Dominado por una vieja amiga

Una amiga de la infancia se aprovecha de la situación para hacer de mi su esclavo.

En esta época de recortes esto era lo último que faltaba por suceder. Las cárceles se fueron llenando de ladrones, de caraduras que no habían dudado a la hora de exprimir al pueblo hasta agotarlo, de gente que mal vivía, sin poder comer a diario y mientras todo esto sucedía el gobierno anunció un plan para reducir el número de funcionarios en toda la administración, así la plantilla para las cárceles se redujo de manera notable, alrededor de un 40% menos personal.

Así salió una ley polémica por la que cualquier reo de carácter menor podría ser reclamado por cualquier persona libre, dando preferencia a familiares y amigos.

Yo llevaba cuatro años en paro, perdí mi casa y me vi obligado a vivir en la calle y allí conocí a gente que me ayudó, volvía a estar como en familia, la mía la perdí ocho años atrás en un accidente. Llegó el día en que alguien propuso irnos a un hotel que después de levantado no se llegó a abrir, y allí pasé unos de los meses más felices de mi vida, porque sin tener nada, siendo pobre en el más estricto sentido de la palabra me sentía cómodo, entre amigos. Nadie sabe lo que es eso hasta que ha pasado por lo que pasé yo.

Pero al final, hasta el último de los grades sueño se acaba, alguien, algún pez gordo con dinero suficiente consiguió la licencia de apertura, a pesar de estar levantado sobre terreno no urbanizable. La policía entró en tropel, hubo enfrentamientos, salimos hasta en las noticias, y yo, precisamente yo en primera plana tirando una silla hacia los policías.

No, no me llené de orgullo al ver la foto, siempre he sido alguien pacífico, pero es que no salieron los palos y patadas que me llevé yo o algunos de mis compañeros, a mi hasta en el suelo me siguieron dando. Así que quedamos en el imaginario colectivo de la sociedad como una pandilla de ocupas violentos, y yo el que más.

En menos de 24 horas estaba en el patio de un polideportivo, esposado, encandenado a un mástil, pero no era el único, más compañeros del hotel y gente a la que no conocía estaban a mi alrededor.

Un tipo bajito y gordo, con una voz anodina nos leyó un trabalengüas jurídico que se podía resumir en que íbamos a ser subastados como esclavos, claro que subastados es un término bastante inexacto, nadie pagaba por nosotros, éramos reclamados y punto, cuando alguien era reclamado por más de una persona entonces se abría un debate entre ellos dos, sin contar con el reo para nada. El gobierno lo único que pedía es que fuéramos tratados con total degradación como castigo por nuestro crimen.

Poco a poco el terreno se fué llenando de gente, nuetro grupo empezó a llenarse de lágrimas y voces que pedían piedad, pero los guardias con sus fustas acallaban cualquier voz alborotadora.

Allí estábamos, sin poder movernos, pasando frío mientras alguien a quién no podíamos ver y probablemente a quién no conociéramos estaba en alguna sala calentintio viéndo imágenes nuestras, alguna foto de las muchas que nos habían sacado.

Finalmente una guardia vino a por mi, mientras me quitaba la cadena que me sujetaba al poste me dijo en un susurro:

.- Cabrón tienes suerte, te iba a reclamar yo - Y tan tranquila, era joven, morena, unos bonitos ojos claros, guapa, con una agradable cola de caballo que escapaba de su gorra. Me da un fuerte tortazo que casi me tira al suelo y me dice que no me ocurra volver a mirarla.

Me lleva a trompicones, empujándome sin miramientos de mis pies con grilletes, a ella no le importa. Así que cuando entramos en la sala donde me lleva siento alivio, en un cubículo, la guardia a mi lado, de pronto la pared frente a mi se abre y veo un funcionario y a su lado Liliana, una de mis amigas de la infancia y juventud, inocentemente la cara se me ilumina con una sonrisa que ella me borra con dos tortazos.

.- Imbécil, no te atrevas a mirarme a los ojos - Su voz es fría, agacho la mirada, veo como firma un documento que le da el funcionario, la guardia me pone un collar al que ata una cadena y le da la cadena a mi "amiga".

Sin decir nada, se da la vuelta y echa a andar, tan rápido que me veo obligado a avanzar a saltitos para no caerme. Se da la vuelta, me mira, está enfurecida y me da dos tortazos más. La cara me arde.

.- Al suelo perro, a cuatro patas -y otra vez empieza a andar con pasos enérgicos y yo gateando tras ella. Salimos a terreno pedregoso por lo que me voy clavando de todo pués estoy obligado a no perder su paso.

Llegamos al coche y me obliga a patadas a entrar en la parte de atrás, su comportamiento me tiene sobrecogido, espero mientras ella da la vuelta y se sienta al volante. Arranca y me empieza a hablar.

.- Esclavo -dice y me obliga a mirarla alucinando- para mi eres eso, mi perro, mi esclavo, tu nombre, nuestra amistad ya no son nada para mi. Te voy a domar a mi gusto, te humillaré y tú obedecerás mis órdenes al pie de la letra, sea cual sea mi orden. Para ti soy Ama, Dueña, Ama Liliana y te dirigirás a mi siempre en esos términos y con el máximo respeto. ¿Algo no te ha quedado claro perro?

.- No Ama, todo está claro.

Y no vuelve a hablar, me quedo mudo pensando en la que fué mi amiga, la que estuvo enamorada de mi, la que me volvía loco, hasta que veo que entramos en un garaje, supongo que el de su casa. Me saca del coche como me metió, con un empujón y violencia. Para mi desgracia veo en la acera a un hombre atado a un árbol mientras es azotado sin piedad por su Ama, mi propia Ama también lo ve.

.- Mira a ese perro, son caricias comparado con lo que te voy a hacer yo.

Entramos a casa y desengancha la cadena de mi cuello, diciéndome esto:

.- No necesitarás la cadena perro, cuando yo me mueva tú te mueves, si me paro, tú te paras. Y si tardas en reaccionar o no lo haces desearás no haber nacido.

Sin decir nada se da la vuelta y se va, sin esperar nada gateo tras ella pero me grita.

.- ¡Quieto gusano!, desnúdate y espérame aquí y se va- Me desnudo lo más rápido posible, no quiero arriesgarme a que vuelva y no estar desnudo.

Cuando vuelve me inspecciona, parece que todo está en regla, se va a un sillón en el que se sienta, yo dudo, moverme o esperar.

.- ¡Aquí perro! - me llama yo a cuatro patas voy frente a ella.

Me ordena levantarme y me coloca un aparato de castidad, nada más cerrarlo me dice:

.- ¡Al suelo! - y yo temblando vuelvo a ponerme a cuatro patas.

.- Ahora perro, descálzame y lame mis pies, y mejor será que lo hagas bien.

Le quito las botas que llevaba e inmediatamente el olor de sus pies me golpea, en olor ácido y fuerte, ella nota el gesto de desagrado en mi cara y levantando un pie me lo pone en la cara.

.- Esclavo huele, son los pies de tu ama, adorarás este olor, te lo aseguro.- Unos cinco minutos después, conmigo oliendo y oliendo, con ambos pies en mi cara me ordena quitarle los calcetines, con la boca me dice con una patada cuando echo las manos. Agacho la cabeza y comiendo a morder el primer calcetín, ella con el otro pie me pisa la cabeza. Me costaba horrores bajar el calcetín, siento que se mueve.

