Don Curro
Felices vacaciones....y no contéis nada.
Por enésima vez, no puedo contarle más, no sé más…
Mire, señor Marín, ayúdeme a creerle, este agente le acompañara a una celda individual donde podrá comer algo y dormir toda la noche, en la celda tendrá papel y lápiz para que no se le olvide ningún detalle.
Un Guardia Civil uniformado me acompañó a una celda después de comer algo, estaba tan cansado que me acosté y no sé el tiempo que pasé dormido, pero era temprano cuando me levanté y me puse a pensar cómo empezó:
Mi nombre es Manolo Marín, aunque todos mis amigos me llaman Manu, soy médico y capitán del glorioso ejército de tierra español. Y mi vida es un poco difícil de explicar, porque además de ser un militar condecorado en Bosnia por salvar a un pueblo de ser masacrado por un bando rival. Posteriormente me consagré con otra nueva medalla en Afganistán. La conclusión, heridas de metralla en brazos y piernas, pérdida de audición y visión en oído y el ojo izquierdo. Bueno, esto último no es cierto del todo, mis amigos militares me consiguieron licenciar con honores y paga de por vida por mis servicios prestados a la patria.
Podríais pensar que soy un caradura, pero que cojones, después de tragar lo que tragué, creo cualquiera que pase por eso se merece incluso más. Podía haber seguido, es cierto, pero la verdad es que yo entré en el ejército por qué no me daba la gana hacer una oposición para entrar en la sanidad pública. ¿Cómo entré?, después de hacer las milicias universitarias decidí engancharme en la vida castrense, descubrí que no estaba tan mal. No estaba tan mal, hasta que conocí las miserias de la guerra de primera mano, la guerra de los Balcanes hizo que mi alma se endureciera hasta extremos que nadie pudo sospechar, más que dureza, mi alma se cubrió con un halo de pasotismo. De ser un tío formalito, con su novia de toda la vida, pasé a ser un pasota integral, dejé a mi novia, mi familia me dejó por imposible. Ahí empezó el declive. La cosa fue degenerando hasta que como os dije me hirieron, no aguanté más, algo dentro de mí explotó, unos le llaman estrés postraumático, yo le llamo ruptura de la bosa que recoge la mierda y la mala hostia acumulada. Unos se dan a las drogas o al alcohol y otros se lían a tiros.
En mi caso, cogí la pasta, me compré coche militar, un Santana Aníbal largo y empecé a buscar algún sitio donde encajar, me había quedado más solo que la una, no tenía a nadie. Me alejé de todo el mundo, mis padres me habían dejado por imposible, con tal de que al menos diera señales de vida y fuera a visitarles en Navidades, como dijo mi madre “peor era cuando ibas por ahí pegando tiros y no sabíamos nada”, pobrecilla.
Mi fiel coche y yo nos encontramos recorriendo España, durmiendo en él más de una vez y haciendo vida de “perro-flauta”, así recorrí el país hasta que encontré un sitio en la costa sur, que no sé, de repente…me sentía tranquilo, donde parecía que el tiempo no avanzaba, naturaleza desértica pero preciosa al mismo tiempo. Casi sin gente, en verano, alguno más...pero no os creáis. El sitio me atrapó, casas blancas, gente sencilla cerveza fría y buena comida. Lo mejor es que encontré lo que quería, apartado del pueblo, sí, pero cerca del mar, bajando por una ladera de la montaña te llegabas a una cala virgen. Un cortijo que estaba bastante abandonado, sin luz ni agua corriente. Busqué al dueño y llegamos a un acuerdo rápido, no pude ser más afortunado, su dueño quería vender, pero como no se podía construir nada nuevo, no sabía qué hacer con el cortijo, lo más gracioso era que pensaba que era una broma y me costó convencerle de que era verdad.
La compra del cortijo me salvo la vida. Y no lo digo en sentido figurado, me había convertido en un zombi, vagando sin rumbo ni nada que darle sentido a la vida, había visto tanto sufrimiento y tanta maldad en los últimos quince años que me había convertido en un ser insensible y sin ningún objetivo en la vida. La compra del sitio me hizo que durante dos años tuviera un motivo por el que levantarme, además me gustaba. Lo bueno que tiene el sur es la economía sumergida, gracias a ello conocí a Pepín, un mañoso de pueblo que lo mismo te levanta un muro que te arregla una instalación eléctrica. Tan mañoso como golfo, pero al menos lo reconocía, lo mejor era su gran sueño: encontrar un fardo de hachís abandonado por los traficantes y poder fumárselo.
Podéis pensar que soy un aburrido, pero mi dinámica diaria era sencilla y me llenaba bastante. Me levantaba a las seis de la mañana, andaba por los cerros de alrededor de la casa durante una hora y nadaba durante media hora en el mar. Me medio lavaba, en una ducha de campaña que habíamos improvisado en uno de los corrales. A las ocho llegaba mi ayudante, desayunábamos y nos poníamos a trabajar. Durante esa época desarrolle el gusto por fumar tabaco liado y beber cerveza. Esta fue mi rutina durante un año, el problema fue cuando terminé la obra, tenía un cortijo con una casa de cuatro habitaciones un salón, agua corriente que venía de una acometida cercana y no hubo que hacer mucha zanja. La luz, para ser sinceros, montamos un invento cojonudo consistente en un kit específico de placas solares y aprovechar donde estábamos.
