Dominada por la amante de mi esposo 2

Nora decide hacer que se cojan a Pamela frente a su esposo Diego.

Salí del trabajo nuevamente, fui al banco a depositarle mi quincena a Nora y después, pase por una pizza que ella quería. Todo el día había llevado un plug anal por orden de Nora el cual necesitaba quitar inmediatamente , pero tendría que desobedecerla para aquello. El pensamiento me inundó la cabeza así que me quite el plug en mi carro solo para saber que haría Nora al respecto y medir si me gustaba ser castigada por ella o no.

Llegué a mi casa y escuche los típicos gemidos habituales provenientes de mi anterior habitación la cual ahora le pertenecia a Nora o como ella me obligaba a llamarla, ama. Puse la pizza sobre una charola, serví dos copas de vino y subí las escaleras hacía la habitació, que por el ruido que hacían, supe que no les faltaba mucho para acabar. Al entrar vi a Nora con un hombre negro cogiéndosela por el culo, mientras Diego estaba amarrado a la misma silla que me amarraron a mí cuando ellos cogían con una mirada de enojo y excitacion al mismo tiempo, yo por otro lado me encontraba feliz de que Diego supiera lo que yo había sentido hace una semana cuando su amante decidió dominarme mientras se lo cogia.

-Ya llegaste aaaa Pamela- dijo Nora entre gemidos.

-Si ama, le traje la pizza como ordenó ¿Desea alguna otra cosa?

-Volteate- me ordenó con autoridad mientras el hombre seguía con su pene taladrando su culo.

Tarde un poco en obedecer, pero lo hice, dejando que ella metiera mano por debajo de mi falda hasta llegar a mi ano y darse cuenta de que lo había quitado.

-Perra ¿Dónde está tu plug?

-Aquí, ama.- dije sacándolo de mi bolso, lista para un merecido castigo.

-¿¡Te lo has quitado?!

-Es que...

-Cállate, me has desobedecido y eso te costará caro. Perro, dile a tu esposa que tiene que hacer mientras termino de coger.

Diego miró suplicante a Nora- Pero ama, ella es nueva en esto, apuesto a que no se repetirá.

-¿Acaso quieres que te castigue como la otra vez perro?- El negó con la cabeza-Entonces dile a la puta que tiene que hacer.

-Sube al sótano, desnúdate, coloca tus manos y pies en las esposas, se cerrarán  automáticamente y espera ahí.

Yo asentí y me fui al sótano como ordenó en el cual no había estado desde hace una eternidad. Ahora se había convertido en un cuarto de juegos con esposas que se encontraban en el techo y el en suelo, latigo, dildos y un montón de objetos más que no tenía idea para qué servían . Me desnudé como dijo Diego y coloqué mis muñecas en las esposas las cuales sí se cerraron automáticamente, ajustándose a mis muñecas para que no me apretaran. Lo mismo hice con los tobillos y me dispuse a espera.

Creí que en cuanto Nora terminara de coger iría conmigo, pero no fue así. En cambio, esperé y esperé por horas, mientras mis ganas de ir al baño se incrementaban así como mi miedo a ver qué haría Nora después.

No lo soportaba, me dolía el estómago y solo podi pensar en orinar por más que intentara que mi mente se distrajera en otras cosas. Una vez más, me arrepentí de haber aceptado la propuesta de Nora a ser su sumisa y me reproche mi amor incondicional a mi esposo el cual cada día lo veía con menos respeto y cariño, pero aún con el suficiente para seguir con esto ¿Pero a quién engañaba? La verdad me gustaba hacerlo, me gustaba que peo primera vez en mi vida yo no tenía el control, las decisiones de todos los aspectos de mi vida las tomaba Nora y eso me excitaba al grado de mojar mis panties como niña pequeña. Retomando ese punto, un chorro de mi orina salió involuntariamente de mi cuerpo al cual le siguió todo lo que había estado aguantando, haciéndome sentir humillada y sucia.

Aun así, mis pezones estaban parados y mis muslos escuerian de la excitacion de encontrarme vulnerable ante esas esposas, recién orinada y lista para el castigo que la amante negra de mi espos tenía reservado para mí. Pense en que mi yo de universidad estaría decepcionada ya que aún cuando tuve novias, yo siempre fui la activa a la que le seguían la corriente y quien dictaminaba como sería la relación en todos los aspectos, incluido el sexo. Recuerdo haber seducido a mi profesora de filósofia y haberla amarrado desnuda al baño de hombres para recogerla por la madrugada en donde me la encontré sobre un charco de orina con frío y miedo. Ese día me la cogí ahí mismo en los baños y la hice jurarme que no me reprobaría nunca más, ella aceptó y se corrio jurandomelo, ahora era yo la amarrada sobre un charco de orina y esperaba que mi ama fuera a cogerme a cambio de lo que fuera.

Entre todos estos pensamientos me quedé dormida, pero me despertó un fuerte impacto sobre mis nalgas el cual hizo que gritara automáticamente.

-Así que no pudiste aguantar ni una noche sin hacer del baño eh puta.

Otro azote calló en mis nalgas.

-Eres una maldita perra. - Otros tres azorra fueron a parar dejándome roja.

-Solo mirate Pamela- dijo abriendo un closet donde había un espejo- mira lo guarra que estás hecha.

Me mire, mi maquillaje corrido, mi rubio cabello despeinado, mis pezones parado y mis piernas llenas de mis fluidos. Estaba hecha toda una puta como dijo mi ama.

Un azote en mis pechos me saco de mis pensamientos.

