Doña Carmen, la Jueza. 5.
Siguen las aventuras de nuestra amiga la jueza. Veamos qué pasa antes de celebrar un juicio.
CAPITULO V
El viernes, sin previo aviso la visita en el juzgado... nunca se ha atrevido a tanto.
-. ¿Qué haces aquí? Estoy ocupada.... ahora no....
Está con la toga puesta. Tiene que celebrar un juicio. Pero a él no le importa nada, solo pregunta cuánto sacó ayer y pide el dinero.
Abre la cartera y saca lo que lleva. Unos 100 euros. El resto lo dejó en casa. Jamás hubiera imaginado que iba a presentarse en el juzgado.
-... vaya mierda.... dice despectivo.
Visto y no visto. La mano la coge por el cuello y la lleva contra la pared. La ahoga. Las caras casi se juntan. El aliento huele a cerveza. La otra mano la aprisiona un seno.
-. Puta… la dice susurrando.
Rápido la atrae antes de que diga nada y la besa, la morrea. La mano ya no la ahoga. Rápida ha bajado y está en la entrepierna. La toca por encima y recoge la falda. Va directa hacia a su sexo.
-. Zorra… ¿Ya no usas falditas ajustadas?… Qué pasa guarra, ¿te pones faldas anchas para que te metan mano? ¿verdad que sí so puta?
En cuanto los dedos tocan sus íntimos labios, siente como una descarga eléctrica que anula su voluntad. La besa con ansia, la lengua lame, juguetea a su anchas, se interna. Los dientes muerden los labios. Como a ella la gusta.
Se abandona. Cada caricia que recibe en la entrepierna la doblega más.
-. So zorra… me pones a mil. Te voy a joder ahora mismo.
-. ¡¡Pero qué dices!!¡¡Estás loco!! ¡Tengo juicio ahora! No puede ser y menos aquí.
-. ¿Cómo que no puede ser? ¿Tu no eres la puta jueza o qué? ¡Pues que esperen y se jodan!
Atónita, inmóvil ve como se dirige a la puerta. Gira la llave del despacho y la cierra. Prepotente, como siempre, se bajó la cremallera y se sacó los genitales. La polla le colgaba morcillona, pero aun algo fofa.
La vuelve a morrear y a sobarla las tetas. Jadea abandonada. Los ojos cerrados… Gime… Jadea… Ya es completamente suya.
Vuelve a subirla las faldas y a tocar su sexo. Pero ahora directamente arranca las bragas.
-. … Puta… te follaron bien anoche ¿verdad?... Contesta zorra…
-. Si…me lo hicieron…
Él no contesta, no quiere esa respuesta. Sus dedos retuercen el clítoris amenazando con convertir esas deliciosas caricias en dolor.
-. … Sí… me… lo… hicieron… me … follaron…. Me follaron muy bien… como a una puta….
Sus caricias se reanudan… Se retuerce de gusto. Jadea. Está entregada a sus manoseos.
-. Eres mi puta ¿verdad? Pregunta seguro de sí mismo.
-. Si … contesta humillada y jadeando, casi a punto de llegar ya al primer orgasmo.
-. ¿Te corriste?
No dice nada, solo jadea, jadea… y gime con los ojos cerrados y completamente rendida.
-. Por favor… sigue… sigue… ah…. Ya te he dicho lo que querías oír… ah…
Se está corriendo. Repite una y otra vez la pregunta hasta que por fin contesta al final avergonzada que sí, que se corrió cuando la follaban en la carretera.
Una inesperada bofetada: ¡Por puta!
No la deja reaccionar. Agarra su mano y la lleva a su pantalón. Está durísima…
-.¿Cuantas veces? Pregunta mientras la vuelve a abofetear… La bofetada se repite. La pregunta también. ¡¡Que cuántas veces te corriste, so zorra!!. Y ella, contesta llorando, más por la humillación que por el dolor de las tortas, que se corrió dos o tres veces… Aunque sabe que es mentira, que se corrió más veces, muchas más.
-. Puta…te la vas a comer entera.
-. ¿Ahora?
Él asiente con cara de mala leche.
-. Por favor ahora no….
Da igual, la arrastra a la mesa y la tumba de bruces. Aparta la toga y levanta las faldas. Se quita el cinto.
-. No quieres comerme la polla, no quieres follar, pues toma.
