Dominada y humillada 1

Dos compañeras de clase de Noelia la chantajean para divertirse humillándola.

Mi nombre es Noelia. Era mi primer año en la universidad y, como estaba lejos de mi casa, me instalé en una habitación solitaria de la residencia para estudiantes. En los primeros días no pasó nada fuera de lo normal, aunque es cierto que había dos chicas que me parecían insoportablemente creídas, Melani y Sofía. Se creían que podían hacer lo que quisieran con cualquiera y trataban especialmente mal a una chica muy estudiosa llamada Sara, a la que le obligaban a hacer sus deberes.

Un día, cuando fui al baño entre clases, me encontré a las dos creídas acorralando a Sara y amenazandola para que les hiciera el trabajo del primer parcial (es un trabajo muy extenso, de unas 40 páginas mínimo). Sin pensarlo mucho, les dije que la dejaran en paz y las dos me miraron como si la rabia les consumiera.

-No te metas si sabes lo que te conviene zorra.- Me dijo Sofía mientras agarraba a Sara de forma amenazante.

-Déjala Sofi, nos podemos divertir con esta putita.- Comentó Melani con una sonrisa prepotente.

Me molestó su forma de hablar hacia mi, pero lo dejé estar porque vi que dejaban a Sara y, sin decir nada más pero con una leve risita en la cara de Melani, las dos se fueron y no supe más de ellas en una semana, aunque me pareció percibir cierto miedo en la mirada de Sara los días siguientes.

Unos días después, en mi habitación, me di una ducha de agua fría y cuando salí me dispuse a hacer el trabajo que teníamos que entregar mañana antes de hacer el examen pero, tengo que admitir que, aunque no me atraen las mujeres, la vista de mis pezones algo mojados y duros por la fría agua me puso caliente y me masturbé en la cama antes de hacer el trabajo.

La mañana siguiente antes de levantarme me despertó el sonido del timbre, alguien llamaba a mi habitación así que fui a abrir con el pijama puesto y, para mi total sorpresa, eran Melani y Sofía. Sin preguntar, las dos pasaron dandome un empujón, cerraron la puerta y se sentaron en la cama.

-¿Por qué habeis venido?- pregunté con verdadera curiosidad y odio al mismo tiempo.

Sofía sacó su móvil y unos segundos después me dijo que mirara mi correo. Saqué mi móvil para ver el correo que acababa de recibir y me encontré un vídeo adjunto. Cuando lo abrí reconocí el momento y el lugar del vídeo, era mi habitación y salía yo tocandome el clítoris, al borde del orgasmo.  Quedé aterrorizada, pues no sabía de lo que eran capaces esas dos niñatas de hacer con este vídeo. Me quedé sin palabras y Sofía dijo:

-También tenemos tu lista de contactos, sería una pena que este vídeo terminara en la bandeja de entrada de tus padres, tu hermanita y todos los alumnos y profesores de la universidad.

Cuando pude pronunciar algunas palabras, les pregunté:

-¿Qué queréis?

-Me alegra que nos lo preguntes.- Dijo Melani con su característica sonrisa prepotente. - A partir de ahora vas a hacer todo lo que te digamos sin rechistar, si te quejas serás castigada y si no aceptas tu castigo algún contacto recibirá un vídeo muy caliente...

Con los ojos llorosos, acepté la propuesta, pues no tenia otra opción. Entonces, Sofía me dijo:

-Te vamos a poner unas normas que deberás seguir siempre, a menos que te indiquemos lo contrario:

  1. Obedecerás a todo lo que te digamos sin quejarte, sea cual sea nuestra orden.

  2. Si usas ropa, sólo usaras la que nosotras te permitamos usar.

  3. No te masturbarás sin nuestro consentimiento.

  4. Nos llamarás señora a mí y ama a Melani, sin importar si estamos solas o no.

-Estas son las normas por ahora, pero iremos añadiendo nuevas cuando queramos. Recuerda cumplir las normas siempre, aunque nosotras no estemos, supongo que ya sabrás que hemos puesto camaras en tu apartamento, así que no nos intentes engañar.

-Ahora vamos a revisar tu armario para ver si te sirve algo de tu ropa.- Añadió Melani dirigiéndose a mi armario.

