Dominando al dominador
Quiero compartir mi historia de dominación y sexo que en estos momentos a llegado a límites insospechados que me han hecho dejar mi vida anterior.
Ella caminaba de un lado a otro del comedor de mi departamento repitiendo el tema que habíamos estudiado en la mañana. Con sus piernas delgadas pero bien formadas y su culito chiquito y duro me tenia idiotizado. "-Los riñones son dos órganos productores de orina que se encuentran ubicados en la región retroperitoneal lateral...-". En su cara morena resaltaban sus ojos verdes, con una mirada que me ponía la piel de gallina cada vez que se cruzaba con la mía. "-... el polo inferior del riñón izquierdo se relaciona con la tercera vertebra lumbar...-". Su voz y su expresión al hablar eran las de una adolescente, pero detrás del velo que de inocencia que tendía a quien la observaba, se adivinaba una mujer con un caracter formado y decisiones firmes, que la hacían misteriosa y excitante. Carolina tenía 18 años y era mi compañera de estudio.
Por aquel tiempo había decidido que la medicina era mi vocación, y tras vanos intentos de avanzar en otras carreras universitarias, decidí inscribirme en la Facultad de Ciencias médicas. Esto generó gran desconcierto en mis padres, que tras cinco años de mantenerme económicamente en Buenos Aires habían decidido que esta era mi última oportunidad y fracasaba dejarían de enviarme dinero, lo cual me hubiera obligado a volver a mi pueblo de provincia.
Fue durante el cursado de anatomía normal que la conocí. Debía buscarme un compañero de estudio, ya que tras mis fracasos anteriores había comprobado que no me servía estudiar solo. Durante la primera semana de cursado me senté por casualidad al lado de una chica a quien luego de una breve conversación le propuse reunirnos para preparar la materia, Carolina acepto sin problemas. Decidimos que el mejor lugar era mi departamento, dado que yo vivía solo lo cual brindaba gran tranquilidad a la hora de concentrarse en los libros.
No voy a decir que me pareció fea cuando la conocí, ya que de ninguna manera lo era, pero no me resultó para nada atractiva y lo atribuyo a que estaba aún de novio, y muy enamorado, por lo cual no tenía ojos para otras chicas.
Carolina era una excelente estudiante, inteligente y con una capacidad de concentración que poca veces he visto, las hojas de los apuntes pasaban con una velocidad increíble. Nos turnábamos para leer los textos y luego nos tomábamos mutuamente lo que habíamos estudiado. A nadie sorprenderá que con esta dinámica aprobamos los primeros exámenes parciales con muy buenas calificaciones.
El problema surgió luego de un par de meses. Creo que cualquier estudiante sabe lo fácil que es enamorarse de su compañera de estudio, mas si esta tiene los atributos físicos que tenía Carolina. Este sentimiento se fue reforzando con el tiempo hasta que no podía quitarle los ojos de encima y cada vez que hablaba, leía o caminaba repitiendo los temas estudiados me llenaba de un deseo incontrolable que me hacía imposible lograr una buena concentración o pensar en otra cosa que no fuera ella.
Naturalmente esto trajo problemas con mi novia, que notaba mi indiferencia. No tardó en intuir, con esa capacidad admirable que tienen las mujeres, por donde venía el asunto, sobre todo después de conocer a mi compañerita.
Me quedé sin novia...
Carolina no parecía notar mis miradas apremiantes, rechazaba mis invitaciones a ir la cine o a comer, se escurría rápidamente cuando me aceraba a ella aprovechando una excusa tonta. Evidentemente no compartía mis sentimientos.
Mi situación era desesperada, tenía que tomar una decisión, no importaban ya las consecuencias.
Llegó aquel día como de costumbre con sus jeans ajustados y una remerita que le sentaba espectacular. Fue en el café que preparábamos regularmente a media mañana donde introduje el sedante. A la media hora de terminar su tasa me dijo que se sentía rara, luego su mirada se fue perdiendo, me dijo que sentía mucho sueño, se apoyó sobre la mesa y se quedó profundamente dormida...
Me invadió una gran ternura al verla asi, tan indefensa... La senté en mi sillón y allí la desvestí sin mucho trabajo. Le puse un camisón de lino blanco que había comprado el día anterior. Al verla así vestida y dormida sobre mi sillón me invadió una exitación indecible pero me contuve ya que no quería abusarme de ella en esa situción.
La acosté en mi cama, le até los brasos y las piernas con cuatro tiras de tela suave, calculé que seguiría durmiendo durante unas horas.
Cuando despertó estaba sentado al lado de ella, no pareció darse cuenta de su situiación en el primer instante, luego me dirigió una mirada algo turbada por el narcótico y me preguntó que ocurría.
Pausadamente le expliqué que estaba en mi departamento, que yo la amaba y quería tenerla al lado mío, que sabía que era una locura lo que estaba haciendo pero de todas maneras no me importaba. Le dije que iba a hacer todo lo posible para que se sintiera como una reina pero que por ahora no la iba a dejar salir.
