Dóminic, la reencarnación de Aiperos -4-
Dóminic despierta de su siesta antojando una mamada, y usará a la sirvienta de la casa para saciar sus apetitos.
Desperté dos horas después. Las cogidas que le había dado a la esposa de mi jefe me habían dejado agotado. Me senté en la cama y me di cuenta que me sentía genial; descansado, renovado, con energía. Era como si mi demonio interno se alimentara de sexo, y mientras más le daba, más fuerte se volvía.
Decidí que se me antojaba una mamada. Pensé en salir a la calle y hacer que alguna chica al azar me la mamara. Pero de pronto recordé a la chica que hace la limpieza para mi jefe. Mentalmente llamé a la sirvienta de la casa. Al parecer el poder de Aiperos se estaba fortaleciendo, permitiendo un mayor radio de alcance. La puerta se abrió y entró la sirvienta. La chiquilla iba vestida muy humildemente, con falda celeste al vuelo hasta arriba de las rodillas y una blusa de tirantes blanca, seguramente de segunda mano.
Al entrar se quedó confundida, en primer lugar creo que verme a mí deduciblemente desnudo bajo las sábanas la había sorprendido. En segundo lugar, imagino que no supo ni por qué fue a la habitación.
-Perdón, yo... ammm... se me olvidó a qué venía -dijo mientras hacía el ademán de darse media vuelta y salir.
-Descuida -le dije, mientras mentalmente le ordenaba: Híncate entre mis piernas.
La chiquilla se movió tímidamente, sin saber muy bien porqué lo hacía. Yo me senté en el borde de la cama y la niña se arrodilló delante de mí.
Quiero que me hagas una mamada.
Con cara de miedo la chica me quitó la sábana, que hasta entonces cubría mi cadera, revelando mi pene en estado flácido.
- ¿Qué haces?, ¿qué te pasa? -dije fingiendo que no sabía nada, pero sin hacer ningún intento por detenerla.
No respondió. Tomo mi pene con su mano y lo introdujo muy delicadamente en su boca. Intentando resistirse a mis órdenes. Intentando retrasar lo que iba a pasar. Lo metió en su boca, lo apresó con sus labios y comenzó a chupar. Como una chica que chupa una paleta de caramelo, comenzó a engullir lentamente.
Mi pene reaccionó a las atenciones de la chica. Poco a poco se fue endureciendo en su boca, mientras ella continuaba chupando. Su cabeza dibuja un sube y baja lento, mientras su lengua regaba su saliva por toda la extensión de mi miembro.
-Mmmm. -Gemí de gusto. Puse mi mano derecha en su cabeza y acompañé el sube y baja.
-Sí, eso es. Chúpala. Suave, cómete toda mi verga. -No es que la chica fuera una excelente mamadora, pero me encantaba la idea de seguir el juego.
La chica siguió chupando mi miembro durante unos diez minutos. Se notaba claramente las lágrimas brotando de sus ojos. Desconozco si eran lágrimas de dolor e impotencia, o simplemente las provocadas por estarse tragando mi verga durante tanto tiempo sin parar.
Hasta el fondo . -Ordené.
La sirvienta introdujo mi pene hasta que mis huevos tocaron su barbilla. Mi verga ya estaba erecta en todo su esplendor. La cálida sensación de sus labios masajeándola, lubricada por la saliva de la chica me había provocado una imponente erección.
Los huevos, lámelos . -le ordene mentalmente.
Entonces la chica sacó mi verga de su boca y comenzó a pajearla con su mano mientras su boca buscaba mis testículos. Los lamía con su lengua, poniendo una clara expresión de asco y desconcierto. Se notaba que no tenía práctica, pero seguramente no era la primera mamada que hacía.
-Nooo, ya no quiero!! -dijo mientras seguía lamiendo mis huevos, pasando del izquierdo al derecho.
-Si quieres, puedes detenerte -le dije a viva voz, sabiendo que no podía detenerse a causa de mis órdenes mentales.