.- Eres un inútil, levanta mi pie y tira desde el talón - Obedezco temiendo otra patada.

.- Eso es perro, no te imaginas lo que disfruto viéndote a mis pies -entendí, se estaba coriendo, masturbándose. Una vez que conseguí pasarlo por el talón, el resto fué fácil, encontes veo su pie, perfecto, blanco y sentí unos deseos de besarlo que me asquearon conmigo mismo.

.- Esclavo, el otro.

Una vez que ambos pies están desnudos los pone frente a mi.

.- Ahora esclavo lame, limpia bien el sudor, acostúmbrate a esta tarea.- Me pongo a ello, el olor me llega a los más profundo de mi ser, paso la lengua por entre los dedos, lamíendo cada dedo uno a uno, lamiendo con verdadera devoción, ella gime encantada, luego paso la lengua con lametones largos a recorrer la parte superior del pie, está extasiada de placer y eso me excita, paso a lmer su empeine, suave, el olor que me repugnaba ahora me embriaga y me entrego a la tarea con verdadero placer.

.- Vaya perro, ya te gusta, eres asqueroso, pero sigue disfrutando cerdo. Me deja lamer su empeine durante unos cinco minutos hasta que me lo quitó de delante y puso el otro, me lancé a él sin esperar su orden.

.- Qué patético, lamiéndome los pies como un perro y disfrutando, serás cerdo.

Me siento humillado pero no puedo hacer nada, ella seguía insultándome hasta que terminé, entonces me mandó ponerme bocarria y ella me puso los pies a escasos centímetros de mi cara.

.- Lame las plantas - me puse a ello y lo encontré maravilloso, tenía ganas de llorar, no entendía que eso me pudiera estar gustando.

Una vez terminé me manda a la habitación, a cuatro patas, a recoger las zapatillas que ha dejado al pie de la cama

.- Tráemelas en la boca y disfruta cerdo.- Refuerza la orden con una patada en mi trasero.

Encuentro la habitación, es enorme y sin atreverme a levantarme veo que la cama es enorme, un edredón blanco la cubre y el suelo está enmoquetado, las zapatillas no están del lado de la cama por el que entro así que gateo hasta el otro y las veo, son de pelo, de color rosa, cubren los dedos y hasta mitad del pie dejando el talón descubierto, me agacho a cogerlas con la boca y el olor de sus pies me golpea. Vuelvo a su lugar y las deposito a sus pies.

.- Bien perro, no está mal para ser la primera vez, pero entiende que un esclavo tiene que ser más rápido cumpliendo los deseos de su dueña.

Me siento terriblemente humillado, y eso que fuímos grandes amigos. Ahora levanta un pie, que encuentro realmente hermoso y me lo pone en la cabeza.

.- Ahora esclavo, con la boca cálzame las zapatillas.

Encuentro la acción humillante pero no tengo más remedio que cumplir sus órdenes, para la ley esa es mi dueña y puede hacer de mi lo que le de la gana. Se lo calzo con miedo, no quiero golpearla, tengo miedo de no acertar a la primera, de hacer cualquier cosa mal, pero la calzo sin problemas, sé que ella ha movido un pie lo justo para que la zapatilla se deslizara por su pie, cambia ahora el pie de apoyo en mi cabeza y baja el otro, se lo calzo con igual terror, pero no sucede nada, sin decirme nada, una vez con ambas zapatillas puesta empieza a caminar y yo recordando su orden la sigo gateando a cuatro patas.

.- Agacha la cabeza, por debajo siempre de mis rodillas perro - me corrije- y mira siempre mis pies, que además no me puedes engañar, he visto que te gustan.

La sigo así, pensando en lo que ha dicho, tiene razón, me gustan y mucho, ahora tengo la oportunidad de explorar sus talones y los admiro. Me lleva a la cocina, asllí conmigo siempre a sus pies se prepara una ensalada, lo sé porque deja caer un trozo de lechuga, una aceituna que presuroso tengo que recoger para comermelo, cuando acaba y otra vez sin decir nada vuelve al salón.

.- Bien, perro, siempre así cuando yo me mueva. Ahora échate como un perro, a mis pies.

Se inclina hacia la mesa y enciende la televisión, me pide que me acerque, que me pegue al sillón y obediente lo hago, entonces me pone los pies encima y come tranquilamente.

Mis días continúan así, cargados de vegajaciones. Me acostumbré a gatear tras ella con rapidez, a pesar de mis rodillas, al olor de sus pies, a ser bañado con su orina cuando le daba la gana. Durante los primeros días yo aprovechaba cuando caía dormida, para contemplarla, era la viva imagen de mi amiga de la infancia, de la niña que conocí y de la que me enamoré en mi juventud. Recordaba sus risas y no podía creerme mi posición, acostado a sus pies, el sadismo con el que me trataba y me avergonzaba reconocer que ciertamente era capaz de disfrutar de sus pies, de olerselos, de besarlos y acariciarlos, de lamerlos, de su olor, pués desde ese primer día mi cara fué un cojín para sus pies, al menos debo agradecer que siempre descalza, nunca me pisó mientras estaba calzada.

Me hizo aprender, estudiar su colección de zapatos, me encerraba en su vestidor, vi los zapatos en las paredes en estantes, calculé entre 50 y 60 pares, luego, cuando me puse a estudiarlos había 68. Se iba a trabajar y me dejaba encerrado con los zapatos, luego cuando volvía me hacía besarle los pies y sin poder levantar la cabeza me hacía preguntas.

.- ¿Cuántos zapatos verdes tengo?

.- ¿Cuántos zapatos con tacón de más de 3 cms tengo?

Y cosas así, cuando fallaba con toda calma cogía su fusta y comenzaba mi calvario y cuando contestaba bien, me hacía otra y luego otra, hasta que fallaba o se daba por satisfecha. Cuando por fin llegó el día que fuí capaz de dar con todas sus preguntas me hacía tumbarme bocarriba y volcaba todos sus zapatos sobre mi y mientras me miraba, sin ayuda de mis manos tenía que emparejarlos, esto último fué un verdadero reto pués tenía varios pares iguales salvo el color, por lo que tenía que lamerlos y reconocer  cualquier deterioro, cualquier imperfección, rasgones, rozaduras, suelas gastadas y ella riéndose sentada viendo como lo hacía, amenazándome, masturbándose y yo con la espalda dolorida, con la boca sucia, con los labios agrietados esforzándome con verdadero empeño.

Luego me enseñó a dorar su cuerpo, empezaba por sus pies que como había adivinado me encantaban, las piernas, bien formadas, que debía besar, su sexo, su viente, sus pechos, su trasero y debía notar mi humillación, mi sentimiento, si consideraba que no era suficiente me azotaba.

Y lo peor de todo, pensaba yo en la noche, lo peor de todo es que empecé a sentir que eso era lo correcto, que yo había nacido para servirla y en silencio le daba las gracias por haberme escogido, así que sin tener en cuenta los castigos, ni las humillaciones empecé a sentir verdadera adoración hacia ella.

