Donando sangre

Acudo a donar sangre y sin saber como acabo follando con la enfemera.

Este un hecho ocurrido no hace muchos días, algo inimaginable, algo que uno jamás espere que le pueda pasar a él y que siempre sueña con que le pueda ocurrir.

Soy un hombre que ya ha cumplido los 30 años y desde que soy mayor de edad acudo 3 ó 4 veces al año a un hospital a donar sangre, por cierto se sigue necesitando mucha sangre para nuestros hospitales, solo cuesta 20 minutos cada 4 meses y se pueden salvar muchas vidas.

Como he dicho ya se pasado de los 30, estoy felizmente casado y con un hijo, mi vida sexual es satisfactoria y hasta este día nunca le he sido infiel a mi esposa.

Sobre las 6 de la tarde acudo a la sala de donaciones de un hospital del norte de España, allí me encuentro a Montse, una enfermera de unos 40 años, morena de pelo corto y con la que tengo bastante confianza debido a la gran cantidad de veces que ya me ha sacado sangre.

Montse no es que sea una mujer perfecta pero tiene algo que es muy atractivo su cara es delicada y siempre tiene en ella una sonrisa picarona. Su cuerpo es normal, debe medir cerca de 1,70 y tiene el peso ideal, el que sin estar gorda le marca todas las curvas y partes de su cuerpo, además sus pechos sin ser exagerados son bastante grandes y el culo le marca el pantalón que suele vestir.

Al llegar veo que está ella sola en la sala, me comenta que es una tarde muy tranquila y que pronto va a cerrar.

Me comienza a realizar el examen previo a la donación, el cual además de diversas pruebas médicas tiene un cuestionario que trata de averiguar si estás incluido en los grupos de riesgos de sida o hepatitis, lo cual te hace incompatible con la donación de sangre, entre las preguntas que te hacen las hay relacionadas con enfermedades, tatuajes, viajes a zonas peligrosas y también sobre relaciones sexuales de las consideradas de riesgo, así que ella me dice:

¿Has tenido relaciones sexuales de riesgo o con diferentes parejas?

No ninguna, sabes que estoy casado y soy muy formal, además no creo que haya muchas mujeres a quien yo le parezca apetecible.

No seas modesto -me dice ella- seguro que si te lo propones encuentras alguna mujer con la que pasar un buen rato.

Mientras sucede esto ella está tomándome la presión arterial, pesándome y auscultándome, con lo cual estamos muy cerca el uno del otro, yo puedo percibir que usa un perfume muy suave y dulce, de estos que te apetece seguir oliendo y sin saber como me acerca a su cuello y aspiro su aroma y le digo:

-para que yo fuese infiel tendría que oler tan bien como tu, por lo menos.

Que tonto eres me dice ella, con esa sonrisa que siempre me encantó..- vamos a empezar que si no vamos a tener que quedarnos a cenar aquí.

Me siento en el sillón de extracciones, que es de esos que estando sentado te pone las piernas en alto. Ella se acerca a mi para pincharme el brazo, al verla caminar me fijo que a través del traje blanco que lleva vestido se transparente un poco una braga, de un color un poco más oscuro y que sin llegar a ser tanga es bastante reducida.

Mi mente ya empieza a calentarse y sin darme cuenta tengo una erección impresionante, Montse se acerca al sofá y coloca sobre mi estómago una bandeja donde trae el material para la extracción, al inclinarse un poco sobre mi puede ver a través del escote de su polo que lleva un sujetador de color salmón con una puntilla que deja a la vista una gran parte de sus pechos , esto hace que mi erección aumente todavía más y mi pene quede atrapado bajo el pantalón provocándome una gran molestia, pero al estar ella delante no me atrevo a colocármela bien .

-que te ocurre- me dice- te molesta la aguja?,

-no nada- digo yo un poco avergonzado por la situación-. Ella en ese momento al recoger la bandeja que hay sobre mi estómago ve el tremendo bulto que hay en mi pantalón, me mira a los ojos un poco extrañada, se pone algo colorada y se aleja a guardar el material de la bandeja. Yo ante la situación me siento un poco incómodo, pero sin pensarlo mucho le digo.

-Lo siento, no se como ha podido suceder, pero es algo que los hombres no podemos controlar.

Montse de espaldas a mi dice: - creo que es la primera vez que a alguien que le saco sangre se pone así, la verdad es que no estoy acostumbrada a esto.

-La verdad es que parecemos niños, sintiéndonos avergonzados por algo que es natural, no creo que esto sea algo nuevo para ninguno de los dos.- digo yo, mientras el ambiente se va relajando y ella ya un poco más tranquila se va acercando a donde yo estoy sentado y conectado a la bolsa de sangre.