Su mirada se llenó de miedo y desesperación, comensó a gritar pero yo no me inquieté, ya lo tenía previsto, le tapé la boca con la mano y le dije que se tranquilizara, que así no iba a lograr nada, pero no fue suficiente. Me dirigí a la mesa de luz, tomé una geringa descartable que tenía preparada y le inyecté en el muslo cuatro gramos de alprazolam. Luego le tapé la boca para que no se escucharan tanto los gritos (que por otra parte no me preocupaban porque en mi piso no había vecinos), y le empesé a hablar para que se calmara. A los 10 minutos ya estaba mas tranquila, comensaba a hacer efecto la droga, lo cual le permitió relajarse y conversar con migo. Me preguntó por qué le hacía aquello, me pidió que la soltara, que la dejara ir. Como ya estaba bastante embotada por el fármaco la desaté y se sentó en la cama haciendo un esfuerzo para no dormirse.
A pesar de que sus párpados se estaban cerrando y que su cabeza estaba tambaleante sobre su cuello logró seguir despierta por un rato. Me dijo que tenía mucho miedo, que esto no podía terminar bien, a lo cual le respondí que no tenía nada de que preocuparse, que yo la iba a cuidar, que no le iba a pasar nada malo.
Seguimos hablando tranquilamente, ella empezó a confiar en mi, aunque todabía se mostraba bastante recelosa, lo cual es entendible teniendo en cuenta lo anormal de la situación... pero ella estaba muy confundida y tenía que confiar en mi (eso fué lo que me confesó mas tarde).
Cuando se dió cuenta de que tenía puesto un camisón, me preguntó por que la había vestido así, me dijo que se sentía incómoda, que no tenía por que haberla desnudado, que le trajera su ropa, pero las ideas estaban muy desordenadas en su mente por la inyección que le había colocado y en la situación estresante en la que se encontraba, por mas que se esforsara no podía pensar con mucha claridad. El sueño comenzó a ser aplastante, ya no podía permanecer sentada, la acosté sin mucha resistencia de su parte, hasta que por fin, en vos casi inaudible me dijo que se sentía bien, que le parecía estar flotando en una nube... y se durmió apasiblemente... Definitivamente el alprasolam había hecho maravillas, pero no podría tenerla todo el tiempo drogada, sin duda las cosas se complicarían mas en los días sucesivos.
Siguió durmiendo durante todo el resto del día,. A la mañana siguiente se despertó y me pidió que le llevara un vaso de agua, todabía estaba un poco aturdida. Después quiso que le ayudara a levantarse para ir al baño, a lo cual no me opuse. La senté en el inodoro con la bombachita en los tobillos y la sostube un poco para que no se cayera hacia los costados. La acosté de nuevo y volvió a dormirse.
Al medio día le llevé comida pero me dijo que no tenía hambre, como ya estaba mas despavilada la volví a atar como el día anterior. Mientras estaba en eso me decía que era un hijo de puta, que no podía tenerla secuestrada, que me iba a denunciar, etc... frente a lo cual repliqué que se sosegara o dormiría de nuevo, esto hizo que se calmara y sus palabras fueran mas tranquilas. Me pidío que la dejara ir, no le contesté y empesó a llorar, pero no era el llanto escandaloso de quien intenta dar lástima para conceguir sus objetivos, tampoco era el llanto de la desesperación que deforma los rasgos y ridiculiza; era un llanto tranquilo, de resignación, del que save que no va a conseguir nada con resistirse y luchar era de esos llantos que al verlos en una mujer nos impulsa irremediablemente a intentar protegerla por todos los medios.
Le dije quera mejor que comiera, que era mi deseo que lo hiciera y no se negó. Le di de comer y además una pastilla para que estubiera calmada, protestó un poco pero la tomó.
La desaté y le coloqué unas esposas con las manos juntas en la espalda, se sentó en la cama y luego se paró. Estaba con el comisón blanco, un poco transparente, que le llegaba a no mas de diez centímetros por devajo de su sexo, dejando traslucir una bombachita negra. Se despertaba dentro mio un deseo apremiante, pero me contuve porque mi intención no era de ninguna manera violarla. Le toqué su hermosa carita con la palma de la mano y su suave textura aumentó aún mas mi agitación. Ella se asustó pero no emitió sonido, luego me pidió su ropa. No le contesté, pero dejé de tocarla.
Le ordené que se sentara en el sofa, estaba muy tranquila, supongo que por el calmante que le había administrado. Me senté a su lado y empesé a jugar con sus largos cabellos oscuros y volví a tocarle la cara suavemente. Me miró con una expresión que no logré desifrar, una mezcla de súplica con exitasión. Vaje la mano hasta sus tetitas por devajo del camizón y acerqué mi voca a la suya suavemente.
