí su vestido, aparte sus bragas y lleve mis dedos a su coño, pocos pelos y una impresionante humedad, estaba encharcada viva, solo sentir mis dedos en su raja, Renata se abrió de piernas y se dejó hacer, otra sorpresa, sobre la raja de su coño un clítoris duro y gordo que hacia competencia a sus pezones, fue pasarle la yema del dedo un par de veces y otra vez tenia a Renata apretando mi cara sobre sus tetas corriéndose como una perra. Tenia la polla tan dura que me dolía bajo los pantalones así que me incorporé y me los bajé, Renata estaba emocionada viendo el bulto bajo mis slips.

-Es un honorr para mi calentar tanto a un hombrre mas joven –dijo- liberando mi polla, tomándola en su mano y pasando la punta sobre su pezón duro y gordo, comencé a darle pollazos en las tetas y en la cara, ella se quito las bragas y se masturbaba como loca, despatarrada, podía ver su clítoris duro, inmenso, tremendo mientras me chupaba la polla como si el mundo se fuera a acabar, mis prejuicios y timidez se evaporaron, ella es la que pedía caña dura y a mi me gusta darla, le follé la boca mientras se frotaba el clítoris y se volvió a correr de nuevo mientras se la metía hasta la garganta, casi se queda sin respiración la cabrona.

La ayudé a incorporarse la besé en la boca con lengua y ganas y la puse de espaldas, arrodillada en el sillón, tenia un culo blanco y grande, sin arrugas, terso, igual que sus tetas, a pesar de la edad, jugué con los dedos entre los labios de su coño empantanado, los separé, apunté mi polla y la metí hasta las pelotas, me apoderé con las manos de sus dos pezones y comencé a darle tirones y pellizcos mientras que la follaba, sentía mis pelotas hacer tope en sus nalgas frescas y el típico fro fro de la follada a un coño bien mojado. Los gemidos de Renata se transformaron en gritos de gusto y placer, arrecié la follada justo cuando Renata me empapaba las pelotas con otra corrida, parecía una becerra camino del matadero, se la deje clavada hasta el fondo y me deje ir con una buena corrida, hacia mas de una semana que mi polla no escupía leche y toda la reserva fue a parar al coño de la alemana, seguía culeandole en los estertores de mi corrida cuando se oyó a Kurt preguntar algo en alemán somnoliento.

Renata le contestó cariñosa en alemán, no entendí ni una papa, mientras se descabalgaba tomaba mi polla y la chupaba, dejándola encogida, brillante y sin restos de leche, amablemente me invito a irme.

-Kurt se puede enfadarr si sabe que he hecho esto sin su consentimiento –me dijo

Eran las dos de la mañana cuando llegue a mi habitación, contento, confuso. Había llegado esa misma tarde a descansar y relajarme y me había pasado de copas y follado a una sesentona alemana mientras el marido dormía la mona en la cama de al lado. Sin duda había estado bien pero no tenia nada que ver con la tranquilidad que había ido a buscar.

A las diez de la mañana, recién duchado, bajé a desayunar, Kurt y Renata ya estaban con los cafés, les di los buenos días y Kurt sonriente y sin resaca aparente me invitó a compartir mesa con ellos.

Tomaba mi zumo de naranja cuando Kurtz me dijo sin atisbo de enfado:

-Renata me ha contado lo que hizo anoche.

Puse cara de tierra trágame.

-No te prreocupes, fue cosa del momento, a mi no me gusta que este con otrro hombre si yo no estoy prresente perro entiendo que fue cosa del momento y que se dejo llevar por lo caliente que es.

-Disculpa Kurtz nada mas lejos de mi intención que faltarte al respeto.

-No hay prroblema hombrre, ella solo ha sido dos veces infiel, las demás veces que ha estado con otrro hombre ha sido con mi perrmiso y mi prresencia, asi que si quieres volver a disfrutarla ya sabes las condiciones porque con Renata el que prueba quierre repetir, incluso los que sois un poco mas jóvenes. ¿Has visto que parr de tetazas mas rricas?

-Son fantasticas

-Si te animas podemos subirr a nuestra suite después del desayuno

La oferta me pilló un poco desprevenido pero ya os he dicho que me adapto rápido a las circunstancias, acepté.

