Dominando a Carlota 5- Final (Por ahora)

La segunda parte de la historia llega a su fin, pero sigue en la misma sección de la web, estad atentos.

Recomiendo leer las partes anteriores de esta historia, para poder entender esta; es el final de esta segunda parte de la

historia,

pero, próximamente, habrá más capítulos, estad atentos.


En la clínica de Carolina, el domingo por la tarde sobre las 17:00

Carolina estaba retirando el collarín del cuello de Paula cuando llegamos al quirófano, nos saludó a Sara y a mí y nos contó (A los presentes) lo que estaba haciendo.

Marta y Susana también estaban aquí, Marta me miró con un poco de mala cara por haber hecho que tuvieran que esperar un buen rato a que llegáramos.

Aparte de escayolarle las dos piernas a Paula, también iban a mejorar el vendaje de su cara, a Paula le iban a colocar una máscara con solo un agujero en la boca y dos pequeños agujeros a la altura de la nariz por los que, Paula, respiraría a partir de ese momento.

Ya con el collarín quitado, Carolina le cambió a Paula el vendaje de los ojos, y le puso uno nuevo, algo más duro que el anterior, después, le colocó a Paula un tapón en cada oído, para que, Paula, no pudiera escuchar casi nada de lo que pasaba en el exterior, y, también, una especie de red, idéntica a la que, Almudena, le había colocado a Alejandra el sábado en mi casa para el traslado hasta Marbella, al club de alterne de Javier, y, por último, la máscara, de color carne, y que estaba en un principio cerrada por completo, Carolina tuvo que hacer dos pequeños cortes, una vez que la máscara estaba colocada, a la altura de donde iban a ir los dos agujeros, para ajustarla perfectamente a la cara de Paula.

Para finalizar el proceso del vendaje de la cara de Paula y la colocación de la máscara, Carolina volvió a colocarle a Paula el collarín de la cabeza; ver a Paula sin cara, era impactante, pero, excitante a la vez.

Llegó el momento de escayolar sus piernas, eso, Carolina, se lo dejó a Claudia, porque es una de las actividades que más le gustan a ella. (No olvidemos la escena en la mazmorra de Marta, cuando le escayoló a Carolina ambos brazos y ambas piernas, por haberse meado en mis sábanas).

Claudia comenzó a escayolar la pierna derecha de Paula, primero le colocó una venda de crepé en toda la pierna, con algo de esparadrapo para cerrar la venda, y, después, fue colocando la escayola en sí, por encima de la venda, hasta lograr el escayolado completo, dejando solo visibles los dedos de los pies.

Inmediatamente, Claudia, empezó a escayolar la pierna izquierda de Paula, repitió la misma operación, y, cuando acabó, Sara les preguntó a Claudia y a Carolina, si no iban a escayolar también el brazo que le quedaba libre a Paula.

Carolina dijo que no, para dejar a Paula, al menos, algo de movimiento, y que pudiera comer sola, sería tal vez demasiado castigo para Paula estar tan escayolada.

Ya con Paula escayolada y vendada, Sara y yo, salimos del quirófano, aunque antes, le dije a Carolina que quería hablar con ella en privado cuando fuera posible; Carolina me dijo que fuéramos, Sara y yo, a una sala de espera, y que, ella, nos alcanzaría allí cuando, Paula, estuviera de regreso en su habitación, y hablaríamos, en privado, de lo que fuera necesario.

Marta y Susana, se despidieron en este punto, pues tenían cosas que hacer, así que, quedé con ellas en que, pronto, nos veríamos, aunque tuviera que ser en el gabinete, en la mazmorra de Marta.

Fuimos, Sara y yo, a la sala de espera, bastante bien equipada, yo me senté en un sofá que había en la sala, y, Sara, me dijo al oído, que le excitaba estar vestida con ropa médica, y que le apetecía que me la follase allí mismo, y vestida así.

Yo también estaba bastante excitado por lo que acababa de pasar, ver un escayolado no es algo que ocurra todos los días, y tampoco es frecuente ver a Sara vestida como si fuera una enfermera, así que, comencé a besarla, y, cuando me quise dar cuenta, ya me la estaba follando por el coño a Sara.

Estaba a punto de correrme en el coño de Sara cuando, sin llamar a la puerta, ésta se abrió y una mujer, de unos 35 años, con dos enormes tetas que destacaban especialmente en su ropa de médico, y varios tatuajes por su cuerpo, entró, pensando que la sala estaría vacía, y nos pilló, a Sara y a mí, follando, a la mitad del polvo.

La mujer se disculpó, Sara y yo tuvimos que parar de follar, pero, la mujer, dijo que no hacía falta que parásemos, y que, si no nos importaba, le gustaría ver el final de la película.

Sara me dijo en voz alta que continuara follándola, y, la mujer, se quedó allí observando y, supongo que, disfrutando de lo que estaba viendo.

Justo al acabar de correrme en el coño de Sara, y cuando ya nos estábamos subiendo los pantalones ambos, llegó Carolina, saludó a Eva, que así se llama la mujer de las tetas enormes que nos pilló follando a Sara y a mí, y nos la presentó como ginecóloga de la clínica.