Un día me dijo:

.- Perro, espero que te adaptes a tu nueva situación -yo de rodillas, con sus sandalias en la boca- Pero ésto no ha terminado, de echo tu entrenamiento está comenzando, falta por educarte para recibir mis residuos fisiológicos. - Se me quedó mirando seria, hermosa y terrible, su melena pelirroja me sobrecogía y temblaba incapaz de apartar la mirada, en esos casos no me apartaba, le gustaba ver en mis ojos el reflejo de la humillación que sentía.

.- Lleva los zapatos a sus sitio y traéme las zapatillas- Y ya de forma eficiente, casi automática, salia a cuatro patas y se las devolvía, como un cohete, sólo por complacerla y me sentía feliz viendo que había agradado mi comportamiento.

Ya dominaba con pericia el coger con la boca sus zapatos, dejé las zapatillas frente a sus pies y se los besé, y luego fuí calzando según levantaba los pies. Y sin decir nada se levantó y salió del salón, conmigo pegado a sus pies, siguiendo sus pasos, me llevó al baño y allí me hizo tumbar bocarriba, se fué, volvió con un embudo que metió en mi boca.

-Sújetalo bien- me dice

Luego con un pie a cada lado se inclinó bajando su trasero hacia mi cara, afinó dejando su coño sobre el embudo.

.-  No se te ocurra moverte animal, como una sóla gota salga fuera te arrepentirás.

.- Las primeras veces usaré el embudo, pero luego te irás acostumbrando a hacerlo y quitaré el embudo - y sin más dilación comenzé a oir la orina sobre el embudo e inmediatamente me llegaba a la boca- Cuando te hayas acostumbrado a tragar mi orina te usaré para necesidades mayores.

Así que me quedé con el rancio sabor de su orina en la boca y pensando lo que aún me quedaba y pensando lo que aún me quedaba por probar, eso sí, sin soltar el embudo, sin moverme.

Terminó, se levantó, esperó unos segundos a que el embudo escurriera entero, luego me lo quitó y con una cara de desprecio que me dejó helado me ordenó limpiarla, pero antes me debí ocupar del embudo y tragármelo todo, cuando consideró que el embudo estaba limpio bajó su coño a mi boca y antes de que pudiera siquiera tocarla con la lengua me dijo:

.- Perro, vas a limpiarme, cuidado con emocionarte.

Así que con infinito cuidado y no menos miedo me dedico a lamer, a limpiar o mejor dicho a recoger con mi lengua cada gotita de su orina hasta que sin una sola palabra se retira, dejándome con lengua fuera en una pose ridícula, se agacha y sin mediar nada me da un tortazo que me gira la cabeza y me deja un pitido y no me atrevo a decir nada. Callo al borde las lágrimas por la humillación que siento.

.- Cerdo ven a verme al salón pero antes límpiate que me da asco verte así.

Me lavo con agua, lo mejor que puedo y salgo a cuatro patas a buscarla, sé que si cree que he tardado mucho me volverá a pegar y recordar las veces que lo ha hecho me hace estremecerme.

Pido perdón por mi despiste, dejen que describa a mi Ama, a la mujer que es, no a la niña que conocí. Es una chica no muy alta, alrededor de 1,65, 25 años, pelirroja, de melena larga y rizada, tiene unos ojos de color verde hipnótico y la cara llena de pecas. Me asusta que una chica que mide 15 cms menos que yo y pesa alrededor de 20 o 30 kg menos me tenga tan sometido.

La encuentro en el salón y sin esperar invitación, sin decir nada me echo a sus pies, como me ha enseñado que le gusta, en silencio, poniendo mi cara en el suelo rozando sus pies. Ella no me dice nada, me deja así.

Desde ese día recibir su orina era normal en mi vida, dos o tres veces al día, con el dichoso embudo al principio que al final de cada meada tenía que lamer y luego sin embudo, obligándome a tragar rápido, sin dejar escapar ni una gota y me asustaba fallar, pero me asustaba más ver que empecé a no fallar, evitaba sus palizas, pero me degradaba ver que me acomodaba a la tarea, además de la humillación que eso significaba estaba el terrible peso de saber que pasaría a la siguiente etapa pronto.

Y no me equivoqué, ahora algunos días empezaron a ser "más" completos, por la mañaba despertaba poniéndome los pies encima y se los lamía como a ella le gustaba, como me había educado, luego venía su primera meada, mi desayuno como ella decía, se duchaba y yo esperaba en la puerta, pendiente aún la fase en la que me debía educar a su baño, se vestía o la vestía yo, la calzaba, nunca ella misma, siempre yo. Se iba al trabajo y nada más volver requería  la adoración de sus zapatos, de sus pies y como no, su orina.

Luego se sentaba en el salón a ver la televisión, o en el estudio a leer o estar en el ordenador y yo invariablemente a sus pies.

Empezó a usarme para sus necesidades mayores, primero cuando iba al retrete yo esperaba arrodillado, a su lado, con mi lengua lista para servir de papel higiénico. Era algo asqueroso, asqueroso en grado sumo, notaba el sabor desagradable de la mierda y tenía que luchar contra las arcadas para poder seguir lamiendo hasta que me mandara parar. Se pasaba un trozito de papel y si lo sacaba sucio no pasaba nada, simplemente cogía su látigo corto y unos cuantos azotes lo arreglaban todo, por si fuera poco los azotes eran adornados con frases como:

.- Pedazo de inútil, no sirves para nada.

.- Prepárate asqueroso que lo que haces no es nada para lo que tendrás que aguantar.

Trataba de no pensar en lo que vendría, mis lágrimas no la conmovían, mis lágrimas le servían de afrodisíaco para excitarse.

Pero llegó ese día, en el que la fase de limpieza se me quedaba corta, empezó a cagarme en las manos, le limpiaba el culo como siempre, con la lengua y luego se entretenía en ver como lamía la mierda acumulada en mis manos, luego me mandaba tirarla diciéndome que le daba asco verme con eso en las manos.

Tan sólo 5 semans después del inicio del tratamiento me hizo un "regalito"

.- Túmbate bocarriba -y yo acostumbrado ya a que mi mundo era ella, a que aún en susurros la oía.

Se agachó sobre mi, como tantas otras veces, pensé que iba a orinar, algo a lo que yo ya estaba acostumbrado, y .... joder, pensar que alguien se puede acostumbrar a eso, el dolor me vuelve a golpear, pero no, no iba a orinar, se movió hasta dejar su ano sobre mi boca y nada más verlo me puse a temblar, un pedo me ahogó, ella se rió, inmediatamente después su ano se abrió.

.- ¡Cerdo, abre bien la boca! - Yo ya la tenía abierta al máximo, con lágrimas silenciosas en los ojos, veo su esfínter abrirse y el primer zurullo se asoma, me parece mentira que su ano se pueda abrir tanto, es absurdo pero eso fué lo que pensé

.- Wow cerdito, este es bien gordito, te vas a poner hasta las botas - Efectivamente es gordo, aseguro que lo puedo saber mejor que ella, el olor es nauseabundo, tiene almenos seis centímetros cuando se rompe y el trozo suelto cae en mi boca, pero no puedo cerrarla veo que hace fuerza y el segundo trozo sale también, cae apoyado en mi nariz, las arcadas que siento me asustan, con eso en la nariz y en la boca sólo pienso en morirme, ella se levanta, veo como se da la vuelta y me mira.