Empezó a sacar la ropa hasta que el armario quedó prácticamente vacío, sólo quedaron dos tangas de muy delgado hilo.

-Todo esto lo quiero en la basura hoy mismo, ya no te lo vas a poner más y el pijama que llevas puesto tampoco.

Asumiendo las nuevas normas que me habían explicado, les pregunté qué se suponía que me tenía que poner entonces para el examen, a lo que me respondieron dandome una bolsa con algo dentro. Cuando miré qué había encontré una blusa pequeña para mi talla (aunque no mucho, tengo las tetas bastante grandes) y una falda muy corta que apenas cubría mis nalgas.

-Estáis locas, no puedo ir con esto al examen, se me va a ver todo además, no me habéis dejado ningún sostén en el armario.

-Las zorras como tú no necesitáis sostén, y como vuelvas a quejarte no te dejaremos llevar bragas tampoco. Pidenos perdón por tu mal comportamiento.- Contestó Melani sin ningún respeto.

A regañadientes, bajé mi cabeza y contesté:

-Perdón.

-¿Perdón qué zorra?

-Perdón ama.

-Un perdón de palabra no sirve para nada, cada vez que tengas que pedirnos perdón tendremos que humillarte, para que te arrepientas de verdad. Bájate los pantalones.

La miré suplicante pero no quise buscar más problemas así que me bajé los pantalones hasta los pies.

-Las bragas también, ya sabes que no se te está permitido llevar esta ropa.

Para mi humillación, tuve que bajarme las bragas, aunque por algún motivo que no comprendí, me excitó el hecho de bajarme las bragas delante de ellas. Melani, para seguir humillandome dijo:

-Vaya con la putita, tiene el coñito bien depilado.

A lo que Sofía y Melani se pusieron a reír y Sofía añadió:

-Como has sido una chica mala, vamos a tener que añadir una nueva norma:

  1. Tendrás el coño depilado siempre, sin un solo pelo.

  2. Si señora, contesté avergonzada.

-Vamos, vistete rápido que tenemos el examen en 10 minutos y tu estás aquí medio desnuda como una puta.

Cogí la bolsa y me dispuse a subirme los pantalones antes de ir hacia el baño a lo que me dijeron:

-¿Qué coño haces? quítate la ropa y ponte lo que te hemos dado aquí mismo.

Tuve que cambiarme con ellas dos mirandome, y empecé por la falda para tapar mis intimidades, aunque poco tapaba, luego escogí un tanga blanco entre los dos que me habían dejado, aunque ambos eran semitransparentes. Finalmente, tuve que quitarme la parte superior del pijama, cosa que quise hacer de espaldas pero no me dejaron girarme, y tuve que cubrirme los rosados pezones como pude. La blusa tenía 4 botones y sólo me dejaron abrochar 3. Si con 4 botones ya se me veía parte de los pechos, con 3 botones y sin sostén parecía que un pecho se me saldría en cualquier momento. Cuando parecía que mi vestuario no podía ser peor, Sofía me ordenó que diera media vuelta, me levantó la falda y tiró mi tanga hacia arriba para que se me metiera en la raja, y tiró tan fuerte que se me metió también por la raja delantera.

-Ahora ya estás lista para el examen.-Rieron las dos.

Cuando entré en clase, noté como todos me miraban y sólo pensaba en no tener que agacharme, porque sabía que se me vería todo el culito, y con el tanga tan adentro, parecería que no llevaba nada. Por suerte, todo fue bien y cuando acabé el examen volví a mi cuarto. A los pocos minutos, llegaron Melani y Sofía y me dijeron que tocaba ir al centro comercial y que cogiera dinero.

Cuando estábamos en el centro comercial, mientras subíamos las escaleras mecánicas, Melani y Sofía no perdieron oportunidad para humillarme más:

-Tanga fuera zorrita.-Dijo Melani.

Vi que teníamos a un hombre detrás lo que hizo la situación aún más humillante, pues escuchó como me mandaban quitarme la ropa interior. Sin embargo, no quería que me humillaran más aún y sabía que si me negaban me harían pedir perdón y humillarme más para lograr que me perdonaran, así que resignada, pero por algún motivo excitada, me quité el tanga intentando inútilmente que el hombre de detrás no se diera cuenta, y apreté mi puño para intentar que la gente no viera lo que llevaba en la mano.

