Don Ignacio, el papá de mi amiga
¡Voy a casa de Laura a darle una sorpresa!.
Rhía es mi nombre, bastante original lo sé. Así lo eligieron mis padres y se lo agradezco porque no soy confundida con nadie, cuando se habla de Rhía todos saben a quien se refiere.
Vivo en Toledo, una ciudad tipicamente castellana al sur de Madrid. Típicos son mis amigos y amigas, típicos son mis resultados escolares y típica es mi familia, con un padre y una madre que se portan bien y un hermano pequeño que "debería portarse más bien. Estudio 2º de E.S.O. y para los que no estén enterados, tengo 13 añitos. ¿El número de la mala suerte? No sé qué pensaría quien inventó que el número 13 sea gafe, pero desde luego no me conocería porque en mi vida abunda el bienestar y ve el infortunio en el horizonte.
He dicho ya que tengo muchas amigas, todas muy buenas chicas bien estudiosas, bien educadas y honestas sin falta. Pero como toda chica, hay otra chica que es mi mejor amiga. Su nombre no es tan original como el mío, se llama Laura y claro, a veces al nombrarla se tiene que precisar un poco para que sepan de quien estás hablando. Pero no va a ser por tener un nombre original que una persona sea mi mejor amiga, lo es por muchas más cosas. Nos conocemos desde básica y hemos ido siempre juntas. Vivimos más o menos cerca, cosa que nos hace instantáneo cuando una de las dos quiere ver a la otra. Y en resumen, que somos como hermanas.
Veamos como se presenta la tarde; he echo mis deberes ya, no me corresponde ninguna tarea doméstica hoy y no hay nada que me impida tomarme el resto de la tarde libre? Pues porqué no? Vamos a casa de Laura? Jeje, no sé ni porqué me lo pregunto a mi misma, ¡soy yo la que decide! Y decido.... ¡vamos a casa de Laura! Me traeré unas cuantas prendas de ropa compradas recientes y haremos uno de nuestros pases de modelos, jaja, porque lindura no nos falta, pues a gozarla! Este vestidito azul, esta blusa blanca, esta falda morada, unas pocas cosas más y este conjunto de lencería para rematar la faena, de esta nos sale un contrato millonario y saldremos en el mismísimo "Elle".
Dispongo todo el armamento bien plegado en mi mochila y parto hacia casa Laura, no la he llamado porque quiero darle una sorpresa. Y si no está? pienso, pero pienso de nuevo y digo; ¡pues nada, otro día será! En un par de minutos me presento en su casa, ilusionada con la mochila colgada llamo a su puerta. Me abre Ignacio, su padre, pero maldición porque de su boca salen esas malditas dos palabras: "no está"
-Rhía: oooooh noooooo, que mala suerte!!! Precisamente hoy tenía que haber ido con mamá de compras??!! Buuuuh, buuuuh, snif.
-Ignacio: uy niña, no te me pongas así, llorando en la puerta, venga entra que me lo contarás todo.
-Rhía: siiiiii, buuuuuh, buuuuuh.
Estoy apenadísima, tanta ilusión que me hacía hoy jugar con Laura y ha tenido que darse la Ley de Murphy, de si algo puede salir mal, saldrá mal. Ignacio me sienta en una butaca y trata de arroparme un poco.
-Ignacio: venga chica, que no hay para tanto.
-Rhía: buuuh, snif, buuh.
-Ignacio: ya me gustaría a mi tener tu edad, te aseguro que llorar sería lo último que haría.
-Rhía: buuh, snif, pero es que, snif, hoy quería verla muchooo, buuuh.
-Ignacio: a ver, ven aquí hija, y porqué querías verla hoy precisamente, mañana volverá a estar aquí y os podréis ver mañana.
-Rhía: snif, pero es que, hoy traía una cosa.
-Ignacio: una cosa? y qué cosa es? va, que no puede ser tran grave.
-Rhía: miraaa, lo llevo en la mochila, traía unas ropas para ponérnoslas y jugar a ser modelos.
