Dominando a una perra jovencita.
Primer contacto con una joven perrita, con el defecto de ser demasiado peluda, poco a poco ira aprendiendo..........
DOMINANDO A UNA PERRA JOVENCITA.
Al fin podía beber, al menos de forma legal y sin tenerme que esconder, lo que me venía estupendamente para aguantar el coñazo insufrible que mi padre había propuesto para mi mayoría de edad: Una fiesta de cumpleaños invitando a todos los coñazos que trabajaban para él.
Hombres maduros, grises, perfectas réplicas unos de otros. Y no me extrañaba nada, pues todos y cada uno de ellos salían de la misma universidad, que, ¿Adivináis que cosa? Era la universidad a la que iba a ir yo.
Oh, sí, también había mujeres. Alguna había. Lo que más secretarias e incluso algún puesto de dirección, supongo que el mínimo imprescindible para evitar la molesta etiqueta de machista que tan fácilmente te cuelgan hoy en día. Pero yo no me engañaba, quien tomaba las decisiones en la empresa era papá.
Cuando papá me presentó a mi futuro amo, no vi nada de interés en él. Es consultor, y aparte de dedicarse a torturarme, humillarme, follarme y usarme como mejor le parezca, también tiene tiempo para hacer engañar a mi padre.
Papá me lo presentó como el genio que iba a revolucionar la empresa, pero yo lo único que pude ver es que el muy pervertido no apartó los ojos de mi escote en ningún momento hasta que le tocó hablar.
-¿Y bien? ¿Qué te ha parecido?
Me ha parecido que necesita un buen polvo, papá. ¿Has visto cómo me miraba? Daba asco. Seguro que ahora mismo me está mirando el culo.
Bueno, eso era lo que hubiera dicho hoy en día... En realidad lo que dije fue:
-Parece un buen hombre. Pero no sé, me mira raro.
-No pienso despedirlo por mucho que lo pidas, de él depende el futuro de la empresa. Si no te gusta que te miren, no te vistas como una puta, ya lo sabes.
Llevaba puesto un único vestido largo hasta los pies de una única pieza con un poquito de escote y con los hombros al aire. Cualquier mujer de la fiesta enseñaba mucha más carne que yo. De cualquier manera, incluso vestida como una monja los hombres no apartarían sus ojos de mi.
-De todas formas... -dijo mi padre pensativo- no te falta razón. Va a entrar en los sesenta años, está soltero...
-Así que lo da todo por la empresa.
-Como debe ser -respondió el empresario- Tengo grandes planes para él.
Conozco lo suficiente a mi padre para saber que era perfectamente capaz de entregarme atada con una correa a cualquier hombre si esto le hacía ganar un céntimo más, así que cerré la boca y no dije nada más
Nos dirigimos a otro grupo y disimuladamente, le mire. Tal y como me esperaba, no me había quitado el ojo de encima. Le dediqué una sonrisa complice.
Bien entrada la noche, cuando mis pies ya no podían aguantar más las sandalias de tacón que llevaba puestos, me retire de la sala de fiestas y me dirigí a un columpio que tenemos en el jardín. Allí me descalce para acariciar la hierba con las plantas de los pies.
-Buena noche, ¿Verdad?
-Sí
Mi futuro amo se sentó a mi lado sin pedir permiso. Seguramente esa sea una de las cosas que más me gustan de él, que no pide permiso. En ese momento me sentí intimidada.
-En una noche como está deberías estar con tus amigas, con tu novio, no aquí.
-No tengo muchas amigas -respondí.
-¿Y de hombres? Seguro que de eso vas bien surtida... ¿Algún noviete por ahí escondido?
-No, no... Si tuviera alguno estaría aquí, conmigo.
-Estarías por ahí besándote a escondidas en lugar de estar hablando con un viejo como yo, ¿Eh? Lo entiendo muy bien.
Yo le sonreí como un tonta. Él sacó un paquete de cigarrillos y se pusó a fumar a mi lado. Era evidente que el humo y el olor a tabaco me molestaban, pero no me moví...
-Bueno, ¿Y cuál es tu experiencia con hombres?
Una pregunta de lo más impertinente, pero no supe que decir. Di la callada por respuesta.
-¿Ninguna? ¿Eres lesbiana?
-No -respondí rápidamente. -Pero no he tenido... experiencia con hombres.
-¿En serio? ¿Con ese cuerpo que te gastas? La verdad es que si me llegan a decir que la hija del jefe es así, nunca me lo hubiera creído.
-¿Cómo me imaginabas?
-Canija, gorda y con la cara llena de granos.
-Siento decepcionarte. -Le dije sinceramente.
-Ha sido una sorpresa de lo más agradable, pero ese vestido que llevas puesto...
Me sentí avergonzada. Era un vestido que de verdad me gustaba y me favorecía mucho.
-¿Demasiado largo...? -Una pregunta de lo más estúpida. Pues claro que era demasiado largo. Y además, para rematar, llevaba puesta una rebeca. Él únicamente se dedicaba a fumar como si no hubiera oído nada- No tengo muchas más opciones, mi padre...
-Hoy cumples dieciocho, según tengo entendido. -Directo a la herida -Ya eres toda una mujer.
