Dominado y consentido

Más adelante ya os explicaré como me metí en esta situación.

Sábado, cerca de las 21:30, estamos en casa cenando mi madre, mi hermana,  mi esposa y yo. Como música de fondo las noticias de  la tele. La cena discurre y nosotros hacemos algún que otro comentario sobre las noticias. De pronto suena una musiquita, alegre, pegadiza. Es el celular de mi esposa. Esta se levanta va hacia donde suena la música, abre el bolso y saca el aparato. Contesta.

-Hola, como estas… si,…si,…no,…si, si,… ¿Cuándo?... ¡Que bien!...si, si… ¡siiiiiiiiiiii!... se lo dire… ¿Por cuánto?....sí, que bien, hasta luego.

Mi madre, mi hermana y yo interrogamos con la mirada a mi esposa, que tiene una sonrisa de oreja a oreja y viéndonos dice.

-¡Va a venir!

-¿Cuándo? – le pide mi madre.

-En una hora o así – contesta mi esposa.

  • Y yo así – le replica mi hermana. Que se levanta de la mesa y parte hacia el pasillo. Mi madre no tarda en seguirla y mi esposa inicia el camino, pero se detiene, se gira y me dice.

-Recoge la mesa, limpia el salón y friega los platos.

Ante mi nula respuesta, pues he quedado un poco parado ante la actividad que les ha entrado de repente a las mujeres de mí casa. Endurece más su tono de voz y frunciendo un poco el seño me vuelve a ordenar.

-¡Vamooos… a que esperas!

Yo reacciono, me levanto de la mesa y me pongo en marcha. Mientras la recojo, hay un ir y venir de mujeres, desde sus habitaciones al baño, del baño a sus habitaciones. Mientras lo hacen parlotean y se comentan cosas. De que ‘si no les da tiempo’,’ que no se gustan’, ‘que guapa te pones’, etc.

He acabado de recoger la mesa y estoy barriendo el comedor. Veo acercarse a mi mujer desde el pasillo. Está para comérsela. Se me acerca insinuante. Se lo que me va a pedir.

-¿Cómo estoy? – y lo dice haciendo un giro, mostrándome toda su figura alrededor.

  • De muerte. – le contesto.

Y es verdad, lleva un conjunto de braga tanga y sujetador, color turquesa que le queda bárbaro. Incluso sin maquillarse, aun, está muy bien. Esas piernas muy bien torneadas y resaltadas por los zapatos de tacón a juego con el color de la ropa interior. Ese culo, un culo que quita el hipo, grandecito, pero duro y levantado. Su cintura estrechita, a pesar de que mi mujer no está delgada y seca. Esos pechos, que no son los más grandes de la casa pero con esos pezones, oscuros, grandes y siempre duros, que incluso se notan por debajo de la tela del sujetador. Se ha alisado el pelo y esta preciosa.

De pronto me alarga una mano que pone delante de mi cara y sonríe. Miro la mano, en ella hay un plug anal. Me inclino un poco y lo chupo. Al cabo de unos segundos mi esposa me lo quita de la boca y se lo introduce en el ano, apartando la tira del tanga y girándose para que yo pueda ver mejor la operación. Se lo introduce rápidamente varias veces y luego me lo vuelve a dejar delante de la boca para que se lo vuelva a chupar. Repetimos esto varias veces, como siete u ocho. La última se lo deja enchufado, lo asegura en su sitio poniendo la tira del tanga encima y se va hacia nuestro cuarto contoneándose y mirándome de reojo. Antes de desaparecer por el pasillo me ordena.

-¡Acaba de limpiar y vete a fregar los platos!

La obedezco, pero cuando he entrado en la cocina mi calentura y la dureza de mi polla pueden más. Un poco a escondidas me meto por el pasillo, la primera puerta, la habitación de mi hermana está cerrada. La segunda, la habitación de mi madre, está un poco abierta miro a su interior.

Allí esta ella, tumbada sobre la cama, espatarrada, vestida solo con un corpiño rojo, que no cubre sus tetones, los más grandes de la casa. Se está introduciendo un plug anal más largo que el de mi esposa pero no más gordo. La miro, su coño depilado, casi completamente, se abre y se cierra al introducirse el artefacto. Me mira y me sonríe, saca su plug del ano y me lo alarga. Se lo que quiere. Entro en la habitación me pongo de rodillas a los pies de la cama y lo lamo. Luego mi madre se lo introduce, repetimos varias veces.