Varios cintazos se estrellan en las nalgas. Chilla, grita, pero da igual. El despacho está aislado e insonorizado. Ella siempre dijo que el día que pasara algo nadie se iba a enterar, que esas medidas de seguridad eran absurdas. Y lo está comprobando.
Se detiene de repente: -. Joder qué buena estás….
La mano recorre lasciva las maltratadas nalgas y tras recorrerlas se interna entre los muslos hasta llegar a su sexo.
-. Oye zorrón, ¿Te hicieron el culo? Silencio. Insiste. Vamos puta, contesta, que si ayer te hicieron el culete.
-. ¿Qué?
-. ¡¡¡¡Que si te dieron por el culo zorra!!!!
La pone de pie y la mira. Ella niega con la cabeza. La escuecen las nalgas por los cintazos, pero su sexo está excitado. Tanto que el clítoris asoma en sus depilados labios. Una mueca de contrariedad.
-. Me extraña que estando tan buena no quisieran joderte por ahí.... ¿en serio no te han dado nunca por el culo? Vamos, que va a ser verdad eso de que eras virgencita por todos los sitios…
Silencio de nuevo. Vuelve a negar con la cabeza.
-. Bueno habrá que remediarlo... Ponte como antes, que te voy a estrenar ese culito...
Mira con miedo. No hay tiempo para reaccionar. La sujeta por el hombro y violentamente la hace girar sobre sí misma. Vuelve a estar tumbada de bruces sobre su mesa con los riñones en alto, casi en ángulo recto.
-. Llama y di que llegarás tarde. Llama por teléfono... ¡¡Que llames hija de puta!!...
Otro cintazo refuerza la orden. Este sí ha sido doloroso. No la queda más remedio que obedecer a su amante. Se inventa una excusa para el juicio.. “No es nada… solo una indisposición… Sí… Seguramente algo que ha comido… Solo es un retraso... La sesión comenzará en una hora” ...
De nuevo remanga la toga; la falda del traje también estorba. Intenta quitársela. Impaciente la rasga. La mira. Está muy apetecible. Expuesta para él, completamente indefensa. Con los brazos apoyados en la mesa... desde atrás interna la mano. La acaricia el sexo, la masturba. No para darla placer, sino para doblegarla aún más.
Han sido suficientes cuatro caricias y otra vez está vencida. La lujuria se apodera de ella. Se deja hacer, se deja llevar. Ya no la importa nada, solo piensa en que a su espalda hay un pene erecto que la va a volver a poseer, y es el pene de su amante. No necesita nada más.
La toga cae sobre su cuerpo. Se la quita y la arroja a un rincón. Los botones de la blusa saltan todos juntos. La quiere completamente desnuda. Arranca el sujetador. Sus pechos salen disparados bailando en el aire...
-. Joder tía... lo que más me gusta de ti son tus tetas...
-.¿Solo mis pechos?
-. Y que follando eres una guarra... so puta… dice sin poder ocultar su ansia, su deseo.
-. Te voy a partir el culo ahora mismo
-. ¿Me va a doler?
Es una estúpida pregunta. De sobra sabe que sí, que la dolerá y sabe que a él le dará igual, pero aun así lo pregunta. Sabe que será cruel. Él ni contesta.
Su lujuria la posee, la domina. Y en cuanto se lo pide, obedece, lleva su mano a la entrepierna y comienza a tocarse el sexo tal y como él ha ordenado. Es su coño quien manda y ahora mismo, rozando el orgasmo, es capaz de cualquier cosa.
-. Hazme lo que quieras, dice jadeante, completamente desarmada.
Su polla busca una entrada distinta. Siente “la cabeza” cerca de su agujero. Sabe que empujará….
-. ¿No la vas a lubricar? Pregunta jadeando. Es que no sé si estoy lista…
-. ¡Serás idiota! A ver si te crees que los demás les va a preocupar si estas o no lista so puta…
Cuesta trabajo entrar, no está dilatada, no se abre. La fuerza, la duele y cuanto más duele más se contrae, pero al mismo tiempo más fuerza hace él y más fuerza su agujero. No para. No se detiene. Duele. Cada vez más. Parece no tener fin…
-. Te voy a reventar el culo… no te resistas… No te vas a poder sentar en un mes… Puta... Te voy a partir el ojete…
No puede negarlo. La hace daño, pero la excita que sea tan soez. Y sobre todo que la humille.
Su entrada es dolorosa. Cada vez que se retira de ella, siente como parte de su cuerpo la acompaña. Las lágrimas resbalan ya por sus mejillas. Aprieta los dientes tratando de aguantar el dolor y no chillar.
