Dominic, La Rencarnación de Aiperos -1-

Un jóven marginado social, descubre ser la reencarnación de un Demonio Sexual Antiguo, con poderes de control mental y cambio de forma que aprovechará para dar rienda suelta a sus más bajos instintos y satisfacer sus más asquerosas fantasías.

Corría el año 2009, yo con 25 años de vida era un ser patético en lo que a una vida social normal se refiere. Académicamente, en mis estudios era una especie de genio, siempre fue así desde muy pequeño; sin embargo, nunca tuve ese carisma ni esa autoestima normal que cualquier persona desarrolla en el transcurso de su vida.

Con las mujeres era todo un fracaso; yo, siempre retraído, tímido. Aún a mis 25 años no había tenido una novia ni mucho menos un encuentro sexual.  De joven, como todo adolescente siempre “caliente”, no perdía oportunidad para fantasear con alguna de mis compañeras de clase, o mejor dicho, fantaseaba con todas.

Siempre estaba pendiente de algún descuido de mis compañeras, para poder ver sus calzoncitos, o su sostén, o incluso en alguna ocasión un pezón escurridizo escapándose por la abertura de un escote amplio y un sostén holgado. Todas estas imágenes las guardaba en mi mente, para luego utilizarlas de inspiración para pajearme.

Esto, en una época no me incomodaba; sin embargo, volviendo al año mencionado en un principio; esto ya no satisfacía mis instintos, que cada vez eran más bajos.  Y es que no se porque mi mente parecía la de todo un degenerado, siempre pensando en sexo, todo tipo de sexo, con mujeres mayores, con jovencitas, con niñas… En mi mente imagina escenas de chicas teniendo sexo con perros, caballos, imágenes de orgías y fantasías sobre el control del tiempo e invisibilidad, siempre con fines de calmar mis lujuriosos deseos.

Ya en la universidad, las protagonistas de mis fantasías pasaron a ser mis compañeras de curso o de cualquier curso o carrera, ya mayores, más crecidas y muchas de ellas sin el pudor típico de las colegialas. La mejor parte de mi día era poder ver a esas linduras con unas minifaldas o unas tanguitas asomarse por el borde del pantalón.

Pero todo esto era una mera fantasía, no importaba cuánto me esforzara, qué técnica usara, simplemente no podía conseguir a una chica para mi. Quizá era yo, quizá no estaba en mi destino encontrar a alguien,  quizá mi mente tan enferma era demasiado corrompida para que alguien se fijara en mi.

Estas y muchas otras ideas pasaban por mi mente, tratando constantemente de encontrar una razón, y por ende una solución a mis frustraciones sexuales. Cierta noche, estaba como siempre mirando un canal porno y practicando una sesión masturbatoria (como cada noche),  cuando a punto de llegar al orgasmo, cerré los ojos imaginando en esa ocasión a una mujer que había visto en la tarde, usando unos leggins negros, los cuales dejaban transparentar el calzoncito negro de decorados blancos que llevaba. Y fue esa la situación imaginaria en la que mi corrida real fue a parar.

No obstante en esta ocasión al disparar mi segundo chorro de semen sobre una toalla pude escuchar claramente una voz diciendo: “Qué patético!!”. De inmediato me cubrí, pensando que alguien en casa me hubiera visto, pero luego reaccioné; no había nadie en casa y no habría nadie durante 2 días más.  Además, la voz vino muy claramente de mi cabeza, de adentro de mi cabeza. ¿Sería mi imaginación? ¿Acaso mi me había vuelto loco? ¿Será que mis años de pajearme imaginando un sinfín de situaciones, había acabo con la cordura que tenía?

Los días pasaron, y esa voz en mi cabeza iba cada vez aumentando, siempre reclamando, siempre en contra de que mi timidez, siempre en contra de mi forma de ser retraída. Al parecer la voz en mi cabeza protestaba cada vez que me portaba de forma tímida, o cada vez que dejaba pasar la oportunidad de hablar con alguna chica, o de tan siquiera saludarla.