-Ignacio: mmm bien, queríais jugar a ser grandes, y hacer pases de modelos como por la tele.
-Rhía: sí, pero ya no va a poder ser, siempre tengo mala suerte, si algo me puede salir mal, me sale mal.
-Ignacio: no te apenes hijita, hay que saber tomarse las cosas bien, que te parece si haces ese pase de modelos igualmente pero lo haces ante mi?
-Rhía: ¡uy! podría?!
-Ignacio: sí claro hija, yo te diré si te queda bien o mal y lo pasarás igual o más bien que con Laura.
-Rhía: ¡uy que bien! pues, va, vamos, este, como, lo, hacemos!
-Manola: tranquila Rhía, que te parece si tu te quedas aquí en el salón y yo me voy a tomar algo a la cocina, y cuando estés cambiada me llamas que vendré a tomarte nota.
-Rhía: uy sí! que bien, ahora mismo me cambio.
Tremendamente ilusionada, saco todas las ropas de mi bolsa y me dispongo a escoger la primera prenda, mientras Ignacio se retira a la cocina a hacer su aperitivo. Me pongo para comenzar el vestidito azul.
¡Oh! que ilusión, me va a poner nota no una amiga sino un verdadero hombre, que son para los cuales las mujeres nos vestimos. En 5 minutos estoy cambiada y llamo a Ignacio para empezar el "pase". Con él sentado en el sofá, hago un par de pases, volteando presumidamente sintiéndome más modelo que nunca. De verdad dijo él cuando he llegado que nos lo pasaríamos igual o mejor.
-Ignacio: mmm muy buen Rhía, estás muy hermosa, me gustará seguir viéndote como creces porque serás una mujer muy hermosa.
-Rhía: je je, que coqueto, ¿me pongo otro vestido?
-Ignacio: sí claro, quiero verte con todas las prendas que has llevado puestas. De momento a esta le pongo un 9, después sumaremos todas las notas y haremos la media y tendrás tu nota final.
-Rhía: ja ja ja.
Ignacio se retira de nuevo a la cocina y me vuelvo a cambiar para continuar el pase. Así pasamos mucho rato, cambiándome cada vez y anotando las notas en un papel. De momento tengo un 9, un 7, un 8, un 6 (parece que hay un color que llevé que Ignacio le tiene especial desagrado) y al final solo queda una prenda. -Pero (digo cuando la saco de la mochila). Y es que la última prenda es el conjunto de lencería blanco que llevé sin sospechar para quien acabaría haciendo el pase de modelos.
-Ignacio: qué pasa Rhía? qué tienes en la mano que dices "pero"?
-Rhía: pues se trata de esta prenda, es ropa interior y creo que sería incorrecto ponérmela ante usted, verdad?
-Ignacio: a ver, déjame ver, si es ropa interior normal no pornográfica, no veo que haya ningún problema en que te la pongas.
-Rhía: es un conjunto de lencería de encaje muy bonito. Pero no es pornográfico porque no se ve nada.
-Ignacio: pues yo creo que adelante, que te parece si me voy a la cocina y te lo veo puesto? Va, que no te quedes en una cobarde.
Dice Ignacio levantándose y yéndose de nuevo a cocina. Quizá tiene razón y soy una cobarde, porque mientras me desnudo y me pongo el conjunto, tengo un poco de miedo. "En fin" pienso, "¡aquí pa mujer yo!". Una vez puesto ya el modelo completamente, me miro con atención en el reflejo del cristal del armario. Estoy requetepreciosa, creo que incluso gano a las modelos de la tele. Je je, espero no matar a Ignacio de un infarto jajaja. Envalentonada llamo a Ignacio como si fuera yo la reina.
-Rhía: ¡Ignacio!
-Ignacio: dios mío hija, dije que me gustará verte crecer pero no lo veo necesario, estás preciosa.
Siguiendo la costumbre vuelvo a hacerle unos pases por delante y por detrás y mis presumidos giros. Pero algo ha cambiado, se huele la tensión en el ambiente.
