Dominado a distancia. Parte I
Temática BDSM, femdom, con escenas de sexo, humillación, feminización y dolor. «Me encanta esa cara de putón que pones cuando disfrutas y quieres exhibirte para mí. Aunque la foto de antes con el culo en pompa me ha puesto mucho, que ganas de volver a follártelo».
—Llevarás la jaula durante una semana hasta que nos volvamos a ver, podrás quitártela solo para ducharte y deberás pedirme permiso siempre antes de hacerlo.
—Sí, Ama…
—Te veo con dudas, ¿qué ocurre?
—Bueno, y si…
—Venga, mascota, que no muerdo, pregunta ya. —Reprimiendo una sonrisa ante semejante mentira, ve cómo la preocupación empieza a desaparecer del rostro de Zander.
—¿Y si tengo una emergencia y no tengo tiempo de preguntar?
—¿De verdad tienes que preguntar algo así? —contesta Jade con el ceño fruncido y sorprendida por ese tipo de dudas a estas alturas de la relación.
—Bueno, es que… no sé, creo que estoy algo nervioso, Ama, y no quiero hacer nada mal.
—Ven aquí, anda —demanda Jade abrazándole contra su pecho—. Tu salud y tu privacidad son lo primero para mí, nunca haría nada que te perjudicara. Asumimos riesgos juntos, sí, pero con cabeza. En cualquier situación, tú eres quien decide, con más razón si hay una emergencia de por medio. Así que no, nunca te reprocharía si te la quitaras sin permiso si es necesario, espero de ti que lo hagas en otras circunstancias, incluso si no quieres seguir con esa tarea, pero no por eso. ¿Lo tienes claro?
—Sí, Ama.
—Mírame a los ojos. ¿Estás seguro de que lo tienes claro? —vuelve a preguntar Jade tras levantar Zander la cabeza.
—Sí, Ama, lo he entendido —responde Zander con seguridad sin apartar la mirada de los ojos de Jade, sentado junto a ella al borde de la cama.
—Bien, pues ahora a la ducha antes de ponerte la jaula —ordena Jade con energía dando un manotazo sobre la cama y se dirige al baño.
—¡Ay! —exclama Zander, más por la sorpresa que por el dolor, tras recibir un azote en el culo mientras entra en la ducha.
—¿Ay? ¿En serio te estás quejando por eso? Si apenas ha sido una caricia —replica Jade con sorna ante la mirada enfurruñada de Zander—. Ponte de cara a la pared y con los brazos estirados por encima de la cabeza. Y no me repliques esta vez.
Cabizbajo, en señal de sumisión, Zander se pone en posición. La ducha de forma rectangular dispone de bastante espacio, él se coloca en uno de los extremos estrechos, al otro lado de la puerta, donde está Jade; el grifo, situado en la zona central del lado más ancho, queda entre ambos. El ruido metálico de la manguera le advierte antes de notar el agua helada contra su piel, a pesar del frío se mantiene quieto, sin dar muestras de incomodidad y suspira, le encanta que ella juegue con el agua. La temperatura no tarda mucho en tornarse templada, parece que hoy no le va a torturar con ella como otras veces. El agua cesa y vuelve a oír el ruido metálico, entonces la nota a ella, desnuda, contra su cuerpo. Empieza a tocarle, enjabonándole las piernas, el pecho, el vientre, la espalda… De nuevo, el agua templada recorre su cuerpo mientras ella sigue tocándole con una de sus manos. Excitado, disfruta de sus caricias y arquea la espalda ofreciéndole a ella su cuerpo.
Una brisa suave y fría le recorre cuando deja de hacerlo el agua, la piel se le eriza, también sus pezones, mientras anhela el calor de su Ama. Un gemido escapa de sus labios cuando ella empieza a jugar con el plug que aún lleva dentro, lo mete y lo saca, otras veces lo gira en su interior, otras simplemente lo presiona estimulando más la próstata. Gimiendo cada vez más se deja hacer, más inquieto que antes sigue sacando el culo hacia afuera arqueando la espalda, dándole más acceso a ella, suplicando por que le siga tocando.