El problema era que había descubierto que necesitaba obligaciones para no caer otra vez en la indiferencia, tenía un huerto, gallinas y hasta un caballo que solía montar todos los días para dar un paseo. Era feliz y vivía como siempre había querido, todos los días bajaba al pueblo para tomar una cerveza con Pepín tras recoger el correo. Luego volvía y pasaba el resto del día leyendo o paseando por la zona, en la playa, a veces salía a pescar con un pequeño velero.
Estaba bien, pero es un poco aburrido, por eso decidí que podría alquilar un par de habitaciones y así al menos hacer un poco de dinero, la idea me vino cuando volvía de mi baño diario en el mar; al volver, vi que la guardia civil estaba multando a dos hippies que estaban acampadas en la playa. Las pobres, intentaban vanamente explicarle que no era su intención acampar en la playa, pero que nadie les había querido alquilar una habitación. Como buen oficial del glorioso ejército de tierra, intervine, lo bueno que tiene ser ex-militar es que la guardia civil me tiene respeto, por lo que el agente accedió a mi petición de no multarlas. Me dieron un poco de pena las pobres, así que las invité a mi cortijo, pero ellas dijeron que sólo si a cambio pagaban por su estancia.
A veces cuando te portas bien con la gente, esta se porta bien contigo. Mis hippies, se llamaban Patty y Rita, eran inglesas, amantes y con exceso de vello corporal, pero Rita tenía lo que en aquella época era algo desconocido pero que irrumpía con fuerza, y se llamaba blog. Ella me explicó que aunque tuvieran esa pinta, se ganaban bien la vida una como publicista y la otra como profesora. Hicimos buenas migas, tantas que al final ellas fueron mis valedoras en mi recién inaugurado alberge para perro-flautas . No falta gente y el precio es bastante barato, sólo exijo dos cosas, nada de drogas duras ni malos rollos y soy inflexible en ello, a la mínima los largo a la calle. La otra cosa es el pago por adelantado, os sorprendería la pasta que manejan algunos de estos desarrapados, en su mayoría son gente con estudios que se toma un año sabático antes de ponerse a currar como cabrones.
Podéis pensar que soy un bohemio, en cierta medida lo soy. Pero no soy muy raro, me gustan las mujeres, el fútbol, las películas de acción y las novelas ligeritas. Todos los días tomo las cañas con los colegas en la plaza del pueblo y me encanta comer carne. Lo tengo todo, a excepción de las mujeres, no me follo a mis clientas, aunque más de una vez he tenido que echar de mi cama a más de una, soy implacable con la máxima de “donde saques para la olla no metas la polla”.
Cuando llega el invierno vuelvo a mi tranquilidad, pesco con mi bote, corro campo a través y nado, monto a caballo. Vivía muy bien, hasta que hice aquel hallazgo, lo vi cuando regresaba de pescar una mañana temprano. Cuando no puedo dormir me voy a pescar, el vaivén de las olas me relaja y así no necesito ansiolíticos, aguanto bien sin dormir y a la noche siguiente vuelvo a dormir como un bebé. Ojalá no lo hubiese visto, pero lo vi. Era una especie de fardo que flotaba chocándose contra una pared de acantilado sólo visible desde el mar. Con el bote me acerque hasta que vi lo que tenía dentro. Estaba lleno de hachís, las planeadoras tiran el material cuando se ven rodeadas por la guardia civil. La escondí para recogerla más tarde con la ayuda de Pepín, que no hacía más que renegar de su mala suerte, porque yo había conseguido su sueño.
Una vez comprobamos el material, y a fe que era muy bueno. Pero, ¿qué hacer con un fardo de treinta kilos de hachís? Si lo vendíamos, tendríamos problemas con los camellos locales y la policía, si lo devolvía a la poli, no veríamos recompensados nuestro esfuerzo. La solución era mover hilos y saber a quién pertenecían, normalmente los traficantes lo bonificaba con una cantidad bastante digna. La idea era la siguiente, primero reconocer al dueño del fardo, normalmente llevan su emblema, contactar con el de eso se encargaba Pepín. Para hacer la entrega, la suerte quiso que de esa tacada, fueran tres los fardos encontrados. Por lo que nos llevamos la friolera de tres mil euros por cada uno. Todos contentos, trabajamos poco y ganamos dinero. Durante el año siguiente, según la ruta de la planeadora y las corrientes, pude recuperar la friolera de veinte fardos, cosa que me vino muy bien para poder ir ampliando el negocio del albergue, la cosa nunca fallaba, el día que había marejada rara ero que no pescara algún fardo. No nos subíamos a las barbas de nadie y el traficante estaba cómodo con nosotros al no ir de listos. Me iba bien la vida, hasta aquél desgraciado día. La noche anterior el mar había estado muy picado, por lo que me levanté con la esperanza de que hubiera algo, y bien cierto que había mercancía, pero no cualquiera, me encontré con una mujer desvanecida en un bote salvavidas. La atraje como pude hacia mi bote, aún respiraba, estaba desvanecida por el cansancio, la hipotermia y la deshidratación. la llevé a mi albergue, gracias a Dios, estaba en temporada baja y no había nadie.
