Doña Isabel -Feliz mente casada- 1
Le pregunté cuantos años tenía, me dijo que tenía 35 años, le pregunté hace cuanto murió su marido, me dijo q hace año y medio, le pregunté hace cuanto fue que dejó de enseñar en una escuela y surgió esta historia luego que la contrate en mi colegio.
Aún no puedo entender cómo es que cambio tanto aquella dama tan puritana. No había hombre que no voltease a ver su espectacular silueta, no había mujer que no envidiara sus protuberantes senos, pero en fin al parecer, aquella mujer, madre de dos hermosas jovencitas tenía algo escondido que muy pocos sabíamos en realidad.
Contaré todo cuanto viví con Isabel, y todo lo que había detrás de su vida normal.
Había transcurrido tres meses desde aquella primera vez en que llegó a mi colegio a trabajar. Aún recuerdo su imagen, vino con un saco de vestir color marrón con un pantalón negro; tenía todo el cabello castaño y la piel blanca, con nada de maquillaje, tenía unos hermosos labios rosados y unas hermosas pestañas.
Recuerdo que le pregunté sobre su experiencia como profesora de secundaría, me dijo que en verdad muy poca, ya que se había casado muy joven, que no ejerció muchos años la docencia debido a que su esposo le pidió que no lo hiciera, que se dedicó a las cosas del hogar, y que ahora que el había fallecido el dinero no alcanzaba para la manutención del hogar, me contó que tenía dos hijas, de 15 y de 12 años respectivamente, que necesitaba para sus gastos y que deseaba trabajar por eso.
Le pregunté cuantos años tenía, me dijo que tenía 35 años, luego le pregunté hace cuanto murió su marido, me dijo que ya hace año y medio, le pregunté hace cuanto fue que dejó de enseñar, me dijo que hace más de 15 años, le pregunté si realizaba alguna actividad dentro de su comunidad, me dijo que no, que no le gustaba relacionarse con la gente de su entorno ya que siempre tubo las cosas que necesitaba y que consideraba que la vecindad son entrometidos y que prefería mantenerse alejado de amistades que a la larga meten a uno en problema.
Le dije que una docente, debe de ser una persona que tenga facilad de contacto con los alumnos, con los padres de familia y con sus colegas dentro del colegio para las diversas actividades que se realizan dentro del colegio, y que al parecer ella no tenía ese perfil. Observe su rostro entristecer y querer encontrar de algún modo cambiar todo lo que me había dicho sobre su vida social, pero le interrumpí diciéndole que yo al igual que ella, no socializo con la vecindad ya que también considero que son gente muy entrometida, pero sin embargo me llevo muy bien con mi personal, con los padres de mis alumnos y con mis alumnos.
Luego de haber dicho lo anterior, me quedé mirando su Hoja de Trabajo, o currículo Vitae me percaté que como profesional, en su área Matemáticas- era muy preparada, tenía muy buenos cursos libres, y muy buena preparación académica; incluso me percaté que había publicado un libro en los años que se dedicaba a enseñar, es decir era experta en su campo.
Alcé la mirada y le dije, bueno pero, al igual que yo, espero que Ud., se pueda llevar bien con los alumnos, padres de familia y sus colegas. Dicho esto, le dije que empezaba a trabajar el día lunes y que la vestimenta de las profesoras era entregada por la institución, y que era necesario que me diera sus medidas para mandar hacer su uniforme para cuando empiece a trabajar.
Me pidió que ella podía ir donde la sastre para que le haga a sus medidas, ya que ella tenía siempre problemas con respecto a las tallas. Ahí pude percatarme que era los motivos eran evidentes, era delgada de bustos grandes, y era caderona de cintura pequeña, entonces era obvio que tenía que usar ropa adecuada a su medida.
Un día antes de que inicie sus clases le pedí que venga por su uniforme, al momento de hacerle entrega le dije que marcaría en una hoja cada una de las prendas que se le esta entregando; una blusa, una falda, medias de nylon de ligas, materiales para el dictado de clases, y todo cuanto se le entregó se anotó en una hoja de registros.
Al mes de su trabajo, tuve que conversar con ella, le dije que algunos padres se estaban quejando por sus clases, que era muy exigente con los chicos, que dejaba muchos ejercicios en clase, que era incomprensible sus enseñanzas y que era muy pesado el curso. Me dijo que en verdad le parece que eso ocurre con los chicos, debido a que no han tenido una enseñanza de nivel, me dijo que era el colmo que no puedan hacer ejercicios que ella considera que debe de hacerlo en años inferiores al que estaba dictando, me dijo que los niños son muy lentos en el copiado de los ejercicios y todo lo malo de mis alumnos.
