Dominando a Carlota 1.4

Noche de jueves. Primer cambio importante en la vida de Carlota.

Recomiendo leer las partes anteriores de esta historia para poder entender todo bien.

Próximamente iré subiendo más partes de esta historia, estad atentos.


Carolina ya había regresado a la normalidad, tras el castigo impuesto por Marta, se había pasado la noche del miércoles al jueves, y la mañana del jueves, escayolada, a ciegas, y con descargas eléctricas de baja intensidad recorriendo varias zonas de su cuerpo.

Por la tarde, había tenido turno en el hospital, lo estaba ya terminando, y quería saber si podía pasarse por mi casa, para contarnos cómo iba Paula después de las cirugías a las que había sido sometida para modificar su cuerpo.

Quedé con Carolina en que nos veríamos en mi casa en una media hora, lo que tardara en cambiarse de ropa si quería y en llegar con el coche a mi casa desde el hospital, Claudia también estaría presente.

Tras colgar la llamada telefónica, seguimos con lo que estábamos haciendo Sara y yo, que estábamos a punto de follar, delante de Carlota, cuando nos interrumpió el teléfono.

Sara comenzó a besarme, y yo, le empecé a acariciar sus enormes tetas, le metí algún dedo por su coño, para ver si ya estaba chorreando, y, al ver que era así, comencé a meter mi polla por su coño, mientras, Sara, gemía, y, Carlota, empezaba a lamer el culo de Sara con su lengua.

Las embestidas y los gemidos de placer de Sara, fueron a más, me corrí dentro del coño de Sara, y, al acabar, Carlota, sin decir nada, le empezó a limpiar el coño a Sara, le limpió los restos de mi semen, y, al dejarla ya limpia, me agradeció que le hubiera dejado limpiarle el coño a Sara.

Pasados unos minutos, sonó el timbre, llegaron Carolina y Claudia, fue Carlota quien se encargó de abrir la puerta; las dos chicas no se sorprendieron a ver a Carlota allí, desnuda, y excitada.

Carolina iba vestida con ropa de médico, no se había cambiado antes de salir de la clínica, Claudia, iba vestida de enfermera, y, ambas, llevaban las dos maletas con material médico.

Nos sentamos todos (Salvo Carlota, que se quedó de rodillas, a mi lado, esperando pacientemente y con la cabeza mirando al suelo), y, Carolina, nos comenzó a contar cómo le iba a Paula en la clínica.

Primero, me riñó un poco a mí, por haber permitido que le taparan el ojo, por la sugerencia de Carlota, más que nada porque, Paula, lo estaba pasando un poco mal, cuando esa mañana había dado los primeros paseos por la habitación y por el pasillo de la clínica, por poco se cae y se rompe algo, al tener la visión limitada.

Paula estaba ya mejorando, por lo que, si la cosa seguía así, el lunes ya podría irse a la casa de Marta, y seguir allí el post operatorio, bajo/con el cuidado de una enfermera.

Carlota, no paraba de mirar las maletas con material médico que habían traído Carolina y Claudia, ambas se dieron cuenta, y fue Claudia quien le preguntó a Carlota, si quería usar algo de material.

Carlota me miró a mí, y me preguntó si dejaba que, Claudia, le hiciera un vendaje de ojos como el que le había hecho a Isabel esa mañana, con la idea de dejárselo puesto, al menos, 24 horas seguidas, y demostrarme que se apañaba perfectamente sin ninguna visión.

Movido por la curiosidad, le dije a Claudia que comenzara con el vendaje, pues tenía ganas de ver a Carlota en esa situación, a ver si era o no cierto que le gustaba tanto estar así.

Claudia sacó el material necesario de la maleta que había traído, y comenzó a realizarle a Carlota el mismo vendaje, que, horas atrás, Carlota, le había realizado a Isabel.

Cuando Claudia acabó el vendaje, y comprobó que, Carlota, ya no veía absolutamente nada de nada, Carolina miró el reloj, dijo que estaba cansada y que se quería ir ya a dormir a su casa en El Bosque, porque, la noche anterior, al haber estado castigada, apenas había podido conciliar el sueño, constantemente interrumpido por las descargas eléctricas.

Claudia y Carolina se fueron a su casa en El Bosque, y, de nuevo, Sara, Carlota y yo, nos quedamos a solas; Sara le pidió a Carlota, que volviera a comerle el coño, como ya había hecho antes en la casa de Alicia, porque tenía curiosidad por saber si, ahora que ya no podía ver, mejoraba algo la cosa.

Sara me pidió que le tapara también los ojos a ella, aunque fuera solo con un antifaz, para que estuvieran las dos en igualdad de condiciones.

Carlota se tumbó en el suelo, donde también se había tumbado Sara, me pidió que le esposara las manos por detrás, para hacer la escena aún más excitante, así que, me tocó subir al vestidor y agarrar las esposas y el antifaz, para poder ponérselos a Carlota y a Sara respectivamente, y, ya con ella esposada y Sara a ciegas también, Carlota comenzó a lamer, con bastante más ganas que antes (En la casa de Alicia), el coño de Sara, que gritaba mucho más, estaba disfrutando mucho.

Sara tardó más en correrse que en la ocasión anterior, y, cuando lo hizo, dejó la cara de Carlota, venda incluida, algo manchada, así que, me tocó limpiar con rapidez la parte de la venda, para que no se estropeara, ni se echara a perder.

Era ya un poco tarde, por lo que decidí que era hora ya de irnos todos a dormir, así que, con ayuda de Sara (Que ya se había quitado el antifaz, aunque, ya luego en la cama, se lo volvió a poner), logré subir a Carlota por las escaleras, a pesar de que, a Carlota, no le costaba nada caminar sin ver, quizás sí un poco más subir las escaleras, y dejé a Carlota tumbada en el suelo, que es donde iba a dormir esa noche, porque, Sara y yo, dormiríamos juntos en mi cama.

Apagué las luces, y nos fuimos a dormir, Carlota en el suelo, aunque feliz de poder estar conmigo, y, Sara, conmigo en la cama, desnuda, con el antifaz, y tocando mi polla con su mano.