Mis conocimientos de médico hicieron el resto, la desnudé dejándome a la vista un cuerpo menudo, moreno y espléndido. La sequé y la abrigué, otra cosa era como hidratarla si no volvía en sí, algo que sería urgente, por ello tuve que tirar de amoniaco para reanimarla, causando el efecto deseado, pude darle un poco de suero y terminar de curar sus heridas, algunas precisaban de puntos, pero todavía conservaba mi botiquín militar para hacer de carnicero. El problema fue que no recordaba nada, ni siquiera su nombre, por lo que decidí ponerle un nombre, siendo un hombre militar como soy decidí rebautizarla con el nombre de Inés, puesto que apareció el día 21 de enero y bueno tampoco es que pusiera mucha objeción. Inés tenía una herida muy fea en la pierna y otra en la cabeza. Por lo que tuve que hacerle curas regularmente. Hablamos mucho demostró tener habilidades sociales y no era una persona tonta en absoluto.
Llevaba una semana de convalecencia en la cama, cuando ella me pidió que la aseara, porque olía fatal. A mí me daba cierto reparo, pero ella con el brazo hecho polvo no podía hacer gran cosa. Con una sonrisa en la boca me dijo -No creo que veas algo que no has visto.
Con una esponja y una zafa, empecé mi trabajo frotando suavemente el cuerpo de mi paciente, para colmo, la cabrona estaba disfrutando de ver lo mal que lo pasaba, le lavé como pude la cabeza, pero con el cuidado suficiente para no mojar sus heridas. Poder recorrer cada centímetro de su cuerpo, ver como su piel se erizaba, sentir mis más bajos instintos cuando le lavaba por sus pechos, su culo, tocar su vulva “accidentalmente” con mi mano. Ella me correspondía con un gemido de agradecimiento, más bien pude ver como su cuerpecillo se estremecía para poder llegar a un orgasmo. Quizá fue el olor a sexo, quizá su extrema sensualidad, no lo sé, pero al terminar me largué a cascármela como un mono.
Esa semana estuvo llena de miradas furtivas y de pequeños roces que hicieron que fuera muy difícil para mí estar junto a ella. Era guapa, inteligente y culta, sólo que no sabía nada de ella. Mi mejor semana en muchos años.
Mis actividades de pesca de fardos, continuaron como si tal cosa, al cabo de una semana, Inés se levantó de la cama y empezó a dar paseos por el cortijo ayudado de una muleta que le había comprado en una ortopedia, junto con algo de ropa y calzado cómodo y deportivo. Lo embarazoso fue comprarle la ropa interior. No sabía que fuera tan difícil. Al cabo de quince días después de quitarle los puntos, ella estaba restablecida. Pero seguía sin saber nada sobre ella, Inés era una incógnita, era guapa, culta y cocinaba muy bien, pero no sabía nada sobre sí misma. Sus habilidades las conocíamos poco a poco, con cada día, descubrimos que sabía conducir, montar a caballo y nadar. Pero no sabía mucho más, lo que más me mosqueaba era que un naufragio hubiese sido conocido por la prensa y nadie sabía nada sobre ello. Por ello, me daba que pensar que la chica fuera presa de una red de trata de blancas o algo por el estilo. Esa fue la razón por la que no la llevé a la guardia civil.
La tensión sexual era cada vez más fuerte entre nosotros. Todo ocurrió cuando me había ido a correr, unos huéspedes del albergue se pusieron hasta el culo de hachís y cerveza. Yo había salido a dar un paseo por el campo a caballo. Los capullos, aprovecharon que me había ido para ir a tocar las narices a Inés, que estaba tomando el solo en top-less. Ellos empezaron a molestarla, lanzándole cosas y ella se limitó al principio a pedirles educadamente que dejaran de hacerlo.
Los hombres, no hicieron el mayor caso. Ella se zafó de ellos, dándole un par de hostias bien dadas a uno de ellos y una patada en los huevos a otro, pero eran tres tíos y al final uno de ellos le dio un puñetazo que la derribó. Y los otros consiguieron sujetarla para que un tercero pudiera violarla por el culo. La suerte quiso que yo volviera preocupado por una cojera repentina del animal. Cuando escuché los gritos, me baje del caballo de un salto y me dirigí corriendo hacia donde estaban agarrando una pala que había de camino. Dando un palazo al primero y dejando fuera de combate a los otros dos. La fortuna quiso que no llegaran a penetrar a la pobre Inés.
Les pude detener dejándolos fuera de combate iba a llamar a la policía, pero ella se negó, recuerdo que una vez quise denunciar una violación de una compañera y los mandos sólo corrieron una cortina, mi compañera se suicidó un par de meses más tarde. Quizá condicionado por ello, no le insistí mucho, además he visto tantas niñas destrozadas por violaciones de guerra que por ello, no pensé ni un segundo tomarme la justicia por mi mano.
Inés, simplemente agarró una vara y se lío a darles una paliza descomunal que hizo que alguno perdiera algún diente que otro. Los hombres, estaban jodidos e Inés fuera de sí, cuando ya estaba más calmada, serenamente, me dijo:
- Suéltalos y que se vayan…
- ¿Cómo?, ¿no les vas a denunciar?
- No…, no pienso hacerlo, si no sé ni cómo me llamo, ¿cómo voy a denunciar a este par de miserables?...-protestó mi amiga.