Isabel, le dije, una cosa es trabajar para el estado, y otra muy distinta es trabajar para un colegio particular. En un colegio como éste, se vive del pago de los alumnos, a ellos nos debemos, son ellos quienes pagan nuestros gastos y mantienen nuestras necesidades, que ella debe de adaptarse al nivel de los niños y no los niños al nivel de ella, que los padres de familia siempre tienen la razón y que por lo menos el día del examen no haya ni un jalado.
Por otro lado Isabel, he notado que no te relacionas con ninguno de tus colegas, y que es por ese motivo que no has preguntado cómo son las enseñanzas en clase. Mira Isabel, este viernes tenemos una reunión en mi casa, espero que llegues y que seas participe de cuanta actividad se realice ya que queremos que seas parte del colegio y no una solitaria que entra y sale del colegio.
El día de la reunión llegó a las 4 y 30 la reunión fue desde almuerzo, y me parecía que no iba llegar, cuando llegó la mandé a llamar, pregunté primeramente la causa de su demora y me dijo que era por que almorzó en casa, y que ahora si tenía el tiempo libre. Bueno le comenté sobre los puntos de la reunión y que ahora en la tarde íbamos a compartir algunos tragos con algunos profesores, ya que es el único momento en que podemos relajarnos fuera del colegio. Me dijo que no había problema, y nos unimos al grupo de profesores.
La reunión empezó tranquila, como siempre todos bromeábamos sobre las anécdotas en clase y algunas quejas de los padres de familia, a medida que las horas pasaban algunos se retiraban y quedaron al igual que siempre un familiar mío, dos profesoras e Isabel, quien ya estaba algo mareada.
Las profesoras que quedaban excepto Isabel dijeron que tenían que retirarse, di la orden de que mi familiar se las lleve en una de mis camionetas, y que se podía retirar si consideraba pertinente.
Con Isabel nos quedamos platicando, le pregunté cómo se sentía, ella me dijo que estaba contenta, que era la primera vez luego de casi dos años que tomaba tanto, ya que durante el tiempo que su esposo estuvo enfermo tenía que estar sobria, aunque en más de una oportunidad le hubiera gustado estar con una reverenda borrachera.
Se puso algo triste y trate de consolarla en cuanto se podía, me dijo que mucho tiempo tubo que estar sola, que no hubo un compañero quien le apoye con las niñas, ni con la enfermedad de su esposo y que ella sentía que ya no quería vivir, y que en el fondo ella era muy sensible, y que ahora se da cuenta que ha pasado el tiempo y esta acabada y vieja, y que ya no tiene la juventud de antes.
Me acerque a ella, y la abracé, le dije que no dijera esas cosas, que ella aún esta bella y joven, y que tiene tantas cosas que cualquier hombre se fijaría en ella, la acaricie, mientras secaba sus lágrimas, y ella se recostó sobre mi pecho, apretuje sus hombros sin que ella diga nada, tiré de su mentón para acercarlo a mi rostro y le di un beso en los labios, acto seguido baje mis manos por su cuerpo acariciando sus brazos, su cintura, sus pechos, introduje mi lengua entre sus labios, mordí sus labios, baje mis besos por su cuello, desabroché su blusa, y aparte su sostén a un lado a fin de chupar sus hermosos senos, dedique unos 10 minutos a mamarlos, a estrujarlos, a jugar con la punta de sus pezones, a lamerlo, a morderlo delicadamente, a juntarlos y meter mi rostro en medio de ellos, oía sus gemidos de placer de Isabel, era algo que al parecer extrañaba, gemía de felicidad, se oía un delicioso mmmm prolongado, era una mujer que se estaba entregando al momento de placer, era una mujer que estaba lentamente abandonándose a la situación, era una mujer que hace mucho no se sentía mujer.
Con mi manos despoje de casi toda su prenda, se quedó con una truza color roja, de encaje, esas que dejan adivinar que hay debajo de esa prenda, y claramente podía apreciarse una empapada vagina, depilada, y muy hinchada. Ni bien pude, la deje completamente desnuda y me deleite del sabor de su sexo, estaba humedecida, mi lengua recorría por el contorno de su labio y empecé a juguetear con su expuesto y dilatado clítoris, mmm que delicia papi, decía ella, mientras yo apretujaba sus senos seguía devorando aquel delicioso sexo. Mmm papi, que delicioso, seguía gimiendo Isabel, abandonada al placer, embriagada por el momento.
Puse sus piernas por mi hombro, su talón llegaba a mi espalda, y mi rostro se perdía entre sus piernas, mi lengua se abrió camino entre sus nalgas, y empecé a recorrer con la punta de mi juguetona lengua desde su ano, hasta su vagina, ella al parecer enloquecía con esto, sentí un delicioso chorro de sus líquidos salir de su empapado sexo, un líquido blanquecino mezclado con sus jugos cristalinos, un jadeo prolongado me daban señal que Isabel estaba teniendo un orgasmo muy fuerte.
