Doña Clara, la recatada mujer
Madura mujer de intensa mirada conquista y enerva los sentidos de un joven a quien se entrega en toda su plenitud...
- Relato 48
Doña Clara, la recatada mujer
SINOPSIS: Madura mujer de intensa mirada conquista y enerva los sentidos de un joven a quien se entrega en toda su plenitud, además de regalarle el más preciado de sus tesoros Sólo pidió discreción para no perder el donaire de mujer recatada y conservadora .
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Desde la llegada al baile, no pude esquivar su mirada Algo tenía esa mujer en sus ojos azulados que todo mundo volteaba hacia donde ella se encontraba Pero nadie podía negar que a pesar de su edad, conservaba una belleza sin igual.
Clara era su nombre y en esa época aparentaba unos 32 años, cuando en realidad sumaba 47 De cuerpo delgado y amplias caderas, poseía un rostro angelical que maquillaba ligeramente, apenas con un sensual rojo carmesí en sus labios y una delgada línea oscura en sus cejas, más el azul cielo de sus párpados que contrastaba con el azul intenso de sus ojos.
Los jóvenes que la conocíamos nos sorprendía la belleza de doña Clara, que acompañaba con una cristalina carcajada, cuando de chascarrillos se trataba, porque sabía disfrutar de los placeres de la vida
Su vida se circunscribía a su trabajo como secretaria de un despacho de abogados en el puerto de Veracruz y su pequeño departamento que compartía con su hermana Reyna, quien no era tan agraciada como ella en belleza, pero poseía un toque de intensa ternura, cuando se dirigía a los chicos de la cuadra.
La fiesta de quince años de Cecilia, estaba en todo su apogeo Desde las primeras notas musicales de la orquesta, el festejo invitaba a ser el mejor del año en el barrio, por la gran cantidad de comida y heladas bebidas que diligentes meseros hacían llegar a los invitados
II
Cuando llegué, no dejé de sentir la intensa mirada de doña Clara, por lo que voltee a verla y me llamó al saludarla con la mano Me acerqué porque no deseaba en lo mínimo despreciarla Así que me interpeló:
Chamaco No vas a bailar conmigo Te estoy esperando desde hace rato
Quiero decirles que desde pequeño fui bueno para el baile y todos los vecinos lo sabían, por haber ganado varios concursos Así que a mis 17 años no podía negarme a nada con quienes conocían de mi habilidad dancística
Así que la invité a la pista y bailamos la tanda completa que la orquesta tocaba Era una delicia el poder rodear con el brazo la estrecha cintura de doña Clara y al bailar sueltos, tener una pareja que se deslizaba como una gacela siguiendo los pasos como si hubiésemos preparado previamente una coreografía.
Ella no dejaba de sonreir y decirme cuanto disfrutaba el bailar conmigo Siempre había sido mi admiradora porque le gustaba la forma como me desplazaba cuando de baile se trataba Era lógico que me sentía halagado Y además, era la envidia de los muchachos del barrio Todos querían acercarse a ella, pero siempre los rechazaba
III
Por varias horas la fiesta continúo y entre risas, chascarrillos, anécdotas y baile Doña Clara y yo mantuvimos una conversación de cosas triviales y sin importancia Sólo nos interesaba pasar un buen rato de baile y diversión Sin pensar que esa noche sucederían cosas fuera de lo normal
En la tanda final que la orquesta había regalado en atención a los anfitriones de la fiesta, comenzó a tocar música romántica para las pocas parejas que ya se encontraban
Doña Clara me pidió que la llevara a la pista y así lo hice La música antojaba a la cercanía y al rodearle la cintura con mis brazos, ella acercó la cara hacia mi rostro y pude aspirar el aroma de su perfume "Intermezzo" que tanto le gustaba