- Bueno, y por qué no has hecho nada por saber quién eres.
- La verdad… estoy muy a gusto contigo, tanto que no he tenido necesidad de saberlo, además he tenido miedo de saberlo, me da miedo saber quién soy, aquí soy feliz, me noto bien conmigo misma no debía gustarme quien era cuando no me angustia saberlo. No sé por qué pero me siento segura, además no me has molestado ni lo más mínimo en lo sexual. Y sé que te gusto, pero eres un buen hombre.
- Ya…un pagafantas en toda regla…me eché a reír, anda mejor será que suelte al par de idiotas estos, con los fustazos que se han llevado en los huevos, seguro que no van a volver a intentarlo. ¿Estás segura de lo que vamos hacer?
- Sí, lo estoy…no quiero saber nada de ellos…-Inés se acercó a los violadores, con la fusta en la mano, ellos pedían clemencia, porque pensaban que les iba a seguir castigando. La cara de estupor y miedo, porque mi compañera había resultado ser un “hard-candy” en toda regla. -Largaos de aquí, no volváis nunca, si paráis por la comisaría os juro que os dejo sin huevos.-Después de eso agarró sus cosas, les quitó la pasta y los soltó dándoles una patada en el culo gritándoles fuera. Ellos salieron de allí corriendo como un alma en pena.
Inés me descolocaba, no sabíamos nada el uno del otro y no sabía si eso era bueno o no. Pero si había algo que me dejó desconcertado, fue ver cómo peleaba, cómo castigó a aquellos desgraciados, la saña con que les pegó. Yo, que había sido militar, sabía a ciencia cierta que eso era por conocimiento, no por sólo por rabia.
Hicimos un pacto tácito de no volver a tratar el tema yo salía al monte a caballo, o a caminar por la playa, mi playa, sin apenas arena, prácticamente desierta, porque no tiene arena casi, sino más bien una lengua de roca caliza blanca que parece que te encuentres en un espectáculo único, pero algo me había trastocado, sólo bajaba al pueblo lo imprescindible. Salía y corría hasta vomitar, para luego terminar tirado sobre una roca como un desecho y en bolas tras darme un baño en el mar. Empezaba a ser algo preocupante, hasta que un día después de mi ritual estaba en pelotas, pude notar como una sombra me quitaba el sol, al abrir los ojos pude ver que era Inés, estaba totalmente desnuda, algo que no era raro en aquella zona tan hippie, todavía tengo esa imagen grabada al fuego, su piel sólo marcada en la zona de la braga, un vello púbico negro y abundante, pero recortado para que pudiera ver con detalle su vagina. Su pelo azabache recogido en una coleta, todo ello rematado por su eterna sonrisa de marfil. Se sentó a mi lado y mirándome seriamente, me dijo:
- Si sigues así te va a dar un infarto, o lo que es peor, te vas a despeñar y si te quedas gilipollas te voy a dejar en un asilo, o mejor me quedo con el cortijo y me follaré a los perro-flautas delante de ti sin que puedas hacer nada.
- ¿A qué te refieres?- repliqué.
- Me refiero a que desde lo del otro día, en vez de hablar de ello, vas a correr hasta vomitar, no bajas al pueblo nada más que para comprar lo básico y te estás volviendo odioso, has echado a cuatro huéspedes desde lo del otro día. ¿Qué te ha pasado?, ¡¡Joder!!...
- ¡No me ha pasado nada!, sigo igual.
- ¡Y una mierda!; eso no es cierto, me acuerdo cuando me lavabas las heridas, lo hacías con tanta delicadeza y cariño que se me erizaban los pezones y me excitaba tanto que tenía que masturbarme cuando te ibas. Te he tirado los tejos, voy en bolas por ahí y tú como si nada, pero sé que no eres gay porque Pepín siempre cuenta vuestras anécdotas de puteros. Y tú me gustas, es la primera vez que un hombre se interesa por mí sin querer algo a cambio. Eres guapo, inteligente, culto, buena persona, ¡Joder si hasta tienes una polla enorme!, ¿No te gusto o eres maricón?...