Mientras Kurtz se servia una copa a las once de la mañana. Menudo carrerón llevaba el alemán. Renata entró en la habitación, Kurt insistía en que tomara yo algo, acepté, tras su insistencia, un martini. Renata salió de la habitación desnuda, sin duda era una hermosa madura, con todas sus curvas, cintura estrecha, un gran culo y un par de tetas de otro mundo, los pocos pelos de su coño eran del color de su cabello, blancos.

-Es una grran mujerr –aseguró Kurt mientras trastabilaba sirviéndose el segundo y generoso whisky, yo ya estaba mamando teta de Renata, impresionante las dimensiones de su pezón oscuro cuando lo chupaba con ganas, Kurtz se apoderó de la teta libre y me daba instrucciones:

-Muerrde sin problemas es lo que le gusta a la muy puta –me decía mientras podía ver como, con delicadeza pero con convicción apretaba sus dientes en el pezón de su mujer y esta gemía de gusto y placer, le imité chupé y mordí el pezón mientras sobaba alternativamente su inmenso trasero y su coño mojado.

Los tres quedamos en pelotas, Kurtz era delgado y calzaba una polla mayor y mas gruesa que la mía pero la mía esta bien dura y dispuesta, la polla de Kurt no reaccionaba por el momento. Seguimos mamando las tetas y manoseando a Renata, Kurt le frotaba el clítoris, yo le sobaba las nalgas, cuando atiné en su agujero trasero y lo penetre con un dedo aprovechando la lubricación que ofrecía su coño empantanado Renata tuvo una corrida impresionante, goteó sobre el suelo, una mojada de época.

-Mi mujerr es bien caliente –dijo mirándome -Hace tiempo que no te la meten porr atrras carriño.

Renata asintió.

Entramos en la habitación, Kurtz se tumbó en la cama, escuálido, su polla seguía sin reaccionar, Renata se puso en cuatro ante el chupándole la polla y los huevos.

-Ahorra se la puedes meterr por el culo mientras me la chupa, segurro que me pongo bien durro viéndolo –fue casi una orden

Metiendo los dedos en su raja chorreante utilice sus propios jugos para lubricarla, Kurt insistió

-¡Venga métesela porr el culo!

Apenas le estaba ingresando la punta de la polla en el esfínter cuando Renata empujó su orondo trasero hacia atrás y se empalo sola la polla en el culo hasta las pelotas, su quejido de dolor se quedo en un sonido gutural, la polla de Kurtz había reaccionado y le llegaba a la garganta.

-¡Dale durro a mi puta chupapenes!

Con una mano apretaba y retorcía el pezón de Renata, con la otra le daba palmadas en sus grandes nalgas, con fuerza empujaba y le clavaba la polla en el ojete, que había cedido y dilatado y permitía una buena follada, entraba y salía sin dificultad pero aprisionándome la polla, fantástico el culo de la madura, le di un repaso de los buenos a su trasero parando el ritmo cuando veía inminente la corrida y arreciando cuando la sensación desaparecía, Renata empezó a toser y Kurt puso sus ojos en blanco, estaba corriéndose vivo, soltando su leche en la boca de su mujer, el coño de Renata parecía una piscina, mis pelotas estaban pegajosas y empapadas por su jugo, la desmonté sin correrme, una gota de sangre roja coronaba la punta de mi polla, a la alemana le estaría escociendo el ojete unos pocos días.

Me lavé la polla mientras Renata me pasaba las tetas por la espalda y me besaba con todo el vicio del mundo, el alemán se servia su tercer whisky en pelotas, una gota de leche escurría de la punta de su polla, dio varios trompicones antes de llegar al sillón del salón y sentarse de cualquier manera.

-Ahorra puedes follarrla como tu quierras, me gusta mucho verr como Renata disfrruta del sexo con otrro hombrre.

Renata estaba tumbada boca arriba en el sofá, abierta de piernas, pellizcándose y tirándose de los pezones con una cara de zorra caliente impresionante, sin duda había sido una mujer muy atractiva y quien tuvo retuvo. Solo me puse sobre ella, ella dirigió mi polla en la dirección correcta, la penetre, comencé una follada por el coño, dándole fuerte como Kurt me pedía.

