Don Felipe y Ana 1

La fantasía de todo hombre se hace realidad

Don Felipe era un hombre de 63, con el pelo con el cabello canoso, ojos verdes  y una figura bien conservada con musculo algo flácidos  pero aún era fuerte, de 1,90 era el dueño de  una empresa de moda  y desde hace 40 años estaba casado con  doña Regina una mujer a la que los años no los lleva también  como su marido  y muy desabrida.

El como todas los días el subía hasta  el último piso del edificio  hay encontró a su fantasía andante Ana, su secretaria de 28 años una mujer con unos senos y trasero voluminosa que ocultaba debajo de su vestido y saco, con piernas hermosamente largas y una cara tan hermosa y sus ojos azules eléctricos cabello castaño  rizado. Ella había llegado a trabajar como practicante hace 10 años la eligió apenas la vio  dado  a que su entrevista vio su belleza e inteligencia, además de su inocencia.

Pero don Felipe no tardo en darse cuenta que  dulce secretaria no visitaría su cama como el tanto quería, ella estaba enamorada de su novio y ahora esposo además de su hijo, pero no por eso dejo de halagarla y coquetearle de forma muy atenta.

-Buenos días señor Felipe- él dijo al entra ella lo acompaño hacia su oficina donde se sentó en el filo de su mesa dejando ver su hermosas piernas

Hace un mes compartida del esposo de Ana al extranjero para trabajar ambos habían comenzado flirtear a espaldas de sus cónyuges.

-Ana espero que hallas reservado el fin de semana en Ámsterdam para cerrar en trato con los Borowski

-Si señor saldremos el vienes en la mañana- y dejo ver su hermoso escote a la vista.- y regresaremos el lunes en la noche- sus manos pasaron por su escote y movió pelo a un lado con cada movimiento Don Felipe sentía como su pene crecía poco a poco después de habrá sobre los pendientes, Ana regreso  a su plataforma a revisar su papeles mientras él la miraba repasaba sus rasgos a través de las cámaras cuando vio que subía por las escaleras, Julia de administración una exuberante rubia de grandes senos y suculentos labios al verla Ana  fue a la sala de ajuste para revisar los pedidos que su jefe le había dejado.

Entonces ella entro a la oficina a su “reunión semanal” ella se quitó el saco mientras el a encendió cámara de su escritorio . Ella intento besarlo pero la tiro contra la mesa y levanto su vestido sin pensar lo mucho  arranco sus bragas apoyándola contra la misma mesa sacando su pene rígido por pensar con Ana y sin pensarlo penetrar por el culo ella gozaba de cada embestida y gemidos llenaban la oficina

-OHHHH Felipe  sigue.

En su mente Felipe no era Julia a quien penetraba sino era Ana la que gritaba y suplicaba por más.

-Nena dime que soy el mejor.- el grito comenzando a mover fuertemente sus dedos contra su punto G, jugaba con sus clítoris y magullando sus senos, llevaba  5 años de esta relación de amantes en los que una vez a la semana se dejaban llevar por sus bajos instintos. El seguía haciendo con la intensidad mayor cuando pensó que tendría que estar cuatro días con su hermosa secretaria sin poder tocarla quería descargar todo lo que tenía mientras pudiera porque después no podría hacer otra cosa que hacerse pijas pensando en Ana.

-Lo eres nadie me coge con tu…- seguía clavando dos de sus dos en su clítoris.-Me corro…me corro Felipe.

Su fluido mojo  su mano, la puso de rodillas y  la hizo lamer

Ella comenzó a succionar con placer y dureza cada parte de miembro si olvidó su bolas de todas las amantes que puedo tener en años ella era sin duda la que mejor mamadas él hacía.

Con cada lamida él se imaginaba eso ojos azules eléctrico y lo que podía haber bajo es saco y vestido.

Así recordando ese beso en la mejilla que él había dado haz unos días ese que quedó en su cociva del labio, hay es vino haciendo que toda su leche fuera tragada por Julia.

El resto del día Felipe se la paso preparándose para las negociaciones en Ámsterdam cuando fue a preguntarle a Ana sobre los documentos que necesita fue ahí que la encontré mirando un revista con unos hermosos tacones negros

-perdón señor me distraje

-¿te gustan esto zapatos?