—Date la vuelta, abre las piernas e inclínate un poco hacia delante. Y mantén los brazos arriba con las manos detrás de la nuca.
Cuando se gira ella vuelve a tocar su pecho, inclinándose empieza a lamer y morder sus erectos pezones, mientras baja la mano hacia su ingle. Siente arder cada centímetro de piel que ella toca y una ola de placer le recorre cuando ella recoge en su mano sus testículos y juega con ellos, apretándolos y masajeándolos. Abre los ojos de golpe cuando siente la suavidad y calidez y la ve, arrodillada frente a él, su polla, desaparecida en la profundidad de su boca. Le vuelve loco al follarle con la boca, parece que su lengua esté en todas partes a la vez. Tras unos segundos empieza también a masturbarle con una mano y con la otra vuelve a jugar con el plug, las sensaciones se multiplican, el placer aumenta y una nueva ola de fuego le recorre hasta los dedos de los pies, que encoge con fuerza, instantes antes de correrse.
—Gracias, Ama —agradece Zander entre suspiros, agotado tras el orgasmo.
—Me encanta ver y escuchar cuando te dejas ir por el placer —contesta Jade al levantarse y le besa.
Saboreándose a sí mismo en la boca de ella, responde a su beso con ganas, queriendo darla todo lo que ella desee. Embobado la mira mientras ella termina de lavar su cuerpo, deseando poder tocarla de nuevo.
—Mi turno, mascota, no olvides que, también, tienes que lavarme el pelo.
LUNES
Zander se despierta agitado, aún es pronto para levantarse, pero no puede dormir. No deja de pensar en lo que Jade tiene preparado para él, aunque haya recibido algunas órdenes estando separados nunca habían hecho nada como esto, no sabe si ella será prudente por ser la primera vez o tan exigente como en una sesión. Anticipación, deseo, temor, entusiasmo, aprensión, lujuria… Ahogado por las emociones y las imágenes, que incesantemente aparecen en su cabeza, se gira y tantea la mesilla buscando el móvil con la mano. Nada, ningún mensaje, la espera continúa. Se deja llevar por las imágenes del día anterior, esperando que el tiempo pase más rápido, no lo consigue. Una hora después, se levanta para ir al trabajo, se siente cansado y contrariado, llega a pensar que quizá ella no le dé órdenes hoy pues ya tiene bastante con soportar la jaula. Apenas sale por la puerta, le llega su primer mensaje del día.
Disfruté mucho de ti ayer, espero hacerlo hoy también. Estas dolorido hoy?
Tras contestar, aguarda la respuesta con impaciencia, mientras camina distraído por la calle, móvil en mano.
Mmm me alegra saber que hoy te acordarás de mi cada vez que te sientes o que la ropa roce tus pezones. Lastima no estar ahí para pellizcrlos y deleitarme con tus quejidos, tendrás que hacerlo tu por mi esta semana. Hazlo en cuanto llegues a la oficina
Nervioso y a la vez feliz de recibir la orden se apresura en llegar al trabajo, todas las dudas y miedos que ha tenido desaparecen por fin y se centra de nuevo en complacerla.
Me encanta esa cara de putón que pones cuando disfrutas y quieres exhibirte para mí.
Esta semana dispondré de ti a mi gusto siempre que quiera y en cualquier momento, estate alerta pues no voy a aceptar esperas injustificadas ni quejas. Tengo tu horario y sé cuándo puedes hacer las cosas al momento y cuándo no, no lo olvides
Hoy tengo muchas ganas de correrme, mascota, así que tu trabajo hasta el mediodía será ponerme cachonda para que pueda masturbarme.