Mis nervios estaban de punta, no podía comentar esto con nadie. Nadie me creería, o me creerían loco. Quizá así era. Un mes luego de esa primera ocasión en que La Voz me habló, yo me encontraba en una farmacia, tratando de comprar algo que me permitiese dormir; y recuerdo que una preciosa niña de unos 16 años entró al local y se paró a la par mía. Se veía preciosa, morena, pelo negro, un precioso par de piernas que se dejaban ver por la mini falda holgada azul que llevaba. Mi imaginación no se hizo esperar, traté de adivinar el color de la tanguita que llevaría puesta, me imaginé su preciosa boquita alrededor de mi verga, la imaginé chupando, lamiendo, imaginé como sería separar sus grandes nalgas y penetrarla desde atrás. El colmo fue cuando la chica botó algo que traía en su mano, y al agacharse a recogerlo lo hizo sin doblar las rodillas, la falda se levantó y dejó ver el comienzo de sus nalgas, uff, mi verga estaba a punto de estallar, imaginé lo que sería poder sodomizar ese precioso culito.

Lo imaginé, pero como siempre, no me atreví ni siquiera a saludarla. Esta situación al parecer enfureció “La Voz”, empezó a gritar en mi cabeza una serie de incoherencias en un lenguaje que no entendía, un lenguaje que nunca había oído. Yo tapaba mis oídos, parecía un demente, quería que se callara, salí corriendo y terminé en un callejón cercano, tirado, en posición fetal. Desesperado, grité ¡¿Quién eres?!! Y con esa pregunta La Voz se detuvo, los gritos cesaron; y luego pronunció una palabra, su Nombre: Aiperos.

Esa noche, luego de calmarme un poco, investigué en internet sobre este personaje Aiperos. Lo que encontré me impactó mucho: “Aiperos, uno de los grandes demonios incubos, comandante de 36 legiones. Se alimenta de la energía sexual de las mujeres. Capaz de doblegar la voluntad de las mujeres a través de pensamientos eróticos, y del control de su pensamiento y sueños. Puede tomar cualquier forma humana o animal. Causante del dominio y caída de los 7 grandes imperios de occidente. Es representado por un león”.

No lo podía creer, ¿Cómo era que un demonio antiguo podía estar hablándome?

No lo podía creer, ¿Será que mi mente tan grotesca lo había atraído?

No lo podía creer.

Pasé horas tratando de asimilar la situación. Al final, sus intenciones no podían ser malas para conmigo, o ya hubiera actuado para lastimarme. Pensé en hablar con El. Si ya había contestado mi pregunta acerca de su nombre, podría contestarme más cosas. Así que cerré mis ojos, en un estado casi autohiptónico comencé a concentrarme, y a llamarlo por su nombre. Sin respuesta al principio, comencé a creer que me veía realmente estúpido tratando de hablar con un demonio sexual. Pero traté de concentrarme más:

-Aiperos, estás ahí?

(silencio)

-Aiperos, soy Dominic, contéstame

(más silencio)

-Escúchame bien maldito demonio, si estás dentro de mi cabeza, aparece de una vez, y contéstame. ¿Estás ahí?

-SI

La sorpresa fue grande. El demonio me respondió. No iba a perder la oportunidad de salir de muchas dudas.

-¿Qué haces en mi cabeza, qué haces dentro de mi?

-YO NO ESTOY DENTRO DE TI. YO SOY TU. TU ERES LA RENCARNACIÓN DE MI SER.

-¿La rencarnación? Creí que los demonios son inmortales

-YO SOY INMORTAL. LA INMORTALIDAD DE UN DEMONIO RADICA EN LA RENCARNACIÓN CONSTANTE EN UN CUERPO MORTAL. ASÍ HEMOS SOBREVIVIDO DESDE EL PRINCIPIO DE LOS TIEMPOS.

-¿Qué quieres de mi? ¿Por qué me hablas hasta ahora?

-NOSOTROS NO PODEMOS DECIDIR EN QUIEN RENCARNAMOS. SOLO RENCARNAMOS. PERO YO, EL MÁS GRANDE DE LOS DEMONIOS ANTIGUOS, VINE A RENCARNAR EN UN MISERABLE, TRISTE Y PATÉTICO SER HUMANO. INCAPAZ DE TOMAR POR SU PROPIA MANO, AQUELLO QUE DESEA.

El demonio tenía razón, siempre fue una persona socialmente patética. Él lo sabía.