-Si- él dijo con eso voz inocente que lo volví loco

-Pero no me los pudo comprar el suelo mío y de mi marido no alcanza para nada.

Don Felipe se retiró a su departamento donde reviso la cámara que tenía para grabar su encuentros con julia cuando vio lo que nunca pensó era Ana en su oficina se sentó en mesa y subió su falda  hasta su cintura con mucha gracia mostro su tanga de encaje negro  y con mucho mas erotismo  dejo la tanga en la  su escritorio abriendo sus piernas  y apoyo sus tacones en ambos sillones y llevando sus dedos  hacia su coño  los movía con elegancia y firmeza como movimientos  Felipe estaba tieso ante la sonrisa cachonda de su secretaria  mientras jugaba con su vulva, moviendo sus dedos fuertemente , jugando con sus labios menores y mayores tentando as u clítoris sucia y descaradamente maldiciendo entre dientes y sonriendo corriéndose entre jadeos y gemidos para el incrédulo Felipe

-Buenas Noches Don Felipe- con una sonrisa diabólica, el apenas podría creer que su hermosas secretaria y el estaría solos durante cuatro días además de que ella supera que él estaba mirando  aún más excitante

Durante todo el viaje Don Felipe no dejo de pensar el hecho de que tenía tan cerca a la mujer que deseaba para Ana después de meses sin un hombre  no pude soporto el ir a ver una la reunión semanal de don Felipe y Julia y morir de placer al ver cómo era consumada la infidelidad de  su jefe ella deseaba ser la mujer que el tomar en la oficina.

Al llegar a Ámsterdam ya era casi  Don Felipe y Ana se reunieron can Katrina Lentin secretaria de Josef Borowskiel hombre con el que venían a cerrar el trato que se encargó de qué llevaran sus cosas al hotel en donde se quedarían mientras comenzaba la primera negociación  don Felipe no pudo evitar mirar a Katrina era una hermosa pelirroja de delgada figura senos pequeños y cintura firme.

-Josef no asistió a la negociación porque se encuentra mal de salud le respondí- Katrina  a Felipe

Al llegar a las oficinas de Borowskihabía gran conmoción fue ahí cuando se les informo de Josef había fallecido  así mismo  se les informo que el contrato había sido firmado por el hijo de Josef, Jared con quien se reunirán el lunes en la mañana hasta entonces tenía tres días completamente libres.

Por las molestias les ofrezco una cena el uno de los mejores restaurantes de Ámsterdam. Felipe y Ana aceptaron por no caer en descortesía al llegar los centraron en una sala privada la cena comenzó muy tranquila Don Felipe no quitaba los ojos de su hermosa secretaria que conversaba muy amena mente con Katrina después   un par de copas Ana se atrevió a preguntarle a Katrina porque le afectaba tanto la muerte de su jefe. Y ella respondió:

-Durante años Josef y yo fuimos amantes éramos muy cercanos-Dijo al deslizar su mano por la pierna de Ana mientras ella acariciaba por debajo de la mesa la pantorrilla de su jefe

-Tú me entiendes él dijo Katrina susurrando a su oído -yo sabía todo de su vida y una cosa llevo a la otra cumplinos las fantacias de ambos  Mordiendo su oreja- expeto una

-¿Cual?

-Un trio el yo y otra mujer.

Felipe el fascinaba ver con su secretaria era seducida por una mujer mientras que frotaba su pie contra su miembro para no perderse el también comenzó a pasar su mano por la falda de Katrina fue ahí cuando las cosas se pusieron más que calientes Katrina comenzó a besar a Ana en el cuello y se pasó a su lado derecho y comenzó a masturbarla mientras ella respondía a las carisias de su jefe y de  nueva amante  con un gran placer Ana beso a Katrina sintió sus él fríos de su labios y el calor de su boca mientras su jefe besaba su cuello y las masturbaba.