-Sabes una cosa- me dice- mientras se sienta en una banqueta al lado de mi sillón- aunque para ti sea algo normal, para mi es bastante extraño, ya que estas cosas siempre suceden con tu pareja y dentro del dormitorio.

-Me estás diciendo que siempre hacéis el amor en el dormitorio?- le pregunto yo tratando de llevar el tema al terreno mas morboso posible y aprovechando el tono de confesión que ella está adoptando.

-Verás es algo de lo que me da mucha vergüenza hablar, ni siquiera con mi marido hablo de estos temas, alguna vez escucho a mis amigas, pero yo es muy raro que entre en estas conversaciones.

En ese momento, comienza a sonar el pitido de la máquina que indica que ya ha terminado la extracción de sangre, ella se levanta, coloca una gasa sobre mi brazo y saca la aguja diciéndome que sujete fuerte la gasa. Toma la bolsa de sangre y se aleja hacia el otro extremo de la sala para prepararla y precintarla. Yo sigo sentado en el sillón apretando la gasa para no sangrar por el lugar del pinchazo y viendo como ella se mueve comienzo a pensar en todo lo sucedido, mi mente bastante calenturienta comienza a imaginarse a Montse desnuda, haciendo el amor con su marido, e incluso comienzo a desearla, por supuesto mi erección no baja, si no todo lo contrario, cada vez está más dura y más molesta dentro del pantalón, ella vuelva a acercase a mi, me retira la gasa del brazo y me coloca un adhesivo para tapar la herida, yo ya descaradamente me quedo mirando fijamente para su escote, tratando de ver su pechos, pero no lo consigo, por lo que decido continuar con la conversación tan caliente que estábamos teniendo.

-No me puedo creer que con lo bonita que eres, no hayas tenido más relaciones que con tu marido, nunca has sentido ganas de hacerlo con otro hombre?-

-Es algo que nunca se me pasa por la cabeza.

-Cuéntame que es lo hace con él?- le pregunto.

Ella gira la cabeza un poco avergonzada y me dice- supongo que lo normal, como todo el mundo.

Yo me doy cuenta de que con esta conversación todo es posible y decido seguir hablando del tema, ya que es algo increíble que una mujer te cuente cara a cara alguna experiencia sexual.

-Depende a lo que tu le llames normal- le digo yo

-Pues lo normal, hacerlo en cama, yo debajo y el encima, bueno aunque algunas veces me manda ponerme a mi encima.

-Te corres cuando haces el amor?

-Algunas veces me gusta mucho, otras, sobre todo cuando no me apetece mucho hacerlo, pues no es tan agradable, pero por lo normal está bien.

-Me quieres decir que nunca lo has hecho fuera de cama?

-ella se vuelve a poner un poco colorado y me dice – eres un cotilla- creo que estás preguntado mucho.

-Yo le digo- después de todo lo que hemos hablado no creo que debamos tener vergüenza, además prometo contarte alguna aventura mía si te interesa.

Ella baja la vista hacia el suelo como avergonzada y tras un instante de silencia dice - Una vez lo hicimos en la mesa del comedor.

  • Cuéntame como fue- le pregunto yo, mientras me siendo en la mesa, justo delante de la silla en la que está sentada ella.

-Bueno, pues eso, al acabar de comer, yo me levante a buscar el café a la cocina y al llegar mi marido se levanto y sin decirme nada se puso a mi espalda besándome la nuca y el cuello, de repente me levantó la falda que llevaba y comenzó a acariciarme la barriga, las piernas y sobre la braga, luego me dobló sobre la mesa, me bajó la braga y lo hizo por detrás.-

-¿Te gustó?

-supongo que si, me pilló algo desprevenida.

-Nunca lo volvisteis a repetir

-No nunca más lo hicimos así, ni volvimos ha hablar del tema.

Yo estaba a punto de correrme dentro del pantalón solo de oírla hablar de cómo follaba con su marido. En ese momento y sin saber como oigo que sale de mi boca " te gustaría repetirlo aquí"

Esto es una locura- dice ella y se levanta de golpe de la silla, al levantarse yo de forma instintiva la abrazo y la acerco a mi cuerpo.

Ella trata de separarse, pero sin demasiada convicción, nos miramos fijamente a los ojos y acercamos nuestros labios, primero de forma muy suave y luego de una forma más brutal comenzamos a besarnos, yo solo de sentir sus labios en los míos me corro dentro del pantalón de una forma increíble, creo que nunca había estado tan excitado como en aquel momento, notando su lengua mojada y dura en el interior de mi boca, la verdad es que para parecer tan puritana besaba como una desesperada.

Tras correrme pierdo mi erección, pero continuo besándola y acariciando su espalda por encima del pijama de enfermera, notando su ropa interior en mis dedos.