Seguí lamiendo toda esta zona, quería disfrutar en verdad de esta mujer, no era una mujer cualquiera, era alguien que muchos han intentado conquistarla, y por casualidades de la vida, ahora estaba conmigo, entregándose desenfrenadamente al sexo.
A estas alturas, tenía la polla muy hinchada, lista para formar parte de este fabuloso momento, lo acomodé a la entrada de su rasurada vagina, ni bien sintió ese dilatado chochito, se introdujo, y se unió a este momento.
Era caliente por dentro, era jugoso y como un succionador empezó a contraerse y dilatarse en cada envestida, al inicio empecé muy lento, con movimientos lentos para recorrer cada milímetro de su vagina, para conocer este rico huequito y no olvidarlo, mi lengua se mezclaba con su lengua, mis besos eran muy apasionados, quería devorarla por completo, quería que no se olvide este momento, y ella estaba abandonada a mi voluntad.
Aceleré los movimientos de mis envestidas, mientras ella también aceleraba los movimientos de sus caderas, se unía al ritmo del mete y saca de mi verga, gemía y clavaba sus uñas en mis nalgas, me mordía los labios y dejaba su lengua fuera de sus labios por un momento disfrutando el espectacular momento en que nuestros cuerpos se unían, y en eso un gemido muy fuerte, me hizo presagiar que Isabel, estaba acabando, que se corría, nuevamente, ladeó su rostro y cerró los ojos, contrajo todo su cuerpo, y me salí de ella, la volteé, la puse boca abajo, y acomodé nuevamente mi pene a la entrada de su vagina desde esa posición.
Mis envestidas algunos momentos salían de su cuca, para humedecer su ano, ella sabía mis intenciones, creo que para este momento no tenia fuerzas para negarse a nada, simplemente se dejaba hacer, simplemente gozaba del momento. En uno de esos mi pene se acomodó a la entrada de su apretujado ano, y con lo empapado que estaba mi pene no fue tan difícil la entrada de una parte de mi todavía hinchado pene.
Ella simplemente estaba cerrado los ojos, con los brazos cruzados, y su rostro apoyado en ellos, dejándome hacer lo que yo desee con ese delicioso culo.
Introduje más mi pene, y simplemente dejó salir un gemido muy profundo, un Dioooooos, como único reclamo, y el resto es historia, mi pene se abrió camino muy lentamente en ese apretado ano, pudo entrar por lo mismo que estaba empapado de sus líquidos de Isabel, y empecé a bombearla mientras con mis manos acariciaba su empapada vagina.
Ella sacaba la cola, como ayudándome a acomodarme en medio de tan belicosas nalgas, mi pene en verdad era premiado por ese virginal ano, ella no se oponía pese a las muestras de dolor en su rostro, al mismo tiempo que una satisfacción creo que mucho mayor a lo recibido hasta ese momento.
Separé un poco sus nalgas, para penetrarla más profundamente, y ella enloquecía, de esa posición, me mordía la muñeca de la mano, mientras yo seguía penetrándola, seguía así mientras ella seguía gimiendo y disfrutando, mientras yo seguía rompiendo ese delicioso culo.
Aceleré mis movimientos, al mismo tiempo que dejaba adivinar que estaba por acabar, cada vez mis últimos movimientos reconozco que fueron más brutales, y ella gritaba que me detuviese, pero no podía, mis instintos animales estaban al límite, ella lagrimeaba y yo separaba sus nalgas al máximo, mientras mi pene se deslizaba a lo más profundo de su ano, mi cuerpo enteró experimento una corriente que tenía como punto final la punta de mi pene y mmmmmmmm me corrí dentro de Isabel, mi semen llenaba su virginal ano, y mis movimientos descendían hasta ser cero.
Me quede en su espalda, con mi pene metido en medio de sus nalgas, la bese en la boca y acariciaba sus senos, ella me dijo, gracias, gracias amor, espero no me abandones, eres el primer hombre después de mi marido, y espero que valga la pena haberte dado todo, incluso más de lo que le di a mi difunto esposo.
La besé, y dejamos que pase la hora, hasta el día siguiente en que la llevé a su casa, luego de un buen desayuno en una panadería cerca de mi casa.
Al llegar a su casa me presento a Maria Isabel, su hija mayor y a Almendra, su hija menor de sonrisa picara, las dejé indicándole que el Lunes las clases son normales.
Así empieza nuestra relación y actualmente tenemos dos niños más, vivimos muy felices tanto sexualmente como económicamente. Espero que les haya gustado la historia. Tengo un colegio y siempre necesitamos de nuevas docentes tanto para inicial, primaria y secundaria.
Gracias, espero sus comentarios, de éste mi primer y quizá único relato.