Le espera un día de trabajo horrible con varias reuniones, así que respira tranquilo al ver que tiene cierta flexibilidad a la hora de hacer sus tareas. Decide hacerse unas fotos en el despacho en ese momento, antes de entrar en la primera: arrodillado en postura de espera, de pie con la polla enjaulada asomando por la bragueta y un boli en la boca a modo de mordaza, de pie mirando a la pared con los brazos estirados por encima de la cabeza y sacando el culo… Esa última le recuerda a la ducha del día anterior, tras la sesión, y se excita, el dolor al sentir la presión contra la jaula y no poder tener una erección le trae de vuelta al presente. Sin más distracciones prepara la documentación para la reunión y, antes de irse, envía las fotos. No puede volver a atender el móvil hasta una hora después y con ansia lo consulta esperando un mensaje de ella, no hay respuesta. Esta vez se va al baño y graba un video que apenas dura unos segundos, con el cinturón de cuero al cuello como si fuera un collar y pellizcándose y retorciéndose los pezones con saña. Apenas un minuto después de mandarlo, ya desde su oficina, tiene respuesta:
Esto está mucho mejor, mascota, aunque la foto de antes con el culo en pompa me ha puesto mucho, que ganas de volver a follartelo
Varias sesiones de fotos y reuniones después, Zander se siente realmente excitado, suerte que con tanta reunión ya había adelantado el trabajo que tendría que haber hecho hoy, porque apenas puede centrarse, tan solo desea complacerla. En el descanso para el almuerzo recibe un mensaje de audio de ella, como siempre que está en público tiene la precaución de no escucharlo por el altavoz y menos mal. Respiracion agitada, jadeos y un largo gemido al final es todo lo que se oye. Medio atragantándose por la impresión, los compañeros con los que está comiendo le preguntan si está bien y se quedan mirándole, carraspeando contesta que se le ha ido por otro lado y, entonces, con sorna, le preguntan por lo que estaba escuchando.
Jajaja me hubeira encantado ver tu cara cuando tus compañeros te han pillado. Si es que no se te puede enviar nada… Ha sido un orgasmo estupendo, gracias por tu contribucion ;)
Durante el resto de la jornada resulta imposible volver a hablar con ella ni hacer más tareas y, aunque ha estado centrado en lo suyo, en ningún momento ha olvidado esa parte de él que siempre arde en deseos de postrarse a sus pies. Al salir de la oficina la escribe para avisarla de que ya está plenamente disponible para ella.
Haz las tareas de la casa esta tarde desnudo, cuando acabes llámame.
—¿Ya has terminado?
—Sí, Ama
—Estupendo, cuéntame qué tal tu día. ¿Andas muy dolorido con la jaula?
—Bueno ha sido sobre todo incómoda cuando hacía las tareas porque me excitaba mucho, pero el resto del día no me ha molestado, aunque creo que debería lavarme un poco porque creo que he lubricado.
—De acuerdo, lo harás cuando cuelgue que no quiero que se venga arriba el amigo, con agua bien fría eh.
—Vale, Ama —contesta Zander riéndose.
MARTES
¡Tirirí! El inconfundible sonido de un mensaje de móvil despierta a Zander, quien soñoliento empieza a abrir los ojos sin ser consciente de qué le ha despertado. ¡Tirirí! Consciente, ahora sí, del sonido, se apresura a coger el móvil, no puede evitar sonreír al ver quién le escribe. ¡Tirirí!
Buenos dias, mascota. Ayer como era el primer dia no quise abrumarte con demasiadas tareas, espabila y preparate para el dia, tienes 5 min para levantarte
Antes de salir de casa deberas hacer 5 series de 10 flexiones y un min de plancha
Ah y ten a mano las pinzas japonesas, las vas a necesitar hoy
Se levanta feliz y enérgico, aún en la nube tras la experiencia del día anterior y con la emoción de volver a servirla. Tras asearse y antes de vestirse hace las cinco series seguidas y, con el subidón del trabajo bien hecho y del ejercicio, se viste, desayuna y sale hacia la oficina. Esperando un día tan fácil y placentero como el anterior se dedica a fantasear con el día que vuelva a ver a su Ama en persona.