Hay que irnos. Dijo Katrina los tres fueron a hacia el hotel  en el auto siguieron con su juego erótico Felipe hace comienza besar a su secretaria mientras Katrina acaricia su clítoris al ver la pasión que hay entre ambos jefe y secretaria. Durante todo este tiempo el había estado sonado era su esposo mientras ellos hablan Katrina y Felipe se acariciaban y magullaban sus senos  con cada caricia debía repetir el sus gemidos para que su esposo no le entera de lo qué estaba haciendo. Mi Ana corta ya  le susurra Felipe ella despide a su esposo  y revisa que la suite ya estaba lista la noche anterior había cambiado las dos habitaciones por una suite de lujo

Al llegar a la suite  Ana comenzó a satisfacía su fantasía de ser acariciada de esa forma por su Jefe y encendía la llama interna de Katrina, que quizás, de no tratarse de su fantasía más oculta , nunca habría aceptado lo que estaba sucediendo. Katrina seguía acariciando por detrás a Ana y pensaba que era increíble que la sensual Ana estuviera allí, a punto de cometer su primera infidelidad con su  Jefe… Y esa imagen la excitó terriblemente, la idea de ver a los dos en la cama juntos, besándose y fornicando, la puso como loca y aumentó el ritmo de las caricias, de manera que Ana y Katrina quedó con en hermosa lencería, se quitan los vestidos lentamente por sobre su cabeza, dejando sus cuerpos  esculturales que lo dejaron sin palabras.

Felipe quedó pegado a la figura de su Secretaria, siempre supo que era hermosa, pero jamás imaginó cuanto y ahora, que su deseo de tenerla  su Secretaria. Ana seguía sentada al borde de la cama, como dormida, con los ojos cerrados, inmóvil, tenso. Felipe no podía ni quería dejar de acariciarla y cuando colocó sus manos en los pechos de su Secretaria se dio cuenta de que la había encendido, en ese preciso instante Ana abrió los ojos y dejó ver su mirada diabólica, esa mirada cargada de pasión y lujuria, esa mirada que la alejaba de su amor a su marido, esa mirada que se cruzó con la de su Jefe y le dio vía libre, le dio el pleno consentimiento para que hiciera de ella un objeto de su deseo.

Ana sentía que se hundía en un pozo de sensaciones placenteras, Felipe hacía que su boca siguiera a sus manos, lugar que abandonaban las manos de su Jefe, lugar que reemplazaba su boca. Katrina recorría con sus manos su espalda y sus brazos, con la punta de su lengua vagaban dentro de sus orejas y mordía levemente sus lóbulos, de tanto en tanto interrumpía la tarea para besarse profundamente con Felipe, dejando a Ana en un estado de total placer enorme, deseando que esas bocas y esas manos nunca se alejaran de ella. La idea de entregarse a su jefe la rondaba desde que sabía que su Jefe follaba a Julia

Su Jefe y su amante la besaron por completo, la lamieron entera, espalda, brazos, orejas, pechos, vientre, pies, piernas… Sus lenguas subían y bajaban por aquel cuerpo glorioso, encendiéndolo, aromatizándolo.

Ana se movía muy despacio, colocando siempre la parte del cuerpo que era besado, al alcance de la boca que lo buscaba y lo hacía de una forma tan natural que nadie podía imaginar jamás que ese cuerpo nunca había sido explorado anteriormente. La sola idea de que por fin tendría a su Secretaria, enardecía más y más los deseos de Felipe y lo alentaba a seguir, a darle más y más placer a quien, desde hace años solo deseaba que fuera suya. Katrina estaba fascinada al sentir el sabor de la piel de su secretaria bajo su lengua y quería verle la cara de éxtasis cada vez que la acariciara. Extendió su brazo derecho y alejó a Felipe del cuerpo de Ana, le indicó con un solo dedo que se retirara y cesara con sus caricias.

Felipe no podía creer lo que estaba sucediendo frente a sus ojos: dos mujeres para él solo, las dos a punto de gozar solas. Sin chistar se retiró de la escena y las dejó solas. Katrina se levantó de la cama y se enfrentó a su amante, se paró frente a ella con las piernas abiertas y después de tomarle las manos, las colocó sobre sus senos, dejando que Ana sintiera la suavidad de su piel, la turgencia de sus pechos y la dureza de sus pezones. Como si lo hubiera hecho siempre, Ana comenzó a acariciar esos senos, movía sus manos en redondo sobre ellos y pellizcaba levemente los pezones, sintiendo como se entibiaban con la fricción de sus dedos. Un poco más atrás, Felipe estaba sentado en sillon, con su pene entre las manos, acariciándolo lentamente, disfrutando de esa imagen increíble, gozando el placer de esa visión.