-. ¿Por qué me haces esto?… Pregunta llorando, pero al tiempo, orgullosa de que su amante la posea, la estrene, la use lleno de deseo por ella.
No contesta. Solo empuja y se retira, empuja y se retira…Y cada vez la nota más adentro de su cuerpo. Y más dura. Sabe que cuando esté cerca, será un auténtico animal. Y eso la estimula aún más.
Su mano sigue acariciando el clítoris. Las sensaciones son bestiales. Y las embestidas brutales. Juraría que toda la polla ya está dentro de ella y cuando quiere darse cuenta, es la tercera súplica que le hace: “... sigue... por favor…”
Su orgullo la impide reconocerlo, pero la está gustando. Tanto que hasta acaba diciendo la vulgaridad que más odia decir... ¡¡¡Fóllame más fuerte!!!
Su hombre empuja ahora con ansia. Toda la polla traspasa su ano. Su sexo, hambriento de placer la domina. La mínima caricia hace que miles de “cosquillitas”, de descargas eléctricas la recorran.
Hasta que, por fin, una embestida y se queda quieto. Nota el botecito, y el calor del primer chorro…Luego viene otro, y otro… Casi llegan juntos al orgasmo. Ha sido brutal.
Ella se queda quieta. Agotada. Sin aire. Boqueando tras una intensa corrida. No es como otras veces. No permanece dentro de ella hasta que se relaja. Esta vez se retira brusco, como ha entrado. Un “plof”. Quiere aprovechar que aún está dura para que la duela, para que no se sienta cómoda.
La agarra por el pelo y tira de ella. La postura es incómoda. La fuerza a arquear la espalda. La morrea y aprieta con ansia los pechos. La arrastra y la hace arrodillarse frente a él.
-. Ahora lámeme el rabo. Venga límpiala. ¡¡Vamos puta chúpamela! Sácala brillo… No me jodas que te da asco… Vamos zorra, que es tu propia mierda...
No está demasiado sucia. Prefiere no pensarlo. Obedece y fofa la introduce en su boca aguantando las arcadas. No la deja levantarse hasta que ha pasado la lengua por todos sus rincones. Solo entonces la deja ponerse de pie. La gira y la separa las nalgas.
-. Ya tienes el ojete abierto so puta, dice contemplando lo que acaba de hacerla. ¿duele? A ver ahora cómo te sientas… pregunta riéndose.
La rodea por la cintura y la besa en el cuello. “Anda zorra, termina pronto y vete para casa, quiero seguir follándote”, la dice.
Por fin sale del despacho. Se cruza las solapas de la toga. Se envuelve en ella. Va con la blusa rota y sin botones, recompuesta como ha podido. Alfileres… imperdibles… Un pañuelo del cuello y la grapadora hicieron el milagro. No lleva sujetador. Tampoco falda. Está inservible del todo. Va sin ella. No se nota nada. La excita sentirse así de desnuda.
El juicio se prolonga más de la cuenta. Suda. Sabe que no es por el calor. La duele. No sabe qué postura poner. Y para colmo, el dolor la trae el recuerdo. Dolor y placer se mezclan de nuevo.
Nota el dolor en el ano. Sabe que en breve lo hará con su amante, en privado o en público. Luego tendrá que hacerlo con quien él quiera. Puede que sean unos bestias y la duela. Si se lo hacen con una que sea más grande… Y cae en la cuenta: ¡El taxista la tiene más grande! Mentalmente se la escapa un “uuummmm”…
Ya no puede apartarlo de su mente… El taxista se lo hará, seguro que lo estará deseando. Y ella también.
Cada latido siente cómo se la hincha el clítoris. El corazón no bombea sangre, la bombea más y más deseo. Nota las palpitaciones en el clítoris. Es incontenible. No puede. Separa los muslos, el mínimo roce, la mínima presión van a hacer que explote. Sus labios depilados son muchísimo más sensibles.
Los pies se mueven inquietos bajo la mesa. Un leve temblor en la mano. El hormigueo del estómago. Los nervios se alteran. Tiembla la mano derecha y la esconde. Hace como que juega con el bolígrafo. Sabe lo que la está pasando. Se llama “el mono”, la ansiedad. Si pudiera tocarse… Aunque fuera disimuladamente. Pero la da miedo hacerlo. No podría parar. Y lo que es peor: podría empezar a correrse, a gritar como una loca. La da la sensación de que está mojando hasta la silla.