Así estaba, extasiado, entre las piernas de mi madre, a pocos centímetros de su culo, tan grande y redondo como el de mi esposa, de ese coño depilado y suave. Viendo los tetones de mi madre balancearse cuando ella se introducía el plug, que no me di cuenta de lo que iba a pasar.

De pronto sentí un fuerte golpe en el trasero y en parte de las pelotas, por suerte no me había dado de lleno, luego alguien me levanto del suelo agarrándome por una oreja. Y allí casi pegado a ella la voz de mi mujer gritó.

  • ¡Que te he dicho!... ¡Es que no me oyes cuando te digo las cosas!

Ella maldiciéndome y yo rezongando, recorrimos el tramo de casa que va del pasillo a la cocina. Mientras ella no dejaba de pegarme tirones a la oreja que no soltaba. Cuando llegamos a la puerta me hizo pasar primero y de un puntapié en la rabadilla, que me dolió más que la patada anterior, me hizo entrar en la cocina. Advirtiéndome.

-Como llegue y la casa esté así, vas a ver tú. – Y se marchó.

Ahora la obedecí, la amenaza era en serio. Me puse a limpiar platos y demás.

-¿Qué tal me veo? – me dijo la voz de mi hermana.

Me giré. Allí estaba ella. La mire de abajo a arriba. Sandalias de tacón que estilizaban sus preciosas piernas. Braguita de color rojo, tanga imaginé, por lo diminuto y transparente del triangulito delantero que dejaba entrever un coño depilado. Sujetador rojo a juego con la braguita. Y mientras la miraba, ella iba girando su cuerpo lentamente.

  • Te ves bárbara y de campeonato – le dije.

Ella se me acerco parándose a un paso de mí, con cara de niña traviesa que se veía acentuada por las dos moñas que se había hecho en el pelo. Y puso delante de mi cara el puño cerrado con el dedo corazón extendido. Sabía que quería. Se lo chupe, tragándomelo. Ella lo sacó de mi boca y se lo llevo a la espalda, entre sus nalgas. Hizo algunos movimientos con la mano y luego me la volvió a plantar delante de la cara como antes. Repetimos varias veces, no muchas ya que nos sacó de nuestro juego la voz de mi mujer.

-¡Estáis listas!

-¡Oh, no! – dijo mi hermana bajito. Y salió corriendo de la cocina.

Tuve que seguir trasteando empalmado y caliente como un mono.

No había transcurrido mucho tiempo cuando sonó el timbre de la puerta.

-¡Ves a abrir! – ordenó a lo lejos la voz de mi esposa.

Abrí la puerta y allí estaba él. Alto, fuerte, de gimnasio, moreno. No muy bien vestido. Pantalones deportivos y zapatillas de deporte, con una camiseta sin mangas. Allí en la puerta de la calle dijo en voz alta, para que todo el que pasará lo oyera.

  • ¿Está la puta de tu mujer? Vengo a follármela.

Y entró todo chulesco, con el balanceo típico de los chuloputas. Se sentó en el sofá y me dijo.

-¡Eh cornudo, prepárame ese combinado que tanto me gusta! ¡Vamos rapidito!

Me fui a la cocina a preparárselo. Mientras lo hacía le oí.

  • ¡Pero bueno!.. Si está toda la troupe al completo. ¡Joder!...estáis de muerte…os voy a dar polla hasta que reventéis, ¡putas!..Hacedme algo.

Cuando salí al salón con el combinado se lo di y me volví a la cocina, pero deje la puerta abierta para ver lo que sucedía en el salón.

Mi hermana estaba sentada atravesada de rodillas en un sillón, delante del sofá, y con los codos apoyados en un respaldo lateral. Mi madre detrás de ella, con la cara metida en su culo, que mi mujer, con una mano en cada nalga de mi hermana, mantenía abierto. Mi hermana se abrazaba a los muslos de mi esposa, besándole el vientre y las tetas.