Al saber la profesión, la especialidad médica de Eva, le pedí que no se marchara, porque, el tema que quería tratar con Carolina, y, ahora, también con Eva, iba por ese camino.

En realidad, había dos consultas:

  • Realizarle a Irene, la hija de Roberto, y a la que iba a empezar a emputecer al día siguiente, un examen ginecológico completo y ponerle un DIU para que no hubiera embarazo.
  • Colocarle a Sara una sonda vesical para que fuéramos Irene o yo quienes regulásemos cuando meaba Sara. (Una vez que, Sara, fuera ya miembro del servicio doméstico en la casa de Lara, e, Irene, la señora de la casa).

Les comenté a Eva y a Carolina la nueva situación, Carolina dijo que era algo que le excitaba, ver a Sara sufriendo, sin poderse casi comunicar, le parecía una decisión muy valiente, y felicitó a Sara por haberla tomado.

Carolina nos ofreció a Claudia para que, cada semana, se pasara por la casa de Lara y cambiara el vendaje de los ojos que llevaría Sara debajo de la máscara, y, también, para vigilar la sonda del pis.

Eva nos dijo que, al día siguiente por la tarde, nos pasáramos, Sara, Irene y yo por su consulta, y ella misma realizaría los dos procedimientos.

Nos despedimos ya de Carolina y de Eva, que tenían más pacientes y consultas que atender, pasamos por la misma sala en la que nos habíamos cambiado, para volver a ponernos la ropa de calle que ya traíamos antes de ver el escayolado de Paula, y subimos a su habitación, para verla unos minutos.

Sara le estuvo explicando a Paula lo que le iba a pasar a ella, todo el proceso de convertirse en una de las sirvientas de la casa de Lara; Paula,

que

debido a la máscara, apenas podía ya escuchar (Por los tapones en los oídos que, Carolina, le había puesto, para reducir también sonidos del exterior y que, Paula, se quedara lo más relajada posible) no entendió mucho lo que, Sara, le había dicho, pero, trató de

sonreír

, lo poco que, la máscara y el aparato dental le permitieron.

Salimos de la clínica, justo cuando, una enfermera, iba a visitar a Paula para hacerle alguna prueba y comprobar como seguía tras el escayolado, fuimos hasta el parking y agarramos el coche de Sara, para ir ya directos a la casa de Lara, y comenzar una nueva etapa.

Durante el trayecto en el coche de Sara, hasta la casa de Lara, llamé a Lara para decirle que ya íbamos hacia su casa; Lara me dijo que estaba a punto de empezar su primera sesión en su entrenamiento como Ama, y que estaba algo nerviosa, pero muy excitada y muy contenta, porque creía que había tomado la decisión correcta al quedarse en Marbella; también le conté lo que había ocurrido en la reunión con Roberto, y, Lara, me pidió que tuviera mucho cuidado con Irene, pues podría llegar a ser un peligro si no sabía

cómo

controlarla.

Llegamos a la casa de Lara, abrí la puerta con las llaves que, Lara, me había facilitado antes de despedirnos en Marbella, en la casa de Ama Mónica, y entramos, Sara y yo, en la casa de Lara.

Las dos asistentas nos estaban esperando, ya sabían lo que iba a pasar, sabían que íbamos a llegar a la casa, porque, Lara, ya las había informado, y se mostraron dispuestas a ayudarnos en todo lo que fuera necesario.

Estuvimos, Sara y yo, haciendo un tour por la casa, y, al llegar al dormitorio, Sara, se quedó impresionada por el vestidor todo lleno de ropa de Lara, que había allí, quizás algunas prendas eran un poco anticuadas, aunque había incluso algún abrigo de visón que, a Sara, le gustó especialmente.

Antes de ir al salón, para cenar algo tranquilamente los dos, Sara dijo que quería estrenar la cama de matrimonio, teniendo en cuenta que sería la última noche que pasaríamos juntos, antes de que, llegara Irene, y, Sara y Pilar se tuvieran que mudar a uno de los cuartos de servicio de la casa, que, además, compartirían.

En esta ocasión, me follé a Sara por el culo, como iba a ser una de las últimas veces que iba a poder disfrutar de ella en solitario, tendría que ser algo especial, así que, hice lo posible para que, Sara, recordara durante mucho tiempo, la sensación de tener mi polla en su culo.

Al acabar de follar, fuimos hasta el salón, donde, una de las asistentas, nos sirvió algo de cena, que no estaba mal, y, después, estuvimos hablando, Sara y yo, hasta tarde, de todo lo que le iba a suponer a ella, su nueva vida como una simple sirvienta, algo que, a Sara, le excitaba mucho, pues su sueño era poder vivir completamente a oscuras del mundo que le rodeaba...


Este es el final de la segunda parte de esta historia, pero, comienza la siguiente parte, que se va a llamar “Emputeciendo a la hija de mi jefe”, y que se empezará a publicar ya.