-¿Y qué esperas de mi? Siempre he sido así, desde que nací.

-ESPERO QUE TE CONVIERTAS EN MI. ESPERO QUE DESPIERTES. ESPERO QUE DESATES MI PODER. QUE DESATES TU PODER.

-¿Mi poder, de que hablas?

-AUN NO LO ENTIENDES TRISTE HUMANO. YO SOY TU. TU ERES YO. SIGNIFICA QUE TIENES TODOS MIS PODERES. PODERES ILIMITADOS SOBRE LAS MUJERES. Y AÚN ASÍ LOS DESPERDICIAS DÍA A DÍA.

-¿Te refieres a los poderes de control y cambio de forma?

(Silencio)

Entendí la indirecta. Y no quise seguir cuestionando a este ser. O quizá sería, cuestionándome a mi mismo. Después de todo, si yo era la rencarnación de este ser, él era yo.

Agité la cabeza, y me sonreí. Tratando de auto-convencerme de que todo eso había sido un sueño o solo producto de mi imaginación. Me puse a hacer mis quehaceres diarios. Tratando (aunque sin conseguirlo) de olvidarme de este ridículo asunto.

Pasaron los días y mi “otro yo” no se había presentado ni me había hablado. Sin embargo, en mi cabeza seguía rodando la conversación que tuve con esa extraña entidad.

Días después, me encontraba en camino a casa de una compañera de universidad. Nos disponíamos a hacer un trabajo. Cuando llegué, toqué el timbre, y salió a abrirme Evelyn. Iba vestida con ropa de casa, un short de lona azul, una blusa de tirantes con líneas de colores horizontales, el pelo negro recogido con un cancho del mismo color y unas cómodas sandalias.

Me saludó, nos sentamos en la mesa del comedor, me ofreció algo de beber; lo cual rechacé (como siempre mi actitud). Estábamos revisando la información, aunque yo estaba algo distraído, la conversación con mi “residente interno” me traía así, siempre pensando en eso, no podía concentrarme.

“¿Sus poderes?” Según había investigado este ente tenía el poder de controlar a las mujeres, de cambiar de forma en otra persona, o incluso convertirse en animal. En esos pensamientos estaba cuando voltee a ver a mi compañera, ella estaba inclinada sobre la mesa tomando unas notas, y me di cuanta que el tirante de su blusa había resbalado cayendo de su hombro, dejando a la vista el tirante beige de su sostén. Me paré disimuladamente  como a arreglar unos folletos, pude ver por el escote que se formaba de su blusa, la copa derecha de su sostén, era de encaje. Ella volteo a verme pero no se dio cuenta de lo que hacía, o no le importó.

En ese momento volví a pensar lo que Aiperos me había dicho sobre sus poderes, y realmente quise que fuera verdad. Me puse a pensar, a fantasear; imaginé a Evelyn acariciándose la pierna que tenia cruzada. Mi gran sorpresa fue cuando ella lo hizo ¡! Fue un roce suave. Incluso pensé que había sido una coincidencia, pero vi con atención la cara de extrañeza que había hecho, como preguntándose por qué había hecho eso.

Me puse muy nervioso. ¿Sería verdad lo de mis poderes? ¿Realmente podía controlar la mente de las personas? Decidí intentar algo más, algo que definitivamente probaría ese singular echo, o lo echaría al olvido. Me concentré, e imaginé a mi compañera quitándose el sostén por debajo de la blusa. Eso es algo que ella no haría nunca en mi presencia.

Mi corazón se aceleró cuando vi que Evelyn lleva sus manos a su espalda en un gesto inequívoco de desabrochar su sostén. Sus ojos reflejaban una gran sorpresa, estaban abiertos como platos. Luego de desabrocharse bajo sus tirantes y pasó sus brazos entre ellos, luego metió su mano debajo de su blusa para terminar de sacar su prenda.

Entonces lo volví a escuchar: “POR FIN” dijo Aiperos, y entonces acepté la verdad, yo era la rencarnación del demonio Aiperos.

No tuve tiempo de pensar más en esto. Las disculpas de Evelyn me sacaron de mis pensamientos:

-ay perdón ¡! Que pena ¡! Perdóneme no sé que me pasó.

-No se preocupe. Dije yo casi tartamudeando.