Cuando llegamos al piso de arriba, mi señora me dijo que le diera el tanga, y así lo hice.

-Hahaha, la muy puta lo ha dejado mojado.

Las dos se hecharon a reír mientras yo miraba al suelo sonrojada por la vergüenza.

-¿Cómo quieres que guarde esto en el bolso putita? Voy a tener que secarlo, ¿no crees?

-Sí señora.

Entonces Sofía secó el tanga usando mi cara como toalla y se lo guardó al bolso.

-Ahora iremos a la tienda de ropa y quiero que te portes bien, como te portes mal te dejaremos en el centro comercial sin ropa ¿entendido?-dijo Melani.

-Sí ama, me portaré bien.

Estaba aterrorizada pensando en qué otras humillaciones querían hacerme pasar. Cuando entramos en la tienda, se dirigió a nosotras un empleado:

-Bienvenidas, puedo ayudarlas en algo?

-Sí.-Se apresuró a decir Melani.-Te explico, nuestra amiga es una guarrilla y quiere ir con ropa de zorra. ¿Qué tenéis para ella?

El dependiente se quedó sorprendido, y yo me puse roja como un tomate por la impotencia de no poder defenderme y la vergüenza de ser humillada de esta manera.

-Seguidme, haber que tenemos.

El dependiente empezó a mostrarnos diferentes prendas de ropa. Nos mostró sobretodo faldas cortísimas, blusas muy apretadas y algún top escotado. También nos enseñó un pantalón corto muy pequeño, que por detrás era como un tanga, por lo que se veían todas las nalgas.

-Este le quedará estupendo.-Concordaron Melani y Sofía.

-El problema es que sólo nos queda esta talla, y no sé si le quedará bien a vuestra amiga.

-Noelia, enséñale tu culito a este hombre para que nos diga si te quedará bien el pantaloncito.

Me quedé paralizada ante la propuesta de mi ama. El hombre también parecía muy sorprendido, pero no dijo nada.

-Vamos, no tenemos todo el día, deja hacer su trabajo a este hombre y enséñale el culito.

Estaba a punto de negarme pero recordé lo que me dijeron antes de entrar en la tienda y el miedo me inundó. Me giré, subí mi falda y me incliné ligeramente para que pudiera contemplar mejor. Estaba aterrorizada por que pudieran ver lo mojadita que estaba, aunque no entendía porqué la situación me excitaba si me estaban chantajeando.

-Si quieres puedes tocarla para ver mejor si le quedará bien. A nuestra amiga no le importa, de hecho seguro que lo está deseando, ¿verdad guarrilla?

No me quedó otra que contestar lo que querían oír.

-Sí porfavor, tócame todo lo que quieras.

No tardé mucho en notar su mano en mis nalgas, que pasó por la rajita y fue bajando hasta que notó mi humedad.

-Aunque un poco apretado, creo que le entrará el pantalón, tiene buenas nalgas pero tampoco son muy grandes.

-A lo mejor sería una buena idea que se lo probase antes, para asegurarnos.

Yo no sabía si podía bajarme ya la falda así que no me moví por miedo a que se enfadaran, y me quedé con el culo al aire mientras hablaban.

-Es una buena idea, si le entra le irá muy pequeño, pero creo que podrá entrar.

  • Ya has oído perrita, a probarte el pantalón, que parece que no quieras dejar de enseñar tu culito nunca.

Me tapé avergonzada y fui al probador, pero los tres me siguieron hasta la cabina. Cuando fui a cerrar la cortina, el empleado me dijo:

-Lo siento, pero está prohibido tocarse en los probadores, y viendo lo guarra que eres no puedo dejar que cierres la cortina, tengo que comprobar que no te masturbes.

No me lo podía creer, estaba segura de que el empleado sólo quería verme sin ropa, pero ¿qué podía hacer? miré a mis amas con cara de súplica pero sólo me hicieron acelerar el paso:

-Empieza de una vez, ya has oído al pobre hombre, suficiente es para él tener que estar aquí vigilandote, además antes te ha gustado que te mirase y tocase así que no te quejes y empieza a cambiarte.