Me corrió la cara pero se la hize volver con la mano y ya no opuso resistencia. Comencé a introducrle la lengua en la voca y se fue entregando poco a poco.
Estubimos besandonos un buen rato, pero yo no podía confiar aún en lo que ella sentía, ya que podía ser una trampa para que la dejara en libertad. Le empesé a tocar la conchita, que ya estaba muy humedecida y comenzó a emitir grititos de exitación, pero de pronto me pidió que parara... y yo paré.
Le hice la comida, que tube que darsela en la boca, no quería quitarle las esposas, le dí unas pastillas y le nos quedamos viendo televisión. La senté al lado mio y la abrazé lentamente. Al rato estaba dormida en mis brasos. La acosté en la cama y comenzé a pasarle suavemente la lengua por su sexo, esto la hizo emitir suaves gemidos entre sueños, despues me masturvé a su lado y me quede dormido.
Al día siguiente nuestra relación mejoró visiblemente, estaba mas calmada, nos besabamos de tiempo en tiempo, hasta que me convenció para que le sacara las esposas.
Todo anduvo bien por un rato, pero en un momento de descuido sentí un golpe muy fuerte en la cabeza.
Todo negro.
Cuando me di cuenta de la situación estaba esposado, con la manos en la espalda y con los pies atados.
Ella llegó al rato de la calle, me vió y comenzó a reirse.
Me pegó un sintazo muy fuerte y me dijo que seguiría golpeandome si no hacía lo que ella me ordenara. Saco de una bolsita un buen pedazo de marihuana lo fue cortando y me lo hizo tragar. Era demasiado, al rato estaba totalmente doblado. Me quitó las esposas pero yo ya no podía hacer nada, todo era muy confuso, estaba demasiado drogado.
Me ató a la cama, me desnudó, me puso un pijama que sacó de su mochila, me ató y empezó a reirse de mi de buena gana.
Me sentí humillado.
Todo desapareció cuando me la empezó a chupar, como la exitación me aumenta conciderablemente con la marihuana, me olvidé de todo y me dejé llevar. Se la metió hasta la garganta, lo hacía estupendamente, pero no me permitió acabar. Me vendó los ojos, se me subió encima, me desprendió el pijama y empezó a chuparme todo el cuerpo, su intrépida lengua recorría mi cuello, mi torso, mi abdomen, haciendome suaves cosquillas. Mi pene parecía a punto de estallar, me empezó a rozar el frenillo del pene con suaves movimientos de su lengua, por momentos la dejaba de sentir, se alejaba, yo me desesperaba y ella se reía de mi. Atado y drogado como estaba no podía hacer nada, solo rogarle que siguiera, que no se detubiera. No me acordaba ni de donde estaba, ni que ocurría, solo quería correrme.
De pronto la sentí arriba de mi pene, lo estaba introduciendo en su conchita, muy lentamente, comenzó con movimientos suaves, luego se quedó muy quietita para escuchar una vez mas mis ruegos, y reanudó sus movimientos, pero esta vez mas rápidos y fuertes. Yo pugnaba por desatarme, pero me era imposible, quería agarrarla, moverla mas rápido, tocarle sus tetas hermosas, pero no me quedó mas remedio que resignarme. Luego de un tiempo ella acabó dando fuertes gritos de placer al tiempo que me inundaba a mi un sentimiento incomparable de plenitud y acabé junto a ella.
Después de hacerlo nos quedamos hablando un rato. Ella se negó a desatarme.
Me dijo que sería su esclavo y que pagaría lo que le había hecho, que sería muy severa con migo.
Al principo la situción me pareció espantosa, pero en pocos días llegué a acostumbrarme.
Usó muchas drogas con migo, creo que en estados de transe me logró convecer de que lo único que podía hacer era obedecerle, pero me da igual, ya no puedo hacer otra cosa.
Rara vez me deja salir a la calle, y cuando lo hago tengo que volver a casa compulsivamente. La mayoría del tiempo me mantiene encerrado, nunca me viste de manera apropiada para salir, me pone ropas ridículas, como pañales, pijamas, ha tirado todo lo que tenía para vestirme, ahora solo tengo lo que ella me ha comprado, no me pregunten por que solo debo obedecerle y seguir al pie de la letra sus extravagantes exigencias.
Me hace realizar los actos mas denigrantes y los hago con placer, me droga, me ata, me pega, pero no puedo negarme a sus apremiantes ordenes.
Podran preguntarse que siento al tener que vivir esta situación tan particular, pues no lo se, solo se que tengo que hacer lo que ella me diga, que para mi es el placer mas grande, el resto no importa.
Esta historia la escribí porque fui obligado por ella, me exigió humillarme de todas las formas posibles, me pidió sugerencias de humillación y esta fue una.
Bueno, espero que sea suficiente para satisfacer sus deseos de venganza y desprecio, que muestran su incomparabla amor por mi.