Espero que vayas bien de hora, mascota, porque antes de entrar a la reunión de primera hora deberás hacer 25 sentadillas, cuando acabes la reunion repitelas con las pinzas en los pezones y avísame para darte más instrucciones
Apurado por la hora se dispone a hacerlas nada más entrar en su despacho, acaba con un par de minutos de margen para ir a la reunión y empieza a pensar que quizá hoy el día no sea tan placentero como el anterior. Dos horas y media más tarde repite la ronda de sentadillas, el cansancio empieza a notarse y las pinzas, con los pezones doloridos tras los juegos de ayer, resultan más dolorosas de lo habitual.
Espero que ya hayas entrado en calor, ve al baño, haz allí 10 flexiones usando el lavabo como apoyo y después hazte una foto con las pinzas en la lengua, quiero verte babear. Y no te manches la camisa!!
El día se le hace eterno, cada vez más cansado por los ejercicios y excitado por las fotos, le resulta casi imposible concentrarse, lo que le impide seguir su ritmo habitual. Pese a ello vuelve una vez más a coger su móvil para deleitarse con cada imagen, un cosquilleo le recorre al verse con la lengua fuera y pinzada, las babas colgando y los ojos cerrados. La necesidad de someterse a ella, obedecer tarea tras tarea, ofrecerse a sí mismo es cada vez mayor, como si fuera adicto a ella. Sin poder esperar un nuevo mensaje se pone las pinzas de nuevo, esta vez utiliza un boli para zarandearlas, tirar de ellas usando la pequeña cuerda que tienen al final y hasta golpearlas.
Adoro cada segundo de este video, pero tus pezones lo lamentaran más tarde.
Cuando vuelvas de comer haz otras 25 sentadillas, avísame cuando vayas camino de casa, tienes que centrarte esta tarde en el trabajo
Cuando llega a casa a media tarde Zander se siente cansado, deseando poder desconectar del trabajo y descansar la cabeza casi olvida avisar a Jade. Mientras espera su respuesta se pone cómodo y se sienta en el sofá para descansar mientras bebe un vaso de agua. La pausa no dura demasiado, desnudo dedica la hora y media siguiente a servir a su Ama sin descanso. Empieza barriendo la cocina con dos pinzas con pesos colgando de los testículos, que, meciéndose a cada paso, le dificultan la tarea. Se alegra cuando puede quitárselas aunque eso signifique volver a hacer una serie de flexiones, esta vez con una fusta en la parte baja de la espalda, tendrá que volver a empezar si se cae. Al acabar vuelve a la cocina, esta vez para fregar el suelo, adornado por un par de pinzas japonesas, con unos pequeños cubos de unos ocho centímetros de largo anclados a ellas. Como con los pesos de antes, estas empiezan a bambolearse, no solo provocando mayor tirón en los pezones sino derramando el líquido de su interior. Tan solo es agua con azúcar disuelto, pero se afana en limpiarlo antes de que el suelo de su cocina quede pegajoso. Cuanto más limpia, más líquido derrama, convirtiéndose en un círculo vicioso que, por suerte, acaba al vaciarse ambos cubos. Sudoroso camina con cuidado hasta el baño para quitarse allí las pinzas y poder limpiarse el torso y las piernas, que se le han quedado pringosos. Coge una bocanada de aire antes de atreverse a abrirlas, en cuanto la sangre vuelve a circular por los pezones suelta un largo y profundo quejido, como si eso aliviara su tormento.