-Follala con ganas que ahorra es cuando mas caliente y puta esta.

Apoyado con las manos sobre sus tetas le di mete y saca duro mirándola a la cara y mirando a Kurt ya medio borracho que se sobaba las pelotas y se metía un dedo por el culo. No llevaba una decena de metidas de polla cuando Renata se mojaba de nuevo entre gritos de becerra degollada, aquello no era una mojada, era una catarata, la humedad de Renata me llegaba a las rodillas, Renata se frotaba su gordo clítoris mientras la follaba, volvió a gritar y se quedo como en trance, mas jugos empaparon los cojines del sofá y los cojones de un servidor, retorciendo sus pezones, con la polla bien metida, le solté toda la leche que había disponible en mis pelotas.

No sin dificultad Kurt se incorporó, me apartó de su mujer, se arrodilló en el suelo y hundió su cabeza en el coño de Renata, mi leche se derramaba entre sus labios y Kurt la relamia y bebía mezclada con el zumo del coño de su esposa como poseído mientras se masturbaba, su polla reacciono tímidamente. Renata estaba casi desvanecida, como ausente.

-Meteme dos dedos porr el culo porr favorr –me suplicó el abuelete

Lo hice, pude sentir como el alemán contraía el esfínter y aumentaba el ritmo de la paja, aun sin estar empalmado de la punta de su polla salieron varias gotitas de leche. Con un sordo ronquido se dejo caer sobre su mujer.

La estampa era de las que hacen época, yo de pie, en bolas con la polla y los huevos brillantes del jugo de la alemana, la alemana ida y repatingada en el sofá, manchado por las sucesivas venidas de la alemana, con restos de jugo y leche en el coño sobre el que su marido reposaba la cabeza extenuado.

Me lave la polla, me vestí y me largué.

Después de comer me bajé a la piscina a tomar el sol, solo una madre con dos niños y los dos alemanes gordos, les saludé y me eché una siesta en la tumbona, me despertó el saludo de Renata, llevaba un bañador azul y un pareo, le pregunté por Kurt.

-Duerrme, necesita descanso, esta débil, hace tiempo que no tenia dos corridas seguidas.

Se instaló en la hamaca cercana a la mía, miraba sus tetas y podía ver sus pezones marcarse, es difícil acostumbrarse a unos pezones así, no me cansaba de mirarlos, a Renata le encantaba sentirse deseada. La alemana gorda se acercó a donde estabamos, comenzaron una conversación en alemán de la que no entendí nada entre otras cosas porque no entiendo nada de teutón y por el bajo tono de la misma, parecía que no querían que el gordo se enterara de nada. Poco después los gordos se fueron y Renata me dijo que le apetecía subir conmigo a la habitación, subimos, en la habitación le chupe, mamé, pellizque y retorcí los pezones mientras le pajeaba el clítoris, se corrió como una perra dos veces y me pidió que yo me reservara para la noche que tenia una sorpresa. Se despidió con un chupetón en la cabeza de la polla.

Cené fuera, tengo el estomago delicado para tanto buffet de hotel, gambas blancas de Huelva, pescado frito y blanco del Condado es una oferta mas interesante, llegué sobre las doce al lounge del hotel, donde los dos pésimos rumberos hacían su turno entreteniendo a los alemanes, Renata, Kurt y los gordos compartían mesa, me invitaron a sentarme con ellos, Kurt y el gordo estaban ya bastante perjudicados, borrachos como cubas, Renata y la gorda sonreían y bromeaban, esta vez si me enteré de su nombre: Olga

Cuando los dos hombres no podían ni hablar Renata me dijo en voz baja:

-Vete ahorra para tu habitación y nos esperras media hora

Creí que era una operación de despiste para que los gordos no se percataran de nuestra aventura así que me despedí cortésmente y me fui a mi habitación, del minibar tome una cerveza, de mi cartera una viagra que siempre llevo por si las moscas, llevaba follando desde que llegue al hotel el día antes y con casi cincuenta años hay que ayudar al cuerpo cuando este lo necesita.