.- Qué asqueroso eres, aquí va el segundo plato- se da la vuelta y se vuelve a agachar, estoy llorando pero le da igual, la humillación que siento es infinita, ella ve mis lágrimas y se ríe

.-Ohhhh, el pobre cerdito llora, que pena- dice con burla- no llores cerdito que es sólo la primera vez, pero te acostumbrarás y al final no querrás otra cosa, pobrecito, si acabarás llorando cuando tengas hambre para que te alimente, pero soy buena esclavo mío, conmigo no te faltará ni comida ni bebida, así que venga, quiero verte comer.

El dolor por sus palabras es ardiente, lo que me dice, lo que me insinúa que va a ser mi vida, es penoso, pero no puedo pensar en eso, tengo que masticar, entre arcada y arcada, escuchando sus burlas, es asqueroso, al final, "para que no me atragante" me regala una meada, que aunque parezca mentira agradezco pues es cierto que me facilita a limpiar bien los trozos de mierda pegados a mis dientes. Me vuelve a mear y me ordena enjugarme, varias veces y cuando consiera que estoy "limpio" tengo que lamer su ano hasta dejarlo limpio, como ya he hecho tantas veces, me dice que lo considere un honor, que soy el único hombre, la única persona que se ha alimentado de su mierda, y yo no digo nada, estoy lamiendo pero eso que dice es cierto y es doloroso, el honor es tenerme vejado día y día, hora tras hora. Comprueba estar limpia y se va, permitiéndome en un gesto de bondad sin fin que me lave, porque no quiere tener al cerdito lamiedo sus pies, que tengo que tener la boca limpia para sus pies.

La encuentro donde siempre, me echo a sus pies, no puedo estremecerme, pensar como era  conmigo y como es ahora y vuelvo a llorar, en silencio, y en un gesto de profunda humillación, de reconocimiento de su superioridad le doy dos besos en los pies y entonces tiene el primer gesto simpático hacia mi, se inclina a mi posición y con una mano me acaricia la cabeza.

.- Buen perrito. Así me gusta, sigue adorando mis pies. Te estás convirtiendo en el esclavo que quiero.- Y vuelve a acariciarme la cabeza.

Seguimos así por unos diez minutos, yo sigo adorando sus pies, retira su mano de mi cabeza y me siento dolido, y sentire así me duele aún más, me enfurezco por ello, no admito que su contacto sea necesario para mi, no admito que con esa forma de tratarme tenga que adorarla, pero la realidad es lo que es.

.- De rodillas, mirándome - Obedezco, como siempre, rápido, pero con la mirada humillada, pero con una mano me indica que la mira y lo hago, ve mis ojos irritados por las lágrimas y me vuelve a sorprender con un gesto cargado de dulzura, con un dedo me limpia lágrimas.

.- Estoy contenta esclavo, el paso que has dado hoy es enorme - no desvío la mirada, no me atrevo a hacerlo, pero sin poder evitarlo vuelvo a llorar en silencio, lo ve y vuelve a limpiar lágrimas, aunque es inútil, no dejan de fluir- Estaba segura de que necesitaría usar el látigo contigo para esto, pero no ha hecho falta, dime, ¿te gusta comer mierda esclavo?

.- No, no Ama- digo sin dudarlo

.- Entonces, ¿cómo lo has conseguido a la primera? -y yo dudo, sé la respuesta pero me da miedo decirla, pero resoplo y se la digo.

.- Porque he dejado de verla como la amiga que fué, la veo como mi Ama- digo avergonzado

.- Es que tontín, soy tu ama, que sea tu amiga, créeme, te ha evitado ser reclamado por alguien que seguramente te trataría peor-Yo no replico pero pienso que difícilmente eso podría ser posible.

La necesidad de complacerla es mayor que el miedo al castigo, no como al principio que por miedo al castigo cumplía cualquier orden, ahora lo hago por complacerla, aunque sigo temiendo sus castigos, y sin darme cuenta acaricio sus pies y ella calla, pero pasados unos minutos me mira y me levanta la cabeza con una mano y la lleva a uno de sus muslos y me acaricia con dulzura y por primera vez no es sólo mi Ama, es Liliana, es mi amiga, y seguimos así unos minutos, yo acaricinado sus pies, ella mi cabeza.

.- Eso es Manu, mi amigo, mi esclavo, veo que la doma ha sido efectiva, pero no hemos terminado, todavía falta mucho por aprender, pero muéstrate así, siempre sumiso y dócil, me gusta que seas así.

.- Sí, mi Ama - no puedo disimilar la emoción que he sentido por llamarme amigo y por mi nombre, además sigo con mis caricias en sus pies, rendido por siempre a su voluntad.

Los días se van sucediendo como son habituales, pero mi entrega tiene su recompensa, ahora los azotes se limitan a castigos y apenas le doy motivos para castigarme. Me he habituado a todas las tareas que me ha ido encargando, a todo para lo que me ha entrenado. Lo que sí ha cambiado es su forma de tratarme, su crueldad al dirigirse a mi ha desaparecido, me sigue dando órdenes con firmeza, con vejaciones verbales que le hacen reír, me sigue llamando perro, gusano o cerdito, pero también muchas por mi nombre.

Hoy hace ya cuatro semanas, pido perdón por no haber podido escribir nada estos días, en los que desnudo y con un aparato de castidad puesto me dedico a todas las tareas de la casa, la limpieza, la plancha, la cocina, coser, todo, ahora Ella vive en casa como merece, trabaja fuera, en casa descansa salvo por el trabajo que a veces, desagradecido, le doy yo si no hago bien algo, pues entonces la obligo a corregirme y castigarme, cuando debería estar descansando. Pero por lo general puedo decir que mi Ama esta cada vez más contenta conmigo.

Esta tarde es la nueva en una nueva fase en mi doma, eso me ha dicho mi Ama hoy cuando salía por la mañana.

Llega a casa y como siempre la espero con sus zapatillas y mi boca abierta por si cuando entra desea orinar, me hace ponerle las zapatillas nada más entrar, cosa que hago con verdadero placer ya, deleitándome con el fantástico olor de sus pies enfundados en medias negras y la suavidad de las misma, me pide que lleve los zapatos de tacón a su sitio y se va para el salón, yo me agacho a coger los zapatos como me ha educado ella, en la boca y el olor de sus pies me vuelve a deleitar, ahora es mucho más fácil adorar sus zapatos.

Los llevo a su sitio y al dejarlos veo que están un poco sucios, me alegar haberlo visto, así podré limpiarlos luego y evitar que se enfade, pero ahora no puedo, tengo que ir a ponerme a sus pies antes de que se enfade. Cuando llego hasta ella me echo a sus pies y se los beso poniendo bien cuidado en olerlos, eso a ella le divierte.

.- Bien esclavo, vamos a empezar hoy con una nueva etapa en tu vida, tal y como te dije esta mañana, ponte de rodillas y mírame - espera a que lo haga antes de continuar- Estas bolsas son para ti.

