Don Goyo
Hola mi amor, ¿Cómo estás? Era la dulce voz de Marcia, mi esposa...
Hola.
Hola mi amor, ¿Cómo estás? Era la dulce voz de Marcia, mi esposa.
Bien ¿Necesitás algo? ¿Pasó algo? Me alarmé
No, solo quería saber a que hora llegarías
En tres o cuatro horas, cómo a las ocho. Cualquier cosa te llamo antes de salir - Hablamos unas cositas más y nos despedimos yo tenía no tenía mucho trabajo esa tarde, la entrega tenía fecha y horario y yo ya la tenía casi terminada, así que pensé que le podía dar una sorpresa a mi esposa y llegar con un regalo. Así que salí de la oficina y me fui al shopping a comprarle un regalito. Todo fue muy fácil ya que encontré un disco de David Bowie que ella quería y en menos de una hora, tenía todo resuelto y me dirigía para casa.
Mientras tanto en mi casa, Marcia estaba haciendo los quehaceres domésticos, cuando suena el timbre de la puerta.
¿Quién es? Preguntó ella.
Don Goyo. Don Goyo era el vecino de abajo que es un cabrón. Se queja de todo lo que pasa en el edificio. Es un metido. Al ser la persona mayor del edifico, tendrá unos cincuenta y tantos años, se cree el rey del departamento y la realidad es que todos le tenían bastante miedo.
Abro la puerta, yo estaba vestida con un short de jean ajustado, medio roto que usaba para limpiar y una remerita blanca sin corpiño.
Buenas tardes, señora. Don Goyo clavó su mirada en mis pechos y fue allí cuando note que como estaba sudada, mi remera dejaba transparentar mis pezones. Me hice la distraída y le contesté con mucha amabilidad. Me dio un cosquilleo sentir que el viejo se podía excitar conmigo.
¿Cómo le va Don Goyo?
Ahora mejor qué nunca. Y ya era descarada su forma de mirarme las tetas.
¿Qué es lo que desea? Le dije yo moviendo las tetas para que se de cuenta de lo que estaba haciendo. Pero él sabía lo que estaba haciendo
Venía informarle de la reunión de propietarios, pero ahora lo que quiero hacer es tocarte las tetas. Lo dijo como si hubiera dicho un "buen día".
Yo estaba atragantada y escuchar eso de la boca del veterano me puso a mil Mi marido es hermoso, y este viejo es un asco, pero de solo pensar en sentir su mano en mi teta, hizo que mis flujos comiencen a fluir. Pero yo debía mantener compostura, soy una mujer casada y Don Goyo es una persona mayor, podría ser mi padre.
- ¿Qué dice Don Goyo? - Algo habré dejado traslucir, o escucho mis pensamientos, ya que sin decir nada me tomó por la cintura con una mano y con la otra subió la remera y me empezó a manosear las tetas. Yo estaba absorta por lo que estaba sucediendo y por como me estaba toqueteando. Me entró en el departamento y cerró la puerta con un empujón. Yo estaba petrificada. Este viejo desagradable me estaba calentando y no quería parara.
Me llevó hasta mi cuarto, me sentó en la cama quedando frente a su bulto. Se desabrocho el cinturón y me dijo.
- Ahora, putita me vas a dar una mamada como nunca la has dado.
Le bajé el pantalón y el calzón y su pija se elevó frente a mí. Primero lamí su tronco hasta llegar a sus bolas y luego subí hasta la cabeza
Tragátela entera, putita - Le hice caso y como pude me la fui comiendo entera. Si bien no era muy larga era bastante gruesa, mucho mas grande que la de mi marido. Yo chupaba y el me decía guarangadas y mas me calentaba. Se iba a venir en cualquier momento o eso creí yo, ya que sentía que su pija se agrandaba. Yo no era de chuparle la pija a mi esposo, ya que cuando lo hacñía el acababa enseguida y después le costaba recuperarse. Mi bombacha estaba muy mojada y el olor de su intimidad se me mezclaba con la que subía de mi rayita. Él me tomó de la cabeza y me cogía por la boca y cuando ya era eminente que acabaría, la sacó.
Desnudate, perra que vas a sentir mi fierro en esa conchita. - Acaté la ordén, en ese momento lo que mas quería en el mundo era tenerla dentro, tener su mastil entre mis piernas.
