Dominado I

Tras dos copas, Laura mete su lengua dentro de la boca de Pablo. - Me siento un poco mareado, como si hubiera tomado algo distinto. - Sí cariño, has tomado algo distinto a lo que te esperabas –Dijo ella muy coqueta. Ahora quiero que tú introduzcas mi lengua en mi coño.

  • Piiiii piiiii piiii

A las siete en punto suena un despertador en alguna calle distinguida de Madrid. Pablo acaba de girarse para seguir los 5 minutos de más, pero recuerda que es el último día de trabajo para él antes de tomar las vacaciones. Gira su cabeza al otro lado de la cama y de repente allí está ella, Mónica, esa hembra con la que lleva quedando las últimas semanas. Recuerda que por muy buena que esté una tía, nunca folla con ella más de tres semanas, no quiere que nadie se enganche demasiado a él.

Ella se despierta y le sonríe.

-Vístete – Le dijo Pablo. – Eres muy buena en la cama, pero no quiero volver a verte. Adiós.

  • ¡Eres un cerdo! Te arrepentirás. –Contestó ella bastante enfadada.

Tras vestirse de forma apresurada, Mónica salió de aquel piso de soltero empedernido. Pablo sonríe, le importa muy poco lo que esa tía piensa de él. Para Pablo, una tía que te follas el primer día no vale la pena. Sólo se ha enamorado una vez y ella lo dejó por otra. Tras esa humillación juró que no volvería a enamorarse. Para Pablo sólo hay dos tipos de chicas: “las zorras que se lo comen y las que no”.

Tras un exiguo desayuno de zumo embotellado y pan de molde se baja al garaje a por su moto. A Pablo le gusta ir los viernes a la oficina en moto, vestirse con el traje gris y llevar el casco negro con un relámpago verde. Ser un ejecutivo de una multinacional de bebidas da el dinero suficiente para comprar una “Harley” y vestir de Gucci todos los viernes.

Tras cerrar a las 11:30 un importarte acuerdo publicitario con un estudio gráfico un poco alternativo, llaman a su puerta. Es Laura, la dulce y tierna Laura, la secretaria del despacho contiguo y una de las dos chicas que aún no han caído en sus redes (junto a su secretaria, que como es realmente fea, nunca se acostará con ella).

-          Buenos días señor Alcaide. –Dijo Laura.

-          Buenos días. –Contestó Pablo. ¿Qué querías?

-          Las chicas y yo –refiriéndose al grupo de secretarias – vamos a celebrar el inicio de las vacaciones en “la

taberna de Bastet

”. En septiembre va a haber muchos cambios en la oficina y, por si no nos pudiéramos ver más, nos gustaría despedirnos de usted como sola…mente usted se merece –Dijo ella con una voz sensual.

-          Um… los viernes estoy muy ocupado, pero por ti, lo que sea. –Dijo Pablo un poco vacilón.

-          Muchas gracias –Contestó ella. Esta noche nos vemos a las 11:30. Adiós.

Tras cerrar la puerta, Pablo se dio cuenta de que estaba duro como una piedra y que no podía dejar de pensar en Laura encima de él, botando sus tetas sobre su cara.

Al salir del trabajo y almorzar con unos colegas, se fue al gym. Pablo amaba su culturizar su cuerpo, moldearlo a su antojo, tener un cuerpo perfecto, sin grasa que todos los días pasaba tres horas allí. Era a lo único que era fiel.

Al llegar a casa, se duchó, no pudo aguantarse y se masturbó. Estaba tan cachondo que se follaría hasta a su secretaria, Nani.

Cuando terminó la refrescante ducha, cenó una pechuga de pollo, tal y como le recomienda su entrenador. Si fuera tía, se lo habría follado ya. Finalizando la cena, recibió un mensaje en el móvil. Era ella, Laura, diciéndole que era muy importante que llevara algo de color azul, era necesario para pasar a la zona vip. Tras vestirse con su camisa blanca favorita, un cinturón de Armani (un poco hortera, según Nani), una corbata azul y un pantalón de Dior, se perfumó con “L’homme” y salió por la puerta. Pablo no imaginaba que nunca iba a volver a casa.

A las 11:30 de la noche, Pablo llegó puntual a la entrada del lugar. Era un sitio un poco raro, olía a una mezcla de marihuana y algo dulzón que no era capaz de reconocer. De repente, se abrió la puerta y allí estaban ellas, las secretarias de dirección. Laura  vestía un ceñido vestido azul, tan corto por debajo que parecía un cinturón, y lo más importante, unos tacones de 15 cm tan finos como una aguja.

-Le estábamos esperando, Sr. Alcaide. –Dijo Laura con una voz tremendamente sensual.

Ella abrió la puerta y él entró sin rechistar.

Entró a aquél extraño local, miró para los lados y reconoció a más de uno. Uno de ellos era un antiguo compañero de instituto, si no recordaba mal, se llamaba Jorge. Tenía una expresión extraña, tenía la lengua entreabierta  y miraba con deseo a su mujer, embarazada. Laura le agarró de la mano, y entró junto a él al reservado. Cuando entró en aquel lugar, todos tenían algo azul y en la parte superior tenían un extraño símbolo chino o japonés, no lo sabía bien.

-          Eso es un símbolo japonés que significa gato. Se lee neko. –Dijo ella, con un poco de malicia. Bastet es la diosa gato.

-          Ah, no lo sabía. –Contestó él. Me apetece beber algo.

-          Sí, claro, ahora mismo nos traen todo lo que desees…

Tras dos copas, Laura mete su lengua dentro de la boca de Pablo.

-          Me siento un poco mareado, como si hubiera tomado algo distinto.

-          Sí cariño, has tomado algo distinto a lo que te esperabas –Dijo ella muy coqueta. Ahora quiero que tú introduzcas mi lengua en mi coño.

No entendía lo que pasaba, Pablo pensó que le habían drogado, tenía la voluntad de un muñeco de trapo, sólo hacía lo que le decían.

Primero chupó ese coño, hasta que llegó Nani y sacó su coño totalmente rasurado para que continuara. Él odiaba chupar, y por culpa de esa droga no podría parar: chupaba coños, tacones, todo lo que le daban, hasta que su memoria se esfumó….