- No es eso, Inés…es que he visto cosas…la guerra me cambió tanto que por eso me distancié de las personas, me convirtió en un animal...lo del otro día desenterró cosas en mí interior que me juré que antes de volver a vivirlas me pegaría un tiro. -Dije mientras lloraba amargamente y ella me acogía en su regazo acariciándome el pelo.-Hace años, en Afganistán…mi equipo…después de cada bombardeo, la unidad en la que estaba encuadrado, íbamos a patrullar e intentar curar algunas heridas provocadas por los nuestros. Una de esas bombas cayó en un pueblo causando estragos…operamos frenéticamente, estuve despierto más de cuarenta y ocho horas, al final volví en el último convoy que salía de aquella zona. Sólo por terminar de curar a un niño que al final falleció. Nada más entrar en el VAMTAC, estaba tan cansado que me quedé dormido nada más subir, no sabía con quien viajaba. Estaba jodido de no haber podido salvar al niño, pero esta guerra me había vuelto un autómata, un par de años antes hubiese estado sin dormir un mes, ahora no me afectaba lo más mínimo. Siempre me decía lo mismo, por lo menos he intentado algo que de otra manera estaba condenado a morir, así ha tenido alguna opción más. Llevábamos una hora de viaje, cuando nuestro convoy fue atacado, lo peor fue cuando después de repeler el ataque, conseguimos tomar un par de prisioneros. Los black water, lo agarraron estaba sangrando por una herida de bala, lo reconocí como el padre del crío que acaba de intentar salvar, me dio pena así que evité que los mercenarios lo ejecutaran allí mismo, fui al URO a por mi maletín cuando el desgraciado, se inmoló llevándose por delante a cuatro black water. Yo me salvé porque él quiso…de milagro, pero mi pierna se quedó hecha una mierda. Al volver a casa me encuentro con cuatro niñatos gilipollas gritando en contra de la guerra. ¡Sabrán ellos!...Estuve dos años para curarme, podría haberlo hecho antes, pero acabé enganchado a los calmantes, las putas y otros vicios. Eso está mal, pero peor es que me había convertido en un cabrón sin sentimientos, antes podía quedarme sin comer y darle mi ración a un huérfano, incluso llegue a robar comida para dársela a la gente. Cuando volví, llegué a mearme encima de un mendigo, me volví un cínico y una mala persona que sólo encontraba alivio en las drogas, el alcohol y sobre todo en putear a los débiles. Al final, la persona a la que más quiero, mi madre, me exigió entre lágrimas que me fuera de su vista, que su hijo que había muerto en Afganistán. Después de que me echaran a patadas de un puti, amanecí lleno de meados, vómitos y con las mismas, me compré el coche que tengo y me lancé a la aventura con el dinero que tenía y ganas de cambiar de aires. Aquí he encontrado la paz y soy bastante feliz.
- Ten entiendo, el ser humano es malo por naturaleza, lo sé…créeme. Lo del otro día…no fue nada, que tu llegaras sólo significó que terminara antes con ellos. Te garantizo que tenía todo controlado…no me hubiesen violado ese par de fumaos ni en un millón de años.
- Pues no es lo que me pareció…-dije.
- Mira…Manu.-Dijo mientras sus dedos jugaban con mi pelo.-Yo no he tenido una vida fácil. Sí…estoy empezando a recordar, lo del otro día tuvo bastante de culpa. Si no te cuento quien soy es para protegerte…Pero quiero que sepas algo, por primera vez me he encontrado con alguien que no quiere nada de mí, que me ha tratado desinteresadamente. Yo también he visto y he hecho cosas, algunas, mucho peores de lo que puedes imaginar. Gracias a ti, he recuperado algo de mi humanidad.
- No sé qué pensar…
- Manu, en mi otra vida, a estos dos les hubiese cortado la polla y los hubiese atragantado con ellos después de despellejarles con agua hirviendo….no sin que antes les hubiese enculado con una porra eléctrica. Pero no morirían, no, antes verían como los introduzco en una máquina de virutas y sentirían como su cuerpo se convierte en carne picada. Tengo un don para estas cosas…Eso sería antes, ahora, les he dejado marchar con una paliza y punto. Eres una buena influencia…mi vida ha sido dura, no importa lo que hayas visto…yo te gano…
Me incorporé, los dos miramos fijamente, sus ojos negros enormes y preciosos, su nariz perfecta sin ser ni chata ni aguileña, su pelo azabache con reflejos cobrizos, ligeramente ondulado y sus labios gruesos, todo rematado con una tez morena preciosa…-¡Qué hermosa eres!; dije mientras la abracé fuertemente y ella me mordió los labios, para terminar abrazados en la arena unidos en un beso profundo. Estábamos abrazados mientras las olas del mar nos mojaba yo besaba sus areolas mientras ella me agarraba del cabello y mordía el lóbulo de mi oreja. Ella agarró mi polla y la pajeó hasta que le pedí que se quedara quieta, para evitar reventar antes de tiempo.
Yo le besaba, ella me mordía mi labio inferior y mis dedos jugaban con otros labios más abajo, pero sólo tuve que encontrarle el clítoris, para actuara como una especie de reactivo que terminó por transformar la esa chica reservada y preciosa en el demonio que había conocido días atrás. Estaba tan cachonda que no hizo falta más preliminares, la puse sobre mis piernas para mi, para penetrarla de manera animal, para morder sus pezones y así ver sus ojos cerrados y su cara de gozo, estábamos tan calientes que no duró más de dos minutos hasta que nos corrimos de manera escandalosa, inundados por la leche que salía a borbotones de mi rabo castigado durante mucho tiempo a no descargar. Honestamente, os mentiría si os dijera, que me hice un polvo increíble por el que me pasé todos los agujeros posibles, pero no soy mentiroso, además intentad echar un polvo después haber corrido hasta vomitar.
Mis piernas temblaron debido a la cantidad de tensión acumulada y finalmente suelta por mis genitales. Fue tal que hasta la vista se me nubló. Poco a poco nos recuperamos y después de bañarnos en el mar, para lavarnos, estaba tan hambriento que decidimos bajarnos al pueblo a comer algo, aunque no llevara dinero, siempre me fiaba el del bar. Ella se acopló mi camiseta para no provocar ningún escándalo, recordad que había bajado a la playa totalmente desnuda, yo creo que ella buscaba algo más que sol.
