Dominando a Carlota 2.1

Viernes por la mañana. Un encuentro en el gimnasio.

Recomiendo leer las partes anteriores de esta historia para poder entender todo bien.

Próximamente iré subiendo más partes de esta historia, estad atentos.


A la mañana siguiente, como siempre, a las 06:00, el timbrazo con la llamada de Pilar, con los cafés, solo 2, porque no había para Carlota. (Desde el principio, tenía que comprender que se iba a convertir en un objeto).

Al ver a Carlota en el suelo, Pilar, dejó los cafés, y me dijo que se tenía que cobrar de alguna forma, la hora que pasó con Sara, entreteniéndola (Según me dijo, al ver su culo algo rojo, para poder pasar el mayor tiempo posible, tuvo que manchar a Sara de manera “accidental”, cuando ya estaba vestida para salir, con mermelada, y, claro, Sara, tuvo que darle unos cuantos azotes, como castigo, aparte de tener que cambiarse de ropa, porque, el vestido que llevaba, se le había echado a perder), así que, le ofrecí a Carlota, para que le comiera el coño a ella.

Pilar se puso de rodillas, le metió primero un dedo por el coño a Carlota, que se despertó y emitió un gemido, y, después, Pilar, empezó a usar su lengua, para lamer con gran destreza, el coño de Carlota, que no paraba de gemir y de gritar de placer, por lo inesperado de ese premio.

Sara se despertó también al escuchar gemir de placer a Carlota, se quitó el antifaz, y comenzó a masturbarse, al ver la escena de las dos mascotas dando placer la una a la otra, mientras se tomaba a sorbos su café.

Yo me tumbé en la cama, al lado de Sara, y acariciaba sus tetas, mientras ella, con la mano que quedaba libre, me masturbaba a mí también.

De la masturbación de mi polla, Sara pasó a metérsela en su boca, lo que supuso que, cuando me corrí, lo hiciera directamente sobre su boca y un poco, sobre su cara, llenándolas con mi semen.

Cuando Carlota se corrió, Pilar se levantó y, con la cara llena de los jugos de Carlota, le preguntó a Sara, lo que íbamos a querer desayunar, y si preparaba algo de desayuno para Carlota.

Sara le dio instrucciones a Pilar, y yo, le ordené a Carlota, que fuera con Pilar a mi cocina, y que preparasen allí nuestro desayuno, mientras, Sara y yo, follábamos en la ducha.

Le dije a Carlota que, Pilar, evitaba tener contacto sexual con nadie, salvo en las ocasiones controladas por Sara

o por

mí, así que, le ordené que evitara excitarla y que no permitiera que, de momento, le hiciera nada más, o habría castigo.

Pilar y Carlota, se fueron a la cocina, tomadas de la mano, para que, Pilar, guiara a Carlota, sobre todo, por las escaleras, y, Sara y yo, nos fuimos a la ducha.

Yo iba a pasar parte de la mañana en el gimnasio, y, Sara, iba a teletrabajar ese día, para poder quedarse en mi casa y controlar a Carlota en ese primer día en mi casa y, además, a ciegas, por lo que no teníamos nada de prisa, por tanto, la ducha, duró más que de costumbre, y me follé a Sara por el culo, porque así me lo pidió ella.

Ya secos, bajamos al comedor, donde esperábamos tener ya el desayuno preparado y servido, listo para ser consumido, sin embargo, lo que nos encontramos, aunque excitante, no era lo que yo quería.

El desayuno estaba a medio preparar y, Carlota, estaba lamiendo con su lengua, el cuerpo de Pilar, salvo, claro está, las tetas y su coño, tapados y protegidos por el sujetador y el cinturón de castidad, respectivamente.

Sara pegó un grito, que hizo que, Pilar, que tenía los ojos cerrados y se estaba dejando hacer, los abriera, y tratara de detener a Carlota, que, a pesar de todo, sonreía, quizás al no poder ver la cara de cabreo de Sara, inusual en ella.

Sara fue a donde estaba Pilar, la agarró del pelo, le hizo que se pusiera de rodillas, y le echó una bronca de las de hacer época, digna de Don Simón en un momento en el que mi jefe estuviera moderadamente cabreado.

