Dominando a Carlota 1.1
Recomiendo leer primero los relatos de "Reencuentro con Paula" para entender la historia. Comienzo a dominar a Carlota; la primera noche.
Antes de empezar a leer esta segunda parte de la historia, en la que os voy a contar cómo empecé a dominar/domar a Carlota, después de conocerla en el hospital en el que estaba ingresada Paula tras ser operada de varias cirugías para modificar su cuerpo, os recomiendo que leáis mis otros relatos, que se encuentran en mi perfil de la web, y, de ese modo, podáis entender toda esta historia.
De todas formas, os voy a hacer un breve resumen, en unas pocas líneas, de cómo se desarrolló la primera parte de la historia, por si no lo sabéis o aun no habeis tenido tiempo de/para leerla.
Me llamo Ángel, soy abogado especializado en Derecho Penal, entre otras cosas y trabajo en el bufete de Don Simón. (Aunque soy autónomo, Don Simón me cede un despacho y yo, me busco los casos, y colaboro en algunos que me pasan en el despacho).
Un día, Don Simón me mandó a una comida con un cliente, pero me dieron plantón y, por casualidad, me encontré con Paula, una antigua compañera de clase, con la que comencé a charlar y acabamos en mi casa esa misma noche, para follar.
Hasta ese momento, la mujer con la que más follaba, era Sara, mi vecina, (Que vive en el apartamento de enfrente con Pilar, una chica sumisa, morena y pecosa, que se encarga de las tareas domésticas y que vive en castidad) y también socia en algunos negocios inmobiliarios; juntos decidimos convertir a Paula en una puta, y hacer que reciba clientes en un apartamento en la zona de Chueca, aunque, antes, Paula, necesitará modificar su cuerpo con varias cirugías.
Sara tiene una amiga cirujana plástica, llamada Carolina, que se ha encargado de hacer las cirugías, junto con Almudena, una neurocirujana, que, Paula necesitaba para conseguir un cuerpo perfecto y convertirse en una puta, que es su sueño.
Para alojar a Paula durante su convalecencia tras sus cirugías, y para empezar a ser entrenada como puta, y, en especial, a lamer coños, su punto débil, Ama Marta, una amiga de Carolina experta Dominatrix, se ofrece a que, Paula, se recupere en su casa.
Isabel es la hermana adoptiva de Sara y va a ser dominada por Javier, un amigo proxeneta, con un club de alterne en Marbella, que se ofrece a ayudarme a adiestrarla (Su historia os la contará él en otros relatos).
Y, finalmente, al día siguiente de las cirugías de Paula, en el hospital, conozco a Carlota, una neurocirujana muy amiga de Almudena, que me pide ser dominada por mí, y aquí continúa la historia.
Este es el resumen, pero, ya digo, si tienes tiempo, te recomiendo que te la leas entera.
Sin más, paso ya a seguir narrando la historia.
Miércoles por la noche, en mi casa, con Carlota desnuda por completo.
Carlota me dejó claro que, su objetivo, era ser como Pilar, aunque, sí que aspiraba a poder ser follada por mí y por quien yo decidiera, en cualquier momento del día o de la noche, y también quería poder salir a la calle, aunque, por supuesto, fuera yo quien decidiera esas salidas, o, al menos, quien las autorizara.
Decidí que, en esa primera noche, antes de empezar la doma a Carlota, era fundamental que nos conociéramos bien, para dejar bien claros los límites y las normas, de modo que, no hubiera sorpresas ni malos entendidos, y, por supuesto, respetar los gustos de Carlota, porque, aunque fuera a ser una especie de mascota para mí, me parece importante tenerlos en cuenta y hacer que, la sumisa, se sienta cómoda.
Carlota me dijo que acostumbraba a seguir una dieta estricta, con pocas grasas, poco chocolate y mucha verdura, además, hacía mucho deporte, lo que me sugirió la posibilidad de que hiciera deporte, aunque fuera en el gimnasio de la casa de Sara, con Pilar, que lo hacía allí, para no salir de casa, pero, tampoco ponerse como una foca por la inactividad física.