Mi esposa se inclinó hacia adelante para ayudar a mi madre a chuparle el culo a mi hermana, y ella le respondió metiéndole una mano por la entrepierna. Luego mi madre y mi esposa se morrearon durante un rato, mi madre siguió comiéndole el culo a mi hermana y mi esposa cambió el morreo a mi hermana. Las tres siguieron así un buen rato. Mirando a veces de reojo al hombre que estaba sentado en el sofá y se jalaba con una mano un miembro de buen tamaño.

Mi mujer levantó un pie para apoyarlo en el sofá y mi hermana le apartó la braguita y hundió su boca en el coño de mi esposa. Las tres gemían, se magreaban, acariciaban, excitadas también de ver como estaba ese macho que las miraba.

Siguieron así hasta que el macho no pudo más, se levantó y se dirigió al culo de mi madre al que se amorró. Escena terrible la que se representaba, un macho con una polla grande, se amorraba al culo de mi madre, magreándole las nalgas y comiéndole el ojete. Ella hacía lo propio con mi hermana, y esta se morreaba y magreaba con mi mujer. Yo tenía la polla a reventar.

Mi esposa y mi hermana pasaron a chuparse la una a la otra los tetones, mientras mi madre seguía comiendo culo y le comían culo y coño.

Luego el macho dejó el culo de mi madre y se dirigió a mi esposa, la separó de mi hermana, le dio la vuelta, le apartó la tira del tanga, le separó las nalgas, dejando el coño y ojete a la vista e introdujo su cara entre las nalgas aprovechando que mi esposa ponía un pie en el respaldo del sillón.

Mi madre y mi hermana al verse abandonadas por su anterior pareja, se emparejaron ellas dos. Besándose, magreándose, acariciando y gimiendo. Se pegaban cachetes en el trasero, se chupaban las tetas. Se comían la una a la otra.

El macho dejó de comerle el culo a mi esposa y se bajó del todo los pantalones. Las tres inmediatamente se arremolinaron delante de él y empezaron a comerse, por turnos, su polla. Las que no comían polla se morreaban y acariciaban entre ellas. Cuando les tocaba comer polla, el macho, las agarraba con las manos la cabeza, una por la nuca y la otra por la barbilla y la obligaba a tragarse casi la totalidad del enorme pene. Cosa que ellas hacían muy gustosas a pesar de las toses, nauseas y faltas de respiración que demostraban al liberarles el macho. Pero se reponían rápidamente, pues la otra que no chupaba la colmaba de besos caricias y otros arrumacos.

Las tres disfrutaron varias veces te san sabroso manjar, felicitándose entre ellas cada vez que conseguían tragarse en su totalidad el enorme miembro y lamiéndose las babas que les caían por la barbilla las unas a las otras.

El macho se separó de ellas que se quedaron mirándolo mientras se desnudaba del todo. Luego las llevo al sofá y puso a mi hermana a cuatro patas en él, separó las nalgas de mi hermana y le metió la polla por el culo. Mi hermana, con las bragas a medio muslo, pego un pequeño respingo, pero enseguida su cara demostró el gusto que estaba pasando. Mi madre la felicitaba y la incitaba a que disfrutase de la enculada. Mientras mi esposa, enardecía, excitaba al macho para que enculará más enérgicamente a mi hermana, apoyando su cara en el culo de ella... Ella ya gemía, casi gritaba del gusto, si no se había corrido ya.

El macho sacó el pollón del culo de mi hermana con un blof y mi esposa aprovecho para chupárselo. Luego indicó a mi mujer que se sentara en el sofá. Ella lo hizo y se espatarró de piernas ayudada por las otras dos, una en cada pierna. Apoyo su miembro a la entrada del ojete de mi esposa y lo fue introduciendo lentamente hasta que estuvo completamente dentro. Oí la respiración jadeante de mi esposa, como de parto.

El macho empezó a bombear su polla en el culo de mi mujer y ella empezó a berrear de gusto. Mi madre y mi hermana la acariciaban, besaban, chupaban para que disfrutara más del momento. El macho fue acrecentando el ritmo del bombeo y mi esposa acrecentó el ritmo de los berridos. Se oyó un grito prolongado de mi esposa y un líquido blancuzco salió de su coño para mojar el pollón del macho, y resbalar por el trasero de mi esposa hasta el suelo. Las otras dos mujeres la felicitaban, besaban y magreaban el coño para aumentar su placer. El macho le sacó la polla del culo con otro blof y esta vez fue mi hermana la que se abalanzó sobre el pollón para chuparlo. Mientras él indico a mi madre que se sentará en el sofá y ella sonriente lo hizo. Se espatarró delante del macho, acariciándose el coño, y este sacando la polla de la boca de mi hermana y sin miramiento alguno, se la enchufó por el culo hasta el fondo. El berrido de mi madre fue ahogado por el coño de mi esposa que se había puesto sobre ella para que se lo chupara.