Pilar se disculpó, pero, Carlota, no, de hecho, dijo que quería seguir, y que no entendía por qué no la dejábamos seguir; Sara le metió dos bofetadas, que dejaron a Carlota sorprendida, pero sonriente; yo agarré por el brazo a Carlota, me la llevé al salón, me senté en el sofá, tumbé a Carlota de modo que, su culo, estuviera sobre mis piernas, y comencé a darle azotes en su culo, hasta que me cansé, no conté el número, ni le pedí a Carlota que lo hiciera en voz alta, cuando acabé, Carlota quería más azotes, pese a tener el culo rojo.

Regresé a la cocina, dejando a Carlota en el sofá, con ganas de más azotes, y vi a Sara, que seguía echando la bronca a Pilar, le pedí a Sara que parase, que ya le seguiría más tarde echando la bronca, pero, en ese momento, el hambre podía más, así que, Pilar, reanudó el desayuno, yo me quedé en la cocina, picando algo mientras se acababa de poner en marcha el desayuno, y mandé a Sara al salón, para que siguiera ella azotando a Carlota.

Cuando ya estaba, por fin, listo el desayuno, Sara y yo, comenzamos a desayunar, Carlota llevaba dos apósitos en el culo, uno en cada cachete, que le había colocado Sara, después de haberle dejado el culo casi en carne viva de los azotes y los golpes que le había dado.

Desayunamos los dos solos, sin dar nada de desayuno ni a Pilar ni a Carlota, como, en un principio, habíamos planeado; cuando acabamos de desayunar, Pilar y Carlota, bajo la atenta mirada de Sara, para que no volvieran a hacer de las suyas, recogieron el desayuno, yo me subí a vestirme para ir al gimnasio.

Me puse un pantalón corto y una camiseta, negros ambos, unas zapatillas deportivas, agarré la bolsa de ir al gimnasio, me despedí de Sara con un beso en la boca, y me fui caminando al gimnasio, a unos pocos metros de mi casa.

Llevaba algo más de una semana sin pisarlo, la última vez, había sido el jueves anterior al viernes en el que vi a Paula, lo echaba de menos, pues me gusta mantenerme en forma, y, la mejor manera, es haciendo actividad física.

Ya en el gimnasio, me puse a correr en una de las cintas, y, después, en una máquina de levantar peso, en eso estaba, cuando apareció en escena Lara, una chica a la que había visto antes por el gimnasio, pero que, hasta ese momento, nunca había hablado con ella, a pesar de que, siempre que la veía, me llamaba la atención, quizás por su normalidad.


Breve descripción de Lara:

Morena (Quizás demasiado morena para mi gusto porque puede desembocar en pelos en zonas no deseadas del cuerpo), media melena, guapa, cuerpo natural, en torno a los 28 años, algo menos de 1.70m de altura, ojos bonitos, quizás destaca la mirada, tetas naturales de tamaño medio.

Buen carácter, simpática, aunque un poco tímida al principio.


Lara se presentó, me dijo que me había visto por el gimnasio muchas veces, y le había llamado la atención, pero que, hasta ese día, no había reunido fuerzas suficientes como para atreverse a hablarme.

Estuvimos hablando un poco, mientras hacíamos ejercicio con las máquinas, y, al acabar, le propuse a Lara seguir hablando, si tenía tiempo, fuera del gimnasio, para conocernos mejor, ya que se había atrevido a hablarme.

Lara aceptó, así que, fuimos a los vestuarios (Cada uno, a los que nos corresponden por género, claro está), me di una ducha breve para quitarme el sudor por haber hecho deporte, y, minutos después, volví a ver a Lara, que ya me estaba esperando en la puerta del gimnasio, (Se había puesto un bonito vestido negro, poco escotado y unas botas de la famosa marca gallega, nada espectacular, pero tenía su punto) para ir al bar de la ensaladilla, a tomar un café en la terraza y seguir hablando.

Mientras íbamos caminando, Lara me contó que es superdotada a nivel de CI (138 es la cifra de su CI) que trabaja en temas financieros, desde su casa (Un piso a todo lujo en la zona de Jerónimos, a pocos minutos andando de mi casa) muchos días, y, otros, en una oficina por la zona del Bernabéu, (Que no está nada mal, por cierto), y yo, le hablé de Don Simón, y de mi trabajo.