Casi cuarenta minutos habían pasado cuando llamaron a la puerta, al abrir me llevé una sorpresa, Renata venia acompañada por la gorda Olga que reía morbosa ante mi cara de asombro, ambas venían con sendas cervezas Erdinger en la mano, entraron y en un plis plas las dos estaban en bolas bromeando, mientras que Renata era bella en sus sesentaitantos Olga en sus cincuentayalgo era bastante decepcionante, sus tetas grandisimas y caidisimas apenas sin pezón y tres pliegues en su barriga, la raja de su coño solo era divisable entre sus impresionantes muslos porque era la dueña de dos labios abultados tipo moco de pavo bastante desarrollados y muy poco atractivos pero yo soy un morboso y la pastilla azul ya había hecho efecto, mi polla apuntaba al techo, me adapto a lo que sea.

Renata abrió su bolso y sacó un collar de perro, me lo dio:

-Ponselo bien aprretado, esta noche serra nuestrra perra –me dijo

Olga me ofreció el cuello resignada y sumisa, con su mirada me pidió que le apretara un poco mas el collar, yo estaba flipando pero ya sabéis, me adapto.

Renata se sentó al borde de la cama, me acercó a ella, mi verga quedaba a la altura de su boca, empezó a mamarla y a pedirme que le follara la boca, que le violara la boca mientras Olga sentada junto a ella le apretaba los pezones y me sobaba las pelotas, pronto los sonidos guturales en que se convertían sus gritos de placer con mi polla en la boca se hicieron continuos, su coño ya chorreaba, ya se estaba corriendo la muy puta.

Tumbada boca arriba, abierta, sobándose las tetas y la raja Renata me provocaba para que la follara, me incorporé sobre ella y le clave la polla mientras le chupaba y mordía un pezón, profundo. La gorda Olga a mi espalda abrió mis nalgas, me deje hacer, una caliente humedad invadió mi ojete, la gorda me estaba lamiendo el culo, comencé el vaivén de la follada, suave, con swing, insultándolas:

-¡Vaya par de putas calientes!

-Yo soy puta, Olga es perra –contesto Renata con cara, evidentemente, de puta reputa.

Cuando apuré el ritmo de la cabalgada sobre Renata sentía como cada vez que le sacaba la polla del coño la lengua de la gorda penetraba las puertas de mi esfínter, Renata se frotaba el clítoris y se tiraba de los pezones mientras la follaba, detrás mía oía la respiración agitada de la perra Olga abriendo mis nalgas y chupándome el culo. Le deje clavada la polla a Renata y Olga arrecio la follada de mi culo con la lengua, mame y mordí el pezón de Renata y mis huevos estallaron de gusto, mas leche para la puta Renata. De tanto gusto estaba como mareado, me aparte de Renata echándome a un lado, a la perra Olga le faltó tiempo para chupar el encharcado coño de Renata, parece que a los jubilados alemanes además del golf y el sol les encantan los cócteles de zumo de coño y leche de polla. Renata se contraía de gusto mientras Olga cual perrita mimosa lamía y libaba su coño.

-¿Tienes ganas de mearr? Me pregunto Renata

-Si

-¡Vamos a la ducha a mearr a la perra!

Nos levantamos, la ducha del baño era de plato grande, puro diseño, la gorda Olga se puso de rodillas entre Renata y yo, Renata se abrió de piernas, abrió los labios de su coño con cara de guarra viciosa y soltó un chorro que impacto en la cara de la gorda que tiritaba de gusto bebiéndola y sintiéndola derramarse en su boca y sus tetas mientras se metía tres dedos en la raja, no había terminado Renata su meada cuando de la punta de mi polla surtió con fuerza un chorro amarillo, la gorda se atragantaba y bebía extasiada refregándose en las tetas las dos meadas. Lluvia dorada doble.

Renata abrió el grifo de la ducha y nos dimos un buen refrescon, yo chupaba sus tetas bajo el chorro de agua y la perra Olga, que seguía de rodillas, mamaba, lamía y chupaba mis pelotas, milagros de la química, mi polla bamboleaba morcillona al ritmo de la lengua de la perra Olga dispuesta a una nueva follada.