También quedamos en que, el viernes, la ayudaría con la mudanza, para traer a mi casa, toda su ropa de cuero y sus cosas personales, desde el apartamento cercano al hospital, hasta mi casa.
Carlota me dejó también muy claro que, no le importaba que me follase a quien quisiera, es más, le daba mucho morbo verlo o sentirlo (Si le hacía llevar los ojos tapados, una de las cosas que más le excita, por cierto), al ser un simple objeto, no debía opinar sobre a quién me follaba, además, Carlota, estaba deseando ser usada, y estaba dispuesta a ser follada por quien yo dijera, independientemente de su sexo, como ya dije antes.
En cuanto a las normas, decidí que era el momento de aprovechar y ser lo más estricto que fuera posible, así que puse varias normas, y, por supuesto, también castigos.
En cuanto a su historia personal, Carlota me dijo que, su padre, era el director de la clínica donde trabajaba, por lo que no había problema en dejar el trabajo de manera provisional, con la idea de dedicarse por completo a servirme a mí, y a mantenerse en forma para mí, para que la pudiera domar en cualquier momento, sin depender de los turnos de la clínica, por ejemplo; si la cosa salía mal, podría volver a la clínica y a su vida normal, sin mayores problemas.
Carlota había tenido, hasta ese momento en el que dio conmigo, una vida bastante cómoda, sin apenas sufrimiento, tiene una hermana, que está acabando de estudiar Medicina, y vivía con sus padres en un buen chalet en Las Lomas (En el mismo sitio que Paula, por eso le sonaba de haberla visto antes pero, Carlota, no caía en dónde la había visto, y, claro, al darle ese dato sobre Paula, recordó que la había visto, de lejos, o se había cruzado con ella por Las Lomas, paseando al perro, posiblemente).
Con sus padres, Carlota, se lleva muy bien, son muy comprensivos, su madre, Sofía, con apenas 50 años, tiene un cuerpazo, (Aunque bueno, eso ya os lo contaré cuando escriba acerca de su familia y de cómo la conocí, y, también, de lo que le hice a su madre).
Una vez que dejamos claros los conceptos y las normas, llegó el momento de que, Carlota, pasara la primera prueba, que consistía en una mamada y en follarme su coño, para ver cómo se le daba, y saber cómo la iba a domar, para convertirla en mi mascota, en mi perra.
Subí con Carlota a mi habitación, y, una vez allí, la puse de rodillas sobre el suelo, le di una bofetada, y le dije:
-” Vamos a ver cómo la chupas, bájame el pantalón y el calzoncillo, y empieza a chupármela.”
Carlota me dijo que, cuando hacía mamadas, le gustaba más poder ver solo por un ojo, le parecía mucho más excitante, pero, le respondí que no, que, al menos para esta primera toma de contacto, sería con visión completa, ya habría tiempo de taparle los ojos, si a mí me apetecía hacerlo.
Carlota comenzó a hacer lo que le había ordenado, al ver mi polla, se relamió, por el tamaño, y, dudando de si podría meterla entera en su boca, comenzó, con algo de dificultad, a chupar y a lamer mi polla y mis testículos.
No lo hacía mal, aunque me esperaba algo mejor, era evidente que iba a necesitar mucho entrenamiento, pero, al fin y al cabo, era la primera prueba, y había que tener paciencia.
Cuando llegó el momento, me corrí en su boca, Carlota no dijo nada, por lo que le tuve que dar otra bofetada, para recordarle que debía agradecerme cada vez que le diera a tragar mi semen, mi pis o mi caca.
Llegó el momento de follar con Carlota por primera vez, de follarme su coño; al igual que, Sara, Almudena (A pesar de que era de poco follar, hasta que llegó mi turno), Carolina y Susana, Carlota lleva un DIU, que le impide poder quedarse embarazada, lo que permite poder follar a pelo con quien quiera, sin riesgos, así que, siempre follamos así, a pelo.
Antes de empezar a follarme su coño, le pregunté a Carlota, si quería que la amordazara, para evitar que se escucharan sus gemidos, Carlota me dijo que no iba a hacer falta, y yo, decidí creerla, y probar a follar sin ese complemento, aunque, a pesar de todo, dejé una mordaza bien a mano, por si me hacía falta usarla con Carlota.