No dejé de experimentar una fuerte descarga eléctrica que recorrió mi cuerpo hasta llegar a la punta de mi pene, el cual reaccionó de inmediato y se erectó En un ligero movimiento rocé con mi bulto la entrepierna de doña Clara, quien no hizo ningún aspavientos
Ella siguió bailando pegadita a mi y de cuando en cuando seguía rozando con su entrepierna mi bulto, lo cual pareció agradarle La música nos invitaba a estar más cerca y al calor del baile, ella pegó su pierna para frotarla con mi bulto
Así permanecimos por varios minutos, que parecieron siglos, pero su frente ya perlaba de sudor, como una señal del intenso calor que sentía y que posiblemente se estaba reflejando en su pubis
Ninguno hizo un comentario Mi verga quería liberarse de la prisión que lo oprimía Hasta que en un acto desesperado y como un murmullo, escuché la voz de doña Clara, quien me decía:
Chamaco, vamos a mi departamento
Yo me quedé sorprendido, no esperaba esa invitación y menos de una persona a quien todos conocíamos por su recato y conservadurismo Sin embargo, no podía negarme a aceptarla
IV
Muy discretamente, me salí de la fiesta Incluso mis amigos ni cuenta se dieron cuando me alejé del salón Me dirigí a una esquina cercana y minutos después vi salir a doña Clara, quien se dirigió hacia donde estaba y con un beso en la mejilla, me tomó de la mano y nos fuimos de ahí
Caminando nos dirigimos hacia su departamento Cuando cruzamos la puerta, todo estaba en silencio Por lo que le pregunté por su hermana Pero su respuesta fue que no me preocupara por ella, ya que había salido a visitar a un familiar que vivía en un rancho cercano y se quedaría a dormir en ese lugar y regresaría al dia siguiente por la tarde
Con esa confesión comprendí que los dos estábamos solos Me senté en el sofá de la sala y ella me preguntó si se me antojaba tomar algo Por lo que le pedí un café, ya que la noche había refrescado
Se dirigió a la cocina y puso a calentar el tradicional café de olla en su estufa y se devolvió hacia donde yo estaba para continuar su plática de cosas baladíes
El tema del sexo, parecía que estaba vedado en ese momento Ninguno de los dos pretendía abordarlo Pero al sentirme solo con esa mujer hermosa Mi mente elucubraba en lo bello que sería hacerle el amor
Ella platicaba, pero su azulada mirada se perdía de vez en cuando, al dirigirse al paquete de mi entrepierna, cuya erección de mi verga era notoria
Hasta que doña Clara decidió romper el turrón Y se trasladó a la cocina para servir dos tazas de humeante café Me entregó la mía y tras darle un sorbo a la suya, se disculpó para dirigirse a su recámara
Demoró algunos minutos, pero el espectáculo que me ofreció al salir me dejó estupefacto Doña Clara, esa hermosa mujer a la que todos los chamacos del barrio le traíamos ganas, se encontraba sola ante mi con un pequeño camisón de gasa transparente que dejaba mostrar sus encantos íntimos y la línea estampada de un calzón color blanco, además de calzar unas pequeñas sandalias en un par de pies que eran toda una belleza con las uñas pintadas en color rojo, unos arcos y talones perfectos Sólo alcancé exclamar al verla:
¡Guauuuuuuuu! ¡Que belleza¡
V
Doña Clara tomó la taza de café y se sentó a mi lado en el sofá Pero se veía que los dos ya no estábamos en ese momento para pláticas y si para arrumacos
Así que dejé en la mesa de centro las tazas de los dos y comenzamos a besarnos Las lenguas se introducían en nuestras bocas como serpientes y con frenesí se entrelazaban, mientras los dos las chupábamos con fuerza salvaje, paladeando el exquisito sabor del café que previamente habíamos ingerido
Mis manos se deslizaron suavemente por sus pechos y asieron esos pezones que ya se encontraban erguidos y que al tocarlos arrancaron un intenso gemido en la madura mujer