Las va abriendo y sacando el contenido, de la primera saca lencería, bragas, medias, sujetadores, me echo a temblar, sé lo que viene, en la segunda hay un par de uniformes de sirvienta, blanco y negro, falda ceñida, corta, abierta por detrás y con volantes blancos, veo que incluye hasta cofia blanca, en la tercera hay dos pares de zapatos, unos con un tacón de vértigo y otros con cuña baja, además de una bolsita de maquillaje.

.- A partir de hoy vas a empezar a realizar todas las tareas de la casa con el uniforme de criada, he comprado dos para que siempre tengas uno limpio - hace una pausa mirándome - Por supuesto con la ropa interior y calzado adecuado, además te enseñaré a maquillarte. ¿Alguna pregunta esclavo?

.- No, mi Ama - digo con sinceridad, a cuatro patas como estoy acostumbrado y desnudo la idea de estar vestido no me parece tan mala.

.- Bien, entonces ponte de pie y vete poniéndo lo que te vaya dando - Y sin esperar respuesta me tienda una braguita de sea negra, con un gran triángulo en la parte delantera, otro apenas de la mitad de tamaño en la parte trasera y dos tiritas que los une por los costados.

Me lo pongo  y me siento ridículo, apenas llega a taparme el aparato de castidad, ella lo toca, me lo mueve un poco, conmgo firme como ya me ha enseñado. Me mira, parece satisfecha, entonces me da un sujetador con relleno de silicona, esto sí me da verguenza, pero no me atrevo a decir nada, así que me lo pongo, sin decir nada me da unas medias pantys de colro negro, me las pongo y veo que tiene dibujadas varias rosas rojas por las piernas. Ella me acaricia el muslo y sonríe satisfecha aunque dice que tendrá que depilarme. Me pasa luego el uniforme, la falda es realmente corta, mucho más de lo que me pareció al verlo, tiene un volante blanco en la base y una abertura, en la parte trasera, las mangas son también muy cortas, acaban abombadas a la altura de mis codos, también con gasa blanca. por la zona del vientre es ceñido, y negro sin adornos. Se pone de pie y lo mira, me indica que gire y da su aprobación, saca la cofia de la bolsa y me la pone.

.- Perfecto - dice- bueno, mejor sería decir perfecta. A ver ahora ponte los zapatos, los de tacón y no se te ocurra moverte.

Me los pongo pero no sólo no podía moverme es que apenas soy capaz de permanecer quieto, ella se ríe.

.- Está bien, quítatelos - me sentí aliviado

.- Sígume - dice cogiendo el maquillaje. La sigo al baño que hay en su dormitorio, me siento raro caminando de pie. Se sienta en el sillón que hay frente al espejo, la mesa está atestada de material para maquillaje. A mi me hace arrodillarme ante ella y lo hago, por precaución le beso los pies y ella me apremia a levantar a levantar la cabeza y mirarla, me coge por la barbilla.

.- Escúchame con atención - va sacando todo lo comprado y explicándome lo que es cada cosa y su función. Termina y coge runo al azar, le digo lo que es cuando me pregunta, acierto y sonríe satisfecha, me enseña otro, fallo y me da un tortazo que me deja la cara roja. Vuelvo a probar y me gano otro tortazo. Me vuelve a explicar que es cada cosa y ahora presto especial interés en los que desconozco por completo. Volvemos a las preguntas y esta vez respondo a todo bien, entonces pasa a maquillarme, explicándome como se hace, me dice que preste atención porque a partir de mañana lo haré sin su ayuda, además que cuando lo domine pasaré a encargarme de maquillarla a ella.

Me dejo hacer empapándome de como se usa una cosa u otra, cuando me dice que me mire al espejo me sobresalto, tengo que admitir que parezco una dragqueen.

Me pide que ponga mis manos en sus rodillas con los dedos abiertos y lo hago y la veo sonreir cuando una energía invisible me recorrere todo el cuerpo al tocarla, ha notado tanto mi temblar que se ve obligada a parar porque no puede parar su risa y para mi es algo mágico, una risa pura y grácil que me hace mirarla con los ojos (ya pintados) abiertos de asombro. Ella me sostiene la mirada sonriendo y con un gesto me hace volver mi atención a mis manos.

Con voz suave y delicada, nada parecida a la que usaba conmigo, me indica como pintarme las uñas, me las va pintando como ejemplo, de un color rosa fuerte y así, con su voz melosa coja cada dedo y me lo pinta. Me sujeta las manos cuando termina con el último y me mira.

.- Perfecto, esí las quiero siempre, ¿entendido?

.- Sí Ama - digo preguntándome si sabré hacerlo yo.

.- Bien, en esta fase de tu entrenamiento deberías aprender a arreglarte tu mismo, las uñas de los pies también. Aprenderás a caminar con tacones, mañana traeré tacones más bajos para que vayas practicando, deberás aprender a moverte y servir como una criada, portando la bandeja y haciendo reverencias. Te iré guiando, pero tú pon de tu parte que me gustaría no tener que volver a los días de los azotes diarios.

.- Entendido Ama, aprenderé.

.- Sí Manu, a complacerme aprenderás, también.- y se ríe.

A partir de ese día tenía que arreglarme cada mañana, ponerme el uniforme, siempre tenía que estar limpio por lo que a la menor mancha lavaba el que estuviera usando y cambiaba al otro. Como había prometido trajo zapatos de tacón, con tacón bajo, tras unos días usándolos bajo su guía, trajo unos con un tacón un poco más alto, cuando me acostumbré a ellos me hizo andar con ellos y los ojos cerrados, cogido de su mano al principio, de un lado a otro, su contacto me hacía estremecerme, era tanto el temor y el respeto que tenía por ella, que su contacto enviaba cargas eléctricas a todo mi cuerpo. Finalmente con tacón alto, pero ancho, un entrenamiento a conciencia, de su mano, con la seguridad de que no me dejaría caer, ponía los pies como y donde me decía, uno delante del otro, como si caminara en una misma línea recta, hasta que no necesité ir de su mano, entonces pasó a los tacones de aguja, para ellos me hacía andar con los ojos vendados y aún de su mano caí tres veces, ella me amenaza que me azotaría como nunca lo había hecho si rompía los tacones. Finalmente llegó el día en que al volver del trabajo la estaba esperando de pie, me arriesgé a ser castigado y su cara, al volver del trabajo, decía que lo haría pero entonces desfilé ante ella, con los zapatos de tacón de aguja, caminando como me había dicho y su cara se iluminó con una sonrisa.

.- Muy bien perrito, sin mi ayuda has practicado.

.- Sí Ama, quería sorprenderla

.- Anda, ve a por mis zapatillas - no está enfadada, me lo dice con tono burlón, acompañando sus palabras con un tortazo bajo la falda.

Entonces comenzó la fase de comportamiento, aprendí a llevar una bandeja totalmente recta en mis manos, a flexionar una pierna en una reverencia sin que la bandeja se inclinara. Aprendí a servir manteniendo mi mirada perdida. Ella estaba eufórica, como si su obra estuviera acabada, y me premió por ello. Empecé a ser educado en su placer, era la primera vez que me metía en su cama y por entonces yo ya estaba tan convencido de su superioridad que no pude por menos que sentirme incómodo, pero ella me indicó como tocarla y gracias a mi experiencia en este campo aprendí rápido lo que quería. Por lo que no me costaba nada hacerla gozar, arrancar orgasmos brutales que la hacían gemir y eso me excitaba, la veía disfrutar y para mi era algo mágico, mi dueña, la persona a la que me sentía ya profundamente e irremediablemente subyugado disfrutaba, era el éstasis para mi.