Me encantó verla así, diciendo que no, pero sin poder detenerse.
Métete mis huevos en la boca . Ordene de forma mental. La niña los tomó con su mano libre, los junto y comenzó a meterlos en su boca. Abrió su mandíbula lo más que pudo y engulló mis huevos, bañándolos en su tibia saliva. Se sintió tan bien. Sentir mis dos bolas adentro de esa tierna boquita. Los sonidos de succión que se producían, la saliva escurriendo de su boca, empapando mis bolas y cayendo al suelo. La imagen era exquisita.
El trabajo manual que me hacía, y su lengua jugando con mis bolas estaban logrando que acabara. No duraría mucho, eso lo podía sentir, pero quería hacer algo más antes de descargarme en ella. La separé de mis huevos y me coloqué de rodillas sobre la cama.
Quiero que abras mis nalgas, y que lamas mi ano.
La chica se puso pálida. Nada era su tez morena quemada por el sol, con el color que había tomado al oír en su cerebro mi orden. Se resistió, pero no logró evitarlo. Separó mis glúteos y acercó su tierna boca a mi ano. Comenzó a jugar con su lengua. La humedad se boca se transfería a mi ano por medio de su lengua.
Era obvio que a ella le desagradaba el acto, pero a mí me estaba encantando la sensación. La lengua de la niña recorría vivazmente la entrada de mi recto; jugaba con él, intentaba introducirla, empapaba todo de saliva para luego sorberla nuevamente. Giré mi torso y con mi mano izquierda apreté la cabeza de la chica para que no se separa de mí.
Esa joven chica seguía lamiendo mi ano. De pronto, pasó su mano derecha por entre mis piernas, sujetó mi verga al frente y siguió haciéndome una paja. Apretaba fuerte mi pene mientras movía vigorosamente su mano. Arriba y abajo, la chica acariciaba frenéticamente mi verga.
La visión era dantesca para mí. La chica lamiendo mi culo mi entras me hacía una paja bestial.
Sentía que estaba a punto de acabar. Me giré y me bajé de la cama. De pie en el suelo, mientras ella seguía de rodillas, tomé su cabeza con ambas manos y metí mi verga hasta el fondo de su garganta. Comencé a cogérmela por la boca con movimientos inhumanamente rápidos.
-Ohh si nena, ¿Te gusta cómo te cojo por la boca?
-Glglglllgllgl.
-Sí, tienes una linda boquita, y una lengua maravillosa.
-Mmjjmgllglslsg
-Sólo el sonido gutural de su garganta se escuchaba. Cuando vi hacia abajo, me pude dar cuenta que la chiquilla tenía remangada su falda hasta la cintura, y en un movimiento sacó los brazos por los tirantes de su blusa para poder bajarla. Me di cuenta que no llevaba sostén, y que su calzón estaba echado hacia un lado y la muy guarra se estaba pajeando ferozmente.
Pude ver sus pequeñas tetitas, no más grandes que una naranja. Coronadas por unas areolas oscuras, en combinación con su piel quemada. Sus pezones no eran más que unos leves botoncitos en el centro de estas. El pelo de su pubis era muy fino y color negro cenizo, humedecido por los flujos vaginales segregados por su acto masturbatorio.
Yo seguía cogiéndole la boca y la garganta como un poseído (jajaja, ¡nunca mejor dicho!), mientras veía como la niña metía sus dedos en conchita con una mano, mientras que con la otra se acariciaba sus pequeños pechos.
-Mmmmm, ahhhh -gemía.
Metía y sacaba dos dedos de su vagina que ya había generado un pequeño charco en el piso. Verla así, semi desnuda de la cintura para abajo, con los pechos al aire, metiéndose dos dedos en su coño, sin habérselo ordenado, y el sonido de mi verga profanando su boca fue demasiado.