No, no me sentía una mujer para nada. Me sentía una cría insegura e incapaz de decirle que se fuera, que me desagradaba su presencia, su olor y su actitud.
-Tengo la sensación de que si me sacó la polla y me corró encima de tu cara, te encantaría.
No supe de donde salió eso, pero me dejó sin habla. Él seguía tan tranquilo, terminándose el cigarrillo, como si no hubiera abiertó la boca mientras mi corazón quería salirse del pecho.
-Gritaría -susrré
-Tú no vas a hacer una mierda. -Tiró el cigarrillo y se levantó -Vamos, ven.
Me tendió la mano. No sé porque me levanté y se la agarré para seguirle descalza como estaba a través del jardín. Su andar era rápido y poderoso para un hombre de su edad lo que me obligaba casi a correr para poder estar a su altura.
Se dirigía a los retretes, un sitio sucio, maloliente, oscuro y apartado. El cambió de terreno, de la confortable hierba al polvo y las duras piedras del camino ya me avisó sobre lo que vendría a continuación.
El hombre se bajó la cremallera y bajo una luz mortecina pude apreciar mi primera polla en directo. Era grande, fiera, monstruosa... y mía. Sabía que estaba así por mi y eso me halago.
-¿Y bien? ¿Te gusta?
No dije palabra y me quité la rebeca tirándola al suelo. A continuación bajé los tirantes del vestido dejando mis hermosos pechos al aire. Sonreí y me acerque a él. Deseaba besarlo.
-De rodillas -ordenó.
Obedecí sin rechistar. Colocó su polla a escasos centímetros de mi cara por lo que pude olerla bien.
Era un olor fuerte, mezcla de sudor y orina. Un olor repulsivo que en lugar de asquearme me atraía.
Comenzó poniendo su mano en mi cabeza e inició un bombeo lento y duro. No sabía como actuar, pero algo me decía que no cerrará los ojos y que abriese la boca.
La mano que tenía en mi cabeza pasó de apoyarse en mi a tirarme de pelo con fuerza, toda una señal de que estaba a punto. Abrí la boca.
No tarde mucho en tener la cara y las tetas manchadas de semen, aunque la mayor parte del mismo fue a parar a mi boca. Tenía un sabor y poseía una textura muy extrañas. No tenía ni idea de que ahcer con él, pero desde luego escupirlo no me parecía la mejor opción. Me sentía humillada, usada, sucia... y
extrañamente feliz.
No me dejó limpiarme. En vez de eso sacó el móvil y me hizo un par de fotos. Para mi vergüenza, pudo comprobar satisfechó que aún tenía la boca llena.
-Túmbate... y súbete la falda.
Quería complacerle. Sabía de sobra lo que estaba haciendo conmigo, pero deseaba complacerle. Así que me tubé boca arriba y subí mi falda hasta que se me vieron las bragas blancas que tenía puetas. Lo estaba grabando todo en vídeo.
-Vamos, quítatelas... Muestrame ese coñito tuyo. -Dude. Creía que ya le había dado sufiente de mi y había recibido muy poco. -Si no lo haces puedo mandar esto a todos mis contactos.
Eso me asustó. No lo haría ¿verdad? Pero lo que hasta ese momento era un juego, se había convertido en otra cosa, en algo muy serio.
-Puedes quitármelas tu mismo.
-No. Quítatelas tú. Quiero grabar como lo haces.
Asustada y medio muerta de vergüenza y miedo, terminé haciéndolo. Me baje las bragas hasta los tobillos y terminé quitándomelas.
-Cuanto pelo... ¿Pero es qué nadie te ha enseñado a llevar el coño como Dios manda, perra de mierda? No quiero volver a ver ni un ptuo pelo, ¿Me oyes? ¡Ni un puto pelo! Será peluda de mierda la perra está.
Estaba fuera de sí. Se le notaba en la voz y en los gestos. Me trató con más brusquedad y el gesto torcido mientras me fotografiaba el coño a gusto.
Comenzó a pasar su mano por mis muslos y me dio un fuerte tirón en los pelos del coño.
Me corrí casi al instante de sentir sus manos en mi...
-Ya... ¿Sufres eyaculación precoz o algo?
Las carcajadas que soltó seguro que se escucharon en mi casa.
Estaba demasiado avergonzada y abochornada para replicarle algo.
-Toma ten, puedes limpiarte los restos de semen con esto... y puedes escupir también, si quieres, si es que no te lo has tragado ya.
Me estaba ofreciendo mis propias bragas, después e haberse limpiado mi corrida con ellas.
No, no me lo había tragado aún, pero lo hice en ese instante, pensando que le agradaría.
El camino de regresó fue un infierno. Estaba sucia, polvorienta, mojada y excitada. Me quemaba la humillación que acaba de recibir, así como el sentimiento de inocencia perdida. Pero por otra parte no me importaba en absoluto tirarme en la hierba y darme un buen revolcón.
Terminamos en el columpio donde había sido niña y había vuelto... perra. Pero yo todavía no lo sabía.
Lo primero que hice en cuanto llegué a la intimidad de mi habitación fue buscar como depilarme el coño.........
(ESTE RELATO HUBIERA SIDO IMPOSIBLE SIN SU AYUDA, GRACIAS.)
agasan76@hotmail.com