Al acabar vuelve al salón para realizar, como esta mañana, otras cinco series de flexiones y planchas, aunque esta vez con la fusta en la espalda. Tarda casi el doble en hacerlas, los músculos le arden y ha tenido que repetir dos series al caérsele la fusta. Con los brazos temblorosos coge el móvil para leer las próximas instrucciones, arrepintiéndose de haber pensado esta mañana que el día sería fácil. En el perchero metálico del recibidor ata un par de cuerdas con uno de los cabos de alrededor de un metro de largo, que utiliza para atar a las pinzas japonesas antes de volver a ponerlas en los pezones. Cada vez que flexiona las rodillas la cuerda se tensa hasta estirar los pezones, tras superar las veinte primeras respira y da un ligero paso a atrás, alejándose de la pared donde está el perchero, y comienza de nuevo. Sin poder decidirse entre qué dolor es peor, se afana en hacer cada sentadilla. Con los brazos tras la cabeza, quizá esperando que sea más fácil, gruñe apretando los dientes cada vez que baja. Con gran esfuerzo realiza las últimas lentamente, al límite de sus fuerzas, tembloroso. Por fin, el tormento ha acabado, caminando hacia atrás tensa la cuerda hasta que sus pezones se estiran al máximo y gritando da un último y decidido paso que arranca las pinzas de sus pezones. Respirando con fuerza se queda quieto mientras el dolor va desvaneciéndose, exhausto y a la vez satisfecho de haber completado la tarea.
Aseate rápido y arreglate, vas a llegar tarde.
Se lava rápido con una toalla húmeda para quitarse el sudor de encima, se pone desodorante y colonia en abundancia y se viste, antes de salir corriendo para cenar con su hermana. Aunque ya no lleve las pinzas los pezones le duelen y cada mínimo roce supone un suplicio, apenas puede contener un quejido cuando su hermana le da un abrazo al verle. «Tenía razón, estoy pagando cara la ofrenda de esta mañana, aunque no me arrepiento», piensa feliz.
Agotado por el día, escribe a Jade desde el ascensor pidiéndola permiso para quitarse la jaula y darse una ducha. Tal es su prisa por relajarse bajo el agua que, al abrir la puerta, no advierte el ligero aroma a pefume, con notas frutales y un acabado de praliné, vainilla, y pachulí; tan característico de ella. Tampoco se fija en la pequeña caja de cartón que hay sobre la cama cuando se desviste. Ya en el baño se quita la jaula con cuidado y se da cuenta de que la vela decorativa, que habitualmente se halla en la consola del recibidor, está sobre la repisa del lavabo. «Vaya, sí que estoy despistado, no recuerdo cuándo he cogido la vela, ¿qué habré ido a buscar que he traído inconscientemente esto a aquí?». Sin darle muchas vueltas decide encenderla mientras se ducha, nada le recuerda más al placer que el olor de una vela al apagarse.
No es hasta que termina de ducharse y vestirse, cuando va a recoger y doblar la ropa sucia de la cama, que ve la caja negra y blanca que hay encima. Extrañado y nervioso se acerca, le preocupa cómo ha llegado eso ahí y a la vez está seguro de que ha sido ella, ¿quién más podría haber elegido, de entre todas las cosas, una vela para llamar su atención? Lo primero que descubre al abrirla es una tarjeta con una nota escrita a mano:
Te vestirás con esto mañana. Espero fotos una vez te lo pongas y cuando estés en la oficina... Sé bueno.
Debajo, envuelto en papel de seda, encuentra unas medias tupidas negras, un liguero de lycra también negro y un culote de encaje verde oscuro. Asombrado, acaricia cada prenda deleitándose en las diferentes texturas casi como si la estuviera tocando a ella. Ha olvidado incluso sus preocupaciones acerca de cómo ha entrado ella en su casa.
MIÉRCOLES
Por primera vez esta semana es el despertador quien le saca del sueño, se levanta descansado, probablemente por lo agotado que estaba cuando se metió en la cama. Quizá también por saber qué le espera hoy, ya no duda como el lunes de que antes o después recibirá órdenes, sabe que ella está ahí, dispuesta a mandarle en cada momento que sabe que tiene libre. ¿Será hoy más sádica o le dará cierta tregua tras el día de ayer?