Apenas había empezado a meterle mi polla por su coño a Carlota, cuando tuve que parar, agarrar la mordaza de bola, y ponérsela a Carlota, porque, de no haberlo hecho, la Policía se hubiera presentado en mi casa, preguntando por el ruido extraño que salía de la habitación.
Reanudé las embestidas, hasta que, pasados unos minutos, me corrí en el coño de Carlota, nada más acabar, le quité la mordaza, y, las primeras palabras de Carlota, fueron de agradecimiento por lo que acababa de hacer, por habérmela follado, por lo que no fue necesario darle, por el momento, una tercera bofetada a Carlota.
Antes de irnos a dormir, Carlota me pidió que le tapara los ojos, pues, al igual que Carolina, ella también dormía así, me dijo que, en la bolsa con material médico que había traído consigo, para poder vendar los ojos de Isabel al día siguiente, había parches que debía ponerle en sus ojos, así que, fui a buscar la bolsa, que estaba abajo, en el salón, localicé la caja con los parches, fui también a la cocina a beber un vaso de agua, y regresé a la habitación con Carlota, que se estaba masturbando cuando llegué.
Como se estaba masturbando sin mi permiso, decidí que era el momento para el primer castigo, como era la primera vez, sería algo suave, unos azotes, con 5 podría bastar, para que, Carlota, comprendiera que, cuando hiciera algo sin mi permiso, iba a recibir un castigo por mi parte, en cuanto que me diera cuenta de su falta.
Tuve que volver a salir de la habitación, me dirigí al vestidor donde tengo todos los aparatos para juegos de tipo BDSM, agarré una pala y unas esposas, y regresé a la habitación; Carlota ya tenía las manos quietas.
Le esposé las manos a Carlota, por delante, hice que se pusiera de pie, y comencé a darle los azotes con la pala, en su culo, antes de comenzar a dárselos, y al igual que hice con Sara en su momento, le ordené a Carlota que los fuera contando de uno en uno, y que me los fuera agradeciendo.
Por suerte para Carlota, fueron necesarios solo 5 azotes, ni se equivocó al contar, ni hubo interrupciones telefónicas; su culo se quedó un poco rojo, le dolía un poco al tocarlo con la mano, pero estaba feliz, por haber podido superar su primer castigo.
Le puse a Carlota los parches en los ojos, tal y como ella me había indicado, le di un beso en la boca de buenas noches, la ayudé a tumbarse en la cama, y, después, yo también me fui a la cama, aunque, antes, tenía una cosa pendiente.
Tenía que organizar la llegada de Isabel del día siguiente, sin que, Sara, se diera cuenta de lo que iba a pasar con Isabel, tal y como, ella, me había pedido.
Además, Carlota, estaba sin ropa, más allá de la que había traído puesta, e iba a necesitar un cambio de ropa para el viaje a Marbella del día siguiente, ropa que tenía que ser por completo de cuero, para que, Carlota, se sintiera lo más cómoda y excitada posible.
Hablé con Sara, le pedí que me dejara ropa para Carlota, y que me la enviara con Pilar, sin que ella tuviera que hacer el esfuerzo de ir hasta mi apartamento; también le dije que nos veríamos a la vuelta del viaje a Marbella, el jueves por la noche, pero, tarde, para que, bajo ningún concepto, pasara Sara por mi apartamento el jueves por la mañana, y corriera el riesgo de encontrarse allí con su hermana, con Isabel, y se montara una buena.
Sara me dijo que no había problema, iba a despertar a Pilar para que le organizara la ropa que le había pedido, y, al día siguiente, a las 06:00 tendría la ropa y un par de cafés, cortesía de Sara, para Carlota y para mí, como primera carga de pilas para un día intenso.
Una vez que vi la foto con toda la ropa lista, que me envió Pilar por
, ya sí, me fui a dormir, aunque fueran apenas 3 o 4 horas de sueño, pero, suficiente como para cargar las pilas y descansar un poco.