Me probé el pantalón bajo la atenta mirada de los tres y, aunque costó, para mi desgracia conseguí que entrara. Ahora seguramente me harían llevar ese pantalón tanga algún día por la universidad. Luego me tuve que probar toda la demás ropa bajo la vigilancia de los tres y, cuando acabé, tuve que pagar todo con mi dinero.

Al salir de la tienda de ropa, fuimos a comer. Melani se sentó delante mío y Sofía a mi lado. El camarero vino enseguida a pedir qué queríamos, pero no me dejaron decir nada y me pidieron un frankfurt sin preguntar.

Cuando el camarero se fue, noté el pie de Melani haciéndose paso entre mis piernas:

-Abre las piernas que quiero jugar contigo.

Abrí las piernas y su pie empezó a masajear mi clítoris. Cuando llevaba un rato masturbandome en la mesa en contra de mi voluntad, trajeron la comida. Entonces, (una vez el camarero ya se había ido) apartó su pie y le dijo a Sofía que le tocaba jugar conmigo. Ella prefirió dar ordenes:

-Sé que eres muy zorrita pero tienes prohibido correrte sin mi permiso, ¿entendido?

-Sí señora.

-Ahora que ya está bien lubricado, métete el frankfurt en el conejito.

No tuve otra que obedecer. Sofía me obligó a meterlo todo lo adentro que pude y luego me hizo sacarlo y volverlo a meter repetidas veces. Así, ellas fueron comiendo mientras yo tenía que masturbarme con el frankfurt. Estaba a punto de correrme pero, a parte de que no quería gemir en medio del restaurante, me lo habían prohibido, así que les dije que no podía aguantar más y me dejaron parar. Sin embargo, luego me obligaron a comerme el frankfurt.

-¿Ahora vamos a la sexshop?-Preguntó Sofía a Melani.

-Sí claro, nuestra perrita nos regalara juguetes para que juguemos con ella.

No podía creerme que siguiera haciendoles caso, pero no se me ocurría ninguna otra forma de que no acabara mi vídeo privado en las manos de todos mis contactos. Cuando entramos, la dependienta se acercó para preguntar si necesitśbamos algo y nuevamente me humillaron ante la dependienta como en la tienda de ropa:

-¡Hola! ¿buscáis algo en concreto?

-¡Holaa! esta zorrita de aquí es nuestra sumisa y le gusta que la humillen. Estamos buscando algunas cosas que nos puedan servir para este fin.

-Entonces vuestra zorrita ha venido al lugar indicado.

Cuando creía que la situación no podía ser peor, la chica empezó a enseñarnos diferentes productos.

-Aquí están los disfraces, normalmente los más pedidos para chicas como vuestra sumisa son los de mucama. También tenemos estos electrodos para las tetas que son de última tecnología. Se conectan con un mando a distancia y emiten muy pequeñas descargas eléctricas que pueden aumentar tanto como el amo o la ama quiera la excitación de la sumisa. Finalmente, otro producto que se vende muy bien para sumisas es este vibrador a distancia, que tiene un sensor que detecta cuando la chica se va a correr para detenerse. También se controla con un mando a distancia y se puede gestionar cada cuanto tiempo se vuelve a encender después de detenerse. Si se compra este con los electrodos, se puede implementar todo en un único mando.

-La verdad es que me cuesta creer que los electrodos funcionen... ¿podemos probarlos con esta perra?

-Claro, veréis lo bien que funcionan.

-Quítate la blusa esclava.

No podía creer lo que estaba pasando, y menos que me hicieran quedar desnuda de cintura para arriba en medio de la tienda, sabiendo que podía entrar alguien en cualquier momento.

-Pero puede entrar alguien en la tienda en cualquier momento.

-¿Te crees que me importa si te ven desnuda? de hecho, para que veas lo poco que me importa aparte de quitarte la blusa ahora tendrás que subirte la falda hasta que se te vea bien el conejito, así sabremos si funcionan bien los electrodos.

Totalmente humillada y derrotada me quité la blusa y me subí la falda hasta que se me vieran todas las partes íntimas, que no fue difícil debido a lo corta que era la falda.