Acariciaba sus senos mientras con la otra mano tocaba con suavidad su vello púbico, sus labios vaginales y jugaba con su clítoris, tocándolo, mordiéndolo, lamía sus pezones y le daba pequeños mordiquillos mientras con la otra mano, en su vagina, la hacía gemir y notaba las explosiones de humedad que tenía y así, cuando me lo indicaba o cuando ya le había proporcionado cuatro o cinco orgamos me ponía a lamer su sexo, entonces es cuando me regala sus fluidos, cuando tiene los orgasmos más fuertes y así acabábamos, a veces tirando de mi y dándome un beso en la boca, otra enviándome con empujones a sus pies. Pero jamás me permitía penetrarla, cuando me dejaba correrme debía hacerlo a sus pies, mientras ella me acaricaba con la planta de uno de sus pies el pene, con la otra mis labios, y si lo hacia con el pie no me dejaba usar mis manos, a veces me dejaba gozar y otras no quería ningún indicio de placer en mi, lo que para mi era denigrante.

Esta mañana, antes de irse me ha dado una noticia, llegará a casa para la cena, me dice que quiere para cenar y me indica para mi congoja que no vendrá sóla, sino con dos invitgadas, dos amigas comunes de nuestra infancia, me intenta tranquilizar diciéndome que ellas saben ya desde hace tiempo que yo soy su esclavo. En la mesa de maquillaje me ha dejado medias nuevas, estas con liguero. mi ánimo está por los suelos, cuando creí que ya había superado todas sus vejaciones venía una más grande, y no tengo opción, sabía que debía pasar por ella así que me fuí a vestirme, las medias eran negras, de seda, pero acabadas en un ribete rosa.

Pasé las primeras horas limpiando la casa, que ya estaba limpia, pero es mi deber diario, planchando la última lavadora, luego, por la tarde, me pongo con la cocina, engalano el salón. Sé que tendré que humillarme ante mi Ama y dos de mis amigas de la infancia y si logro pasar sin ningún castigo mejor.

La espera se me hace eterna, me aliso la falda una y otra vez. Finalmente escucho su voz en el portal, viene hablando, escucho a sus (mis) amigas, y las reconozco, Patricia y Cristina, el corazón me da un vuelco, hubo un tiempo en el que yo estaba loco por Cristina. La velada, me temo, va a ser larga.

Llaman a la puerta, coje el pomo para abrir y escucho sus risas, estoy muerto de vergüenza y no tengo más remedio que abrir, y por lo que sé, es mejor que lo haga antes de que llame una segunda vez.

Abro aterrado, con la mirada baja, vuelven a reír. Patricia entra la primera, se para frente a mi

.- ¡Manu! ¿no me vas a dar dos besitos? - dice riendo y dudo, no sé que hacer, como actuar, noto la mirada de mi Ama clavada en mi, evaluándome divertida. Finalmente opto por dárselos.

.- Claro Patricia, si usted me lo permite, claro - Parece que he acertado pues las tres rien. Patricia me levanta la cara con una de sus manos, me va a dar los besos cuando ve mi maquillaje y le da un ataque de risa, finalmente, sin dejar de reir me los da y me siento arder de vergüenza.

.- Hola Manuel - me dice Cristina divertida y sin esperar nada me levanta la cara y me besa.

Luego entra mi Ama que cierra la puerta tras de sí, con Ella no tengo duda, me arrodillo y besos sus pies, ella espera y luego pasa al salón diciéndome que les sirva champán. En menos de dos minutos entro al salón con una bandeja y tres copas de champan, la bandeja recta, como he aprendido a hacerlo estos días pasados. Están sentadas en el sofá, me acerco a Cristina, la primera y haciendo una reverencia  mientras me levanto la falda por un lateral, la coje riendo, en el centro está mi Ama, repito la reverencia y luego Patricia, me retiro a toda velocidad, con mis zapatos de tacones marcando mis pasos, hacia la cocina.

Me apollo en el frigorífico derrotado moralmente por la humillación que siento, y lo peor, creo que será una larga noche.

.- ¡Mikaela! - es el nombre que mi Ama usa a veces para llamarme cuando estoy vestido de criada. Voy al salón y nada más entrar me indica:

.- No, Mikalea sin la bandeja. - Cristina y Patricia no paran de reir.

Vuelvo a la cocina y dejo la bandeja, retorno al salón dando pasitos cortos, mi Ama chasquea los dedos, así que voy frente a ella y hago la reverencia de turno.

.- Mikaela, Cristina venía quejándose de que le dolían los pies. - No dice nada más, me pongo frente a Cristina.

.- Señorita, ¿me permite hacerle un masaje en los pies? - digo con humiladad.

.- Claro que sí, Manuel - me dice resistiéndose a llamarme Mikaela, en silencio siento un profundo agradecimiento hacia ella.

Me pongo de rodillas y levanto uno de sus pies, lleva unos zapatos de tacón rojo, muy bonitos, actúo como mi Ama me ha enseñado, llevo el pie a mi cara y lo beso, luego lo bajo, lo dejo en el suelo y repito la operación con el otro pie. Luego levanto de nuevo el primer pie, la descalzo y me llega su olor, es agradable, casi dulzón, dejo el zapato con delicadeza en el suelo, apoyo el pie en mis rodillas y descalzo el segundo pie, empiezo ahora a darle el masaje, moviendo mis pulgares por sus plantas, noto como se relaja, pasado un minuto así me dice:

.- Que delicia Manuel.- Me siento orgulloso y espero que mi Ama esté contenta. Sigo con el masaje hasta que me quita el pie de las manos y pone el otro. Empienzo entonces con el y escucho las conversaciones que tienen, mi Ama les explica el entrenamiento al que me ha sometido, lo que hace que me vuelva a sentir humillado, escucho que dice que soy un excelente lamedor de pies e invita a sus amigas aque lo prueben, luego es Cristina la que habla pero de nuevo me sorprende, volviéndo a dirigirse a mi.

.- ¿Me los lames? - Me dice con la voz aterciopelada que recuerdo de ella.

.- Claro señorita, lo que usted desee.- digo asqueado de no poder tutearla. Paso los siguiente diez minutos en los pies de Cristina, la escucho comentar algo incrédula y luego gemir agradecida al pasar mi lengua por entre sus dedos. Estoy en el suelo, a sus pies cuando me vuelve a hablar.

.- Suficiente Manuel o acabaré haciendo porno en el salón de tu Ama. - Paro agradecido que me lo pida a mi directamente y además por mi nombre. La calzo con delicadeza.

.- Gracias señorita - no puedo continuar, me interrumpe levantando mi cabeza.

.- Llámame Cris, Manu.

.- Gracias Cris, de verdad, muchas gracias .- Me emociono por su bondad y espero que nadie lo haya notado.