Comencé a deducir, que podía controlar la voluntad de las personas pero no sabía si podía hacer que olvidaran todo después. En ese momento poco me importaba. No podía desaprovechar esa oportunidad.

En contra de todos mis instintos, de toda posible moralidad que me frenara, decidí seguir con eso. En tono de broma le dije en vos alta:

-Si tiene tanto calor, quítese todo lo demás.

Evelyn me sonrío sin mucho ánimo, pero su sonrisa se transformó rápidamente en una expresión de terror, cuando en contra de su propia voluntad, se puso de pie, y dirigió sus manos al broche delantero de su short.

-¿Qué me pasa? ¡!!!!!!!!!!!! Gritó asustada

Su respiración se aceleraba paralelamente a mis latidos cardíacos. Estaba aterrada, yo estaba excitado.

Desbrochó su short y lo bajo hasta sus tobillos. Pude apreciar un delicioso calzoncito blanco, con encaje en las orillas.

-No, por favor, Dios ¡!!! ¿Qué pasa? Su expresión facial delataba una gran incredulidad y porque no decirlo, un gran terror.

Luego de quitarse el short procedió a quitarse la blusa de tirantes, la tomo de la orilla con las manos cruzadas y en un rápido movimiento por sobre su cabeza extrajo la prenda. En ese momento pude apreciar un par de pechos pequeños, puntiagudos, coronados por un pezón café oscuro enmarcado por una areola del mismo color.

Luego tomó su calzoncito por el elástico de la orilla. Dispuesta a bajarlo

-No por favor, eso no, no quiero. Decía ella en una muestra clara de súplica, aunque no supiera a quién o a qué le suplicaba.

Bájalo . Pensé.

Y ella obedeció. Bajó su calzón hasta sus tobillos de idéntica forma que su short que ahora estaba tirado a un lado.

Evelyn lloraba, mientras yo apreciaba y me perdía en esa pequeña mata de pelo que tenia entre sus piernas.

Pude apreciar perfectamente y muy de carca el cuerpo desnudo de mi compañera. Ahí estaba ella, morena, delgada, pechos pequeños, no una modelo, para nada comparable con las preciosuras de modelos que en internet servían como inspiración para mi. Pero aunque Evelyn no era una modelo, en ese preciso momento, yo estaba más excitado que en cualquier momento en mi vida.

De inmediato Evelyn hizo el intento de salir corriendo, después de todo, yo solo le había dicho que se quitara todo, no que se quedase.

Pero ella no logró dar más de dos o tres pasó, cuando con una tajante palabra que salió de mi boca se detuvo en seco:

-Alto ¡!! Le grité.

Y de inmediato ella quedó inmóvil. De espaldas a mi, en posición de correr. Pude ver entonces sus nalgas, pequeñas, algo chatas. Me paré y fui hacia ella. Caminé a su alrededor y cuando pasé frente a ella pude ver el horror que sentía, reflejado en sus ojos. En ese momento creo que ella comprendió; era yo quien la había obligado a hacer eso, a desnudarse en contra de su voluntad.

-Por favor, por favor, ¿Qué me hace?

La vi a los ojos, esos ojos negros ahora inundados por las lágrimas. Y entonces me sentí mal, quise pararlo todo; pero en ese momento El me habló:

-NI SIQUIERA LO PIENSES. HAZLO. HAZLO.

Yo me debatía entre mis instintos y la moralidad propia que la sociedad dicta. Pero al final, mis instintos ganaron.

-Quítame la ropa. Le ordené.

Y nuevamente Evelyn obedeció. Se acercó a mí, y comenzó a sacar mi camisa de adentro de mi pantalón. Luego la tomó de las orillas y tiró hacia arriba para terminar de quitármela. Luego, se arrodilló ante mi y tomo con sus manos mi cinturón y lo desabrochó.

-Los zapatos

-No, por favor, pare. ¿Qué es esto, por qué lo hace?

-Silencio!!!!!

Y ella me quitó los zapatos. Luego regresó al pantalón, y lo bajo y sacó. Yo quedé únicamente con mi bóxer azul, el cual dejaba remarcada la increíble erección que tenía.

-Continúa.