Volvimos a la cama, la perra Olga se tumbo boca arriba, Renata sobre ella en posición invertida se dejo caer sobre la cara de la perra, apretando su raja contra su boca y su nariz, la perra jadeaba y respiraba con dificultad, pude ver, por primera vez el coño de la gorda que estaba con las piernas bien abiertas, un coño marrón con dos labios protuberantes tipo moco de pavo que le colgaban y se abrían como una flor, los dedos de la perra entraban y salían de la raja, mirar guarradas estimula y excita, mi polla estaba lista, tome jugo del coño de Renata con mis dedos y se los metí por el culo, sin mucha delicadeza, Renata me ordenó:

-¡Parrteme el culo!

Enfile la cabeza de la polla por el conducto trasero de Renata, la cabeza entró, la boca de Renata estaba sobre el coño de la gorda:

-¡Mmmmffmffmm! –fue el sonido de queja cuando sintió que mi polla penetraba en sus entrañas sin miramientos, en la primera clavada se la metí hasta la mitad, la saqué, volví a tomar jugo de su coño tras darle a la gorda mis dedos a chupar y la penetré con dos dedos, Renata se volvió a quejar:

-¡Mmmmmffmmmffmm!

Ahora apunté la polla de nuevo, la gorda la había ensalivado bien con su boca, y esta vez la estocada entro tres cuartos

-¡Mmmmmfffmmmmfffmmmmmm!

Todavía estaba quejándose Renata de la intrusión de mi verga en su esfínter sin contemplaciones cuando de una sola acometida se la termine de clavar hasta las pelotas.

-¡Mmmmmmffffmmmmmmmfffffffmmmmmmmmm!

No esperé a que su esfínter se acomodara a mi polla, no sin cierta dificultad le di mete y saca desde el minuto uno, a la sexta o séptima clavada su culo estaba bien abierto, mi polla entraba y salía de su culo como Pedro por su casa y sus quejas se habían convertido en una extraña onomatopeya de puro placer:

-¡Arrrghhggggggg!

Los que habéis echado un segundo polvo bajo los efectos de la viagra sabréis bien de lo que hablo, tienes la polla bien dura, como una piedra, las venas como cuerdas de pozo y tras haber eyaculado por primera vez sabes que la segunda corrida tardara en llegar, te sientes poderoso follando, dando duro, clavandola con energía, así me sentía yo profanando el trasero de Renata mientras le apretaba y retorcía sus erectisimos e impresionantes pezones, la perra Olga chupaba su coño que no paraba de manar jugo y lamía mis pelotas, esta vez si, esta vez le estaba dando al culo de Renata el tratamiento que merecía, la teutona tendría problemas al sentarse al menos una semana, no atendí a quejas ni suplicas, cada vez que Renata bufaba de gusto y dolor contaba con la complicidad de la perra Olga que tomaba su cabeza y la empujaba contra su coño de grandes labios, la polla me ardía con el roce pero permanecía empalmada y arrogante entrando y saliendo del culo abierto de Renata, casi me desmayo, apreté con todas mis fuerzas los pezones de Renata, Olga me estaba chupando un huevo y pudo sentir la contracción de mis pelotas en su boca cuando me estaba corriendo como un bendito, regué de pura leche hispánica el teutón trasero de Renata.

¡Flop! Fue el sonido que hizo mi polla al salir del esfínter de Renata, Renata se dejo caer con todo su peso sobre la boca de la perra Olga que expectante esperó a que mi leche rebozara del agujero donde la deposite para lamerla y beberla. Tres gotas de sangre coronaban la punta de mi polla, nunca la había visto tan roja e irritada, efectos de la fricción. Olga tras beber mi leche en el culo de Renata me pidió permiso con la mirada y me chupo la polla hasta dejarla reluciente.

Me quedé dormido, no me enteré cuando las alemanas se largaron de la habitación.

Eran las doce de la mañana, domingo, estaba haciendo el check out en el hotel con agujetas y dolor de riñones, las dos parejas pasaron junto a mi, Kurt y el gordo con cara de pocos amigos ni me saludaron, Renata me sonrío apenada, la gorda, mas valiente, se despidió con un beso y un abrazo, el gordo de su marido le lanzó una mirada asesina, iban a jugar al golf, se subieron los cuatro en un carrito eléctrico, Renata lo hizo con dificultad, apoyando solo una nalga en el asiento. Sonreí. Fin de semana de relax, ¿relax? ¿qué relax?