.- Cris, ¿me permites calzarla?

.- Sí, por favor Manu

.- Es un verdadero placer Cris - le digo y beso sus pies.

Sin esperar otra orden me arrodillo ante Patricia tal y como hice con Cristina.

.- Señorita, ¿desea que le de un masaje en los pies?

.- No, Mikaela, pasa directamente a lamermelos que los debo tener muy sudados.

.- Como desee señorita - digo mientras la voy descalzando, lleva botas planas, marrones, por debajo de la rodilla, le saco la primera y beso su calcetín, le quito el calcetín y le beso los pies.

Humillado escucho sus instrucciones aunque debo admitir que no tiene los pies tan sudados como me hizo creer.

.- Eso es Mikaela, pasa bien tu lengua por entre mis dedos. - Y voy lamiendo como me dice, humillado, siguiendo sus instrucciones.

.- Joder Liliana, debe ser la ostia tenerlo todos los días - dice Patricia ignorándome.

.- Pues sí, lo es, cada día al volver del curro me lo hace a mi - dice mi Ama orgullosa.

Noto que Patricia se recuesta hacia atrás, con lo que eleva los pies obligándome a corregir mi postura.

.- Ahora lamidas largas en las plantas - me dice mientras con el otro pie presione sobre mi falda en los pechos y ríe divertida. Me tiene así durante cinco minutos, su olor me embriaga y eso me enfurece, es más denso que el de mi Ama, pero es extrañamente un olor agradable.

Sin media palabra alguna cambia de pie, empiezo a adorar los deditos del nuevo pie, como hice con el primer pie, ahora con el pie recién lamido busca mi sexo y pisa y no ta el aparato de castidad y se ríe con fuerza.

.- Mikaela, Mikaela, perrita, ¿qué tienes aquí debajo? - y se ríe, mi Ama ríe con ella

.- Paciencia que ya llegaremos a eso - dice mi Ama

Se van levantando, ignorándome de nuevo y van a la mesa y me ordenan servir la mesa, voy al baño a ver como estoy, sé que mi Ama me castigará si algo en mi vestuario o maquillaje está mal, veo que tengo que retocarme el pintalabios y estoy a nada de romper a llorar. Me repongo y voy a por el primer plato, con una bandeja mucho más grande que la que usé para las bebidas, hago una gran reverencia con una pierna por detrás de la otra, que inclino, ellas ríen, Cristina con timidez. Dejo la bandeja con cuidado en el carrito de servicio. y voy poniendo los platos, empiezo por Cristina que me sonríe y me da las gracias, cojo el plato de Patricia, mi Ama me aleccionó sobre servir siempre a sus invitadas, cuando pongo el plato en la mesa ella me pone una mano encima de uno de mis guantes blancos.

.- Mikaela cariño, traeme un poco de agua.

.- Inmediatamente señorita - voy a por una jarra de agua, otra reverencia y le sirvo el agua.

Luego sirvo a mi Ama, le sirvo el plato en una prolongada reverencia, ella mi anima.

.- Muy bien Mikaela, lo estás haciendo muy bien. Ahora retírate hasta que te necesitemos.

.- Sí, Ama, como usted desee - digo con verdadera devoción y me retiro a la cocina.

Desde la cocina las escucho reír y comentar cosas, por suerte no van sobre mi la mayoría de las conversaciones. Me apoyo en la mesa de la cocino, con los pies descalzos por el dolor que los tacones me han producido, humillado y destrozado como estoy, hasta que oigo a mi Ama llamándome.

.- ¿Sí Ama? - ddigo inclinado a su lado.

.- Agua Mikaela - y le sirvo, tiene la copa cerca del plato y la jarra en el centro de la mesa, pero prefiere ser servida, es mi Ama, le sirvo el agua resistiendo las lágrimas que luchan de nuevo por salir. Acabo de dejar la jarra en el centro de la mesa aún cuando veo que Cristina levanta su copa vacía, y me hace una señal, doy la vuelta a la mesa hasta llegar a su lado, hago la obligada reverencia y le sirvo el agua.

.- Muchas gracias - me dice y en silencio agradezco su tono.

Sin que nadie me diga nada me retiro a la cocina. Diez minutos después me vuelve a llamar mi Ama, espero a que me incline a su lado para retirar el primer plato y servir el segundo. Así que vuelvo a la cocina por la bandeja. La dejo en el carrito y me acerco a Patricia, luego hago una reverencia.

.- Señorita, ¿me permite recoger el plato? - Me mira divertida.

.- Claro chica - y me deja cogerlo, me doy la vuelta para dejarlo en la bandeja cuando me levanta la falda, siento la sangre helándose en mi interior.

.- ¡Pero que linda la braguita que llevas Mikaela! - dice humillándome más.

.- Gracias señorita, es muy amable - Mi Ama me mira divertida y Cristina ríe aunque me mira apenada.

.- Venga niña, continúa - me dice Patricia dándome una palmadita en el culo.

Retiro los platos de Cristina y mi Ama sin percances, y voy lo más rápido que puedo, sin llegar a llamar la atención y teniendo en cuenta que estoy con tacones de vértigo, a la cocina.

Sirvo el segundo inquieto y lleno de nervios, estoy al lado de Patricia, me aterra, pero es mi Ama quien habla.

.- Mikaela ve a la cocina y ponte esta venda en los ojos, vuelve cuando te llame.- dice tendiéndome una venda.

Voy a la cocina preocupado por lo de la venda, no por andar a oscuras, mi Ama me ha hecho andar con tacones y vendado muchas otras veces, pero me aterra que tenga mi Ama pensado para mi. Escucho como se ríen y se mueven pero no logro entender mucho, mientras me pongo la venda, con fuerza, sé que si se me cae seré castigado sin piedad, escucho moverse las sillas, más risas, algún golpe, algo que cae, todo eso, la oscuridad, las risas, los ruidos me aterran.

En unos minutos mi Ama me llama.

.- Esclavo, vas a venir a lamernos, no sabrás a quién estás masturbando, a no ser perro que a mi ya me conozcas, que deberías, así que ven y métete bajo la mesa, espera a recibir una patada para ponerte a lamer a quién te la haya dado.