Evelyn volteó la cara y tomó mi bóxer por la orilla, y lo bajó de igual forma. Mi verga salto en ese precioso instante quedando a la altura de su rostro. Con la cara volteada hacia un lado, hizo el ademán de levantarse, pero claro yo no iba a dejar que eso acabara.

-Quédate donde estás. Voltea!

Y ella lo hizo, pudo ver mi verga de frente a ella. No muy grande, pero increíblemente dura en ese momento; con su cabeza roja manando líquido pre seminal.

-Ahora quiero que lo chupes.

-¡Noooooo! Por favor, por favor no lo haga, se lo suplico.

-Silencio y comienza a chupar.

Con lágrimas en los ojos Evelyn abrió su boca de labios pequeños e introdujo mi verga.

¡Dios! ¡Qué sensación!

Yo nunca había tenido ni siquiera una novia y ahora esta chica estaba ahí, desnuda, hincada frente a mí, chupándomela.

Lo hacia torpemente, y con poco entusiasmo. Le daban constantes arcadas. Fue entonces que imaginé que era la primera vez que chupaba una verga.

-Más rápido y usa más la lengua dije.

Y así lo hizo, mi verga se perdía dentro de esa boquita deliciosa.

-Mmmmm mmmm mm

Era todo lo que se escuchaba salir de la boca de Evelyn, aunque seguramente eran protestas.

Yo por mi parte estaba extasiado. Nunca imaginé que una mamada fuera tan deliciosa, aun viniendo de una inexperta boquita como la de ella.

-Ahora chúpame los huevos mientras me pajeas con la mano.

Y así lo hizo. Sacó mi verga de su boca mientras tocía para para expulsar el exceso de saliva. Y de inmediato se metió mis huevos a su boca y mientras que con su mano me pajeaba lentamente.

-Oh si que rico. Uhhhh. Sigue así, sigue. Si.

Ella solamente lloraba.

Comencé a sentir esa presión interna que sentía cuando estaba a punto de acabar.  Entonces le dije:

-Detente. Pon las manos en la espalda.  Ella obedeció.

Entonces tomé su cara con ambas manos, una a la altura de la mejía y otra en la parte de atrás de su cabeza. Y comencé un mete-saca fuerte en su boca, le metía  mi verga hasta el fondo, la punta llegaba a la entrada de su garganta, ahogándola y produciéndole arcas. Poco me importaba. Me la estaba cogiendo por la boca y no iba a parar hasta terminar.

Yo seguí con la cogida bucal hasta que ya no pude más. Presioné su cabeza contra mi cuerpo, su nariz tocaba los pelos de mi cuerpo y mi verga estaba enterrada hasta lo más profundo de su boca. Y fue así la mantuve mientras echaba 3 fuertes descargas de mi venida en su garganta.

-¡Ohhhhhhh Siiiiiiiiiiiiiii!

-¡SIIIIIIII! Gritó también mi demonio interno.

Y así nos quedamos. Ella arrodillada con las manos en las espalda, y yo de pie con mi verga en su boca. Poco a poco fue perdiendo su dureza, hasta que quedó flácida.

La saqué y ella empezó a toser y hacer ademanes de vomitar.

-¿Cómo pudo? Me dijo. Llorando aún en la posición en que yo le había ordenado.

Me quedé sin palabras en ese momento.

Cuando estaba a punto de hablar, oí el ruido del motor eléctrico de la puerta de su casa, era alguien de su familia que había regresado. En ese momento, por temor quizá, me puse nervioso, le ordene que recogiera su ropa y se fuera a vestir al cuarto. Ella lo hizo rápidamente, mientras yo tomaba la mía e iba al baño a vestirme.

Al salir, ella todavía estaba en su cuarto, supongo que desconsolada. Yo saludé a su papá que había llegado y me despedí de él. El me despidió. En ese momento quise probar mi poder sobre él. Le ordene mentalmente algo sencillo, que se rascara la cabeza. Pero no ocurrió.

No quise ponerme a experimentar en ese momento. Salí de ahí casi corriendo. Y ya a varias calles de distancia, me puse a pensar en lo que había pasado, pero a diferencia de lo que hubiera creído, no me sentía mal conmigo mismo, no me arrepentía de lo que había echo, y estaba seguro que no sería la última vez.