-. Perdón señores… un receso de cinco minutos… para ir al baño.
Se cierra la puerta con cerrojo. Se toca detrás, la duele. Se limpia. Una gotita de sangre seca… Un recuerdo, un escalofrío. Y ya no puede parar. Una mano delante, otra detrás. Las dos a la vez. Atrás la duele, pero la gusta. Adelante la gusta. La gusta. La gusta. La gusta. Inspira. Muerde con todas sus fuerzas la toga. Tiembla. Se estremece. Tiene que sentarse en la taza. No la sostienen las piernas. No son escalofríos de placer. Son brutales convulsiones, espasmos de lujuria que la hacen temblar de la cabeza a los pies. Su cuerpo se encoje tratando de retener esa sensación, tratando al tiempo de no gritar. Es súper intenso.
Suda. Respira con dificultad tratando a toda costa de silenciar sus gemidos. Necesita recuperarse. Necesita recomponerse.
Por primera vez en su carrera duda al dictar una sentencia. Fiscal y Abogado se miran sorprendidos. Admite la tesis de la defensa: las pruebas son insuficientes. ¡Le ha absuelto! Allí mismo, en la sala, sin esperar más. Ni el acusado termina de creérselo.
Llama a su asistente: no se encuentra bien, una especie de diarrea, algo que ha comido la ha sentado mal, dice siguiendo con la mentira. Le da el número del taxi. De su taxi.
A solas, en la sala de vistas, tiene que volver a tocar su coño excitado y desnudo. Esta calada otra vez. Es la primera vez que lo hace allí. ¡Lo que daría porque su amante la poseyera en ese instante! Sobre aquella mesa...
No sube al despacho, sale con la toga por la puerta trasera. Le ve venir. Sube. Nada más montar, fuera toga. Se sienta y la agrada el tacto del asiento: tiene que tocarse, tiene que ir todo el camino masturbándose,
-. ¿pero no puedes esperar so puta?
La dan igual las risas burlas irónicas del chófer. Es “su taxista”. Le permite todo. Está completamente descontrolada. Allí mismo en el garaje, nada más parar el coche, se sube encima de él impaciente.
Lo devora a besos. Caricias ansiosas. Toqueteos entre las piernas comprobando que su polla reacciona, que él también se está excitando.
-. Hoy estoy como una moto… le dice ocultándole el motivo. Si no me lo haces ahora mismo… Sería capaz de hacérmelo con cualquiera… Ufff… me voy al camino de los charcos y me ofrezco al primero que pase…
-. ¿En serio? ¿Al camino de los charcos, dónde se ponen las putas?
-. Si….
-. No tienes…
-. ¿Qué no? Llévame y lo verás… pero primero… Dame esta cosita, dice acercando su polla a la entrada de su sexo.
Lo maneja cómo y cuándo quiere. ¡Qué diferencia! Su amante la domina. Ella juega con el taxista… La apuesta… El reto… Ir allí a follar y si aparece alguien, pues invitarle…
Sabe que el taxista se muere de ganas, pero que tiene que disimular: No puedo perder todo el día contigo, dice el taxista, hay que hacer caja… “Pues cóbrales”, responde corriéndose. El taxista se ríe tensando la oferta mientras la penetra y ella grita de placer fingiendo ceder y diciendo a todo que sí.
Por el camino el taxista coge la emisora…
Visto y no visto, en diez minutos está desnuda, a cuatro patas en el “camino de los charcos” apoyada en la típica manta de cuadros que llevan los coches, medio oculta tras unos matorrales. Los dos taxistas la observan con ojos lujuriosos. No se mueven. Es como si esperaran el pistoletazo de salida. Ve como uno le da un billete al otro. Es el segundo hombre que la va a chulear, que va a sacar dinero a costa de su cuerpo. No la importa. Solo quiere placer.
Con cara de vicio les mira retadora: ¿Qué pasa, no os atrevéis?
Su amigo el taxista se la tiene metida en la boca. El otro, se la está metiendo desde atrás sujetándola por las caderas…
Su taxista ya se ha corrido en la boca... Ella sigue recibiendo empujón tras empujón y corriéndose sin parar. Su amigo se ríe. Le ha prometido que, si lo hacen así, cuando lleguen a su casa permitirá que por primera vez la dé por el culo.
csdsumiso@hotmail.com
Continuará….
Como siempre, se admiten sugerencias y comentarios.