-Ignacio: esto Rhía, me has echo pasar una tarde espléndida. Al principio te he propuesto hacerme el pase solo para desapenarte, pero ha acabado pareciéndome lo que te digo, espléndido. Me gustaría corresponderte ni que fuera un poco. Qué te parece si te vas tú esta vez a la cocina y me visto yo para ti, me pondré una ropa especial también y te haré un pase.
-Rhía: esto, no sé qué decir.
-Ignacio: je je, verás que bonito va a ser, venga vete a la cocina.
Empujada por su mano soy dirijida a la cocina cual si fuera mi turno. Una vez allí solo soy capaz de esperar impaciente. Me muerdo las uñas y miro de un lado a otro e incluso abro la nevera a ver si hay alguna golosina, efectivamente encuentro un yogur de fresa que engullo golosa y trago como si fuera un vaso de agua.
Al cabo de un rato oigo su llamada. Acudo al salón preparada a cualquier cosa y allí me lo encuentro, derecho ante el sofá. Está vestido con una ropa muy extraña;
Lleva unas botas de piel negras como de motorista, de echo todo lo que lleva es negro. También lleva una especie de body de cuero negro, y un slip, y lleva puesta una gorra como de marinero. Me parece que he visto esta misma vestimenta en algún sitio pero no recuerdo donde ni cuando.
-Ignacio: acercaté, que te parece mi conjunto de lencería? Ahora estamos vestidos los dos con lencería, si se le puede llamar así a mi ropa je je.
-Rhía: pues, no sé, nunca había visto nada así. Esta ropa no la lleva mucha gente verdad?
-Ignacio: que va, me ha costado de encontrar pero se busca bien, y se encuentra.
-Rhía: bien bien, es muy linda.
En esto Ignacio se señala el paquete y me dice:
-Ignacio: y mira que bonito slip, apretadito apretadito, que se note lo que hay dentro, no como esos anchos bermudas que apenas se nota que hay una persona dentro.
-Rhía: sí es verdad, je je, se nota que eres un hombre y no una mujer, jeje.
-Ignacio: ven, siéntate en el sofá que te lo mostraré mejor.
Yo aún estoy pensando qué responder cuando él me coge de la mano y me sienta.
-Ignacio: mira que paquetorro princesa, je je, te voy a hacer una adivinanza, a que no sabes lo que hay dentro?
-Rhía: pues claro, dentro está e....
Ignacio me sella los labios con el dedo y me dice:
-Ignacio: ssssht, no digas palabrotas, te daré una pista, dentro está una cosa que también es una fruta.
-Rhía: pero si es e....
-Ignacio: sssht, te he dicho que no digas palabrotas. Va, como no lo adivinas te lo mostraré.
Derecho ante mi, se baja el slip y se saca el primer pene que veo en mi vida, después del mini-pito de mi hermanito.
Es muy diferente; es como 10 veces más grande, parece como inchado pues está plagado de venas y también tiene pelos. Ignacio me coge la mano y diciéndome "tocalo" la pone encima de su miembro. Mi mano no puede hacer más que obedezer y nota un muy caliente tacto que tiene el pene.
-Ignacio: así hijita, ahora mueve la mano arriba y abajo.
Yo hago lo dicho y como si respondiera a mis movimientos, el pene se engrosa más si cabe.
-Ignacio: lo haces muy bien hijita, ¿no te gustaría probar que sabor tiene? Sabe muy bueno, venga métetelo en la boca.
-Rhía: ¿pero no es muy grande?
-Ignacio: sí claro que es grande, pero te aseguro que va a caber, venga abre la boquita.
Me dice mientras avanza su pene y lo pone a la altura de mi boca. Yo abro la boca y él lo inserta dentro como si fuera una de los helados que como en verano.