Ella no quiso quedarse atrás y sus manos fueron bajando el cierre del pantalón hasta que logró liberar el enhiesto pene Sus ojos azules se abrieron por la sorpresa de ver el grosor y la enorme longitud, por lo que no vaciló ni un instante para besarlo en la punta y como golosa chiquilla introducirlo en su boca en toda su extensión
Doña Clara lo chupó de tal manera que me hacía ver estrellas La mujer conservadora y recatada, era una experta en mamar verga
Su forma de lamerlo y chuparlo, me transportó a otra dimensión Ella siguió su labor, por momentos se lo sacaba de la boca, para meterse uno a uno los testículos y lamerlos con hondo placer
Poco a poco me fui acomodando de tal manera en el sofá, hasta que logré que pusiera sobre mi rostro su vagina y así saborear la humedad que su bonito calzón retenía, producto de la secreción de fluidos que emanaba de su vulva y que denotaban la gran calentura que le producía el toqueteo de mis manos
Cuando pude hacer a un lado su calzón, logré introducirle mi lengua hasta lo más profundo y le rozaba sus labios superiores Logré asirle el clítoris, por cierto de grandes proporciones, pero que al sentir el roce de mis labios se irguió de tal manera que era todo un espectáculo ver la forma en que ella arqueaba el cuerpo, como signo de que estaba por terminar en un fenomenal orgasmo
Con un enorme grito, doña Clara Cerró los ojos y las piernas que por un momento me quitaron toda forma de respirar Era la señal inequívoca de un orgasmo gigantesco Poco a poco fue aflojando la presión de sus muslos, mientras yo sorbía todos los fluidos que de ella emanaban
Jamás pensé que la recatada de doña Clara pudiera disfrutar el sexo oral de tal manera y además el que fuera una excelente mamadora Pero así fue
VI
Yo disfrutaba de sentir la humedad de su boca en mi verga Era algo indescriptible que me transportaba hasta lo más recóndito del placer Por lo que no pude evitar descargarle chorros y chorros de esperma que doña Clara fue tragando a la velocidad de un rayo y posteriormente, con la lengua lamerlo hasta dejarla reluciente de limpia Fue algo inenarrable ver sus ojos en blanco, porque era señal de que estaba gozando
Cuando culminé de eyacular Ella se levantó y me invitó a pasar a la recámara Así que me tomó de la mano y condujimos nuestros pasos hacia el aposento
A un lado de la cama una lámpara encendida mostraba la intimidad de las noches de masturbación de doña Clara, quien jamás se había sabido en el barrio que hubiera tenido marido alguno Pero se veía que las cuestiones amatorias no le eran totalmente desconocidas
Ella procedió a quitarme el pantalón y la playera que portaba Me bajó los calzoncillos y con sus manos empezó a masajear el pene, hasta lograr de nuevo su erección Enseguida se sentó en la orilla de la cama y comenzó a chuparlo con tal fuerza que mis ojos se fueron cerrando, porque me estaba gustando esa forma de mamar
Cuando percibió doña Clara que mi verga estaba como un mástil, bien parada Se desnudó y acostó en la cama, paa decirme:
Chamaco, metémela toda Quiero sentir tu pájaro en mi panocha
VII
No pude rechazar la invitación y volví a meter mi rostro entre sus muslos, para saborear de nuevo los salados sabores que despedían sus fluidos y fue una delicia ver como cerraba los ojos, escuchar sus ligeros gemidos de placer y observar el arqueo de su cuerpo que anunciaba otro orgasmo, el cual sobrevino en toda su intensidad, cuando levantó su espalda y cintura para arrojar más y más fluidos
Ella clamaba y pedía ser introducida Así que la sujeté de los pies y me fui introduciendo uno a uno sus dedos, hasta saborear su exquisitez y puse mi verga a la entrada de su panocha, la cual le introduje poco a poco hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas
Ella no dejó en ningún momento de lanzar gemidos de placer al sentirse totalmente penetrada y empecé las embestidas, con un mete y saca a toda la extensión del miembro que mostraba la dilatación de su agujero vaginal
En su cara se notaba la desesperación, cuando el pene salía Lo que ella pedía a gritos era ser penetrada Así que empecé el bombeo con mi verga y ligeros movimientos peristálticos que hacían que gimiera de placer Ya no pude más y al incrementar la velocidad de la penetración, una descarga recorrió mi cuerpo, desde la cabeza hasta la punta del pene Y se produjeron varios chorros de esperma que fueron a estrellarse en los músculos vaginales de la otoñal doña Clara
Ella sintió como el caliente esperma rebotaba en sus entrañas y también no dejó de lanzar el grito característico de que había tenido otro orgasmo, porque se pegó a mi cuerpo, en una clara invitación a no dejarla de penetrar, hasta que exhaustos caímos los dos en la cama, uno sobre el otro
Deveras que fue un súper coito el que tuve con la recatada doña Clara Sin sacársela quedé encima de ella y los dos cerramos los ojos, mientras nuestras respiraciones sonaban agitadas
La tranquilidad a nuestros cuerpos fue llegando Y sin sentir, la flacidez de mi pene hizo que se retirara de la húmeda vágina de doña Clara, como señal de que todo habia concluido
VIII
Exhaustos, sudorosos y fatigados nos quedamos dormidos por varios minutos Cuando de pronto sentí entre mis piernas la húmedad de algo que succionaba mi pene Era ella, quien intentaba con su boca erectar mi verga, la cual se negaba a revivir
Pasaron cinco o diez minutos No puedo precisarlo, pero si sentí como poco a pocoo mi miembro fue respondiendo a la caricia, hasta quedar como un mástil
Doña Clara no perdió el tiempo y se sentó encima de él, para clavárselo hasta el fondo Ella jineteaba y movía su cuerpo en forma acompasada Por la posición en que se encontraba, pude tocarle sus pies y comencé a masajearle las plantas y agarrarle los dedos En tanto ella seguía sus frenéticos movimientos
Para que no se quedara sola en el mete y saca, poco a poco fui levantando mi cintura para acompañarla y hacerle sentir que toda la longitud de mi verga era de ella y que no hubiera nada que la hiciera desistir del goce irrefrenable que mi pene le proporcionaba
El tiempo pasaba y los movimientos de ambos, además de rítmicos se volvían más frenéticos, hasta que ella gritó de nuevo y dejó caer todo su cuerpo sobre el mío Mis huevos recibieron la humedad que su vagina despedía y la presión intensa de su orgasmo
Mientras yo seguía bombeando con mayor energia, hasta que de mi verga, salieron despedidos cuatro o cinco borbotones de leche caliente que rebotaron en los músculos vaginales de doña Clara
Ella se zafó y buscó con su boca mi verga, hasta alcanzarla y recibir aún un pequeño hilillo de esperma Por lo que se apresuró a limpiar con su lengua mi pene y dejarlo impecable
¡Ah! Que doña Clara La verdad es que me hizo gozar, más de lo imaginable
IX
Cuando todo volvió a la tranquilidad, nos fuimos al baño y mientras ambos nos enjabonábamos, dejábamos que el agua corriera en nuestros cuerpos para darle el relax que necesitaban, luego de la intensa jornada de sexo
El agua fue como un relajante Nos secamos y así desnudos nos fuimos a la cama, para quedarnos apaciblemente dormidos Nada enturbió la felicidad que a los dos nos embriagaba
La luz del sol se filtró por el resquicio que permitían las cortinas de una de las ventanas y ambos despertamos al unísono Miramos el reloj del buró y eran las siete de la mañana Pero nuestros ojos se negaban a abrirse Fue ella, la que dijo:
¿Chamaco, te vas a ir o deseas desayunar conmigo?