El clímax vino cuando pude sentir su garganta contrayéndose. Vi cómo sus manos se tensaron, sus piernas temblaron y un acto reflejó pasó por todo su cuerpo arqueándolo. Los signos inconfundibles del orgasmo que había tenido la chica se vieron confirmados por el aumento en el charco del piso, justo debajo de donde su coño acabada de manar sus jugos.
La nena se había corrido, y ahora era mi turno. Acabé presionando su cabeza contra mi pubis. Cuatro chorros de mi corrida fueron a parar directamente a su garganta para ser tragados por ella.
-Mmmmm glllgslglgllggl -oía quejarse a la chica, claramente ahogada por mi espeso semen en su garganta, y sin poder respirar. Agitaba las manos desesperada hasta que la liberé de mi miembro.
Le saqué mi verga bañada en saliva de su boca, mientras ella caía rendida al piso tosiendo y tragando bocanadas de aire. Mientras ella estaba doblada en el piso recuperando el aliento, yo me senté nuevamente en la cama.
En un movimiento rápido se puso de pie y comenzó a correr hacia la salida.
Alto -le ordené mientras me ponía mi bóxer.
Siéntate junto a mí . Giró y me vio haciéndole señas que se sentara junto a mí en la cama. Se acomodó su calzón y su falda y se sentó llorando junto a mí.
-Perdón -me dijo con lágrimas en los ojos -No sé qué pasó, yo no quería. No le diga a la Dra. Saira, me va a echar y necesito el trabajo.
-Está bien, está bien. Descuida, no le diré nada -le dije, mientras mentalmente le giraba una nueva orden. Responderás todas las preguntas que te haga, sin pudor, y sin mentirme . Y luego empecé a preguntarle algunas cosas que me andaban rondando la cabeza.
-Pude ver que, aunque no tienes mucha práctica, no es la primera vez que chupas una verga, ¿verdad?
-No, no es la primera vez -me dijo, obedeciendo la orden que le había dado; mientras agachaba la cabeza como avergonzada.
- ¿A cuántos hombres se las has mamado?
-A cuatro.
Me sorprendió un poco ese número. Aunque relativamente bajo, para una chica de su edad era algo considerable, en especial en mi pueblo. Continué con el interrogatorio.
-Vi que te metías los dedos mientras me la chupabas, ¿por qué lo hiciste?
-Es que... mmm... no sé por qué lo hice, pero luego me fue gustando, me mojé y no pude evitarlo. ¡¡pero yo no quería que esto pasara!! Por favor, no diga nada.
-Ok. Ok. Está bien. Te entiendo. ¿Eres virgen?
-No, no lo soy -dijo bajando nuevamente la cabeza avergonzada. Eso me sorprendió, la verdad.
¿Quién fue el primero que te cogió? -le pregunté, pensando que me hablaría de algún novio, o de "su gran amor".
Mi papá -respondió - ¿Quéeee? -dije confundido- Cuéntame qué pasó.
La chica entonces me contó la historia de cómo su papá la había desvirgado. Escuché atento la historia, con todos los detalles que me dio. Eso me ayudó un poco a entender por qué quizá se comportaba como lo hacía, y que quizá eran actos que yo confundía con antipatía.
Luego, le continué haciendo más preguntas, en especial quería me contara toda la rutina de la familia de mi jefe, de sus hijas, y todo lo que me sirviera en el futuro. Al ser la chica de la limpieza, muchas veces pasa desapercibida cuando las cosas ocurren en la casa. La chica sabía muchas cosas, sobre los novios de las hijas de mi jefe, algunos tratos que no estaban saliendo bien para la empresa, problemas y pleitos matrimoniales entre mi jefe y su esposa, incluso obtuve información de lo que parecía ser un romance de mi jefe con su contadora.
Luego de obtener toda la información que quería me despedí de ella. Le dejé en claro una orden mental para que ella recordara todo lo que había hecho, pero asumiendo que había sido por "su propia voluntad".
Salí de la casa de mi jefe con una sonrisa. Sabiendo que muy pronto todo iba a mejorar en mi vida, y que por fin lograría tener todo cuanto había anhelado en el pasado.