Los hombres, me miraban con envidia, las mujeres con curiosidad ya empezaba a venir gente a veranear al pueblo, viejos conocidos y gente por conocer. En el bar de “Cascorro”, estábamos tomando unas cervezas con jamón y un buen caldero que me hizo revivir, estábamos tomando un café después de la comilona y yo diciéndole a Cascorro que tal y como quedábamos le pagaría más tarde. Inés, comenzó a ponerse cariñosa, pidiéndome que nos fuéramos ya…”Cascorro” me despachó con un “tranquilo compadre, lo primero es lo primero”, mientras sonreía pícaramente.
Llegamos a casa y tras desnudarnos apresuradamente, volvimos a follar, como leones, me gustaba que me follara ella, estando encima de mí podía disfrutar de sus tetas y sobar su culo como si fuera un panadero amasando pan. Le comí el coño, ella me chupó los huevos, no intenté sexo anal, pensado en los pobres desgraciaos que había visto días antes. Me dormí como un bebé, descansando como no lo había hecho en años, si esto no era la felicidad, se le debía parecer bastante.
La alegría suele durar muy poco en casa del pobre, me desperté sobresaltado por el ruido de un portazo, cuando me levanté tenía a tres tíos vestidos de negro apuntándome con fusiles de asalto y linternas gritándome que me estuviera quieto y preguntándome por una tal Fernanda. Cogieron algo de ropa, para llevarnos al cuartel de la Guardia Civil y yo sólo preguntaba cual era el motivo de la detención.
Ya una vez en la sala de interrogatorios, yo pensaba que esto era por los fardos de hachís, pero el interés del guardia era sobre una tal Fernanda. Sólo acerté a preguntar:
- ¿Quién es Fernanda?
- ¿Te estás quedando conmigo?, ayer comes con ella y no sabes ni cómo se llama…Dijo mi interrogador de muy mala hostia.
- Inés…vale…si ayer comí con ella, no sabía que se llamaba Fernanda. -Respondí si cabe más aturdido.
- No está bien que un antiguo militar condecorado como tú se ría de un compañero. -Dijo el sargento.-He visto tu historial, condecorado, héroe de guerra…no das el perfil de follador de narco, pero claro…cosas más raras he visto, tus vecinos dicen que eres un tipo raro, pero muy buena gente. La verdad es que me descolocas, así que haz el favor de hacerlo más sencillo y empieza por el principio.
- Yo no sé nada, ni siquiera el motivo por el que estoy aquí…aunque sea por cortesía entre militares debería tener la deferencia de informarme.
- Estás aquí, porque uno de nuestros agentes estaba de vacaciones en el pueblo, ha reconocido a la secretaria del responsable de la mayor red de transporte ilegal del estrecho.
- ¿Inés?...-pregunté aún arriesgarme a que el teniente de la guardia civil me diera un hostión de primera.
- ¿Quién coño es Inés?...-Dijo el Guardia.
- ¡Mira capullo, me importa una mierda que seas un héroe de guerra!, ¡no me toques los cojones que te meto una hostia que te reviento!....¡Estamos!
- Si sargento…ahora escúcheme a mí, yo vivo en ese pueblo desde hace algo más de dos años, Inés vive conmigo desde hace unos meses, no sé quién en realidad, pero sí sé que soy capitán en la reserva del ejército español de tierra, así que teniente baje esos humos no vaya ser que la hostia se la den sus superiores, todavía no sé porque estoy aquí contra mi voluntad. Dígale a su superior que por lo menos tenga la decencia de tratarme con respeto. ¡Estamos!
Mi interrogador, estaba a punto de estallar cuando su superior un Capitán de la guardia civil entrado ya en años y kilos, entró en la sala, tenía pinta de ser un hombre apacible. Con un gesto, hizo que el sargento saliera de allí con un cabreo monumental. Me soltó las esposas y me ofreció un café. -Le ofrecería un cigarro, pero ya sabe…
- Da igual, Teniente, no fumo…dígame, ¿qué hago aquí?
- Esta mañana, a medio día un jefe de la central antidroga de la guardia civil, te ha visto acompañado de Fernanda Sáez Garona. Es la mano derecha de Don Curro, que es quién domina todo el estrecho, su organización no trafica, pero se encarga de dar la logística a todas actividades ilegales que entran a Europa, desde droga, hasta material pirata, con la única excepción del trato de blancas e inmigrantes, todos tenemos un corazoncito. Llevamos más de diez años intento pillar al pájaro, pero es como si fuera un fantasma, nadie sabe nada, nadie lo ha visto a excepción de su secretaria y es esta mujer..porqué no se lo toma con calma y empieza con la historia tranquilamente…
- Por enésima vez, no puedo contarle más, no sé más…
Mi declaración fue de nula ayuda, al cabo de cuarenta y ocho horas me soltaron, con una disculpa por parte del teniente, yo estaba deseando irme a casa. Al salir del cuartel Inés me estaba esperando en la puerta, con cara de pocos amigos, aunque imagino que era algo parecida a la mía. El coche, nos dejó en mi casa. Estaba toda revuelta y hecha una mierda, así que nos pusimos a arreglar y limpiar. Al terminar, cenamos algo y me dormí, no sin antes decirle a Inés…
- Mañana, coge tus cosas y te vas…
Inés no dijo nada más…mi novia, se había ido volvía a ser un desharrapado de la vida, el tiempo pasa más o menos rápido en función de cómo te mantengas ocupado. Este último año, me dediqué a ejercer la medicina con los pobres ancianos del pueblo de manera gratuita, los recortes han cerrado el consultorio. Al cabo de unos meses, volvieron a abrirlo después de reconsiderarlo, pero la gente ya sabe a quién acudir en una urgencia.