Tiene un sabor un tanto raro, como salado caliente o yo qué sé qué más. Ignacio avanza y retrocede la cintura como para meter y sacar el pene de mi boca, al cabo yo imito su movimiento y soy yo misma la que trago y escupo su pene repetidamente. Él coge mi mano y la pone en la base como indicándome como se deben hacer las cosas. Así pasamos Ignacio y yo un buen rato pues parece que le gusta mucho. Al cabo pero parece cansarse pues me la saca y se sienta a mi lado.
Mientras me coge de la cintura con cariño, me besa apasionadamente la boca, yo estoy temblando de nervios y mi novicia lengua trata de corresponder a la suya experta. Me pasa las manos por dentrás y sin dejar de besarme me desabrocha el sostén que oigo como tira al suelo. Mis sensitivos pechos notan como posa sus manos en ellos, es terriblemente agradable el contacto de una mano de hombre en mis adolescentes pechos. Mientras el me los acaricia, tanto el cuerpo del pecho como el pezón, yo exalo mis primeros gemidos, estoy gozando una barbaridad. Ignacio separa su boca de la mía y esta vez la dirije a mis mismos pechos cuyo pezon chupa. Oooooh, si el contacto de una mano era cálido y estimulante, el lamer de una lengua es jugoso y maravilloso.
Mientras chupa uno de mis pechos, su mano se entromete dentro de mis bragas. Siento como su dedo acaricia mi rajita y es aquí cuando mis gemidos pierden todo el control. Gimo cada vez más fuerte y cuando me introduce el dedo Grito de placer.
-Rhía: OOOooohhhh.
-Ignacio: lo pasas bien eh princesa, ¿habías soñado nunca esto o parecido?
-Rhía: pues parecido sí, pero bastante diferente en el fondo porque con quien me besaba es con el David Bisbal, el de la tele.
-Ignacio: trataré de ponerme a su altutura, en incluso mejor jeje.
El papá de mi amiga me ha sacado las bragas de mi conjunto. Informándome en todo momento de lo que hace, me da la vuelta y me apoya en el respaldo de la butaca. Noto como juega con la entrada de mi panocha con su miembro. Yo estoy de una manera de la que nunca había estado, siento una especie de amor fuertísimo hacia Ignacio, un hombre que hasta el momento era practicamente como un familiar. Y siento también una excitación brutal que sería capaz de comérmelo. Noto como Ignacio me mete algo pequeñito dentro.
-Ignacio: ¿estás preparada?
-Rhía: con cuidado por favor.
Se mete dentro de mi. Despacio pero sin retroceder. En un momento dado ya me tiene todo dentro. Me ha dolido un poco pero Ignacio ha sido muy cariñoso y adoro eso que me ha metido. En un momento dado retrocede un poquito y se vuelve a meter.
-Rhía: ooooh.
Ignacio repite la operación pausadamente durante un rato, cada vez me gusta más lo que está haciendo y mis gemidos regresan dulcemente. Cuando el volumen de mis gemidos le da la señal de que puede "atacar", atacaaah, y atacaaaah, y atacaaaaahhh. No se cuanto mide su pene ni si es uno de esos fenómenos de los cuales hablan las chicas revoltosas de colegio. Pero a mi me parece que es la mejor cosa del mundo porque adentrándose dentro de mi me hace llorar como creí que nunca iba a hacerlo, de placer.
Las embestidas de Ignacio se convierten en unas cargadas de fuerza y practicamente de violencia, pero a mi me encanta que sea tan fuerte e incluso le pido más.
-Rhía: oooooh, oooooh, don Ignacio! oooh, mássssss, másssss.
El coger del papá de mi amiga continua practicamente toda la tarde. Me coge en el salón, en la cocina, en su habitación de matrimonio y no sé en cuantos sitios más pero continuamente me coge de espáldas.
De pronto oigo que se abre la puerta de casa. Oigo a Laura que dice:
-Laura: ¡hola papá! ¿por casualidad ha venido Rhía?
Justo cuando dice mi nombre es cuando nos vé cogiendo, pues al parecer Ignacio no la había oído, creo yo.
-Laura: ¡OH! ¡DIOS MÍO!