Don Goyo (3)

De como Don Goyo cambió la vida de mi mujer y la mía.

Don Goyo (Tercera Parte)

Pero la sorpresa fue mía cuando entré a casa me encontré a Don Goyo cogiendo con mi mujer y sin saber que hacer fui dominado yo también… y a los pocos días Don Goyo Volvió.

La situación era la siguiente: Mi esposa me estaba llevando del baño al living donde nos habíamos acicalado después de la primera parte de la sección, Yo caminaba con las tres bolas chinas incrustada en mi culo y sin saber como seguía esta historia pero gozando de la sensación de llevar todo eso dentro. ¿Qué más podía pasar? La respuesta no tardaría en llegar. Quedaba recibir el tercer regalo que Don Goyo le debía darle a mi mujer.

En la sala nos encontramos con Él viejo totalmente desnudo y la verdad es que no había nada atractivo en él.

Pero su forma de tratarnos, su manera de ordenar las cosas lo hacía ser un hombre muy especial.

  • A ver perrita sacale de orto las bolas a tu marido que ya le llegó la hora. – Me pidió el viejo. Entonces lo recosté contra el sofá, en el respaldar y subí sus rodillas a los Almohadones. Su culo quedó expuesto a la altura de mi cintura. Me agaché para sacarle la tanga y luego tomé el hilo que sobraba de su ano. Tiré despacio hacia fuera sacando cada una de las bolas.

  • Ahora chupá ese hoyito para que yo pueda rompérselo.

mientras Linda Me chupa la chota. ¿No es hermoso? Cuando consideró que estaba a punto, Me corre con el brazo Quedando él frente al culo de mi esposo.

  • Despacio, por favor. – Suplicó Mi esposo

  • Callate y goza. - Respondió él. – Y vos. – Refiriéndose a mí – ofrécele tu culo a tu maridito.

Dejó que mi esposo me empiece a penetrar, para empezar a vulnerar la virginidad de mi marido.

Hacía meses que no penetraba por el culo y eso hizo que su pene estuviera bien empalmado, pero cuando Don Goyo se la empezó a meter por ano sentí que su pija era gigante. Me estaba dando mucho placer, como nunca me lo había hecho sentir.

Él viejo iba penetrando a Linda y ella gemía de placer en cambio, ero cuando la cabeza de la pija le entraba sentí que lo partía que lo iba a matar.

Don Goyo tenía sus brazos alrededor de mi cintura para que mi esposo pudiera moverme sin dejar salir su pija del su culo. Además con ese movimiento hacía que los tres vayamos al mismo ritmo. Cuando terminó de romperle el culo y su verga hizo tope, la mi marido hizo lo mismo en mi culito. Al segundo empezó el vaivén y yo sentía como Linda se pegaba a su cuerpo y yo hacía lo mismo con el de Mi esposo.

La entrada y salida del pene en mi culo me daba una sensación nunca imaginada estaba en el paraíso, Nunca él me hizo sentir así. Mi marido estaba ciento por ciento en estado de placer. Las bolas chinas habían dilatado su ano lo suficiente como para no sufrir tanto como me imagino que se debe sentir semejante verga en un ano virgen.

Él me acabó en el orto y al instante sentí como él viejo se venía dentro de él.

  • A ver perrita sacale de orto las bolas a tu marido que ya le llegó la hora. – Ella me recostó contra el sofá, con mis brazos contra el respaldo y mis rodillas en la parte donde nos sentamos. Mi culo quedó expuesto a la altura de su cintura. Ella se agachó me sacó la tanga y luego buscó el hilo que sobraba de mi ano, como si fuera un OB. Tiró despacio hacia fuera y las bolas fueron apareciendo de a una. Luego le hizo chuparme el culo, como para terminar de lubricar mi ya dilatado ano, mientras yo le volvía a lamer la pija. Cuando consideró que estaba a punto, corrió a Marcia de mi cola y encaminó su verga hacia mi orificio.

  • Despacio, por favor.

  • Callate y goza. - Respondió él. – Y tu. – Refiriéndose a mí esposa. – ofrécele tu culo.

Dejó que yo empiece a penetrar a ella, para empezar a vulnerar mi virginidad.