Ella se separa de mí, se acerca a la puerta de la sala y la cierra con llave, después vuelve a mi la do y me dice- esto es una locura, va a ser mejor dejarlo-

Yo la vuelvo a besar y tomando su jersey por la cintura se lo saco por la cabeza, a mi vista queda un sujetador de color salmón, con puntilla en su parte superior que le cubre la mitad de los pechos, y en el que sobresalen unos pezones puntiagudos, bajo la cabeza hacia ellos y comienzo a besarlos por encima de aquella prenda, los pezones se notan durísimos y ella echa su cabeza hacia atrás comenzando a suspirar, yo sigo besando sus pechos mientras le desabrocho el sujetador y dejo a la vista aquellos pechos, que sin ser muy grandes son redondos y puntiagudos, sigo besándolos y comiéndolo por todos los lados.

Ella por su parte me tiene abrazado por la nuca, me acaricia la cabeza y la espalda y se deja hacer.

Yo ya vuelvo a tener una fuerte erección y decido no desaprovecharla, tomo su mano y se la coloco sobre mi entrepierna, sobre el pantalón, ella comienza a acariciarme sobre el pantalón.

Yo coloco mis manos en su espalada y comienzo a bajar lentamente, acaricio sus caderas, y sobre el pantalón comienzo a dibujar la forma de su braga, acaricio su culo y llevo mi mano a su entrepierna, notando la humedad de su vagina a través de su pantalón, poco a poco como queriendo alargar lo más posible ese momento, coloco mis dedos sobre el elástico del pantalón y se lo comienzo a bajar, ella se deja hacer y continua acariciando mi polla sobre el pantalón, después de sacarle completamente el pantalón me separa un poco de ella para gozar de la vista de esa mujer solamente vestida con una braga en la cual se puede ver la mancha de la excitación, ella aprovecha el momento para desabrocharme la camisa, con los ojos cerrados, como avergonzada de su desnudez me desabrocha también el pantalón, introduciendo su mano caliente y suave por dentro de mi calzoncillo agarrándome mi polla y comenzando a masajearla de una forma muy suave. Yo al notarla estoy a punto de volverme a correr por lo que me acerco a su oído y le digo- quiero hacerlo contigo, tomas algo?, ella me aprieta y me dice- tranquilo tomo la píldora. Yo me separo de ella y le digo- quiero ver como te sacas la braga- ella cierra los ojos y se baja un poco la braga, ante mis ojos se muestra una entrepierna cubierta por un vello negro, algo arreglado, y sobre el que brilla perlas de excitación, yo incapaz de aguantar más tiempo, me saco el calzoncillo, me acerco a ella que continua con sus ojos cerrado, la giro y la inclino sobre la mesa, por detrás coloco la cabeza de mi polla entre sus piernas, notando toda la humedad de ese lugar, poco a poco comienzo a frotar sus labios y a jugar en la entrada de su vagina, ella se sujeta al borde de la mesa y comienza a respirar de forma acelerada,. Aprieta las piernas y comienza a temblar, yo al notar su orgasmo se la introduzco hasta el fondo comenzando a bombear desde atrás sujetándola por las caderas, los dos nos fundimos en un mete y saca increíble, ella tiembla y yo sujeto sus pechos que quedan colgando sobre la mesa, los estrujo y aprieto como si en ello me fuese al vida, al poco rato me corro en su interior, creí que me iba a desmayar durante el orgasmo, nunca había sentido algo similar.

Los dos caemos desfallecidos sobre la mesa, mientras recuperamos el ritmo de nuestra respiración, yo no se que decir, ella se levanta desnuda, me besa de forma rápida en los labios y me dice –Esto ha sido una locura, por favor vete-, toma su ropa del suelo y entra en los servicios, yo comienzo a vestirme, no se que hacer ni que decir, ha sido el mejor polvo de toda mi vida y por otro lado me siento culpable, no se si por ella o por mi, me acerco a la puerta del baño y escucho como si ella estuviese llorando.

Llamo a la puerta y le digo – te encuentras bien?-

Si, es mejor que te vayas por favor.

Yo le digo- vale ya hablaremos- y salgo del hospital sin saber muy bien lo que ha sucedido.

No se si volver a hablar con ella sobre el tema, no se si hacer como si no hubiese ocurrido nada, o lo que puede pasar, lo único de lo que estoy seguro es de que desde ese día los polvos con mi mujer han mejorado muchísimo, hasta ella se ha dado cuenta y me ha dicho- hay que ver lo bien que te sienta donar sangre..-

Espero que os haya gustado y volveré a donar sangre y a hablar se sexo con mi enfermera si os interesa.- trado69@yahoo.es