Habían pasado un par de años y alguna perro-flauta por mi cama, lo único que me mantenía unido al mundo eran esas pequeñas urgencias médicas. De hecho, alguna nieta de mis pacientes había caído de vez en cuando, pero no me agradaba mucho, un polvo y gracias. Me había vuelto un ser rutinario y gris, entre mis rutinas había incluido una que no sabría explicar el motivo. Muchos días bajaba a mi playa y me quedaba mirando el mar durante horas. Mi mente se quedaba en blanco, el sonido de las olas era como un mantra para mí y así me quedaba durante horas si estaba solo. Una tarde, escuche…-Perdone, ¿Cuál es la finalidad de estar así durante horas?.-Me volví rápidamente y allí me encontré una aparición.
Vestida con un vestido vaporoso en color blanco, su pelo moreno y unas gafas de sol que tapaban sus ojos preciosos. Pero su sonrisa la delataba, era ella…con gesto extrañado le contesté:
- Hola….Ine...esto… ¿era Fernanda? ¿Qué haces aquí?, ¿no te dije que te largaras?
- Hola, yo también me alegro de verte…y me duele ver en que se ha convertido el único hombre que he respetado y amado.
- ¡Eso no es cierto!;…. ¡tú nunca has amado a nadie!, ahora por favor vete…me quitas el sol.-Le espeté.
- Manu, te lo puedo explicar…sólo te pido eso, luego si no te convence, te dejo solo para siempre, pero sólo eso.
- Quítate de en medio…-le dije mientras le empujaba y subía corriendo hasta mi casa.
- No quiero…
- Quítate o no respondo…
- O ¿qué?, ¿vas a mansear como siempre?
Cabreado como estaba, la agarré de un brazo dándole la vuelta, ella intentaba zafarse, pero yo era mucho más fuerte y grande que ella. Con suerte, pude quitarme el cinturón que llevaba para poder atarla de manos, con un tirón brusco la lancé contra el suelo, ella soportó estoicamente, me bajé los pantalones y con ella indefensa en el suelo, le metí la polla de un solo golpe, mientras le gritaba al oído, “puta, más que puta”. Ella quería zafarse de mí, pero no podía debido a mi peso. Mi polla no tardó en correrse dentro de ella. A la pobre se le había corrido el maquillaje de puro dolor, no esperaba mi reacción. Pero yo seguía lleno de ira y rencor…además de que no me había bajado la erección, aproveché su momento de indefensión para darle la vuelta y echarle un escupitajo en el ojete, fue cuando reaccionó intentándose zafarse de mí nuevamente, pero mi peso, fuerza y amarre, consiguió hacer el resto. Con los restos de esperma en mi polla y un poco de saliva tuve un lubricante aceptable, me costó trabajo que tuviera el culo abierto, pero al final fue cediendo en la pelea que tenía perdida de antemano. Esta vez aguanté bastante más, ella no le quedo otra que relajarse para que sufriera lo menos posible, cuando termine, su zona íntima era una mezcla asquerosa de saliva, esperma y sangre…al desatarla, le dije:
- Estamos en paz…ahora vete.
- Todavía no, déjame al menos deja que me lave y me cure las heridas…por favor.-Me dijo entre lágrimas y mocos.
- Está bien…te aseas y te vas para siempre.
Subimos a casa, le dejé pasar a mi ducha para que se aseara, ella me llamó para que le acercara algo de jabón, cuando me agaché para cogerlo del armario, algo estalló en mi cabeza. Cuando desperté, estaba atado y amordazado en una silla. Ella, ella estaba enfrente de mí, se había puesto un poco de ropa mía y tenía una mirada que me recordaba a la Inés del enfrentamiento con los perro-flautas violadores.
- ¿Estás ya más tranquilo?...necesito que lo estés para que pueda hablar contigo, sé que no lo normal, pero tu reacción de hace un rato, tampoco ha sido muy normal que digamos. Ahora voy a quitarte la mordaza de la boca para que podamos hablar sin que rompas el culo. Además, eres un buen hombre, esta te la perdono…ahora debes elegir. Lo que te dijo el guardia civil es una verdad a medias, si es cierto que me dedico al transporte ilegal. Pero no es cierto que trabaje para D. Curro…..yo soy D. Curro.
- No sé por qué no me extraña, aunque ya tenía mis sospechas cuando te vi putear a aquellos dos, pero honestamente, pensé que sólo eras una putita de un narco. Lo otro no me lo creo, Don Curro lleva más de cuarenta años dedicándose a esto y tú no tienes más de cuarenta-respondí con ganas de joderle más.
- No es tan fácil la historia….¿Has visto La princesa prometida?
- ¿La película?...pregunté extrañado
- Sí…¿Te acuerdas de la historia del pirata Roberts?, pues eso es Don Curro, un pirata Roberts, lo que nadie sabe es que tras la identidad de Curro…se encuentra una mujer, por eso nadie lo ha visto.