A medida que Ana acariciaba a Katrina más intensamente, comenzaban a escaparse pequeños jadeos de placer y asentimiento. Sin que nadie se lo indicara Ana dejó deslizar una de sus manos por el estómago de Katrina y descendió por él, navegó por el vientre liso y chato de su amante y llegó hasta su entrepierna. Delicadamente abrió los labios vaginales y de pronto, sin que ella misma comprendiera como, clavó dentro de esa vagina empapada su dedo índice, lo clavó de un solo tirón y hasta el fondo, haciendo que Katrina saltara de sorpresa y de gozo. A medida que Ana seguía metiendo más y más adentro ese dedo, Katrina encontró el ritmo de su amante y así, parada como estaba frente a ella, movía sus caderas en redondo, alrededor de ese dedo que se había adueñado de su vagina, que la había violado imprevistamente y que le estaba dando muchísimo placer.

Cuando los gemidos de Katrina eran incontenibles, Ana retiró su dedo y empapado como estaba, lo metió completo en su boca, mirando fijamente a su Jefe que seguía acariciándose, completamente excitado, en su rincón, como en penitencia, sin poder acercarse a ellas, prohibiéndoselo ambas con la mirada.

Ana  lleva a su primer orgasmo de su amante y eso la dejó terriblemente excitada y por eso, sin pensarlo, mientras Ana saboreaba sus jugos mirando a su Jefe, Katrina la recostó sobre su espalda, dejándola boca arriba, sentada al borde de la cama y con las piernas abiertas frente a ella. Con semejante espectáculo frente a sus ojos, Katrina se arrodilló y abrió más aun las piernas de  Ana, exponiendo esa vagina limpia, carnosa, intacta y húmeda frente a sus ojos de Felipe, que seguía atentamente la acción desde su lugar.

Se hizo cargo de aquella vagina en forma completa, comenzó lamiéndola con los labios cerrados, de arriba a abajo, de lado a lado, notando como rezumaba líquidos, como largaba jugos sin parar y eso la excitaba más y más, notando como su propia vagina respondía a semejante excitación. ¿Quién le hubiera dicho a ella el día que muere su amante estaría cumpliendo su fantasía de una trio? Ana había comenzado a acariciarse los pechos al sentir la lengua de Katrina lamiéndola despacito, sin prisa, sensualmente, con los labios de su vagina cerrados, pero anhelando que los abriera y se hiciera cargo de su clítoris, que estaba creciendo y creciendo y comenzaba a tirar más y más de deseo. Adivinando lo que ella deseaba, Katrina con su misma lengua abrió los labios vaginales y llegó al centro del deseo de Ana, sintiendo como saltaba de placer su amante cuando sintió la rugosidad de su lengua, sintiendo como crecía el placer a medida que la lamía, que recogía sus jugos y los saboreaba, a medida que sus dedos iban metiéndosele dentro, que daban vueltas dentro de la vagina de Ana, que salían empapados y acariciaban sus muslos, mojándola también allí.                           El vientre de Ana se estremecía, vibraba, las manos de Ana empujaban la cabeza de su amante hacia su vagina, pidiéndole en silencio más y más lengua. Abría los labios vaginales para que los dedos de Katrina trabajaran con más comodidad, abría más sus piernas y las sostenía con sus manos en ángulo recto para que pudiera tener más amplitud y llegar más adentro, quería que esos dedos la atravesaran por completo y en definitiva, era el primer contacto que tenía Ana, la primera prueba tangible de que ese espacio estaba siendo estrenado por alguien.