Mi respuesta fue lacónica:
Desayuno contigo
Pero jamás me imaginé que ya me esperaba algo Entre la sábana que a ambos nos cubría Doña Clara metió la mano y volvió a buscar mi verga, para tocarla y correrla hacia arriba y hacia abajo, como si me estuviera masturbando Cuando sintió que ésta crecía, me dijo al oído:
Tienes una verga deliciosa y además muy gruesa Te felicito chamaco
No respondí, pero ella debió adivinar en mi sonrisa, que sus palabras me halagaban y alimentaban mi ego
No tardó mucho doña Clara, para meter su cabeza entre la sábana y posar su boca en mi verga para darle los buenos días a través de otra tremenda mamada
De pronto, la sabana voló por los aires y me dejó desnudo en la leve oscuridad de ese cuarto, para decirme apenas con voz audible:
Chamaco, te voy a regalar algo que jamás di, ni cuando mi difunto marido me lo pidió alguna vez
Era la primera vez que escuchaba que doña Clara se refería a haber tenido esposo, así que le pregunté:
¿A qué se refiere Clarita?
Ella respondió:
Quiero que me metas tu pájaro en el culo
Una invitación de esas no se puede rechazar Así que con la mirada busqué algo y encontré en el buró de su lado un tarro de crema para el cuerpo Así que le hice señas y comprendió de que se trataba, por lo que tomó el frasco y lo abrió para sacar algo del contenido, el cual untó en gran cantidad en mi miembro
Le indiqué que se pusiera de a perrito Pero me dijo que quería hacerlo de frente, porque deseaba ver mi rostro de satisfacción por la entrega de algo tan preciado para ella
Así lo hice, la acosté y le levanté las piernas hasta que mostró su ano, le unté también un poco de crema a su alrededor, al tiempo que un dedo buscaba la dilatación de su centro Ella sólo lanzaba ligeros gemidos
Así seguí jugando con su ano, mientras mi boca saboreaba la exquisitez de sus talones, los cuales mordía ligeramente y parecía gustarle, además de meterme en la boca uno a uno sus dedos para chuparlos y relamerle en toda su extensión sus hermosos pies
Dos de mis dedos penetraron a todo lo largo y mostraron la dilatación de su ano Por lo que procedí a ponerle la punta de mi verga que con la crema se deslizó enseguida Ella lanzó un ligero quejido de dolor, pero no hizo intentos por zafarse Así que me detuve para apaciguar un poco su sufrimiento
Una embestida más y clavé mi verga hasta la mitad Ella me dijo que aguantara tantito hasta que se adaptara, porque le estaba doliendo
Así lo hice y esperé por dos o tres minutos, hasta que la penetré en toda su totalidad y me quedé esperando alguna reacción Pero de sus ojos azules sólo salieron unas lágrimas En verdad que estaba sufriendo Pero a la vez le estaba gustando
Cuando comprendí que ya se había adaptado al grueso y la extensión de mi verga, comencé el movimiento de meterla y sacarla en toda su extensión, hasta que ella misma dio muestras de cooperar un poco con movimientos circulares y de los músculos rectales que apretaban mi pene
Fue una delicia, la forma en que manejaba sus movimientos doña Clara que apresuré mi bombeo, hasta que ella me dijo que no me viniera Me detuve por un instante y ella hizo algo que me transportó a otro mundo
Los movimientos de sus músculos rectales, fueron tan intensos que sentí como si me estuviera ordeñando la verga El esperma empezó a fluir de tal manera que inundé su ano Terminé de inmediato y me zafé
Mientras yo veía como de su vagina que estaba frente a mi, salían fluidos y más fluidos, los cuales chupé y lamí porque tenían un intenso sabor agridulce que eran todo un deleite
X
No debo negar que pasar esa madrugada con doña Clara fue toda una grata experiencia y me demostró que la recatada mujer, era toda una experimentada en el arte del amor
Debo decir que las experiencias con doña Clara se repitieron muchas veces Pero siempre me exigió discreción, porque no quería perder el donaire de mujer conservadora y porque, la verdad, no había nadie del barrio de su mayor interés
Jamás su hermana se percató de nuestra relación,, porque ambos supimos guardar la compostura y sólo dábamos rienda suelta a nuestros deseos, cuando salía a visitar a sus familiares a un rancho cercano al puerto de Veracruz
Toda una delicia bailar y coger con doña Clara, la mujer recatada y conservadora que cualquier joven, sin duda, hubiera deseado conocer Una experiencia más que no podré olvidar
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