Sentado al borde de la cama y con calma, pues no quiere romperlas, se pone las medias. Mientras las estira por sus piernas, una a una, se recrea en las sensaciones que le producen. Su suavidad le recuerda a la piel de Jade cuando la recorre con las yemas de sus dedos. Embelesado con esas sensaciones se pone el culote, el contraste del encaje al tacto es notable, le resulta áspero tras las medias, y no puede sino pensar en el sadismo de su Ama. Puede ser tan dura y exigente como cariñosa y justa. Por último, ajusta el liguero en la cintura, la tela suave y resbaliza se ajusta a su cuerpo como su propia piel, abrazándole, al principio fría y ahora tan caliente como su piel. Igual que cuando hunde su polla en el interior de ella, tan suave, tan húmeda, apretándole por todas partes… Y como si de sus propios grilletes se tratase, sujeta el clip de cada cinta empezando por las de delante.
Se levanta despacio para mirarse en el espejo, inseguro de las emociones que verse así le puedan provocar. Con cierta vergüenza se asoma y descubre su reflejo, le sorprende ver que el modelo no le queda tan mal como había pensado, le ajusta perfectamente y aunque se ve raro no le disgusta. Girando se mira en todos los ángulos posibles y descubre fascinado que cuanto más se mira más le gusta lo que ve, casi sintiéndose sexy. Se hace muchas fotos en diferentes posturas y elige cuidadosamente las mejores para enviárselas mientras va camino del trabajo. Entre unas cosas y otras no tiene un momento libre hasta media mañana para hacerse las fotos en la oficina, apenas las hace y las manda vuelve a verse atrapado hasta el mediodía.
Mmmm que mascota más obediente y sexy, has hecho un trabajo fantástico. Cuando puedas quiero volver a verte, tambien quiero que te toques los pezones y te excites a ti mismo mientras. Llamame esta tarde cuando estés en casa, quiero jugar un rato
—Ponte delante del espejo, quiero que te mires mientras hablas conmigo. ¿Cómo te has sentido al verte esta mañana?
—Estaba nervioso y me daba vergüenza al principio, pero después reconozco que me ha empezado a gustar verme así, Ama. El resto del día me he sentido como si estuviera en un callejón follando y cualquiera pudiera verme. Eso me ha excitado mucho también. Pensaba que todo el que me miraba podía ver lo que llevaba debajo y eso como que ha encendido mi deseo de exhibirme. Pensaba en desfilar ante ti, que simplemente me miraras mientras yo ponía como posturas sexy para ti, excitándome cada vez más y buscando no sé… ¿más?
—¿Y qué ves ahora al mirarte?
—Me siento como si fueras tú la que me estuviera mirando y eso me hace ponerme cada vez más caliente, Ama.
—¿Por qué no te exhibes un poco para mí, mascota?
Obediente, como siempre, Zander empieza a pavonearse, calentándose cada vez más, atreviéndose cada vez a más. Con la respiración entrecortada con la excitación, escucha a Jade hablarle, dándole instrucciones a veces, animándole otras.
—Baila para mí, mascota.
—¿Qué? —Se detiene de golpe, con el corazón golpeándole con fuerza, la ha oído, pero no puede hacerlo. La vergüenza le embarga, es demasiado para él.
—Ama; qué, Ama. No te lo voy a repetir, baila para mí, puedes hacerlo, estás solo y yo no puedo verte. Baila, mascota, baila para mí.
Aguantando la respiración y con los ojos cerrados se mueve con rigidez por la vergüenza. Las palabras de su Ama le animan a moverse un poco más y vuelve a tocar el liguero y el culote, recordando las sensaciones de su tacto. Se mueve más decidido, extasiado cae en su propio mundo, sometido a su voluntad a través de su deseo. La vergüenza da paso al anhelo de exhibirse y, aunque crea no saber hacerlo, sigue bailando, moviendo las caderas lentamente, tocando su cuerpo. De golpe abre los ojos para mirarse. Tiene las pupilas dilatadas, los labios entrebiertos y la respiración entrecortada. Ajeno al dolor que le produce la jaula al presionarle se mueve al compás de sus latidos, vibrando de deseo.