Yo hacía meses que no penetraba a Marcia por el culo y eso hizo que mi pene estuviera bien empalmado, pero al sentir el rose de la verga de Don Goyo en mi ano sentí que mi pija crecía aún más.

Yo iba penetrando a mi esposa y ella gemía de placer en cambio cuando sentí como la cabeza de la pija del viejo me entraba, sentí que me partía en dos.

Don Goyo tenía sus brazos alrededor de la cintura de Marcia para que yo no pudiera moverme y dejara salir su pija de mi culo. Además con ese movimiento hacía que los tres vayamos al mismo ritmo. Cuando terminó de romperme el culo y su verga hizo tope, la mía, hizo lo mismo en el culito de mi mujer. Al segundo empezó el vaivén y yo sentía como Marcia se pegaba a mi cuerpo y yo hacía lo mismo con Don Goyo. La entrada y salida de los penes en los culos me daba una sensación nunca imaginada. Estaba ciento por ciento en estado de placer. Las bolas chinas habían dilatado el esfínter lo suficiente como para sentir si sufrir tanto como cuentan que duele. Acabé en el orto de mi esposa y al instante sentí como él viejo se venía dentro mío.

  • Ahora tu chupale el orto a tu putito y tu sigue con mi verga. - Y así fue que Mi mujer me empezó a chupàr el culo y la leche del viejo, mientras yo le chupaba la verga a Don Goyo. Al ver la sangre que me corría por las nalgas, Marcia se asustó pero no dejaba de chupar, ella había agradecido mucho cuando yo hice lo mismo con el suyo unos días antes.

  • A ver putita, toma, aquí tienes tu último regalo.

Estábamos todos muy cansados así que Marcia no lo abrió con tanto entusiasmo como los anteriores obsequios. Pero la sorpresa fue muy grande. Era un cinto como un arnés de cuero con una enorme verga de goma y una pequeñita, que daba al lado opuesto. Don Goyo se lo puso a mi esposa y ella andaba por la casa muy oronda con si pija. La verguita interior masajeaba su clítoris dándole un goce, con solo caminar. Era obvio que lo que venía era que ella me coja por el culo y así fue. Ella me buscó la cola, sin esperar la orden del viejo y me empezó a dar sin asco. Don Goyo se paró muy cerca para no perder detalle de la escena. Ella me daba y yo gozaba. No faltó mucho para que don Goyo me meta una vez mas su pija en la boca, para él yo se la chupaba mejor que Marcia. Cuando estuvo bien parada le empezó a romper el culo a Mi mujer y así volvimos a hacer el sándwich, pero esta vez era ella la que quedó en el medio. Ella jadeaba y dejaba caer su baba en mi espalda y se movía de forma mas violenta. Con su mano me apretaba la pija como para arrancármela del cuerpo, estaba fuera de sí. Sentí yo, como el viejo le llenaba el orto de leche, porque sus movimientos fueron frenéticos.

Él viejo salió de hueco de mi mujer y ella del mío… quedamos los tres tirados en la alfombra.

– A ver chicas cierren los ojos y abran esas boquitas… -En eso Don Goyo se levantó y empezó a orinarnos, por todo el cuerpo. Un chorro amarillo caliente nos fue mojando dejando mi vestido, mi cara, el cuerpo de mi esposa, la alfombra, todo mojado... Parecía agua bendita, cayendo del cielo o mejor aún, de la poronga de nuestro amo.

El se empezó a vestir, nos besó a los dos y sin decir nada, se fue.

Nosotros quedamos unos minutos más en el piso y luego nos fuimos a bañar… Con la esperanza de repetir esta jornada, otro vez.

Linda y yo hablamos de lo sucedido y me impresionó mucho, escuchar a mi marido cuando estaba vestido de mujer, me trataba como una amiga, como si fuéramos lesbianas y cuando estaba vestido de hombre, me trataba como a su mujer. No solo porque se trataba como una mujer sino que también por su forma de pensar.

Pero si hasta ahora te pareció fuerte, no sabés que cosas nos siguieron pasando, que cosas nos prepararía Don Goyo para el futuro.

Te espero para que leas la cuarta y más excitante parte de esta historia.

Sixbarral@yahoo.com.ar