Después de enloquecer a Ana con sus dedos, de arrancarle los gemidos más extensos que alguien pudiera imaginar, sacó los dos dedos que tenía dentro de la vagina de sus amantes empapados de flujo y dándose vuelta, los extendió para que Felipe los probara. Esa fue la señal Ana de que lo estaba uniendo al goce, de que estaba sirviéndole a su Secretaria, de que lo invitaba a gozarla. Felipe se acercó, chupó los dedos de Katrina con fruición, saboreó de ellos a su Secretaria y después de ello, la retiró de entre las piernas de Ana para acomodarse el mismo en ese lugar. Ahora la que se había convertido en espectadora era Katrina, la que se había corrido hacia el costado de la cama era ella, la que estaba besando y mordisqueando los pechos de Ana era ella, mientras que su marido se encargaba de lamer una y otra vez la vagina de su Secretaria, encontrándola terriblemente sabrosa, dulce, cremosa, abundante.

Con la boca empapada de Ana besó apasionadamente a Katrina, le dejó los labios llenos del flujo de Ana y ella a su vez, besó a su amante, para que ésta se saboreara a sí misma, a su Jefe y a ella en una sola boca. Felipe enterró su boca en la vagina de Ana y le dio dos orgasmos increíbles; Ana se retorcía pidiendo más y más, elevaba las caderas hacia la boca de su Jefe, extendía los brazos para que esa boca no la abandonara y su lengua buscaba la de su amante, dejando que las dos bailaran una danza erótica increíble, como si fueran dos serpientes entrelazándose y excitándose. Cuando Felipe no aguantó más, se incorporó y separó a Katrina del lado de Ana, la colocó a la altura de su pene y dejó que la boca de Katrina se encargara de él, succionándolo, lamiéndole, dejando que su Secretaria viera como se le daba placer a un hombre, admirando esa cara de lujuria que veía en Ana, esa expresión diabólica que esa noche había conocido y que lo enloquecía. Mientras Katrina lamía y engullía por completo el pene de Felipe, Ana se acariciaba alternadamente sus pechos y su clítoris, incapaz de abandonar el placer que estaba sintiendo y acrecentándolo con la imagen de la pareja en plena sesión de sexo oral. Cuando Felipe ya no podía ver más a su Secretaria masturbándose sin que él pudiera intervenir, apartó la boca de Katrina de su pene y así, enhiesto y tieso como estaba, se acercó a Ana y sin darle respiro, la penetró.

El cuerpo de Ana se arqueó como si quisiera tocar el cielo, su Jefe no tuvo compasión, arremetió dentro de ella de la forma más salvaje posible y comenzó a moverse, seguro, potente, horadándola, abriendo un túnel dentro de las entrañas de Ana, sacándole el aliento, pero dándole a conocer el goce, la lujuria, la pasión que veía en sus ojos y que ahora estaba haciendo realidad. Sentir la estrechez de su Secretaria lo enloqueció, tomó sus piernas y las elevó a su cuello y así, en esa posición que a  le fascinaba, le dio más y más, hundió su pene dentro de Ana una y otra vez hasta que sobrevino otro orgasmo para Ana.

Dejándola dos segundos para que se recompusiera, se hizo cargo de Katrina, la enloqueció también con su pene, la penetró por adelante, por atrás, la colocó en cuatro y le hizo probar el mejor sexo anal de su vida, sintiendo como Katrina se retorcía de placer mientras el se hundía en su ano y Ana le besaba los pechos, tomando la iniciativa, desinhibiéndose por completo, solo buscando el placer del sexo más puro. Cuando Katrina había estallado con Felipe, se colocó sobre la vagina de su amante, acomodándole la propia en la boca de Ana, en el más completo 69 que ambas podían pedir y se dedicó a lamerle el clítoris una y otra vez, mientras Ana metía sus finos dedos dentro de ella y el pene de su marido entraba y salía de Ana con una velocidad increíble, dándola a Katrina la posibilidad de lamerlo cada vez que rozaba su lengua, al salir de la vagina de su amante, completamente mojado, lubricado y caliente.

Así, los tres estallaron en otro orgasmo, pero esta vez conjunto, así tanto una como  Ana pudieron saborear el esperma de Felipe que salió disparado con fuerza, tibio, cremoso, espeso y exquisito. Así acabo para siempre la fidelidad de Ana a su esposo para terminar en la cama de su jefe.

Continuara...