-He hablado acerca de tu castigo con el lame pies de tu esposo- dijo dándome duro con lo que supongo, era una regla de metal en la espalda- Es tan tierno, me pidió que no fuera muy dura contigo, se nota que aun te quiere, pero eso está por cambiar Pamela. -Otros tres azotes en mis piernas- Como quiero que Diego pierda el respeto que te tiene de una buena vez por todas he estado pensando en que pensaría si te viera cogiendo con más hombres, tres para ser exactos- tres azotes, dos en mis nalgas y una en mi espalda- Ellos ofrecen una buena paga y como tú eres una perra, supuse que no tenías problema en dejarte coger por dinero ¿o si?- Yo negué automáticamente con la cabeza- ¿No sería tu primera vez o si?

Una vez, cuando a penas comenzaba a salir con Diego, un ex novio de nombre Rodrigo me propuso que cogieramos a cambio de $5,000 pesos. En seguida me negué; sin embargo, cuando dijo $10,000 el trato ya no sonaba como una locura y a los 20,000 me tenia a sus pies comiéndome su verga la cual estaba a punto de cogerme tanto delante como por detrás. Al terminar, me puso de nuevo mi bra y panties solo para repartir los billetes en ellos y se fue, dejándome como una ramera con billetes mojados de mis fluidos y su esperma. Aún después de 10 años de aquel suceso me masturbaba pensando en ese día y lograba correrme como nunca antes, pero ¿cómo lo había sabido Nora? Seguramente solo lo intuyó.

Nora no paro de azotarme hasta que quede con la piel completamente roja, después me puso el uniforme de empleada doméstica y me hizo limpiar mi propia orina mientras lloraba tanto por las ganas de tenía de correrme como por la humillación que acababa de vivir. Nora me puso un vibrador en el clitoris y yo estaba feliz pensando en que aquel aparato me permitiría llegar al orgasmo, pero cada que estaba a punto de llegar se detenía, dejándome en extraño frustrada y sin ganas de desobedecer a Nora nunca más.

Los días pasaron normales, yo llegaba del trabajo, Nora y Diego cogian juntos, a veces Nora iba a mi cuarto y me cogia, otras dejaba que Diego me tocara e incluso había veces en las que Diego y yo nos quedábamos a fuera de la habitación porque Nora metía a extraños a la casa para coger con ellos, nosotros siempre los atendiamos como los buenos anfitriones que toda la vida hemos sido y eso me dejaba excitada todos los días.

Una noche llegué a mi casa y no se encontraba nadie, hasta que revise en la cama en donde había una caera que contenía una dirección y un beso de color rojo que era un labial que originalmente me pertenecia y del cual Nora se había adueñado. Antes de dirigirme a la direcció, me cambié de ropa, Nora me había permitido conservar la ropa de oficina, pero toda la demás ella se la había quedado o vendid, lo que me dejaba con solo las prendas que Nora me permitía usar, sumamente vulgares las cuales jamás habría usado antes y que ahora, eran todo lo que tenía. Me decidí por una minifalda negra y un crop top de color blanco, no tenía ropa interior porque Nora la había prohibido y solo usaba los mismos tacones para todo. Tal vez si que extrañaba eso, mi ropa, pero no lo pensé dos veces y me fui manejando a la direccion de la carta.

Llegue a un parque abandonado y oscuro en donde vi tanto a Nora como a Diego, me acerqué a ellos y antes de poder decir algo, sentí que unas manos me sostenían de los brazos con fuerza, mientras alguien me ponía una bola en la boca que no me permitía hablar ni gritar como hubiera querido.

-Te dije que te castigaría- me susurró Nora al oído- Cogete a estos caballeros como la zorra que eres, para que tu marido vea con quien se casó.

Mire a Diego con ojos suplicantes, tenía miedo, pero el sólo se volteó hacia otro lado por lo que me hice a la idea de lo que estaba a punto de pasar y, ya que había accedido a eso, no podía ni quería hacer nada al respecto.

Un hombre comenzó a masajear mis pechos mientras el otro me desnudaba rompiendo mi ropa, el tercero agarro mis brazos con una sola mano y tocaba mi chorreante vagina ya desnuda. El primero se bajó los pantalones y comenzó con una fuerte penetracion que hizo que me mojara mucho más. Cuando comencé a gemir del placer, el segundo me penetro el culo y ambos me cogian sin piedad mientras yo solo podía mover los caderas para que sus vergas se clavarán mas adentro de mí. Gemía y gritaba que me dieran más duro, que se corroerán dentro de mi y me dejarán preñada, ni yo misma me reconocía la verdad. El tercer hombre no paraba de apretar mis pezones y darme cachetadas con la mano las cuales lejos de dolerme, me excitaban.

-Muestrenle sus rostros a la perra para que vea quienes van a preñar esta noche.

Yo abrí los ojos, con la excitante situación no había notado que los hombres que me cogían, llevaban antifaces. El que me metía la verga en la vagona era Rodrigo, el mismo que me había pagado hace tantos años por cogerme. El segundo era Mauricio, mi antiguo profesor de matemáticas con quien tenía sexo cada viernes que ambos salíamos temprano en su escritorio. Por último, el tercero era Pedro, aquel al que había ignorado tantas veces en la preparatoria y que me enteré de había vuelto rico, se encontraba castigando mis pezones y viendo como me cogian por la vagina y el culo. Debido a la humillación que sentí y a que jamás pararon de méterme sus vergas, me corrí, provocando que ellos se corrieran dentro de mí y en el caso de Pedro, sobre mi cara y cabello.

Nora les prometió que nos veríamos pronto y me llevo en el carro desnuda mientras el esperma salía de mis agujeros y Diego no me podi ver a los ojos.

-¿Te gusta tu nueva vida putitia?

-Sí ama, me gusta mucho.