Domingo por la mañana
Al salir de una sala de baile
Esta historia está basada en hechos reales, sucedió hace años, entonces yo tenía unos 20 años, los hechos acontecieron en Barcelona y el año debía ser 1.970.
Los domingos por la mañana a veces solía ir a bailar, a un piso con dos amigas, creo que era una academia de baile. Solían frecuentarlo hombres y mujeres de unos cuarenta años, también alguna gente algo más joven, aunque de menos de veinte años creo que éramos las únicas chicas que fuimos alguna vez. Teníamos cierto éxito, pero no creáis, era gente mayor que nosotras y buscaban la compañía de alguien de su edad.
Hacia el mediodía, al salir de la sala de baile, cada una de nosotras marchaba a su casa a comer, por la tarde nos volvíamos a ver en alguna fiesta particular en casa de alguno de nuestros amigos.
Vi a un hombre intentaba poner la llave en la cerradura de su coche, lo había visto en anteriores veces en la sala de baile. Él parecía que había bebido una copa de más, lo conocía de haber bailado con él, por esa razón le pregunté si necesitaba alguna ayuda. Debido a que no se encontraba muy bien, me ofrecí
a acompañarlo hasta su casa. Ese domingo yo no tenía nada que hacer, mis padres habían ido a una boda, y en casa no me esperaba nadie para comer.
Aparcó el coche cerca de su casa, lo ayude a subir hasta su piso y a entrar, era un piso grande, situado en el ensanche y resultaba acogedor. Entramos y lo ayude a sentarse en un sofá, ya me despedía de él, cuando me preguntó si podía quedarme
un rato con él, añadió que no se encontraba muy bien, cosa que resultaba bastante evidente.
Me apoyé en una mesa cerca del sofá donde él estaba sentado, estuvimos charlando un rato, al cabo del mismo parecía que ya se encontraba mejor. Me iba a marchar cuando me rogó que me quedara un poco más de tiempo. Accedí, él era simpático, también ya estaba mejor y además me hacía reír con sus ocurrencias.
Hizo un comentario sobre el color de mis bragas, por lo visto él se había fijado en ellas. No supe si sonreír o marcharme, indignada tire hacía abajo la falda, poco pude tapar, para mi desgracia era una minifalda, muy de moda entonces.
Entonces él puso una de las manos en el interior de mi muslo izquierdo, su mano me lo acariciaba, me gustaba su manera de acariciarme,
no le aparté la mano. No sabía qué hacer ante tal situación pero le sonreí, resultaba embarazosa, pero me gustaba.
Se acercó a mí, se puso de rodillas y me dio besos en la pierna, subió hasta el muslo, a cada beso subía poco a poco, me estaba gustando, al llegar a la altura de las bragas las apartó con la ayuda de los dedos de ambas manos. Lo deje hacer, era evidente lo que seguiría a continuación y yo lo estaba deseando.
Empezó a besarme el coño directamente, me gustaba. Se notaba que él era todo un experto, me lo besaba, me lo lamía, me lo chupaba, me mordía ligeramente los labios, daba círculos con la lengua en mí clítoris, me lo mordía más fuerte de nuevo, así siguió durante un tiempo. Me gustaba como lo hacía y lo dejé hacer, él sabía bien lo que hacía, y yo ya intuía lo que él quería.
Siguió con el cunnilingus hasta que notó como yo me corría en su boca por sus caricias bucales. Entonces él abrió sus pantalones al tiempo que se sentaba de nuevo en el sofá, una vez sentado se los bajó hasta media rodilla, sus calzoncillos estaban ante mí, los bajo lo suficiente para que apareciera el pene, ya lo tenía casi erecto, y le ayude quitarse los pantalones del todo y a bajarse los calzoncillos.
Acto seguido empecé a darle besos en el glande, a mover la lengua alrededor del mismo, al poco me introduje el miembro en la boca comenzando a mamarle la polla, mientras al propio tiempo giraba la lengua alrededor del glande. La estuve chupando un buen rato, se la lamí, seguí chupándola mientras él sentado en el sofá me miraba como yo le estaba haciendo la mamada. Cuando me di cuenta él ya tenía la polla bien dura y además lista para meterla, entonces le dije que me podía follar por atrás, por el culo.
Nota (En aquellos años no vendían preservativos según la edad, algunos saben de qué estoy hablando)
Me puse a cuatro patas,
él beso y lamió el coño y sobre todo el culo, lo preparaba para follarlo, puso dentro un dedo, luego dos, lanzo algunos salivazos en el agujero, y cuando pareció estar ya a punto noté como el glande recorría el camino entre ambas nalgas, parecía buscar la entrada del ano, la entrada prohibida y liberadora al mismo tiempo. Paró
un momento, luego presionó para meterme el glande un poco adentro, siguió con esta operación varias veces, cada vez entraba el glande un poco más, una vez lo tuvo introducido empujó de nuevo, entró un poco más adentro, él la tenía grande y mí ano era estrecho, me dolía, y paró de introducirla.
Me arrodillé entre sus piernas, él se puso en pie, se la chupé de nuevo, en esta ocasión le ensalivaba bien la polla para facilitar luego la penetración, una vez vi que ya estaba bien lubricada me tumbé con la espalda sobre la cama, las piernas dobladas sobre la cintura ofreciéndole la entrada del ano.
De nuevo apoyo la polla en la entrada del ano,
paseo el glande por el escroto, dio un golpe de cintura y apretó un poco, noté como se introducía la polla con mayor facilidad, me dolía pero no tanto como la vez anterior, mientras realizaba esa operación me acariciaba. Empujo un poco más, me seguía
doliendo, pero la cabeza de la polla ya la tenía dentro. Siguió empujando la polla, hasta que la sentí bien adentro, me dolía pero parecía que menos ahora que ya la había metido.
Una vez la hubo metido empezó un rítmico vaivén follándome, me gustaba, durante un rato estuvo follándome analmente.
De repente saco la polla de dentro de mi culo, me di cuenta que le venía el orgasmo, rápidamente le rogué que se corriera dentro de mí culo. Su semen entró dentro de mí, me gusto ser follada por él.
Nos vimos algún otro fin de semana, pero él era muy mayor para mí, y yo era muy joven para él, la cosa es que al cabo de varios encuentros nos despedimos como buenos amigos, al cabo de un tiempo ya no supe más de él.