Don Goyo, se quedó parado y yo me puse boca arriba al borde de la cama y me levantó las piernas a sus hombros llevó su poronga a la boca de mi vagina y de un solo golpe me penetró. Grité, el placer sería inmenso. Su verga llenaba la totalidad de mi concha, sentía que él llegaba hasta mi útero. El viejo respiraba fuerte y me decía guarangadas y yo ardía en el fuego de la pasión Me daba y quería más y más.
- Más adentro, mas adentro, Maaaas. Gritaba yo llegando al primer orgasmo y el le daba mas ritmo. La sacaba un poco y me ensartaba hasta los huevos Cerraba mis piernas para sentirla más y las habría para meterla más. Cada unos cuantos movimientos que el viejo hacía me hacía acabar. Nunca había tenido una cogida con mas de un orgasmo y el viejo hijo de puta, me estaba llevando al placer máximo.
Luego de unos minutos haciéndome acabar por enésima vez, me dijo:
- Date vuelta que te voy a hacer ese culito virgen. No era virgen, pero nunca me habían metido una chota tan buena. No tenía miedo, todo me daba morbo, el viejo me estaba dominando, dándome placer y goce, solo quería sentirla y que me acabara dentro. Las veces que disfruté de una culeada, me tenía que frotar el clítoris. ¿Me hará acabar por el culo?
Moja su mano en mi agujerito con el flujo que salía de mi concha. Se colocó frente a mi culo e hizo presión, sentía como resbalaba por mi interior su cabezota, partiéndome el culo por la mitad.
¿El putito de tu marido te goza así?
No, No, mas, Don Goyo, mas.
Seguía introduciéndola por mi orto hasta que sentí mis nalgas chocar con sus piernas. Le sube y baja empezó a realizarse y hace un comentario que no entendí.
- El putito nos está mirando.
Había dejado el auto en el garaje y me apretaba en darle una sorpresa a mi mujer que no me esperaba hasta dentro de un par de horas. Abro sigilosamente la puerta y siento ruidos en la pieza. Dejo el portafolio, mi saco y la corbata en la silla del living, para dirigirme a la pieza. Entro sin hacer ruido y veo a Don goyo y a Marcía cogiendo como dos animales. Luego cambian de posición y el se apresta a penetrarla por el culo. Moja su mano en el agujerito de mi esposa con el flujo que salía de su concha. Se colocó frente a su culo e hizo presión, partiéndole el culo por la mitad.
Don Goyo me mira yo bajo la mirada y él dice:
- ¿El putito de tu marido te goza así? - La escena me había puesto a mil, mi pija quería salir fuera y no sabía bien que hacer. El viejo hijo de puta se estaba cogiendo a mi mujer y yo parado en el cuarto no podía hacer otra cosa que mirar.
Don Goyo seguía introduciéndola por su orto hasta que sus piernas chocaron con las nalgas de Marcia. Le sube y baja empezó a realizarse y vuelve a hablar.
- El putito nos está mirando.
Mis ojos chocaron con los ojos de mi mujer y me sentí muy humillado.
Busque con la mirada la puerta del cuarto y vi a mi esposo, mirándonos coger.
No me sostuvo la mirada, pero parecía que a su manera también estaba disfrutando.
Preparate, mi puta, que voy a acabar.
Yo también viejo puto, yo también voy a acabar. Dale, dale.
La pija de Don Goyo empezó a largar gruesos chorros de leche dentro de mí.
Dando un grito sordo e intenso.
Se dejó caer sobre mi cuerpo unos segundos y yo también acabé agarrando la almohada y dejando en ella mis grititos de placer y goce.
- Vení puto. Que esto es para vos Yo me acerqué, mientras él sacaba su verga llena de restos de su leche y materia fecal del culo de mi mujer. Ahora te toca a vos limpiármela. Me estaba pidiendo que le chupe su pija que acaba de cogerse a mi pareja. Dale nene que me tengo que ir. Fui hasta el borde de la cama y me llevé esa verga flácida a mi boca y me la metí entera. El gusto a caca y leche me pusieron re loco. Y vos putita, hacé algo por tu maridito. Marcia desabrocho mi pantalón y me la empezó a chupar a mí. Acabé enseguida y ella se tragó toda mi leche, sin dejar ni una gota fuera de su boca.. Cuando Don Goyo estimó que su verga estaba bien limpia, se calzó el
Pantalón y antes de dejar la habitación dijo.
- Gracias por todo - ya se iba cuando me miró a los ojos y agregó. y ahora limpiále con la lengua ese culo que necesita algo refrescante. Mientras yo me acercaba para cumplir la orden, el viejo el cerró la puerta de nuestro apartamento.