Nos sentamos en la terraza del bar, pedimos unos cafés, y seguimos hablando, Lara me dijo que vivía sola en su casa, salvo por dos asistentas que vivían con ella, y se encargaban de la limpieza de la casa; Lara se sorprendió mucho al saber que casi vivía con Sara y que vivía con Carlota, el tema del BDSM era casi desconocido para ella, pero me dijo que quería conocer tanto a Sara como a Carlota, pues le daba cierta curiosidad, saber cómo era su vida.

Tras tomar los cafés, fuimos hasta mi casa, al llegar, Sara estaba en la mesa del comedor, con su portátil, desnuda y teletrabajando, Carlota, también desnuda, estaba de rodillas a su lado, esperando por si necesitaba algo Sara, Pilar estaba en la casa de Sara, haciendo las cosas de su casa (Lógicamente, eso me lo dijo Sara cuando me vio), y, la asistenta, estaba limpiando mi casa, pues era su horario de trabajo.

Sara se alegró mucho al conocer a Lara, y más al saber que, casi, compartían trabajo, de hecho, Alicia y Lara sí se conocían, pues habían coincidido en algún congreso sobre Economía.

Yo subí a cambiarme de ropa, me puse un traje elegante, pero sin corbata, y, ya vestido en condiciones, dejé a Sara cuidando de Carlota, que apenas abrió la boca en el tiempo en el que estuve en mi casa, y me fui con Lara a dar un paseo por El Retiro, antes de que fuéramos a su casa a comer, porque me quería invitar ella.

Mientras paseábamos, Lara me confesó que se había excitado, al ver el culo dolorido y rojo, con los apósitos, de Carlota, aparte de verla con los ojos tan vendados; Lara nunca había estado con una mujer, (Le asustaba la idea de que pudiera gustarle la experiencia, si daba el paso) y, su experiencia con hombres, era también limitada, pues no encontraba a nadie que fuera capaz de entenderla, se consideraba tímida, más de estar en casa la mayor parte del tiempo libre, y le costaba dar el primer paso para conocer gente.

Al acabar el paseo por El Retiro, fuimos caminando hasta la casa de Lara, un

pisazo

impresionante, de casi 900m2, quizás demasiado para una persona sola, magníficamente situado y amueblado, y con una biblioteca impresionante, con más de 10.000 libros, revistas, películas y cosas diversas, que, Lara, había ido consiguiendo, con persistencia, en los últimos años.

Lara abrió la puerta de su casa con su llave, al llegar, me presentó a sus dos asistentas, las dos de Tailandia, muy guapas y con pinta de ser sumisas, al menos, tenían un buen polvo cada una de ellas, y, después, pasamos al salón, para tomar un refresco mientras seguíamos hablando y esperábamos a que, la comida, estuviera lista.

Mientras hablábamos, me sonó el móvil, la llamada era de Carolina, que estaba en la habitación de Paula, con ella, y quería hablar conmigo; a Paula apenas se le entendía, pero pude comprender que quería saber si iba a ir a verla por la tarde al hospital, le dije que sí, y le prometí que, por la tarde, nos veríamos.

La comida con Lara, consistió en comida más o menos normal, un poco de arroz blanco con tomate y un huevo frito, y, de segundo plato, una dorada al horno, según Lara, la comida era poco importante para ella, se conformaba con casi cualquier cosa, aunque no perdonaba, eso sí, un poco de chocolate en cada comida y cena.

Al acabar de comer, regresamos al salón, con los cafés; yo veía que, si no me lanzaba yo, iba a ser imposible follarme a Lara, ni en un millón de años, así que, cuando vi que, Lara, empezaba a ponerse un poco nerviosa, me atreví a dar el paso, y le di un beso en los labios, que, Lara, respondió, comenzando a besarme con ciertas ganas, simplemente había iniciado un fuego que iba a ser muy difícil extinguir.

Sin embargo, una llamada inoportuna a mi móvil, nos hizo tener que dejar aparcado el follar con Lara hasta otro momento, y salir disparados hacia la clínica donde se encontraba Paula...