El macho empezó un bombeo a un ritmo terrible y mi madre hubiera berreado y gritado de lo lindo. Si no hubiese sido por el coño de mi esposa que amortiguaba los gritos, todos los vecinos a cien metros a la redonda de casa se hubiesen enterado, bueno creo que todos ya lo sabían.

Mi madre debió correrse de lo lindo ya que cuando el macho le sacó la polla del culo esta estaba bien mojada y brillante. Ahora fue él el que se sentó en el sofá y mi hermana ni corta ni perezosa se plantó encima de él a horcajadas, agarró el pollón del macho con una mano, con la otra se abrió el culo y se metió el pollón hasta el fondo para luego empezar a dar saltos y berrear de gusto.

Las otras dos mujeres, la ayudaban a disfrutar acariciándola, comiéndole la boca o las tetas y las dos que no disfrutaban de la enculada, se acariciaban también consolándose entre ellas. Mi hermana se volvió a correr entre gritos y ayudada por mi esposa y mi madre que le magreaban el clítoris, y estrujaban y chupaban cada una una teta.

Después de eso el macho se quitó de encima a mi hermana y agarró a mi mujer para que se colocara igual.

-¡Te voy a llenar el culo de leche delante de tu marido…so puta!

Y dicho esto la ensartó el culo y empezó un bombeo salvaje aun peor que los otros. Mi mujer berreaba, esta vez sí que los vecinos debían oírlo todo pues nada tapaba su boca. El bombeo aumentó más, si era posible. Creo que vi como la polla crecía y engordaba, si eso era posible y los huevos del macho se hinchaban. Al rato oí los bufidos de él y el gemido continuo y agudo de mi esposa que indicaba que se estaba corriendo. Si no hubiese sido por la mano de mi madre, que agarraba en ese momento el pollón del macho, creo que hubiese visto pasar desde los huevos, pasando por todo el largo del pollón, hasta la punta de la polla los chorros de semen que debía estar introduciendo dentro del recto de mi esposa.

Cuando el macho dejó de pulsar leche, mi madre rápidamente saco el pollón del culo de mi esposa y de este manó un montón de líquido que se desparramó por la polla y  el culo de mi mujer. Mi madre y mi hermana no perdieron el tiempo, y se dedicaron a chupar y engullir todo el líquido que pudieron al tiempo que mamaban el pollón y chupaban el agujero del culo, que estaba bien abierto, de mi mujer. Esta, poco después, levantándose trabajosamente, ya que estaba muy cansada, cosa que demostraba la respiración agitada que hinchaba y deshinchaba su pecho. Se juntó al festín de las sobras que dejaron mi hermana y madre, chupando caras y polla, haciendo desaparecer, si aún quedaba, cualquier resto de la corrida.

El macho se levanto como si nada, el pollón seguía duro, tieso y bien brillante, y les dijo a las mujeres.

-¡Vamos putones!...que aún tengo mucho que daros. ¡Os voy a reventar, so putas!... pero vamos a un sitio más cómodo…vamos tu habitación le dijo a mi esposa.

Y agarrándola por la cintura se la llevo hacia el pasillo. Cuando me dieron la espalda, dirigiéndose al pasillo, seguidos por mi madre y hermana, vi como unos hilillos de líquido, brillantes, resbalaban, hacia abajo, por los muslos de mi esposa.

La noche iba a ser larga, saque la colchoneta de un armario y la tendí en el suelo de la cocina, me puse los auriculares y en el mp3 seleccioné mi música favorita. Me acosté en la colchoneta para pasar la noche, fue en ese momento que me di cuenta de que me había corrido, y varias veces por lo enorme de la mancha. Pues tendría que pasar la noche así, cualquiera iba ahora a molestarlos.