- Lista eres un rato y con imaginación, esa historia es la más rara del mundo, es como…no sé…¿el ratoncito Pérez?, o mejor…la del Mazinguer Z.-Dije riéndome como un loco.
- No creo que estés en condiciones de reírte de mí, te he atado y si estás vivo es porque yo quiero. ¿O piensas que he dejado encular así como así?, por cierto follas mejor cuando estás tranquilo, aguantas más. Jajajaja. He preparado algo de comer, si me dejas comemos algo mientras te cuento la historia.
- Sólo si me sueltas, prometo portarme bien...Dije yo.
- Si lo prometes…, te romperé los huevos si te portas mal…te lo juro.- Aseveró con una mirada más fría que el abrazo de una suegra, al tiempo que me soltaba.
Nos sentamos a comer algo y ella comenzó con su historia. Hace cuarenta años una mujer de 30 años se quedó viuda y con una niña pequeña de pocos años. Como algo normal en aquella época su marido se dedicaba a hacer chapucillas, todo en economía sumergida, por lo que se quedó sin nada al morir este, ni siquiera una pensión. Con la crisis del petróleo, un paro de aúpa, tanto su marido como su padre habían sido marinos y ella conocía el oficio además conocía el estrecho mejor que nadie, pero en la España profunda de los setenta no había lugar para mujeres en un barco, por lo que sólo le quedó la posibilidad de meterse a puta o bien limpiar escaleras.
La protagonista de la historia se colocó a limpiar en un hotel de la costa en verano y durante el invierno hacía de todo un poco, cosía redes, vendía tabaco de contrabando, hacía de todo. Un día su proveedor de tabaco, le dijo que no podía servirle porque había tenido que tirar el fardo por la borda y que no podía venderle nada. Nuestra heroína se fue a casa con el runrún en la cabeza pensando en la mejor manera de conseguir más dinero, porque le iban a cortar la luz por falta de pago y no quería tener que dar a su niña en adopción. Ella sabía que los que le transportaban el tabaco al contrabandista habían tirado la carga al mar, pero sabía que siempre llevaban la misma ruta, por lo que conociendo un poco la mar sabía dónde iría a caer la carga, con suerte si estaba bien precintada, lo mismo la conseguía.
Habló con su tío y le pidió la barca, este accedió nada extrañado por que era algo normal que la mujer saliera al mar. Ella salió decidida, al mar tras unas horas de búsqueda iba a tirar la toalla cuando se chocó con algo, era el fardo de tabaco. Con dificultad, lo sacó del agua y lo secó al sol. Al caer la noche, la llevó a la playa y fue a casa del contrabandista, allí le preguntó que cuando dinero le daba por recuperar su carga, este se rió y dijo que un 10% del valor de esta. Ella contenta le acompañó hasta el fardo, después de que le dieran su dinero, con lo que cogió pudo pagar los recibos de la luz y comprar unos zapatos a su hija. Esa noche se dio cuenta que nadie hacía bien su trabajo en el tema del contrabando, porque sólo eran pescadores que de vez en cuando cargaba un fardo y lo llevaba. Pero no quería exponerse, para que el contrabandista no le robara le dijo que le había enviado “El Curro”, el otro para hacerse el importante, dijo que le conocía, así que pensó que sería más fácil quedarse como “El Curro” que exponerse a sí misma.
Al día siguiente, después de pensarlo durante la noche, se fue a ver al contrabandista y le ofreció los servicios del Curro, este le dijo que sería la tarifa estándar y que para contactar con él sería más rápido mediante ella, puesto que no quería que los relacionaran. El cliente estuvo de acuerdo. Fue el primer paso, primero tabaco, luego la droga, objetos de arte, personas, etc…En menos de un año, nuestra protagonista había comprado un par de lanchas, una la llevaba ella y la otra su tío que ha sido el único hombre que sabía su secreto y que se lo llevó a la tumba con él.
Ella sólo trabajaba con esas mujeres que son silenciosas testigos de todo, mujeres abnegadas, muchas de ellas pobres como ella y que conocían el mar tan bien como ella o bien que podían pasar bolas de hachís cruzando el estrecho. Pero ella no era ambiciosa, no quería el tráfico de droga, quería ganar dinero, ser rica, sí pero pasar inadvertida, cuando cumplió los cuarenta años decidió retirarse a cuidar de su hija ya adolescente y cedió su mandato a otra compañera, esta era unos diez años más joven pero reunía las mismas características que ella. Esta incorporó las avionetas que cruzaban el estrecho, esta vez con droga. Al igual que la fundadora se retiro para poder criar y ser madre con cuarenta años y así hemos ido pasando el puesto, normalmente con cuarenta años, siempre a mujeres con el mismo perfil y manteniendo el mito de Don Curro. Así estamos a salvo, de hecho mío ha sido la vez que más cerca ha estado de detenernos. Terminó la historia y entonces me dijo:
- Mi trabajo como Don Curro, ha terminado, ya he traspasado a otra el papel de jefa y he venido para quedarme. Ya he dejado las cosas atadas y no tengo más que irme con el dinero que he ganado. Soy libre de hacer lo que dé la gana y si tú quieres, me gustaría vivir contigo para siempre…¿Qué me dices?
- Como deseéis……
FIN.
DOC.