Camino con lentitud pero seguro hasta llegar al salón, cuando giro para la mesa alguien me da la mano, en completo silencio me guía a la mesa, tira de mi y me lleva a agacharme, me suelta y me pongo a cuatro patas, pero bajo la mesa, aquí abajo noto ligeramente el olor a sus pies y en mi interior sonrío porque eso sí puede servirme para identificarlas. Una vez bajo la mesa me ignoran por al menos un par de minutos, mi humillación es completa, las oigo comer, pero hablar, ninguna emite ni una sóla risa, siento una patada en mi costado, a mi derecha, giro y avanzo un poco y levanto la cabeza, noto, rozo dos piernas, me llega el olor de su sexo y noto que me excito, intento reprimirlo pero con el aparato de castidad es inútil, sólo siento dolor, una mano en mi nuca me empuja, me apremia y por fin siento en mi cara su húmedo coño, entonces la mano me suelta, me deja hacer a mi, empiezo lamiendo sus labios, noto que está bien lubricada, eso me lleva a lamer con avidez, meto la lengua y me retengo con pequeñas mordisquitos  en sus labios internos, escucho satisfecho que gime, es de un modo absurdo una victoria, ahora está entregada a su gozo, sigo lamiendo, noto el dolor en mi pene, juego con la lengua con su clítoris y lo lamo con ansia, mordisqueando, lamiendo y ella no deja de gemir, noto sus contracciones, me aprienta la cabeza con las piernas y mi boca se llena de sus fluidos, lamo limpiando hasta que noto una mano en mi frente, apartándome de ella, así que me retiro y siento otra patada, avanzo y choco con una rodilla, lo vuelvo a intentar y esta vez sí, noto el olor de su sexo ya excitada, empiezo a lamer  como antes, me deleito en sus labios internos donde empiezo a notar sus gemidos y ramalazos de placer que la sacuden , ataco sin piedad su clítoris y cierra las piernas, apretando mi cabeza y mano empujándome más y más dentro, siento que empieza a faltarme el aire pero ella explota en un orgasmo brutal y relaja la presión, aprovecho para respirar y empiezo con la limpieza, luego la tercera me llama, y cuadno le hago llegar al orgasmo siento que arrastran las illas, las oigo moverse y vuelven a sentarse y vuelve a empezar el ciclo, me tienen así unos cuarenta minutos, noto llagas en la lengua. Se levantan una vez más y mi Ama me ordena salir, salgo y ella me da la mano, me lleva a la cocina y me ordena esperar allí.

Las escucho hablar, comentan las lamidas, las escucho reír, unos minutos más tardes mi Ame me dice que me quite la venda y recoja la mesa, No van a querer postre.

Entro al salón y las veo sentadas en el sofá, me miran y se ríen, intento ignorarlas y recoger la mesa como me han ordenado mi Ama. Termino de retirar todo y mi Ama me requiere apenas un minuto después.

.- ¿Sí Ama? - digo inclinado frente a ella.

.- De rodillas Mikaela - me arrodillo odiando el nombre por el que me llama.

.- Bien Mikaela, la comida ha sido excelente - me dice mi Ama-, las tres estamos fracamente sorprendidas.

.- Gracias Ama - contesto agradecido.

.- Y luego creo que ninguna tenemos nada que reclamar de tu servicio bajo la mesa, ¿verdad chicas?

.- Ha sido maravilloso - dice Cristina - no había disfrutado tanto nunca.

.- Una pasada - dice Patricia.

.- Así que Mikaela te voy a conceder un premio por tu servicio - no puedo evitar emocionarme.

.-  Gracias Ama - digo con lágrimas en los ojos por la emoción.

.- Vas a foolar con las tres - me dice y la duda me golpea, eso es que no voy a correrme.

.- ¿No dices nada desagradecido? - pregunta mi Ama y las otras dos ríen.

.- Yo, sí, Ama, gracias supongo, sólo que no entiendo como podré con las tres, no voy a poder tener un orgamos, ¿verdad?

.- Calla, me das dolor de cabeza - me dice Patricia.

.- Ve a mi dormitorio y espera allí, te puedes sentar en mi cama.

.- Gracias Ama.

Voy al dormitorio y me siento en la cama, al cabo de unos minutos las veo entrar con dos dildos, dos penes de plástico, uno mucho más grande que el otro, los dos con correas y me pongo a temblar y llorar. Las tres vienen desnudas pero no puedo apartar mis ojos del pene de plástico negro, me temo lo peor.

.- Mikaela, de pie.- Me pongo de pie temblando y llorando, ellos ignoran mi llanto.

Patricia se acerca a mi, me da la vuelta, me hace girar y me desabrocha el vestido, mi humillación es mayor a cada momento, rié satisfecha al ver mi sujetador de encaje, hasta Cristina lo toca, y luego me quita el ligero, ríe divertida al ver mi braguita y toca la parte superior de mis medias. Cristina me acaricia por encima de las bragas mientras me besa los labios.

.- Quítate los zapatos guapo - me dice y obedezco agradeciendo su beso y el que no me llame Mikaela. Sin darme cuenta, sin miramientos Patricia por detrás coge mi bragita y em la baja. Cristina entonces me toca el pene en cárcel, sin dejar de mirarme a los ojos, nota mi dolor y me sonríe antes de volver a besar mis labios.

.- Dámelo Liliana - pide Patricia a mi Ama.

.- Tu date la vuelta zorra - me dice Patricia.

Desde mi espalda me pone la polla de plástico más fina en la boca atado por correas a mi nuca, luego me vuelve a girar y me tumba en la cama.

.- Piernas arriba Mikaela -levanto las piernas, me hace flexionar las rodillas y me atan los tobillos con mi cintura, ahora tengo el culo en pompa, alzado.

Escucho a mi Ama decir que Ella va aser la primera mientras Cristina está arrodillada al lado de mi cabeza.

.- Adelante Cris - dice mi Ama y Cristina se empala con el pene de plástico que tengo en la boca, la sensación es alucinante, la veo, su pubis, su coño en mi boca y me excito, pero entonces mi Ama me taladra con el pene gordo, no puedo gritar por tener la boca invadida pero ramalazos de dolor me golpean.

.- Tranquila Mikaela, te acabará gustando - dice mi Ama.

Cristina comienza a subir y bajar y mi Ama a meter y sacar, unos minutos después las dos están gimiendo, mientras yo lloro sin poder hacer nada, a pesar de mi dolor Cristina gime y se dobla con cada orgasmo, y sigue cabalgándome, mi Ama me está rompiendo el ano pero disfruta y yo llorando en silencio.

.- Venga tías que yo también quiero - dice Patricia.

Y mi Ama cede, se retira y siento un alivio que se rompe inmediatamente al ver que mi Ama cede su aparato a Patricia, veo entonces que por la parte contraria al gran falo hay una protuberncia más pequeña para la vagina de ella. Sin mirarme mi Ama sube a la cama y Cristina le cede el puesto, cambian el preservativo y pluff, ya estoy enculado y aullando en silencio mientras mi Ama me cabalga.  No sé el tiempo que pasa, he perdido la noción por completo, los embates de Patricia son tremendos, brutales, pienso en mi Ama, en suplicarle ayuda pero no puedo hablar y está gimiendo sobre mi cara, creo que pierdo la consciencia, veo que vuelven a cambiar pero no reacciono, ahora es Cristina quien me encula mientras Patricia me cabalga, yo estoy ajeno a todo, el dolor me está taladrando, siento algo cálido en mi ano, supongo que es sangre ....

Abro los ojos y veo que mi Ama me está abofeteando, pero para en cuanto la miro y me sonríe.

.- Ya está -dice alviada- ha vuelto.

Estoy tumbado en la cama pero ya no tengo nada en la boca, las tres están a mi alrededor, vestidas.

.- ¿Qué, qué ha pasado?- pregunto aún un poco aturdido.

.- Has perdido el conocimiento -dice mi Ama y el recuerdo de la violación me golpea de lleno y comienzo a llorar.

.- Nos hemos pasado - dice Cristina y con dulzura me da un beso en la frente.

.- Sí, nos hemos pasado - dice mi Ama- te recompensaré, hoy dormirás en mi cama, a mi lado- la miro con los ojos húmedos y le doy las gracias.

FIN