Dominando a Carlota 3.2
Sábado por la mañana. Llevamos a Carlota a ver a Ama Hortensia.
Recomiendo leer los capítulos anteriores de la historia para poder entender este capítulo; próximamente iré subiendo más partes de la historia, estad atentos.
Pasados unos 10 minutos, me sonó el móvil, mensaje de
de Almudena, en el que me indicaba que ya se encontraba abajo, a la puerta de mi edificio, con su coche, dispuesta a llevarme a la mazmorra de Ama Hortensia, donde, Carlota, cumpliría su castigo.
Bajé a Carlota hasta la calle, Almudena ya me esperaba con su coche, un
Land
Rover Discovery ya con algunos años, pero una buena máquina, nos costó un poco subir a Carlota al coche, pero, lo conseguimos, y pudimos iniciar el trayecto hasta el gabinete, la mazmorra de Ama Hortensia.
Ama Hortensia, tiene su gabinete a las afueras de Madrid, en Pozuelo de Alarcón, relativamente cerca de donde viven mis padres, pero, por la zona de La Finca, para tener bien claro que nadie ajeno, molesta en sus actividades.
Llegamos a la casa de Ama Hortensia, un chalet muy lujoso, pero como cualquier otro de los muchos que hay en esa zona, y, Almudena, llamó al timbre, una asistenta, una mujer transexual, pues tenía unas tetas enormes, y, en la polla, llevaba un aparato de castidad, que la tapaba por completo, nos abrió la puerta, y, sin decir nada, porque llevaba una mordaza que le impedía hablar, nos indicó que pasáramos y esperásemos a Ama Hortensia.
Quitamos a Carlota el abrigo, y, ella, se puso de rodillas, con su coño muy húmedo, y deseando masturbarse o ser follada por alguien.
Ama Hortensia no tardó mucho en aparecer, a sus poco más de 30 años, con pinta de ser claramente lesbiana, no demasiado guapa, pero sí severa e imponente, me daría algo de miedo ser su esclavo (Por suerte, soy Amo, y eso es algo que nunca iba a pasar).
Ama Hortensia iba vestida con ropa de deporte, según dijo, acababa de estar en el gimnasio de su casa, haciendo algo de deporte, y no se había duchado aun, por lo que se veían los restos de sudor en su cuerpo.
Almudena le explicó lo que había pasado a Ama Hortensia, y, ella, sin sonreír en un solo momento, nos dijo que no nos preocupáramos, porque ella, con su equipo de Amas y de sumisas, aparte de los clientes que acudían a ser sometidos o a dominar, se encargaría de hacer de Carlota toda una sumisa, masoquista, obediente y responsable de sus actos.
Yo tenía algo de prisa, así que, me despedí de Carlota, dándole un bofetón de despedida, que era lo que se merecía, y, la misma asistenta que nos había abierto la puerta, le puso una correa a Carlota, y se la llevó a 4 patas, hasta que, Carlota, desapareció.
Nos despedimos, Almudena y yo, de Ama Hortensia, y regresamos a mi casa, mientras íbamos en el coche, pude hablar con Almudena del estado de salud de Paula, ella veía con buenos ojos la idea de Lara de que se le escayolaran también las piernas, me dijo que, al día siguiente, Lara y yo, nos pasáramos por la clínica, para ver el proceso de escayolado de las piernas de Paula, y que, con algo de suerte, el martes, ya sí, podría ir Paula a la casa de Marta, a pasar allí la recuperación de las cirugías.
Aunque intenté conocer un poco mejor a Almudena, me fue imposible, me dijo que, su historia y su vida personal, no me importaban una mierda, y no me iba a contar nada de nada sobre eso; cuando, por fin, me pude despedir de Almudena, porque llegué a mi casa, me sentí un poco aliviado.
Nada más llegar a mi casa, aunque apenas estuve unos minutos allí, llamé a Lara, para decirle que ya casi estaba de camino a su casa, quedé con ella en que nos veríamos en la puerta del edificio, y me fui en el Audi A8 hasta allí, tras dejar mi casa en orden, con la intención ya de no volver hasta el día siguiente, y me despedí también de Sara, que ya estaba mucho mejor de ánimo, pues la herida la había dejado algo chafada emocionalmente.
Entre unas cosas y otras, eran casi las 11:00, cuando llegué a la casa de Lara, ella me estaba esperando, pero también estaba Inés, con su coche, un Audi A6 familiar, matriculado el mismo día que el Audi eléctrico de Lara.
Lara me dijo que, Inés, se vendría con nosotros, aunque, en su propio coche, porque, Inés, siempre iba a cualquier sitio con ella, cada viaje, lo hacían siempre juntas, aunque fuera de ámbito personal, como era el caso.
Iniciamos el viaje hasta Marbella, llamé a Javier antes justo de empezar, y le dije que llegaríamos mucho más tarde de lo esperado, porque se habían complicado las cosas, y, probablemente, tendríamos que parar en Granada a comer, teniendo en cuenta la hora que era ya, y seguir viaje al acabar de comer.
Durante el viaje, yo fui fumando un cigarrillo tras otro, y, también, fuimos escuchando algo de música clásica, el tipo de música que le gusta a Lara, y que hizo que, durante unos minutos, solo se escuchara la música, ningún sonido más salvo el de la carretera y el motor del coche.
Efectuamos una parada a la mitad del viaje, en torno a las 13:15, en la que nos bebimos unos refrescos, y, en esa parada, Lara propuso quedarse ella conduciendo el coche de Inés, hasta Granada, de manera que, Inés y yo, nos pudiéramos conocer también un poco, aprovechando el tiempo del viaje...