La dependienta me puso dos pezoneras en los pezones, comentandoles que también se podían poner debajo de los pezones si se deseaba, y les dio un mando a mis señoras. Ellas empezaron a mover una rueda y empecé a notar como un calor recorría mi cuerpo desde los pezones hasta mi conejito. Siguieron subiendo la potencia y un gemido mudo salió de mi interior. Entonces Melani puso su mano en mi lubricado coñito y no tardó en comunicar los resultados:

-Parece que funciona perfectamente, esta putita está muy mojada. ¿Cómo te sientes?

-Ah... muy... ca...caliente.-Dije con las palabras que pude pronunciar.

Justo entonces, entró una pareja a la tienda y fui a bajarme la falda para que no vieran lo mojada que estaba, pero antes de que pudiera hacerlo, Sofía subió aún más la intensidad y Melani me agarró los brazos sin necesidad de hacer ninguna fuerza, pues estaba totalmente debilitada.

-Pasad pasad, justo estamos haciendo una demostración de un producto con una voluntaria.-Dijo la dependienta.

Yo estaba muerta de vergüenza pero aún más de excitación, necesitaba correrme y la dependienta aprovechó la oportunidad para acabar de convencer a sus potenciales clientas.

-Os demostraré lo excitada que está.

Entonces se puso detrás mío y colocó dos dedos en mi coñito, rozando el clítoris.

-Fóllate mis dedos.-Me ordenó la dependienta.

Yo no quería humillarme más delante de desconocidos pero estaba tan excitada que no lo pude evitar y empecé a bajar y a subir. En menos de 20 segundos estaba teniendo un orgasmo que me hizo gemir demasiado fuerte. Sin embargo, seguía sintiendo ese calor proveniente de mis pechos. La dependienta me secó el coñito con un pañuelo y sólo unos segundos después les dijo a la pareja que comprobaran ellos mismos como seguía igual de mojada que antes de secarme. La pareja se acercó para palparme mis intimidades. Intenté cerrar las piernas lo más fuerte que pude para evitarlo pero estaba tan debilitada que sin ni siquiera hacer fuerza las separaron y empezaron a tocarme el conejito.

-Tienes razón, la chica vuelve a estar muy mojada.

Con una gran sonrisa en el rostro de mis torturadoras, se dirigieron a la dependienta:

-Nos has convencido, compraremos el disfraz, los electrodos y el vibrador.

-Trae tu cartera perrita.-Me dijo Melani a sabiendas de que no había apagado el aparato.

Fuí hacia el bolso con un gran esfuerzo y sin separar las piernas, a cada paso que daba notaba como el clítoris rozaba con mis piernas y aún me excitaba más.

-Ha sido divertido, pero es normal que esté así después de encender los electrodos?-Le preguntó Sofía a la dependienta.

-Está así porque lo habéis puesto al máximo, con el mando podeis controlar el nivel de excitación hasta estos niveles.

-Pues la dejaremos así hasta que paguemos, seguro que le gusta que la humillen de esta forma, pero sabes que no te puedes tocar sin nuestro permiso.

Mientras compraban productos para humillarme con mi dinero, yo luchaba por no tocarme, cosa que conseguí solo gracias a que la compra fue rápida y desactivaron los electrodos, por lo que pude recuperar el control sobre mi cuerpo. Sabiendo que no podía hacer las cosas por mi cuenta, les pregunté:

-¿Puedo vestirme ya amas?

-Sí, pero los electrodos te los llevas puestos.

Resignada por la respuesta, pero feliz de poder vestirme, me bajé la falda hasta la cintura y me puse la blusa por encima de los electrodos.

-Ha sido muy divertido usar los electrodos, creo que podemos divertirnos mucho más con ella si los usamos habitualmente.-Le dijo Sofía a Melani.

-Estoy de acuerdo.-Contestó.-Te añadiremos una nueva norma:

  1. Llevarás puestos los electrodos siempre, a menos que te permitamos quitártelos.

-Espero que te acuerdes de todas tus normas. Dinos tus obligaciones.

-Sí ama, contesté.

  1. Obedeceré a todo lo que me digáis, sin quejarme, sea cual sea vuestra orden.

  2. Si uso ropa, sólo usaré la que vosotras me permitáis usar.

  3. No me masturbaré sin vuestro consentimiento.

  4. Os llamaré señora y ama, sin importar si estamos solas o no.

  5. Tendré el coño depilado siempre, sin un solo pelo.